Una de las falencias de la lucha contra la corrupción es la falta de una política pública nacional, de un programa pedagógico que vaya desde el jardín infantil hasta las facultades de enseñanza superior que ponga la enseñanza de la ética, en su acepción más amplia y profunda, al centro de los planes de educación, incluyéndola como materia fundamental en la formación de profesionales y funcionarios