Había una vez una montaña

Había una vez, hace muchos cuentos, que hombres y mujeres subían a la montaña por el placer de hacerlo, porque la montaña era otra perspectiva, el mejor mirador desde el que ver pasar las nubes, ese punto de encuentro entre el silencio y la distancia que nos ayuda a respirar, también esa paz a cuyo amparo recompones todos los urbanos cabos sueltos o, simplemente, un hermoso espacio natural en el que protegerse del ruido.

Había una vez, hace muchos cuentos, que la montaña era la montaña… y así fue hasta que alguien no se limitó a subir y disfrutarla sino que la coronó. Armado de patrocinios, cámaras y banderolas, coronó la cima. Al día siguiente otra montaña fue coronada por quien, además de no contar con sherpas, prescindió del oxígeno. ¿Aún no lo han leído en los medios? La hazaña fue superada por quien sin sherpas ni oxígeno, batió el récord de ascenso al subir en invierno y en pelotas. ¿Todavía no lo han visto en las noticias? Casi al mismo tiempo, otro coronó la cima sin sherpas ni oxígeno y en pelotas pero cargando un piano para, ya sobre la cima, interpretar: “I like the mountains in the blue morning”. ¿No han oído la canción? Ya está en las redes y Netflix está haciendo un musical.

Había una vez una montaña…

(Preso politikoak aske)

Koldo Campos Sagaseta, Columna Cronopiando para La Pluma, 19 de marzo de 2024

Editado por María Piedad Ossaba