La escandalosa concentración de la riqueza y la ausencia de una mínima conciencia social entre las clases empresariales, sigue alimentando la conflictividad social.
A pesar de la cultura económica dominante, es necesario comprender que la riqueza generada en Ecuador es fruto del trabajo social, del que se apropia principalmente una elite que cree haberla originado por su sola iniciativa, inversión, esfuerzo y riesgo.