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Emmanuel Macron debiera saber –eso no está garantizado– que su trono se ha ido transformando en un sillón eyectable. Eso es lo que dicen los diez mil chalecos amarillos que cuenta su ministro del Interior.
A todas luces -como afirmó Mogherini- se trata de seguir imponiendo la ley de la selva, tras lo cual sobrevivirán solo los más fuertes. Aunque interesadamente la funcionaria de la Unión Europea evite hablar del origen de esta tendencia, cada vez es más evidente encontrarlo en las mentes criminales de los que dirigen los países de la OTAN, por suerte, siempre habrá personas, pueblos y gobiernos de buena voluntad que resistirán la barbarie imperial y harán emerger un mundo mejor para todos.
El ascenso político de Macron -un verdadero conejo salido del sobrero- lo deja con poca legitimidad, una vez que se desvanece el brillo de las portadas satinadas de las revistas. Con la ayuda de sus amigos, Macron inventó su propio partido, La República en Marcha [La République en Marche]. . Pobló su partido con individuos de la «sociedad civil», a menudo empresarios de talla media sin experiencia política, más algunos trásfugas del Partido Socialista o de los Republicanos, para ocupar los puestos de gobierno más importantes.
Las personas detenidas, en su mayoría estudiantes, son sospechosas de «participar en un motín armado «, precisó Arnaud Verhille, comisario de la ciudad, asegurando que quería de esta manera «interrumpir un proceso incontrolado». En Yvelines, un total de 189 jóvenes entre 12 y 20 años fueron puestos en detención preventiva, según el fiscal de Versalles.
Daniel Cohn-Bendit sobre los chalecos amarillos: “No permitiré que me obliguen a ponerme el chaleco”
El movimiento de los chalecos amarillos está pisándole los talones al gobierno francés. ¿Quién es esta gente? Daniel Cohn-Bendit nos habla de los líderes de derecha y de las esperanzas de izquierda.