Sobra el mapuche baleado y sobra el adolecente que presencia la escena, y como sobra pueden golpearlo, torturarlo, encarcelarlo, y, abracadabra, borrar las pruebas.
Sobra el mapuche y sobra el hijo de 4 años que deja, sobra la mujer que lo llora y el niñ@ que crece en su vientre, sobra el canelo y el Chercan, sobra el viento, la tierra y la lluvia que la moja.
Sobra todo lo que no se acomode a las leyes de la producción y el mercado, y por eso sobran también la vida de millones de chilenos abandonados en esos pequeños infiernos que denominan como “zonas de sacrificio”, donde sobran los niños y niñas que ahí crecen, condenados a respirar una invariable y cotidiana mierda, y sobrarán si no deciden trabajar en las mismas fábricas que intoxicaron a sus compañeros de escuela, porque sobra la escuela que se cierra y no la chimenea que escupió y sigue escupiendo el veneno.
Sobran, ellos y ellas sobran, así como sobraba que por ser quienes eran y buscar vivir en armonía con su entorno terminaron asesinados por quienes determinan quienes sobran y quienes faltan, ¿será porque sobra el que voltea los ojos del fondo de la caverna e identifican a quienes están proyectando las sombras?…
Sobran los ancianos porque dejaron de producir y sobra la mujer embarazada cuando deja de ser funcional al mercado. Sobra el joven que muere quemado en la cárcel por vender CD´s piratas, dinero que, como contó su madre, utilizaba para comprar completos y dulces, pero no sobra el poderoso que se colude y estafa a millones de millones de chilenos, como tampoco sobra el parlamentario corrupto que vendía el mar, ni sobra el hijo del poderoso que atropella a un campesino que sobra.
Así andamos hace 200 años, con los pocos que faltan poniendo la bota encima de los muchos que sobran, y así andaremos hasta que la historia de los que sobran no se convierta en la historia de los que faltan, porque son los muchos quienes hacen que este país funcione, a punta de sacrificio y trabajo diario, a esos que, como decían Los Prisioneros, nadie los va echar demás y nadie los quiso ayudar de verdad, y es por ellos, por nosotros, que este país debe dejar de ser el paraíso de los pocos que faltan y el infierno de los muchos que sobran.
El país donde el aire que respiran los niños y niñas importa más que la rentabilidad de la empresa que los envenena.
Empecemos, entonces, por dejar en paz a los niños y niñas mapuche, para que decidan ellos como vivirán sus vidas, y no vayan a imponerles desde Santiago cuál dios es verdadero y cual no, cómo se trata la tierra y cómo no, qué deben entender por un árbol, por un río, por el viento, los pájaros y la naturaleza toda.
Que ellos decidan que sobra y que falta en su vida y su comunidad. Porque, en realidad, lo que sobra es la mano armada del Estado ocupando sus tierras, con su Comando Jungla, sus helicópteros, sus antimotines y todo ese show comunicacional, y como representantes del Estado que son, sobran también sus representantes políticos, esos que decidieron amaestrar a seres humanos para ponerlos en guerra contra sus compatriotas, por lo pronto empecemos por Mahmud Aleuy, el intendente Mayol, Hermes Soto, Ubilla y Chadwick.
Ese es el baile de los que realmente sobran.
Weychafe = guerrero, combatiente en mapudungún. Amulepe taiñ weichan, que significa que siga nuestra lucha
Aldo Torres Baeza
Fuente: Poltika, 21 de noviembre de 2018