Último año de Lacalle: Balance de gobierno, desbalance de país

El bolsillo sigue crujiendo, conseguir trabajo es tarea ardua, la seguridad ha empeorado notoriamente, hay que trabajar 5 años más para jubilarse, las infancias siguen empobrecidas, las cárceles un caldo de cultivo de más violencia, los delitos de guante blanco campan a sus anchas.

Se cierra el 2023 para Uruguay con un saldo negativo en general. El gobierno derechista liderado por Luis Lacalle ha seguido a pie juntillas su plan de gobernar para los ricos -los “malla oro” como él mismo los denominó- en una especie de neoparafraseo de la teoría del derrame.

El 2024 no empezó, pero la campaña electoral si. El año entrante en Uruguay se elegirá el nuevo presidente, su vicepresidente, la composición del nuevo parlamento y además estarán en juego al menos dos plebiscitos: uno sobre la reforma de la seguridad social, promovido por la central única de trabajadores PIT-CNT; donde el
Frente Amplio dio libertad de acción a sus sectores.

Hasta el momento el plebiscito cuenta con escaso apoyo por parte de la oposición centroizquierdista que pretende volver al gobierno el primero de marzo de 2025. El segundo plebiscito lo propuso la formación de ultra derecha Cabildo Abierto sobre la reestructuración de deudas.

La pobreza sigue teniendo rostro de niño y niña en Uruguay. Un problema estructural, silencio, latente pero que después explota en todos los ámbitos de la sociedad donde asistimos asombrados a sus consecuencias y seguimos negando sus causas.

Gustavo de Armas, asesor en planeamiento estratégico de la oficina del coordinador residente de Naciones Unidas en Uruguay, presentó el informe titulado “Abatir la pobreza en Uruguay al 2030. Compromiso ético y condición del desarrollo”. La investigación fue motivada por el primero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible –el fin de la pobreza–, al que Uruguay adhirió en 2015.

El asesor de ONU subrayó que pese a tener el “estado de bienestar más desarrollado de la región”, en pobreza infantil el caso de Uruguay es “absolutamente extremo.” Señaló que  44% de la población pobre es menor de 18 años, y que la situación afecta con mayor notoriedad a las mujeres, que suelen ser las jefas de los hogares más vulnerables.

Pobreza infantil

De hecho, 68% de los 88.000 hogares pobres que hay en Uruguay tienen jefatura femenina. De ellas, sólo la mitad está empleada y eso “se combina con una muy alta dedicación al trabajo no remunerado”. Por lo tanto, De Armas hizo hincapié en que “la reducción de la pobreza implica también trabajar fuertemente sobre la inserción laboral de las mujeres”.

Otra pandemia que mata en silencio es la problemática del suicidio. El país más feliz de América Latina y el 28 en el mundo, donde se suicidan dos personas al día, llevando a 818 la cifra en 2022. Este año no promete mejorar las cifras de manera cuantiosa.

Siempre arriba en los rankings de consumo de whisky, cocaína, psicofármacos. Altos niveles de suicidio, baja natalidad. ¿Qué está pasando en Uruguay? ¿Este país tan tranquilo que se vende al mundo por estabilidad política e institucional, con ese se es feliz? ¿Alcanza para vivir la calidad democrática si los jóvenes emigran o se suicidan o no quieren tener familia?

¿En qué índice, ranking, guarismo se mide la calidad de vida, la humanidad, el desarrollo integral  del ser?

Los escándalos y la corrupción han llegado a portadas de diarios internacionales y la población se ha acostumbrado que una semana y otra también, un nuevo caso surja a la luz. A estos se suman los escándalos domésticos, de poca trascendencia internacional y alcance, pero que de igual manera deterioran la calidad institucional.

Uruguay, protestas, corrupción

Desde inicios de la gestión Lacalle los escándalos venían salpicando al Uruguay y no al gobierno como se suele decir, porque es el gobierno el que los genera. Acomodos, clientelismo, nepotismo, abuso de funciones, espionaje a opositores, facilitación de un pasaporte a uno de los narcos más buscados de la región, una trama para espiar, perseguir y amenazar a víctimas de un pedófilo y así la lista sigue.

El 2023 se inauguró con una fuerte sequía que dejó a la mitad de la población uruguaya sin agua potable. La salinidad llegó a niveles tales que los calefones se rompían, lo mismo con las griferías y su consumo no era para nada saludable. Así y todo el gobierno se encargó de hacer nada. Incluso altos dirigentes convocaban a oraciones para que llueva. La población tuvo que comprar agua embotellada para realizar cualquier tarea del hogar, sea de cocina, de higiene, etc.

El tema sobre el narcotráfico se llevó mucha atención a lo largo del 2023 por todas sus ramificaciones y aristas. A nivel regional el caso Sebastián Marset se llevó todos los focos. A raíz de filtraciones de audios, se descubrió que el gobierno urdió una trama de mentiras en una interpelación a los ex ministros de Interior y Relaciones Internacionales sobre la expedición del pasaporte al narcotráfico y que desde ya, sabían quién era Marset.

Esto provocó una sucesión de renuncias en varias carteras ministeriales pero con cero atisbo de autocrítica por parte de los renunciantes, implicados y hoy indagados por la justicia, y mucho menos por parte del Presidente Lacalle.

Luego que pasamos a ser un país no solo de tránsito en la región sino también de acopio. Esto implica más cantidad de droga en el territorio, por ende mayor disputa de las bandas por el negocio. Esa disputa se traduce en ganar territorio, poder, dinero. Eso se gana en base a corrupción con las autoridades, tráfico de armas, y luego el poder de la bala.

Poder de la bala que se está viendo en varios barrios de Montevideo. Balaceras, homicidios, ajuste de cuentas, cuerpos desmembrados y/o incendiados. Lo que se veía en las series y películas o se encuentra en la crónica roja.

El flamante ministro del Interior, Diego Martinelli ante esta crisis declaró: “La buena noticia es que están focalizados en determinados barrios”. La última semana de diciembre contabiliza la preocupante cifra de 15 homicidios registrados, un motín en la principal cárcel del país con 6 presos muertos (al momento que se escribe esta nota), decenas de heridos y celdas enteras incendiadas.

Uruguay se desangra lentamente. Sociedad, políticos y más, parecen no asistir a los cambios que se están originando. Una foto sepia es el recuerdo al que está anclada la sociedad como una realidad inmutable y un pasado que siempre fue mejor.

El Frente Amplio empezó a esbozar ciertas fricciones ya en su Interna que va con cuatro candidatos. Sus tres intendentes: Yamandú Orsi (Canelones), Carolina Cosse (Montevideo), Andrés Lima (Salto) y Mario Bergara. Orsi es el que pica en punta y es el favorito dentro del Frente Amplio según encuestas e incluso en un posible balotaje con el delfín de Lacalle, Álvaro Delgado del Partido Nacional.

Ante todo esto, que excede a los partidos políticos, pero que también les compete, se ven, se escuchan y se leen pocas propuestas para saltar este péndulo de ciclos reaccionarios y progresistas.

El presidente Lacalle pasó navidad en la Antártida con funcionarios y familia.

Mientras tanto el presidente Lacalle pasó navidad en la Antártida, en esos ataques de divismo que le dan bastante seguido. Como cuando pasó navidad en el Congo. A pesar de todo lo narrado, la imágen positiva del primer mandatario sigue en níveles bastante altos.

El bolsillo sigue crujiendo, conseguir trabajo es tarea ardua, la seguridad ha empeorado notoriamente, hay que trabajar 5 años más para jubilarse, las infancias siguen empobrecidas, las cárceles un caldo de cultivo de más violencia, los delitos de guante blanco campan a sus anchas.

Ah, ¡pero qué lindas playas tenemos!

Nicolás Centurión

Editado por María Piedad Ossaba

Fuente: Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)/SURySUR, 29 de diciembre de 2023