La cortina de humo se evaporó por fin unos días antes de la final. Llevaba doce años fabricándose y había costado unos cuantos miles de millones, empezando por los 800 millones pagados a la FIFA por Qatar para obtener el derecho a albergar el Mundial de 2022. Tuvimos derecho a todo, incluido el espectáculo planetario montado por el majzén marroquí para la semifinal: 50.000 hinchas marroquíes enviados a Doha para ondear banderas rojas y verdes, en medio de las cuales surgieron unas cuantas banderas palestinas, y ahí lo tienen, el Reino de Occidente (Mojrib) santificado a los ojos de todos los árabes y portador de todas sus quimeras de victorias. Se olvidaron las crueles realidades de la vida cotidiana: guerras, masacres, miseria, escasez generalizada, humillaciones. De repente, todos se volvieron súbditos leales de Su Majestad, el Rey de las Moscas de Mierda, para gran beneficio de los emires gaseros.
Pero ahora el castillo de naipes se ha derrumbado de golpe, gracias a los detectives sabuesos de la policía federal belga que dieron el golpe el 9 de diciembre, al final de una investigación iniciada el verano pasado. Al menos un millón y medio de euros en efectivo fueron incautados en los domicilios de los eurodiputados, empezando por la vicepresidenta del Parlamento, la eurodiputada griega Eva Kaili, en cuyo domicilio se encontraron 150.000 euros en efectivo, mientras que su padre fue detenido con una maleta que contenía 600.000 euros. Después fue el turno de los eurodiputados italianos y algunos de sus colaboradores. Todas estas personas son “socialistas” (como yo soy papista).
¿De dónde han salido estos fajos de euros? Del Emirato de Qatar, principalmente, y, en segundo lugar, del Reino de Marruecos. Se dice que unos 60 eurodiputados y sus colaboradores serían implicados. La presidenta maltesa del Parlamento, Roberta Metsola, está considerando la posibilidad de tomar “medidas serias” a partir del próximo año, entre ellas prohibir la entrada en el Parlamento a los representantes qataríes. Como si lo necesitaran para distribuir sus regalos a sus siervos.
¿En qué se utilizó el dinero y para qué se suponía que se iba a utilizar? Garantizar la continuidad de los beneficios obtenidos por las dos monarquías en sus negocios con la Unión Europea. Para Qatar, en particular, consolidar el acuerdo de “cielos abiertos” que permite a Qatar Airways transportar pasajeros y mercancías desde y hacia la Unión Europea, y criticado duramente por todos los sindicatos directamente afectados. Y para Marruecos, garantizar que la UE, a través de sus acuerdos comerciales, siga avalando el expolio de los recursos del Sáhara Occidental ocupado (fosfatos, pescado, petróleo, frutas y verduras, arena, etc.), cometido en violación de toda la legislación internacional.
¿Cómo se podría evitar esta corrupción generalizada de las instituciones “democráticas” de la UE? Sólo veo una solución: injertar un microchip bajo la piel de cada representante elect@ y vigilarl@ las 24 horas del día. Uno tiene derecho a soñar, ¿no?