Después de más de medio siglo, el mundo comienza a renunciar al uso del Clorpirifós, un plaguicida neurotóxico que ataca nuestros niños

En Colombia, gracias a la acción de tutela instaurada por un padre en favor de los derechos de su hija menor, la Corte Constitucional por medio del Auto 541/22,  le ordenó al Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) que suspendiera, de manera inmediata, la comercialización de productos químicos agropecuarios con el componente activo Clorpirifós.

Por más de medio siglo los alimentos básicos de América — como el maíz, el arroz, la papa, la yuca, el plátano, el trigo, el café, el cacao, las hortalizas, las manzanas, los cítricos, los pastos, entre otros—han sido rociados con Clorpirifós, un plaguicida neurotóxico que puede dañar el desarrollo cerebral en los niñxs, reducir su coeficiente intelectual, debilitar la memoria  y agravar los trastornos de déficit de atención[1].

¿Qué es el Clorpirifós?

El Clorpirifós es un insecticida organofosforado (neurotóxico) de amplio uso doméstico y en la agricultura. Se ha utilizado en residencias para controlar las cucarachas, pulgas y termitas (ej.: Baygon, Raid, entre otros[2]); también en ciertos collares antipulgas para animales domésticos. En la agricultura para controlar las garrapatas del ganado y se rocía en los cultivos para controlar las plagas[3] (Lorsban de Dow el más conocido).

El Clorpirifós es extremadamente tóxico y está altamente asociado a daños en el desarrollo neurológico en niñxs. Las exposiciones prenatales pueden fomentar nacimientos de bajo peso, disminuir el coeficiente intelectual, ocasionar trastornos de atención y retrasos en el desarrollo motor en los infantes. Su envenenamiento agudo suprime la enzima que regula los impulsos nerviosos en el cuerpo y puede causar convulsiones, parálisis respiratoria y, en casos extremos, la muerte. Él es de los productos más relacionados con envenenamientos por plaguicidas.

La historia del Clorpirifós

A principios del siglo XX, el auge de la química sintética hizo que el uso a gran escala de productos químicos tóxicos en el campo agrícola y las guerras fuera factible y barato. Y fue la Primera Guerra Mundial, el laboratorio de ensayos donde se amalgamó de manera definitiva esa relación entre la industria de la química, por parte de compañías comerciales como IG Farben (fusión de las seis mayores empresas químicas de Alemania, incluidas BASF, Bayer, Hoechst y Agfa), y la industria militar. El Tabun, por ejemplo, fue fabricado por primera vez por un químico alemán en 1936 durante el curso de una investigación comercial de insecticidas para la compañía I.G. Farben[4].

Los gases nerviosos pertenecen a una familia de sustancias químicas conocidas como compuestos organofosforados. Actúan interrumpiendo la acción electroquímica de las células nerviosas. Una gama de pesticidas comerciales, como Paratión, Malatión y Clorpirifos que provienen de esta familia. Después de la Segunda Guerra Mundial, los fabricantes de plaguicidas estaban interesados en el trabajo de los químicos alemanes como los científicos militares. Los plaguicidas organofosforados comparten la misma estructura química con agentes nerviosos como el gas Sarín o el Somán, y  efectos tóxicos sobre la salud son similares. Sin embargo, desde un punto de vista legal, el uso de plaguicidas no es un crimen contra la Humanidad.

El Clorpirifós fue patentado en 1966 por Dow Chemical Company para uso comercial. En 1995 La Agencia de Protección Ambiental de los EE.UU. (EPA) multa a DowElanco por violar una ley federal que  requería reportar problemas de salud humana con Clorpirifós. Para el año 2000 Dow detiene los usos domésticos del Clorpirifós después de que la EPA encontrara riesgos inaceptables para niñxs que jugaban en alfombras recién tratadas, o que abrazaran a sus mascotas después de una “bomba de pulgas”, paralelo a esto los Centros para la Salud Ambiental Infantil y de Investigación Preventiva de Enfermedades de Columbia, Berkeley y Mt. Sinai estudian a niñxs expuestos a la RCP en el útero y encontraron daños estadísticamente significativos en el neurodesarrollo del bebé, incluyendo una reducción del coeficiente intelectual, desarrollo general tardío, pérdida de memoria y trastornos de déficit de atención. En 2012 un estudio reveló que la exposición al Clorpirifós provocaba cambios en la estructura física del cerebro en desarrollo. Las respuestas de la EPA hasta el fallo de 2022, han sido paños de agua tibia, como poner zonas de amortiguamiento, entre 3 y 30 metros, alrededor de escuelas, guarderías, hogares, campos de juego y otros lugares habitados. Además de publicar revisiones donde reconoce las investigaciones independientes, sin embargo, en la practica le apuesta de manera decidida a negociaciones y dilaciones para ampliar en el tiempo el uso del producto por fabricantes.

Prohibición global

En el Reino Unido, el uso de Clorpirifós se prohibió a partir del 1 de abril de 2016 (con una pequeña excepción). A partir de 2020, el Clorpirifós y el Clorpirifós-metilo  se prohibieron en toda la Unión Europea, hoy no se pueden usar. A partir del 18 de agosto de 2021, la EPA anunció la prohibición del Clorpirifós en cultivos alimentarios en los Estados Unidos. La mayor parte del uso residencial de Clorpirifós se ha eliminado gradualmente en los Estados Unidos y Canadá desde el 2001; sin embargo, el uso agrícola sigue siendo común[5]. En Colombia, gracias a la acción de tutela instaurada por un padre en favor de los derechos de su hija menor, la Corte Constitucional por medio del Auto 541/22,  le ordenó al Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) que suspendiera, de manera inmediata, la comercialización de productos químicos agropecuarios con el componente activo Clorpirifós.

Es alentador que ha junio de 2022 cerca de 39 países hayan prohibido ya el Clorpirifós, antes de que este plaguicida sea incluido en la lista del Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP) para su prohibición mundial. Se prevé que el año que viene muchos más países lo habrán prohibido”, declaró Meriel Watts, Directora de Política y Ciencia de PAN Asia-Pacífico[6].

Notas

[1] Earthjustice (2022) Chlorpyrifos. The toxic pesticide harming our children and environment. Earthjustice. Because the earth needs a good lawyer. https://earthjustice.org/features/chlorpyrifos-what-you-need-to-know

[2] IRET – UNA (s.f.) Manual de plaguicidas de Centroamerica. Universidad Nacional de Costa Rica – Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas.  http://www.plaguicidasdecentroamerica.una.ac.cr/index.php/base-de-datos-menu/153-clorpirifos

[3] ATSDR (6 de mayo del 2016) Resúmenes de Salud Pública – Clorpirifos (Chlorpyrifos). Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades. https://www.atsdr.cdc.gov/es/phs/es_phs84.html

[4] Tomado de Tucker, J. (2006) War of Nerves: Chemical Warfare from World War I to Al-Qaeda. Firts Anchor Edition. eISBN: 978-0-307-43010-6.

[5] Chlorpyrifos (26 de diciembre de 2022). En Wikipedia. https://en.wikipedia.org/wiki/Chlorpyrifos#:~:text=Chlorpyrifos%20was%20first%20registered%20for,control%20agent%2C%20and%20in%20agriculture.

[6] PAN (16 de junio de 2022) Global network congratulates countries phasing-out highly hazardous pesticides; urges FAO to commit to Global HHPS phase-out by 2030. Pesticide Action Network International. https://pan-international.org/release/global-network-congratulates-countries-phasing-out-highly-hazardous-pesticides-urges-fao-to-commit-to-global-hhps-phase-out-by-2030/

Lilliam Eugenia Gómez Álvarez & Alejandro Henao Salazar  para La Pluma y Tlaxcala. “Edición especial Balance 2022”

Editado por María Piedad Ossaba

Traducciones disponibles: Français