“Mientras gritaba ¡Por favor!, a Javier lo asesinó la tomba: ¡Cerdos asesinos!”
Colombia se subleva contra los gallardos uniformados, que matan a ocho personas más

Eres mi propio grito que reclama justicia;
Estás incorporado a esta memoria viva,
que fluye como un río torrentoso,
Y se niega al olvido y al silencio.

Santa Cecilia es un barrio del noroccidente de Bogotá (Colombia), en la localidad de Engativá. Ahí vivía el taxista Javier Ordóñez, de 44 años, que estaba por recibir su diploma de abogado, después de haber estudiado aeronáutica. Con él vivían sus dos hijos de 11 y 15 años. Su mamá está emigrada en Barcelona. En la noche del martes 8 de septiembre, Javier estaba en el apartamento bebiendo con dos amigos más, salieron todos, a comprar bebidas. Dos policías del Comando de Atención Inmediata de Villa Luz lo interceptaron por “violación de la cuarentena”. El resto se puede ver en un video grabado por vecinos. Los policías lo mataron a golpes de pistolas eléctricas ‘taser’.

El video provocó una ola de indignación, que se expresó el día y la noche siguientes con concentraciones y ataques a sedes de los CAI en 26 ciudades de Colombia. El balance fue de 8 muertos y 55 heridos, todos por balas policiacas. Iván Duque, presidente elegido de Colombia, declaró:

“Como sociedad debemos exigir cero tolerancia con abusos de los Derechos Humanos por parte de miembros de la Fuerza Pública que históricamente han sido entregados, gallardos, abnegados con cultura de respeto al ciudadano”

“Hemos visto hechos dolorosos el día de hoy pero también la actitud gallarda, férrea de los comandantes del Ministro de Defensa para que se avance en las investigaciones y se apliquen las sanciones necesarias”

Los dos policiías fueron suspendidos y el Inspector General de la Policía, general William Salamanca Ramírez, fue designado para asumir la investigación. La Fiscalía General también abrió una investigación. 

Fausto Giudice, Tlaxcala, desde Túnez

A JAVIER ORDÓÑEZ
por Rubén Darío Zapata, Medellín

Yo no tuve la suerte de conocerte
Y tal vez no hubiera sabido de ti nunca
Sin la generosidad de un video aficionado
También desconocido.

Entraste en mi retina un día desgraciado
Desde la distancia infinita de mundos paralelos
Mediada por un dispositivo móvil.
Un día desgraciado para la humanidad,
que partió tu alegría en mil pedazos
Y mutiló brutalmente toda nuestra existencia.

No fuiste, por supuesto, ningún héroe
Ni ese fue tampoco tu propósito.
Ni siquiera ofreciste resistencia,
Lo cual es una prueba más de la barbarie.
Fuiste, a lo sumo, otra víctima
En este incontable reguero que no cesa.
Otra estrella apagada prematuramente
En un firmamento donde las estrellas parecían infinitas
Y cuya luz creíamos que era inagotable.
A este paso tendremos que colgar faroles en el cielo
Para alumbrar la oscuridad que crece
Incesante y profunda bajo nuestras pisadas

No fuiste, como digo, ningún héroe.
Pero me niego a aceptar que puedas ser tan solo
Una víctima más, un nuevo número
Prendido en los anaqueles de una historia inmóvil.
Me niego a que cualquiera pueda ser eso,
Una víctima más, una estadística.
Me niego a normalizar este fenómeno
Como si fuera el destino más seguro para muchos.

No tuve la fortuna de ser tu amigo
Ni compartí contigo una cerveza
Ni caminé contigo por las calles heladas
De alguna madrugada
Buscando una botella de aguardiente
O la clave secreta de un nuevo amanecer,
De un nueva oportunidad para la vida.

Entraste a mi existencia, de por sí ya abrumada,
Cinco minutos, cinco siglos después de tu partida.
Cuando dos policías, agentes del gobierno,
Descargaban sobre ti, gozosos y soberbios,
Toda su represión, toda su mierda.

Todavía siento en mi los corrientazos,
La humillación, la rabia que sentiste.
Han cuajado en mi ser profundamente
Como las cicatrices de una enfermedad incurable.
El miedo, la impotencia, las ganas de vivir,
La rebeldía.

Entraste en mi retina una mañana infausta,
Para adherirte así a mi propia vida.
Ya no eres un eco de algún mundo imposible,
Eres mi propio grito que reclama justicia;
Estás incorporado a esta memoria viva,
que fluye como un río torrentoso,
Y se niega al olvido y al silencio.
Tu estrella se apagó en un universo,
Para seguir ardiendo con nosotros
En otra dimensión, en otro sueño,
Donde la vida alegre y portentosa se abre para todos.

TLAXCALA ΤΛΑΞΚΑΛΑ ТЛАКСКАЛА تلاكسكالا 特拉科斯卡拉

Fuente: Tlaxcala, 10 de septiembre de 2020
 

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