Occidente abandona a Julian Assange

El riesgo de que un director o un redactor jefe de un medio sea extraditado por sus publicaciones debería disparar las alarmas y el debate público en nuestras sociedades democráticas, pero no vemos en ningún lugar un debate de este tipo.

Mientras que los medios de comunicación se ocupan del gato de Julian Assange en lugar de la arbitraria detención de éste, las pruebas existentes demuestran que Gran Bretaña hizo todo lo posible por forzar su extradición a Suecia, donde Assange temía que pudiera ser entregado a Estados Unidos, afirma Stefania Maurizi.

Empecemos por el gato. Nunca hubiéramos pensado que uno de estos adorables felinos desempeñaría un papel crucial en el caso de Julian Assange ¿verdad? Y sin embargo, si observamos la más reciente cobertura de prensa vemos que los titulares de los principales medios de comunicación no se refieren a un hombre que ha estado confinado en un pequeño edificio en el corazón de Europa durante los últimos seis años, sino a las instrucciones de Quito para alimentar a su gato.
He aquí un hombre que corre un grave riesgo de ser arrestado por las autoridades del Reino Unido, extraditado a los Estados Unidos y procesado por sus publicaciones; un hombre que ha sido aislado de cualquier contacto humano, con la excepción de sus abogados, y cuya salud está seriamente deteriorada debido a un confinamiento prolongado sin siquiera una hora diaria al aire libre. Considerando este marco ¿no había ningún tema más serio que cubrir que el gato?
Pero hay una historia que contar detrás del gato de Assange. Una de las últimas veces que me permitieron visitar a Julian Assange en la embajada ecuatoriana en Londres, antes de que el actual gobierno de Lenin Moreno cortara todos sus contactos sociales y profesionales, le pregunté al fundador de WikiLeaks si su gato había intentado alguna vez escapar de la embajada, ya que, a diferencia de su compañero humano, puede salir fácilmente del edificio sin el riesgo de ser arrestado por Scotland Yard.
Assange no se tomó mi pregunta tan a la ligera como yo pretendía, sino todo lo contrario. Se emocionó un poco y me dijo que cuando el gato era pequeño, de hecho había hecho algunos intentos de escapar del edificio, pero a medida que había crecido, se había acostumbrado tanto al confinamiento que cada vez que Assange intentaba entregar el gato a unos amigos cercanos para que el animal pudiera disfrutar de su libertad, mostraba miedo a los espacios abiertos. El confinamiento tiene un profundo impacto en el comportamiento y la salud de todas las criaturas, animales y humanos.
La fuerza
He trabajado como colaboradora de WikiLeaks en los medios de comunicación durante los últimos nueve años, y durante esos nueve años me he reunido con Assange muchas veces, pero sólo una vez lo conocí como hombre libre: fue en septiembre de 2010, el mismo día en que la fiscal sueca emitió una orden de arresto por acusaciones de violación. Inicialmente estaba bajo arresto domiciliario con un brazalete electrónico alrededor del tobillo, luego ingresó a la embajada ecuatoriana en Londres el 19 de junio de 2012. Desde entonces ha permanecido enterrado en esa pequeña embajada: un edificio deprimente, muy pequeño, sin luz solar, sin aire fresco, sin horas al aire libre. En mi país, Italia, incluso los jefes de la mafia que estrangulan a un niño y disuelven su cadáver en un barril de ácido disfrutan de una hora al aire libre. Assange no.
En estos últimos ocho años, nunca he oído a Julian Assange quejarse, ni una sola vez; al menos en mi presencia, siempre ha reaccionado con fuerza ante el enorme estrés bajo el que ha estado y siempre que me he puesto en contacto con su madre, Christine Assange, ella nunca ha querido hablar en detalle de sus sentimientos personales y sus preocupaciones sobre las condiciones de existencia de su hijo.
Pero a pesar de toda su fuerza, esta dura situación está minando seriamente la salud física y mental de Assange. En un editorial en The Guardian el pasado enero, tres respetados médicos, Sondra S. Crosby, Chris Chisholm y Sean Love, trataron de llamar la atención sobre este problema, pero nada ha cambiado. Assange permanece enterrado en la embajada en condiciones extremadamente precarias debido a la total falta de cooperación de las autoridades británicas, que siempre se han negado a ofrecerle un paso seguro para disfrutar de su asilo en Ecuador.
Esta falta de cooperación de las autoridades del Reino Unido –que puede interpretarse razonablemente como un esfuerzo deliberado para hacer que Assange se sienta indefenso, para quebrarlo, para que salga de la embajada y puedan arrestarlo– ha contribuido a crear esta situación de trampa, en la que Ecuador ha intentado diferentes opciones para encontrar una solución, como conceder a Assange estatus diplomático para que pueda dejar la embajada protegido por la inmunidad diplomática. Pero, a fin de cuentas, hay muy poco que un país pequeño como Ecuador pueda hacer, y con Lenin Moreno en el poder el interés de Ecuador en proteger a Assange parece estar desvaneciéndose hasta el punto de que ese país está considerando despojar a Assange de su ciudadanía ecuatoriana, uno de los escudos más importantes que protegen al fundador de WikiLeaks de la extradición a los Estados Unidos.
¿Tiene un interés especial el Reino Unido?
Después de haber pasado los últimos tres años batallando en cuatro jurisdicciones –Suecia, Reino Unido, Australia y Estados Unidos– para acceder a la documentación completa sobre el caso Assange y WikiLeaks en el marco de la Ley de libertad de información (FOIA, por sus siglas en inglés), he conseguido unos cuantos documentos que no dejan lugar a dudas en lo que respecta a la contribución de las autoridades del Reino Unido en la creación de un entramado de obstáculos jurídicos y diplomáticos que mantiene a Assange confinado en la Embajada. ¿Por qué han hecho esto las autoridades del Reino Unido? ¿Qué interés especial tienen, si es que tienen alguno, en el caso Assange?
Menciono lo de “interés especial” porque los documentos revelan que desde el principio del caso sueco, las autoridades británicas aconsejaron a los fiscales suecos en contra de la única estrategia de investigación que podría haber llevado a una rápida solución de la investigación preliminar contra Assange: interrogar al fundador de WikiLeaks en Londres en lugar de extraditarlo a Estocolmo. Fue esta decisión de insistir en la extradición a toda costa la que llevó al australiano a refugiarse en la embajada ecuatoriana, luchando con uñas y dientes, convencido de que si era extraditado a Suecia podría terminar siendo extraditado a los Estados Unidos.
Los documentos revelan que las autoridades británicas se refirieron al caso Assange, desde el principio, como un caso fuera de lo ordinario. “Por favor, no crean que el caso está siendo tratado como una solicitud de extradición más”, escribieron el 13 de enero de 2011 a los fiscales suecos. Unos meses más tarde, un funcionario del Reino Unido añadió: “No creo que haya ocurrido nunca algo así, ni en términos de rapidez ni en la naturaleza informal de los procedimientos. Supongo que este caso nunca deja de sorprender.” ¿Qué tiene de especial este caso? ¿Y por qué las autoridades británicas siguen insistiendo en la extradición a toda costa?
En algún momento, incluso los fiscales suecos parecieron manifestar dudas sobre la estrategia legal defendida por sus homólogos del Reino Unido. Los correos electrónicos entre las autoridades británicas y suecas que he obtenido en el marco de la FOIA muestran que en 2013 Suecia estaba dispuesta a retirar la orden de detención europea a la luz de la parálisis judicial y diplomática que había creado la solicitud de extradición. Pero el Reino Unido no estaba de acuerdo con el levantamiento de la orden de arresto: el caso se prolongó otros cuatro años, cuando finalmente, el 19 de mayo de 2017, Suecia abandonó su investigación después de que los fiscales suecos hubieran interrogado a Assange en Londres, como él siempre había pedido.
Aunque la investigación sueca finalmente fue cerrada, Assange sigue confinado. No importa que el Grupo de Trabajo de la ONU sobre Detención Arbitraria haya establecido que el fundador de WikiLeaks ha sido detenido arbitrariamente desde 2010, y que debe ser liberado e indemnizado. Al Reino Unido, que anima a otros Estados a respetar el derecho internacional, no le importa la decisión de este organismo de la ONU cuyas opiniones son respetadas por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Después de intentar apelar la decisión de la ONU y perder la apelación, Gran Bretaña simplemente la está ignorando. La detención arbitraria de Assange no tiene fin a la vista.
Silencio y sospecha
Hay otros dos elementos más que son sospechosos: el hecho de que las autoridades del Reino Unido destruyeran los correos electrónicos relativos al caso Assange, como admitieron en mi litigio ante el tribunal del Reino Unido, y el hecho de que siempre se hayan negado a facilitarme información sobre si se han comunicado con las autoridades de los Estados Unidos en relación con el caso Assange, ya que sostienen que confirmar o negar el caso le daría conocimiento a Assange de la existencia o no de una solicitud de extradición de parte de EE.UU.
Si hay o llega a haber una solicitud de extradición de los EE.UU., las autoridades del Reino Unido quieren poder extraditar a Julian Assange por sus publicaciones como a cualquier otro delincuente.
El riesgo de que un director o un redactor jefe de un medio sea extraditado por sus publicaciones debería disparar las alarmas y el debate público en nuestras sociedades democráticas, pero no vemos en ningún lugar un debate de este tipo.
La situación de Julian Assange es muy precaria. Sus condiciones de vida en la embajada se han vuelto insostenibles, y sus amigos hablan como si no hubiera esperanza: “Cuando Estados Unidos atrape a Julián”, dicen, como si fuera una conclusión obvia que Estados Unidos lo atrapará, y ningún periodista, ningún medio de comunicación, ninguna ONG, ninguna asociación de prensa hará nada para impedirlo.
En los últimos seis años que Assange ha seguido languideciendo en la embajada, ni un solo medio de comunicación occidental se ha atrevido a decir: no debemos mantener a un individuo confinado sin un final a la vista. Este tratamiento que recibe Julian Assange por el Reino Unido –y de manera más general por los países occidentales– no es solo inhumano, sino contraproductivo.
En estos años, la red de noticias rusa RT, financiada por el Estado ruso, ha seguido cubriendo intensivamente el caso Assange. No es difícil entender por qué Rusia está tan interesada con el caso Assange. Éste caso proporciona a Rusia la prueba que le permite afirmar que mientras Occidente sigue predicando la libertad de prensa y el periodismo agresivo, de hecho aplasta a los periodistas y a las fuentes periodísticas que exponen los abusos del Estado a los más altos niveles. Chelsea Manning pasó siete años en prisión, Edward Snowden se vio obligado a abandonar su país y buscar asilo en Rusia, Julian Assange ha pasado los últimos seis años confinado en un pequeño edificio y en grave deterioro de su salud.
Es hora de detener esta persecución.
Stefania Maurizi
Traducido por S. Seguí
Traducciones disponibles: Français  Italiano 
Fuente: Tlaxcala, 10 de noviembre de 2018