Es un panorama en el que el progresismo y sus liderazgos deben demostrar enormes capacidades para encontrar acuerdos y proponer a la ciudadanía una ventana de oportunidad para construir la paz.
Quizá se inició el desbarranque cuando las élites, tan presumidas, tan todopoderosas, iniciaron sus humillaciones y desprecios hacia los “carenciados”.
En este movimiento estudiantil se forjaron personalidades que luego representarían una gran esperanza para la paz y la democratización de la sociedad colombiana, pero cuyas vidas fueron truncadas por la acción terrorista del Estado y la ultraderecha de Colombia.
Este logro se le debe a los valientes defensores de la Educación Pública Colombiana, los estudiantes de las Universidades públicas, y algunos profesores y estamentos de las Sociedad civil, que creyeron en ellos y los apoyaron. Pero también a las fuerzas internacionales que apoyaron.
Es posible que la movilización estudiantil tenga repercusiones en el futuro inmediato al haber demostrado que la movilización organizada es un medio eficaz de lucha, el cual a su vez permitió captar la debilidad intrínseca del gobierno de Duque, algo que no es raro si se recuerda que este personaje es un advenedizo y una marioneta del uribismo, con poca capacidad de maniobra.
Dos paramilitares hicieron un hueco en la tierra, a Paquirri lo enterraron hasta la cintura, luego a cada lado clavaron un madero, de donde amarraron sus manos muy fuerte para que no pudiera moverse, atravesaron otro madero encima de su cabeza, de este último colgaron llantas viejas y les prendieron fuego, todo lo que se derretía caía sobre su cabeza y su cuerpo se encendió en llamas hasta que murió.
Si se hace un balance del año, lo real es que hasta hace pocas horas seguían las movilizaciones. Ha sido un período histórico que le está diciendo a las clases dominantes que pueden haber ganado el gobierno pero no van a gobernar solos, aquí van a tener no solo una oposición en el Parlamento, que la hay, sino en la calle, que es la máxima expresión de democracia.