Chile: Contra la fatiga anticapitalista

Al parecer, no tenemos otra alternativa. Salvo que alguien considere que ya está todo perdido, que no merece la pena jugarse el pellejo otra vez, que podemos contentarnos con ser minoría funcional, decorado en un rincón del espanto, fracaso anticipado en medio de esta escena del crimen. Afecto y rebeldía.

Organizar una plataforma anticapitalista y popular no significa agregar otra sigla al tinglado de grupos, tan nobles en su resistencia contra las fuerzas del orden establecido, como ineficaces políticamente. Se trata de crear un medio para colaborar en la articulación unitaria de lo diverso.

No un instrumento/fetiche. Se trata de agruparnos sin que nadie se disuelva ni pierda su identidad ni inmole su propia historia en el altar de lo completamente inédito. Ello es imposible. Porque en la realidad concreta es imposible y devalúa la riqueza multiforme de la experiencia política que necesitamos los oprimidos para enfrentar el derrotero de tiempo no escrito hasta vencer.

La modificación de las relaciones de fuerza entre capital y trabajo, entre muerte y vida, tiene de condiciones materiales de los actuales modos como se reproducen y garantizan los átomos del capital y sus expresiones político militares. Y, por supuesto, también tiene de la voluntad reunida de las clases populares.

Y cómo se hace? Convencidos de la justicia y pertinencia de nuestras razones y madurez histórica para enfrentar / luchando / pensando / debatiendo fraternalmente / luchando / formándonos en la práctica de la acción colectiva y con sentido / ampliando la perspectiva / construyendo democráticamente una línea política que nos conduzca y a la vez se rectifique cuando no rime con los intereses y derechos del oprimido / adecuando esa línea política en caliente y entre todos, sin perder el objetivo.

Es una pena que el capitalismo no se auto destruya por sus contradicciones y crisis internas y frecuentes y mata gente y naturaleza. O sea, es una pena que las relaciones de clase y poder que sostienen el capitalismo no tengan sus días contados y que el futuro sea pura posibilidad o derrota, pero nunca un final irremediable y predeterminado. Por esa misma verdad, por esa misma incertidumbre, no nos queda otra que reunirnos para cambiar la vida, las guerras incesantes, la alienación, la no libertad, la injusticia, la ley del egoísmo y la soledad, la sangre repartida en calles y campos, de pobre casi siempre, de rebelde casi siempre.

Al parecer, no tenemos otra alternativa. Salvo que alguien considere que ya está todo perdido, que no merece la pena jugarse el pellejo otra vez, que podemos contentarnos con ser minoría funcional, decorado en un rincón del espanto, fracaso anticipado en medio de esta escena del crimen. Afecto y rebeldía.

Andrés Figueroa Cornejo para La Pluma

Editado por María Piedad Ossaba