“Daniel Noboa no es más que un aspirante a déspota que convirtió a Ecuador en una república bananera”: exministro Andrés Arauz

El pueblo ecuatoriano, a pesar de sus inmadureces, errores y falta de aprendizaje, tendrá la madurez suficiente en corto tiempo, luego de palpar la destrucción del país, que es evidente y a todo nivel, y que repercutirá en el reordenamiento institucional, de optar necesariamente por una alternativa nuevamente democrática y progresista. Nunca vamos a ignorar el camino institucional. Nosotros venimos de un movimiento democrático como la Revolución Ciudadana, promovemos la democracia y somos pacíficos

Este sábado 24 de mayo, conmemorativo de la Batalla de Pichincha de 1822, asume para un nuevo periodo presidencial el cuestionado mandatario ecuatoriano Daniel Noboa Azín, cuyas elecciones de segunda vuelta se dieron en medio de graves irregularidades, hasta el punto de que el partido Revolución Ciudadana que lidera el expresidente Rafael Correa, con su candidata Luisa González Alcívar, se ha negado a reconocer el triunfo electoral del magnate bananero nacido en Miami que llegó al Palacio de Carondelet en noviembre de 2023, esbozando una serie de pruebas que evidencian que hubo fraude electoral.

Hasta la delegación de observación electoral de una institución deslegitimada como la Organización de Estados Americanos (OEA) reconoció las múltiples irregularidades que antecedieron a la realización de las elecciones presidenciales en Ecuador.

El pasado 13 de mayo la Misión de Observación de la Internacional Progresista que destacó en Quito presentó su informe final en el que ratifica las inconsistencias, anomalías y excesos de poder que se presentaron durante el proceso electoral ecuatoriano.

Y es que desde la asunción de Noboa Azín al poder ejecutivo en Ecuador el malhadado modelo económico neoliberal se ha profundizado. Llegó con un plan de negocios para favorecer al gran capital y a su billonaria familia liderada por los magnates bananeros Álvaro e Isabel Noboa Pontón. Para pavimentar su reelección presidencial cooptó a los miembros del Consejo Nacional Electoral (CNE), otorgando a parientes y familiares suyos importantes gabelas burocráticas y sustanciosos contratos. Igualmente atrajo a las Fuerzas Militares otorgándoles bonos y otras canonjías, y como si fuera poco, convirtió en “socia política” a la fiscal general del Estado, Diana Salazar, impuesta por la mafia “partidocrática” de la derecha ecuatoriana, quien fue la pieza fundamental del engranaje de un sistema que ha usado la justicia para perseguir opositores y proteger a quienes actualmente ostentan el poder económico y político en el país.  Su designación hace apenas dos días como como embajadora en la Argentina de Milei revela el pacto de impunidad.

Andrés Arauz Galarza

En el ámbito internacional, hay que destacar que Noboa convirtió a su país en un enclave de los Estados Unidos, otorgándole al Comando Sur facultades y garantías en las islas Galápagos, la segunda reserva marina más grande del planeta, para que instale una base militar.

Además, el mandatario ecuatoriano se ha declarado obsecuente a los dictados de la Casa Blanca y “amigo” del Gobierno genocida de Israel que preside Benjamin Netanyahu, procesado por la Corte Penal Internacional.

Hacia la consolidación de un proyecto de corte fascista

Para analizar la crítica situación política que vive Ecuador, aprovechamos la presencia en Bogotá para dialogar con el exministro, excandidato presidencial y dirigente de la Revolución Ciudadana, Andrés Arauz Galarza, (Quito, 1985), quien participó como expositor del Taller Internacional sobre Soberanía Energética en Colombia, que se realizó recientemente, organizado por la Internacional Progresista y la Unión Sindical Obrera (USO).

Después del mega fraude en los comicios presidenciales del pasado 13 de abril, reconocido inclusive por la Misión Electoral de una institución deslegitimada como la Organización de Estados Americanos (OEA), cometido por el muy cuestionado Consejo Nacional Electoral (CNE) liderado por la controvertida señora Diana Atamaint, orquestado, además, por varias instituciones del Estado como la Fiscalía General del Estado en cabeza de un personaje inefable como Diana Salazar, ¿qué viene para el Ecuador? ¿Se convirtió este país, como diría el titulo del libro de Rafael Correa, en una verdadera ‘banana república’?

Lamentablemente hemos tenido unos largos ocho años de desinstitucionalización del país, pero con una intención clara de que esos vacíos de desinstitucionalización sean llenados por mafias. Mafias vinculadas a la oligarquía, al poder económico, mafias del crimen organizado, y muy tristemente, como se evidenció en las recientes elecciones, ocupación de las mafias del poder institucional y lamentablemente incluyendo el poder militar, las Fuerzas Armadas.

Son múltiples las graves irregularidades documentadas sobre el proceso electoral ecuatoriano que dio como ganador al magnate bananero Daniel Noboa Azín.

¿Y en que queda el papel jugado por el CNE?

El CNE es un mero instrumento. En el proceso electoral ecuatoriano las papeletas son impresas por los militares, por el Instituto Geográfico Militar, que tienen seguridades secretas, que solo las conocen el CNE y los militares. Pero ¿quién es el Comandante en jefe de las Fuerzas Militares? ¡El candidato-presidente!

Entonces, solo uno de los candidatos conoce las medidas de seguridad de las papeletas, mientras el otro aspirante no. Ahí es donde se mezclan los factores de desinstitucionalización agresiva que hemos visto, en donde el país tuvo que tolerar un golpe de Estado en contra de la vicepresidenta de la República, Verónica Abad. El país tuvo que tolerar el incumplimiento y desacato a disposiciones de la Corte Constitucional respecto a la licencia y al encargo de la Presidencia, y tuvo que tolerar una operación de compra de votos y de operación fraudulenta el día de la elección a través de la fuerza pública, que recibió un bono especial de 507 dólares la semana previa a la elección.

La noche anterior del día de la elección se decretó el estado de excepción, pero nunca supimos si la fuerza pública actuó en los territorios en donde se dispuso esa medida extraordinaria.

Realmente hemos visto una pérdida sistemática de los derechos, garantías y libertades en el Ecuador, con la consecuencia de una operación fraudulenta que termina renovando el mandato de un representante de la oligarquía en el país y un recrudecimiento de la persecución política en contra de todas las fuerzas de izquierda y de un proceso de reemplazo de la Constitución como es la ambición del actual jefe de Estado.

¿Para qué?

Para consolidar un proyecto de corte fascista, abiertamente fascista, en donde los principales actores sean el capital financiero transnacional, el Estado genocida de Israel y los designios imperiales que buscan ocupar el territorio ecuatoriano con perspectivas bélicas en contra de los proyectos de integración regional en América Latina y en contra de la República Popular China en el Pacífico.

Reitero mi pregunta: ¿Ecuador es una ‘banana republica’ convertida en ello por un magnate bananero, hijo del principal millonario del país, pero al mismo tiempo es un país convertido en un enclave de los Estados Unidos?

Así es. El origen de las repúblicas bananeras es eso, ¿no? Son países enteros entregados a intereses extranjeros, particularmente a los intereses imperiales del hegemón del norte, y en este caso no quedará más que seguir luchando en contra de la conversión del país en una hacienda bananera, porque ya república no es. Esta hacienda bananera me recuerda mucho esa consigna que tuvimos quienes apoyamos un proyecto de verdadera transformación y revolución en la década de los 2000.

En los años 2005 y 2006 en las movilizaciones se gritaba: “¡Y no queremos y no nos da la gana ser una colonia norteamericana, y sí queremos ser una patria altiva y soberana!”.

Lo grave es que no hay ningún tipo de garantías para la oposición. Ahora inclusive se anuncia que el Consejo Nacional Electoral busca procesar a la excandidata Luisa González y al expresidente Rafael Correa. ¿Qué le queda a la oposición frente a esta ‘república bananera’? ¿Qué le queda a la Revolución Ciudadana en esta pesadilla que vive el Ecuador?

Bueno, a la Revolución Ciudadana le queda volver a mirar a su pueblo; volver a alcanzar el poder popular que siempre ha sido esquivo desde que retornaron los gobiernos neoliberales. La principal autocrítica es esa, reorganizarnos a partir de la organización popular, el movimiento social, y ofrecer resistencia en los espacios.

En lo institucional nos queda, por supuesto, agotar todas las instancias, acudir al exterior, pero sobre todo y cada vez más importante, insistir en la organización popular en las calles para reconstruir un proyecto político que está todavía en el corazón del pueblo ecuatoriano y que merece tener toda la potencia y proyectarse nacional e internacionalmente.

Si uno mira desde hace 15 años el censo electoral ecuatoriano puede observar que las poblaciones indígenas, su partido, Pachakutik, sus organizaciones sociales votan por lo general a corrientes de derecha. Ahora se reconfirma con el acuerdo entre Pachakutik y ADN, el partido de Noboa. ¿A qué se puede atribuir ese retroceso, de que el indígena vote por su verdugo?

Es una cuestión que lamentablemente no es una novedad. Tiene una explicación histórica. En el año 2003, el movimiento indígena se alió con el Partido de Sociedad Patriótica, del coronel Lucio Gutiérrez, y vencieron en esas elecciones presidenciales. Pero antes de posesionarse, Lucio Gutiérrez ya había traicionado a Pachakutik, al designar a un vocero del capital financiero como ministro de Economía y Finanzas.

Gutiérrez nombró al banquero Mauricio Pozo Crespo, con lo cual se consolidó la continuidad del proyecto neoliberal, a pesar de que el pueblo había votado por un proyecto antineoliberal. Esta situación generó un resquebrajamiento interno del movimiento indígena; muchos prefirieron quedarse con las mieles del poder, a pesar de profundizar en una agenda neoliberal, y muy pocos decidieron retirarse de ese espacio porque no era consecuente con su programa. Eso ha permanecido así. Desde ese quiebre se tiene una minoría del movimiento indígena que mantiene una coherencia ideológica con sus raíces y sus razones fundacionales, pero la gran mayoría han sucumbido ante una política clientelar que fue diseñada intencionalmente así por la derecha norteamericana a través de mecanismos de poder blando, como la USAID, de fundaciones, etcétera.

El magnate bananero Daniel Noboa en la pluma de Vilmatraca.

¿Cómo caracterizar a este gamonal bananero, que inclusive acaba de perdonar de manera descarada hace menos de dos meses la millonaria deuda tributaria de su potentada familia con el Servicio de rentas Internas (SRI) y le entrega sustanciosos negocios del Estado a su reconocida tía Isabel?

Es un aspirante a déspota que, en reciente gira internacional fue a recibir instrucciones para hacer mandados de los genocidas y fascistas del mundo, del Estado de Israel, de Benjamín Netanyahu, y eso habla claramente de la orientación de este Gobierno.

Es un peón de lo peor del sistema internacional que estamos viviendo ahora, y su disposición a ignorar todo el derecho, no solo nacional, sino también internacional, lo convierte en un aspirante a déspota.

El pueblo ecuatoriano, a pesar de sus inmadureces, errores y falta de aprendizaje, tendrá la madurez suficiente en corto tiempo, luego de palpar la destrucción del país, que es evidente y a todo nivel, y que repercutirá en el reordenamiento institucional, de optar necesariamente por una alternativa nuevamente democrática y progresista.

La excandidata Luisa González y el exministro Andrés Arauz en un mítin de la Revolución Ciudadana.

¿Lo que quedan son las calles en este momento en el Ecuador?

Nunca vamos a ignorar el camino institucional. Nosotros venimos de un movimiento democrático como la Revolución Ciudadana, promovemos la democracia y somos pacíficos. No creemos, por ejemplo, en la lucha armada como un método para llegar al poder; la Revolución Ciudadana es eso, un movimiento de profundo calado ciudadano, para el que las calles son un método, pero no es el fin. Será evidentemente uno de nuestros mecanismos para reaglutinarnos, para motivarnos, ganar fuerza, mostrar nuestro peso, incidir en el país. Pero nuestra fuerza, la fuerza verdadera está en la voluntad democrática de millones de ecuatorianos.

Fernando Arellano Ortiz
Fuente: Cronicón, 24 de mayo de 2025
Editado por María Piedad Ossaba