El presidente colombiano Gustavo Petro propuso convocar una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) cuando sostuvo recientemente en un discurso en Puerto Resistencia, Cali, que, “Si las instituciones que hoy tenemos en Colombia no son capaces de estar a la altura de las reformas sociales que el pueblo -a través de su voto- decretó (…) entonces Colombia tiene que ir a una Asamblea Nacional Constituyente“.
Posteriormente (18/3/24) planteó algunos temas para ser debatidos en asambleas populares hacia la preparación de la ANC, como: el incumplimiento del acuerdo de paz; el derecho a una vida digna para todos; la implementación de derechos constitucionales como educación y reforma agraria; avanzar hacia la transición energética; establecer una política monetaria que garantice empleo digno y producción; avanzar en un reordenamiento territorial que responda a las necesidades de hoy; transitar de la justicia punitiva a la restaurativa que lleve a la verdad; y, finalmente, pactar la reconciliación definitiva de la violencia política que ha vivido Colombia.
Por qué es válido y oportuno convocar una ANC en Colombia?
El punto de partida es el bloqueo a las reformas que los partidos de derecha de la oligarquía ejercen desde el Congreso, los grandes medios de alienación masiva, enemigos del cambio, el gran capital y las EPS. Reformas (tributaria, salud, laboral, pensional, agraria y la transición energética) que son la base del plan de gobierno que promovió Gustavo Petro durante la campaña por la presidencia, y por el que obtuvo el mandato de más de 11 millones de ciudadanos.
La ANC es el escenario político idóneo para debatir y consensuar la solución a dos grandes problemas históricos que tienen paralizada a Colombia, e impiden avanzar hacia una sociedad democrática basada en el Estado Social de Derecho. Para alcanzar este objetivo, hay que otorgarle un papel protagónico, deliberante y propositivo al único sujeto político con autoridad y legitimidad, el constituyente primario; desatando un proceso organizativo ciudadano que proponga un nuevo contrato social que reconstruya los fundamentos democráticos de la nación.
Los dos grandes problemas que impiden avanzar hacia una sociedad fundamentada en el derecho a la vida digna y la justicia social son, entre otros: la inmensa brecha y desigualdad entre ricos y pobres, resultado de la alta concentración de la riqueza y la falta de una reforma agraria; y el interminable conflicto armado. Ambos problemas van entrelazados a lo largo de la historia republicana, una historia hecha a imagen y semejanza de los intereses e ideario de una oligarquía amamantada por un Estado cooptado por ellas mismas, desde los gobiernos excluyentes, clasistas, criminales y corruptos que han gobernado.
El proceso constituyente convocado no es ni para cambiar la constitución del 91 , ni para perpetuarme en el poder.
En las más de tres décadas que han oasado desde 1991, los poderes constituidos por el constituyente del 91, no han podido resolver varios problemas fundamentales… https://t.co/BRxPF3qrYZ
— Gustavo Petro (@petrogustavo) March 18, 2024
Por qué Colombia no ha podido superar la guerra que la devora como un cáncer?
Una mirada por el espejo retrovisor muestra cinco intentos fallidos (Rojas 1953, B. Betancur 1984; C. Gaviria 1991; A. Pastrana 1999; J. M. Santos 2012) por poner fin al interminable conflicto armado interno. Qué ha sucedido? Que los tratados de paz son incumplidos y saboteados por la misma oligarquía y EE.UU., luego que los ha avalado. Así, cada que se abre un nuevo ciclo de diálogos por la paz éste termina en desmovilizaciones de las guerrillas y la entrega de armas por parte de éstas, el exterminio de cientos de los firmantes del acuerdo, la impunidad reinante y, sobre todo, un incumplimiento de lo que se negoció en la mesa. Todo porque la oligarquía parte siempre de la premisa de que está negociando la paz con un derrotado o porque necesita ganar tiempo para rearmarse.
El último intento apunta a otro fracaso, ya que las causas históricas que han dado origen al levantamiento armado, en el fondo, no se han resuelto. Es lo que muestra el acuerdo de paz entre las guerrillas de las FARC y el gobierno de J.M. Santos (2016), que incitó, además, la participación de una parte importante de la sociedad para poner fin a la larga guerra irregular. El resultado 8 años después de la firma es la repetición del fracaso, como en los anteriores acuerdos, sumándole el robo de los fondos que se acordaron para implementar el acuerdo.
La guerra irregular fue una de las razones para proponer reformas a la carta constitucional y abrir el espacio, apertura democrática por la paz se le llamó, para que el constituyente primario deliberara en torno a ideas y mecanismos que sacaran al país de la profunda crisis de finales de los 90, caracterizada por la intensificación de la guerra donde el narcotráfico también fue un factor real de desestabilización.
Una vez promulgada la Constitución del 91, esta fue reformada paso a paso, artículo por artículo, por la oligarquía hasta dejarla inicua, inoperante, convertida en un conjunto avanzado de artículos sin efecto real en la vida de la mayoría.
La propuesta original de construir un proceso constituyente que sacara al país de la debacle de la guerra interna y abriera definitivamente las puertas a la apertura y participación democrática, fue socavada a favor de intereses extranjeros, multinacionales, el gran capital, la oligarquía y el paramilitarismo.
Para rematar, el foro donde se debate y tramitan las leyes, el diseño social y el modelo económico de la sociedad, savia de la democracia, el parlamento, donde los delegados del pueblo debaten, acuerdan y deciden sobre leyes y políticas públicas, fue convertido en un antro de corrupción, prebendas, enriquecimiento que no han hecho otra cosa que terminar de destruir la poca democracia que quedaba.
Hoy asistimos de nuevo a un momento único donde el primer gobierno de la historia moderna de origen no oligarca, convoca al pueblo, el constituyente primario, a reunirse en asambleas populares, deliberar y avanzar hacia una ANC.
Quién convoca y echa a andar la ANC?
El pueblo en su condición de primer constituyente y sin el permiso de poder humano o divino alguno, pues es quien constituye, conforma y define a los poderes constituidos: presidencia, Congreso, Cortes y demás órganos e instituciones del poder público. El pueblo deliberante y en ANC está por encima de todas ellas y es quien en primera y última instancia toma las decisiones fundamentales que tienen que ver con su futuro y su vida.
Sin embargo, los temas para convocar la ANC no se agotan en las propuestas de la presidencia. También es posible el debate del papel de las instituciones que han sido convertidas en trincheras de la derecha y los sectores antidemocráticos, que impiden la realización de los derechos fundamentales consagrados en la Constitución. De ahí que el pueblo en su ejercicio de constituyente o destituyente, es decir, creador o modificador, está autorizado para reformar, modificar o cambiar lo que impida el avance y cambio democrático.
Para qué convocar una ANC?
1. Para revivir la constitución política del 91 que rige a Colombia y que no sea más letra muerta.
2. Reafirmar y fortalecer el carácter del Estado Social de derecho, como lo establece la constitución del 91.
3. Impulsar un pacto nacional que ponga punto final a la interminable guerra irregular, que ha padecido el país desde los años 40.
4. Reformar las instituciones que incumplan con las normas establecidas en la Constitución política del 91. Fiscalía, Procuraduría, Policía nacional, ESMAD, Fuerzas Armadas, entre otras.
5. Vigilar e impedir que se hagan megaproyectos mineros, energéticos e hidroeléctricos que destruyan el medio ambiente, y definir si dichos megaproyectos están por encima de los derechos fundamentales que consagra la Constitución.
6. Darle vida jurídica a la economía popular.
7. Revisar críticamente y tomar decisiones sobre el papel de las multinacionales y la destrucción que ha causado el modelo neoliberal y las privatizaciones de los bienes y propiedad pública.
8. Discutir la soberanía nacional y las bases militares extranjeras en territorio colombiano. Cómo se entiende hoy la soberanía en el contexto de crisis global, guerra y cambio que vive la región y el mundo.
9. Replantear las relaciones diplomáticas, comerciales e internacionales en el marco del contexto global.
10. Debatir la pertenencia de Colombia como miembro de la OTAN. Qué implica para sus ciudadanos, ante la posibilidad de una guerra mundial. Igualmente, discutir el papel que Colombia va a jugar en la disputa unipolar-multipolar que se está dando en el mundo entre las potencias.
Oto Higuita desde Estocolmo para La Pluma 24 marzo 2024
Editado por María Piedad Ossaba