La violencia es inédita. Desde el principio del año son 1.700 las personas que han muerto, víctimas de las maras.
Desde hace pocos días un apodo surgió a propósito de Haití, ilustrando la grave situación en la cual se encuentra este país del Caribe: “Barbacoa”. Se trata del actual hombre fuerte en la capital, Puerto Príncipe, y de una parte del oeste del país. Se llama Jimmy Cherizier. Es el jefe del gang (mara o pandilla) «G9», ex-miembro de una unidad especial de la policía, autor reconocido de la ejecución sumaria, en 2017, de 9 inocentes en la colonia del «Grand Ravine» en la capital. En 2018, por haber sido comprometido en la masacre de 71 personas en un distrito marginal capitalino, «La Saline», fue expulsado de la policía.
Pero por ser en aquella época cercano al partido «Tet Kale» del entonces presidente Moise Jovenel, asesinado el 7 de julio de 2021 en su residencia, gozaba de protecciones y amplitud de acción. Desde entonces, encabezando la mara «Delmas 6», unió varios grupos, volviendose uno de los jefes mareros más fuertes de un país cuyas instituciones están desvaneciendo.
Haití no tiene ningún presidente desde el asesinato en julio de 2021 de Moise Jovenel. El Parlamento ya no cuenta miembros desde que se acabó la legislatura en 2020. Los dos tercios de los senadores ya no pudieron ser elegidos desde entonces. Pocos días antes de morir, el expresidente Moise había nombrado a Ariel Henry en el puesto de primer ministro, sin que hubiese sido confirmado por ninguna institución. Es más, hubiese tenido que dejar su cargo desde el 7 de febrero pasado, fecha final del mandato presidencial que no pudo terminar el Jefe de estado asesinado.
Es decir, cuanto más se ha agravado la situación de Haití, suma más dificultades: la violencia es inédita. Desde el principio del año son 1700 las personas que han muerto, víctimas de las maras. Ya sea el «G9», «400 Mawozo», «GPEP», todas usan las armas para controlar territorios y tráficos. Pero «Barbacoa» tiene un proyecto político: usando una retórica supuestamente «revolucionaria», afirmando que su motivación consiste en servir los intereses del pueblo, en un país donde más de 60% de los habitantes vive en condiciones de pobreza, siendo Haití el único país de las Américas clasificado en los «países menos desarrollados», «Barbacoa» está actualmente haciendo lo posible para ganar el poder.
El contexto podría ser favorable: el Estado es fallido. Sólo quedan símbolos estatales. Las fuerzas de policía que le son fieles, contando todavía con 8,000 hombres, están desmotivadas frente a los ataques de las maras. A principios de marzo, las maras atacaron dos cárceles en la capital permitiendo a 5,000 detenidos escaparse, constituyendo tantos apoyos a las maras a quien deben su «liberación».
En medio de la parálisis institucional, Ariel Henry regresaba de Kenia, país africano con el cual firmó un acuerdo para que pueda liderar un apoyo policial, pero se vio impedido de entrar a Puerto príncipe. La presión internacional, y sobre todo de los estadounidense, es para que se compromete a garantizar una transición que sirva para una reconstrucción institucional, en favor de un nuevo impulso para el desarrollo.
Para Haití, primer país de las Américas independiente desde 1804, pionero en materia de lucha y abolición de la esclavitud, contando con figuras históricas tan emblemáticas como lo son Toussaint Louverture y Jean Jacques Dessalines, es vital: además de la gangrena de la violencia, sufre regularmente de las catástrofe naturales. El sismo de enero de 2010 mató más de 300,000 personas en la capital. Los huracanes anuales provocan destrucción de infraestructuras.
Las migraciones hacia el país vecino, la República Dominicana, provocaron tensiones fronterizas. Haitianos migran desde hace años hacia América del Sur tanto como a los Estados Unidos, que cuentan con una fuerte comunidad haitiana. Es decir, la urgencia de una situación que esta a un hilo del caos. Desde el final del año 2023, la comunidad internacional acordó sobre una misión de apoyo a la policía liberada por Kenia.
Cuenta con la participación de los Barbados, Benin, Bangladesh, Bahamas, el Chad. Pero fue declarada anticonstitucional por los órganos jurídicos de Kenia, lo cual paralizó la puesta en marcha de dicha misión que busca también ser financiada. Esta sombría depresión internacional acaba de aparecer en la primera pantalla de la actualidad. Todo anuncia la catástrofe mientras llegan soluciones.
La rapidez es hoy en día la condición indispensable para ganar. Parece enfrentar dificultades para los que quieren restablecer la legitimidad representativa y libremente consentida por el pueblo: la agenda electoral de los Estados Unidos es una de ellas. Haití está llegando en los temas internacionales de la Casa Blanca tanto como de Donald Trump, que está arrasando las primarias republicanas: ¿será en favor de un apoyo en el Caribe, para que se apague el incendio actual ? ¿Atrapado por la guerra entre Israel y el Hamás en Gaza, Joe Biden podrá involucrarse en la crisis haitiana que hace correr el riesgo de una estabilización de una parte del Caribe?
La solución debe provenir, para ser existosa, de los propios haitianos, pero en este contexto es difícil: constituir un consejo ejecutivo, contando con unos miembros representativos de las fuerzas civiles del país, con poder presidencial. Tendría la responsabilidad en nombrar un jefe de gobierno cuya misión consistirá en garantizar las condiciones para reconstruir la representación nacional del país, mientras con el apoyo de la comunidad internacional el Estado en reconstrucción restablecerá la seguridad librando una guerra contra las maras.
«Barbacoa» lo entendió. Es la razón por la cual propone, con su aliado, Guy Philippe, la instalación de un «triunvirato», contado con un representante de la justicia y de la Iglesia. Realizando este proyecto, sería la institucionalización de deriva del país. Philippe es un golpista contra el entonces presidente Aristide en 2004, extraditado y condenado por blanqueo de dinero de drogas, por los Estados Unidos en 2016. Desde 2017 hasta diciembre de 2023 cumplió con su condena y regresó a Haití.
Hay un peligro inmediato. Más que nunca, es vital que la comunidad internacional tome su responsabilidad histórica, sin la cual un nuevo foco de inestabilidad se implantará en el Caribe, haciendo correr riesgos al continente latinoamericano en medio de tensiones internacionales fuertes.