El virreinato del Río de la Plata fue una entidad político-territorial que estableció la Corona española en América como parte integrante del Imperio español, desde 1776 y hasta 1810, teniendo al puerto de Buenos Aires como capital. Y, 214 años depués, un presidente ultraderechista pareciera querer restablecerlo en Argentina, como Mileinato, ahora para depender de las potencias occidentales y los grandes grupos trasnacionales.
La realidad muestra que el ‘todo o nada’ de Javier Milei empantana su plan para desmantelar el Estado argentino, y nuevamente amenaza con adoptar el dólar como moneda de curso legal, renunciando a la sobernía monetaria, que quedaría sometida a las decisiones que adopte Estados Unidos.
La breve luna de miel terminó. La encuesta nacional de febrero de 2024 de la consultora Zubán-Córdoba revela que el enfrentamiento del presidente Milei con los gobernadores y el recorte de fondos provoca un fuerte rechazo, ya que el 61, 8 % considera que el camino es el diálogo. También disminuyó su popularidad: 53% cree que el país va en la dirección incorrecta. La economía sigue siendo el flanco más débil y más de la mitad de los encuestados responsabiliza a Milei por la crisis actual.
Tras el fracaso del oficialismo con el tratamiento de la Ley ómnibus en la Cámara de Diputados, Milei intenta reunirse con el expresidente Mauricio Macri para lograr un gobierno de coalición entre la ultraderechista La Libertad Avanza y la neoliberal Propuesta Republicana (PRO).
«Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, y el presidente Javier Milei, El Menem Trucho, están a punto de consumar la máxima estafa política inspirada en la peor tergiversación electoral», sostuvo el escritor Jorge Asís en su cuenta en la red social X.
Mientras, intenta controlar la inflación a través de profundizar la recesión (lo que significa pauperizar a la mayoría del pueblo) lo que quizá frene la inflación con el costo de que una enorme parte de la sociedad verá reducida su capacidad adquisitiva al mínimo, en un país donde el hambre se siente en todo el territorio.
Luego de visitar el Muro de los Lamentos en Jerusalem y bailar con los rabinos, y de mantener un largo díálogo con el Papa Francisco -a quien había calificado como “representante del maligno”- Milei dedicó sus primeros días a polemizar con dos mujeres: la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, y la cantante Lali Espósito, mientras la escena pública aparecía compartida por el mandatario ultraderechista, y los expresidentes Mauricio Macri y Cristina Fernández.
Y ahora recibirá al jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken en Buenos Aires, en el marco de su visita a la región, que lo llevará también a Río de Janeiro para participar de la reunión de ministros de Relaciones Exteriores del G20.
Con 12 millones de seguidores en Instagram y siete millones en Tik Tok, Lali Espósito es una de las personas más seguidas por los jóvenes del país. A Milei sólo le restaría desafiar al astro futbolístico Lionel Messi, salvo que elija nada más que contendientes femeninas.
Milei mantiene entretenidos a sus antagonistas con un proyecto que no está en su agenda inmediata. Mientras, sostiene un ajuste fiscal inédito por su alcance y su profundidad que empobrece a capas de la sociedad castigadas desde hace casi una década.En la reunión secreta de Milei y el jefe del gobierno de Buenos Aires, el neoliberal Jorge Macri en Roma, analizaron los planes del equipo económico y las razones detrás de la baja de los dólares paralelos.
Alejandro Bercovich señala que un video de Steve Forbes, con un apellido asociado al ránking mundial de millonarios pero de nula influencia en el establishment global, alcanzó para instalar en la dirigencia argentina la sensación fantasmagórica de que Javier Milei está en condiciones de dolarizar la economía antes de mitad de año.
El fantasma fue eficaz para entusiasmar a los empresarios y para alarmar a los referentes de la oposición que todavía no se recuperan del cachetazo demoleador del balotaje. El traslado a precios de la devaluación de diciembre y la vertiginosa licuación de sueldos, jubilaciones y ahorros, de consecuencias mucho más corpóreas sobre la mayoría de la población, pasaron a un completo segundo plano.
Macri calló… y Cristina habló
Hace una semana era casi seguro un acuerdo entre entre Milei y Macri, pero que parece haber quedado sólo en los deseos del presidente. Macri sabe que ante todo debe reordenar el partido que fundó hace más de dos décadas y que, para ello, necesita anudar todas las distintas partes en las que se subdividió. Una difícil tarea, esa de sumar egos.
Algunos adláteras de Milei hablaban de un acuerdo de cogobierno, pero Macri se abstiene de hablar siquiera de ello. La posibilidad parece reducirse a un apoyo parlamentario e ideológico a la marcha general de parte (no todas) de las propuestas del Ejecutivo y, quizá sugerir algunos nombres para cargos puntuales.
El cálculo es simple: si al Gobierno le fuera bien tras el acuerdo, el éxito será absolutamente de Milei, lo que dejaría al PRO en un segundo plano. En caso de que el oficialismo no logre domar la inflación y continúe acentuándose la crisis social y política, un cogobierno arrastraría al macrismo en esa crisis.
Cristina Fernández mostró nuevamente su manejo de los tiempos políticos, una calculada administración del silencio y de la palabra. Pese a ser blanco permanente de las diatribas del gobierno, demuestra que es protagonista incluso cuando calla. Ahora despertó a la clase política con sus opiniones sobre la triste realidad.
Algunos criticaron el documento lanzado por la expresidenta por el tono y las formas, otros por su diagnóstico y las propuestas, unos por el balance del último gobierno en el que fue vice del olvidable presidente Alberto Fernández, pero sólo desde el gobierno hablaron del “timing”, el momento que eligió para intervenir.
Y el momento elegido fue justamente cuando el gobierno del ultraderechista Javier Milei se encamina a una alianza -e incluso una fusión- con los neoliberales de Propuesta Republicana (PRO), el partido del expresidente Mauricio Macri, y del cual es presidenta la actual ministra de Seguridad Patricia Bullrich.
En su carta, Cristina, en medio del desorden del peronismo sin ideas claras ni liderazgos, deja en claro que el enemigo principal es Macri (con política y equipo para gobernar) y considera a Milei como un territorio en disputa. Algunos analistas aventuraron a que Cristina le estaba proponiendo una coalición a Milei, alternativa a la propuesta de Macri.
Cristina recordó el gobierno neoliberal de Mauricio Macri y «la captura del Poder Judicial» y señaló que para ello aplicó el «método de la mafia: espionaje, amenazas y persecución a través de la judicialización de la política». El objetivo era «la estigmatización y desaparición del adversario, no física como en la dictadura, sino política».
La ruptura del Estado de Derecho no fue «un proceso inocuo, terminó condicionando seriamente el sistema de representación política democrática en Argentina, con consecuencias que se proyectaron en el tiempo hasta la actualidad», recordó.
En su carta, quien fuera dos veces presidenta y recientemente vicepresidenta, describe ciclos económicos y políticos, siendo indulgente con varios presidentes de la era posdictadura, librándolos sutilmente de sus responsabilidades políticas. Pero la realidad argentina revela que no hubo ciclos neoliberales y otros antineoliberales, que sin embargo mantuvieron los términos de la deuda externa, las privatizaciones, las reformas laborales y la progresiva primarización de la economía.
Cabe recordar que durante su gobierno, Cristina, gracias a erróneas medidas, perdió su base social tras haber logrado el 54 por ciento de los votos en 2011.
Hay algo que sorprende en su carta-discurso, y es la ausencia de referencias al pueblo y a la movilización popular, olvidando el estallido social de 2001 que a la postre llevó al gobierno a Néstor Kirchner, y las movilizaciones de diciembre de 2017, principio del fin del gobierno de Macri. Tampoco hizo la mímina crítica al protocolo represivo de Patricia Bullrich y Milei, que baleó, atacó a la movilización popular frente al Congreso, cuando la Ley Ómnibus del gobierno fue descartada.
Cristina hizo un guiño a las privatizaciones al señalar que hay que “contemplar la creación o transformación de empresas bajo la forma de una asociación pública y privada virtuosa, como se hizo con YPF antes de su desnacionalización”. Para algunos analistas de la izquierda, Cristina le propone a Milei (o a los “reformistas” del opoficialismo que integran el peronismo y el radicalismo) un programa con matices (en contra de la dolarización o del déficit fiscal), pero a favor de privatizaciones, de reforma laboral, de regimentación de la docencia y mayor control punitivista.
En su carta pública, Cristina Kirchner denunció que ese drama es producto de creer que el déficit fiscal es la única causa, —o la más importante—, de la inflación y que la consecuencia de ese pensamiento llevó a los ajustes y a este cuadro de injusticia mayúscula donde la mayoría de la población cayó bajo la línea de pobreza y perdió acceso a vivienda, alimentos, salud y educación.
Mientras, la principal central de trabajadores, la CGT, definió como “drama social” la situación en el país, al tiempo que el gobierno festejó haber logrado el superávit fiscal en enero con más del 46 por ciento de inflación —sólo en sus dos primeros meses de gestión— con salarios y jubilaciones congelados, sin abastecer a miles de comedores populares, y con aumentos del 300 y 400 por ciento en los servicios y el transporte público.
Milei mira para otro lado
En esa disputa, Milei dijo que el escrito de Cristina Kirchner era precario y desvió el debate con un ensañamiento inaudito hacia Lali Espósito. En ese punto sacó ventaja al usar códigos de comunicación que le sirvieron en su carrera. A Milei no le interesa la desproporción entre el ataque personal del presidente a una artista que expresó su defensa de la cultura.
Pero el ataque no fue casual: Milei se encarnizó con Lali Espósito porque de esa forma llega a un público más amplio que el de la política, sin que le importen las consecuencias que pudiera tener la cantante por ese ataque. Las granjas de trolls y operadores de las redes comenzaron a atacar con virulencia, usando la difamación personal, las mentiras que masifican miles de cuentas falsas que buscan crear una inercia que capte enfermos de odio e incautos, hasta crear una tendencia.
La confrontación entre la reconocida artista Lali Espósito y el mandatario Javier Milei ha estallado en una batalla pública, en la que la cantante decidió no quedarse callada por más tiempo, desarrollando una respuesta contundente, ante los ataques desmedidos y despreciables del líder argentino.
Una investigación de la periodista Ivy Cángaro señaló que en el centro de esa maquinaria está el Madero Group que dirige Fernando Cerimedo, un publicista que no oculta sus simpatías por la ultraderecha gótica. El aparato comunicacional de Cerimedo se respalda en el de Steve Bannon, el ultraderechista trumpista que instaló con éxito en las redes sociales el lenguaje tóxico y antisocial con el que se alimentaron estas figuras ultrarreaccionarias.
Desmalvinizar
El canciller del Reino Unido, David Cameron, visitará las Islas Malvinas para rechazar la posibilidad de un reclamo de soberanía del actual gobierno. Ambos ese reunieron en Davos, donde el Presidente confirmó que mantuvieron un diálogo cordial, en el que conversaron sobre el territorio en disputa.
“Queremos ir a una solución factible respecto a las Islas Malvinas. Inglaterra tuvo un conflicto parecido a este: fue con China y por el caso de Hong Kong. Nosotros proponemos una solución similar, donde por la vía diplomática Inglaterra nos devuelva las Islas”, dijo Milei, quien insistió también en “contemplar los intereses de los que viven en las Islas”.
Guillermo Carmona, exsecretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería, señaló que la política del gobierno de Milei-Villarruel sobre la Cuestión Malvinas “es la que más conviene al Reino Unido: silencio cómplice sobre la cuestión de la soberanía, omisión de actuar y de tomar posición frente a las provocaciones y acciones unilaterales coloniales en el Atlántico Sur”.
Indicó que, de consolidarse el abandono del activismo diplomático sobre la Cuestión Malvinas, Argentina sufrirá un enorme retroceso en su persistente acción por recuperar el ejercicio pleno de soberanía sobre los territorios ilegítimamente usurpados por el Reino Unido. Pareciera que el Mileinato juega para el enemigo.