Comentar de monedas y crímenes corresponde a economistas y criminólogos, a pesar que en Venezuela el “dólar criminal” es una imagen adoptada por el pueblo por vivirla cotidianamente y debe prestarse atención a sus comentarios para informar a quienes desde el exterior pueden preguntarse qué simboliza esta imagen.

Un crimen pone en escena componentes como: móvil, arma, autor material, a veces intelectual y una imprescindible víctima.
Con el dólar estadounidense a la sombra, la historia empezó hace años con una guerra de varias batallas contra el bolívar, la moneda venezolana.
Por arte de magia desaparecieron sus billetes; reaparecieron en Colombia y hasta países europeos; el Banco Central venezolano retiró de circulación denominaciones que traficantes furiosos quemaron públicamente; en Miami se “oficializó” un cambio paralelo del dólar/bolívar; inevitables devaluaciones quitaron varios ceros al bolívar y de un día para otro, Venezuela fue inundada de dólares de baja denominación accesibles al pueblo.
El objetivo era evidente: desestabilizar la economía, crear penurias para motivar descontento y lograr una revuelta popular.
Todo fracasó porque el pueblo logró resistir en paz e impusieron la estrategia del “dólar criminal”.
El móvil: el mismo objetivo que el anterior.
Los autores materiales: los que a diario manejan el cambio paralelo y comerciantes que se aprovechan para sus ya groseras ganancias.
Los autores intelectuales: estrategas de EEUU y venezolanos que con etiqueta de opositores impulsan a los adversarios de Venezuela a derrocar su Gobierno legítimo.
El arma: a simple vista el dólar que facilita la híper especulación inducida. Como Venezuela no impuso un control de cambio real, existen otros dólares: los bolívares de empresarios y comerciantes ricos que desde hace generaciones reinvierten poco en su país y exportan sus ganancias a cuentas internacionales. Son dólares nacidos bolívares y por la devaluación del bolívar los ricos son cada día más ricos y el pueblo cada día más pobre.
La víctima: el pueblo venezolano con sueldos o pensiones en bolívares, obligado a pagar productos y servicios de primera necesidad a tarifa dolarizada.
Esta imagen simplista no puede ocultar una situación compleja que sólo políticos y economistas pueden resolver, cambiando además la matriz de opinión para que el pueblo sepa que el “dólar criminal” puede destruir a su país. El dólar, simple papel impreso sin ningún respaldo aunque imprima “En Dios Confiamos”, probablemente caerá por pretencioso frente a monedas con respaldo en oro y producción eficiente, terminando de dólar criminal a dólar suicida.