Rusia Fluctuat nec Mergitur. Golpeada por el oleaje, pero no se hunde

De ese modo, quienes impulsaron la creación de la Unión Europea nos mintieron en dos temas esenciales: la UE consolidaría la Paz… y estamos en guerra. La UE traería prosperidad… y ya no tenemos ni electricidad ni gas. “Las papas serán un alimento de lujo”, tituló un diario parisino.

Que los rusos son malos ya lo sabías. Todo lo que se oponga a los designios del Imperio es malo. Para convencerse basta con ver las películas de guerra que vienen de Hollywood. Como quiera que sea, tal parece que en el futuro tendremos que acostumbrarnos a vivir con los malos.

Bruno le Maire, ministro de Finanzas galo, –al dar conocer la primera lista de sanciones que los países lindos, pacíficos, benévolos, generosos, jamás colonialistas ni imperialistas, le aplicarían a Rusia en razón de su intervención militar en Ucrania–, anunció con bombos y platillos:

“Vamos a llevar adelante una guerra económica y financiera total contra Rusia. Vamos a provocar el hundimiento de la economía rusa…” (Bruno le Maire. 1° de marzo 2022. Canal TV France Info).

Uno, en su desbordante imaginación, oía in petto una música de película, algo así como la que compuso Jerry Goldsmith para la superproducción nipo-yanqui Tora! Tora! Tora! que cuenta el ataque japonés a Pearl Harbor y cómo the gooddies terminaron por hacer papilla a the baddies, los EEUU no son el Imperio planetario por nada.

Tal vez tú no lo sabes, pero la divisa o lema de la ciudad de París, que está aquí desde siglos antes del nacimiento de Bruno le Maire, y seguirá aquí mucho después de su desaparición como ministro, es “Fluctuat nec mergitur”, lo que en castellano significa “Golpeada por el oleaje, pero no se hunde”.

Es lo que parece suceder con Rusia, afectada por duras sanciones económicas y financieras cuyo objetivo fue claramente expuesto por Bruno le Maire. Peor aun, tal parece que las sanciones tuvieron un efecto boomerang y quienes sí sienten temblarles las de quillay son los países que las aplican.

Emmanuel Todd, respetable y respetado intelectual francés, publicó su primer libro –“La caída final”–en el año 1976 a los 25 años de edad. En ese libro anunció el fin de la Unión Soviética 15 años antes de que ocurriese. Desde luego toda la elite intelectual gala lo leyó con displicencia y, –cuando terminó de cagarse de la risa–, olvidó completamente a Emmanuel Todd. Desafortunadamente para le tout Paris académique, Todd tenía razón. A partir del 26 de diciembre de 1991 empezaron a tomarlo en serio y a envidiarle no solo su inteligencia sino también su enorme capacidad de trabajo. Te hago el cuento porque hace un par de días Todd reincidió, pero esta vez para poner a “occidente” en el muladar que merece. Mira ver.

“¿Porqué la economía rusa no se hunde después de todas las sanciones de las que ha sido objeto?”, se pregunta Emmanuel Todd. “¿Porqué es la economía europea la que está amenazada al llegar el invierno, de un hundimiento anunciado por el despegue de la inflación?”

Estas cuestiones merecen anatema para la casi totalidad de la clase política francesa, que parece no dudar de su propio genio en un momento en que las Universidades planean parar su actividad durante un par de semanas de invierno, mayormente porque no tienen con qué pagar la cuenta de electricidad, mientras Alemania y Francia, las dos potencias de la UE, se ven confrontadas a una recesión en medio de una inflación galopante.

Todd por su parte no hace sino exponer lo que todo el mundo –excepto los enanos que nos gobiernan– ve con claridad meridiana:

“Lo más sorprendente, en la guerra que opone Occidente a Rusia, es que se suponía que nuestro adversario no existía. Comparemos los productos interiores brutos (PIB) de los dos adversarios en el año 2021, en vísperas de la invasión de Ucrania. Según los datos del Banco Mundial, los PIB sumados de Rusia y Bielorrusia representan apenas un 3,3% del PIB sumado de EEUU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido, Unión Europea, Noruega, Suiza, Japón y Corea del Sur.”

“¿Cómo esta minúscula Rusia osó desafiarnos?”

“¿Pero, sobre todo, porqué la economía rusa no se hunde después de todas las sanciones de las que ha sido objeto?” “¿Porqué es la economía europea la que está amenazada al llegar el invierno, de un hundimiento anunciado por el despegue de la inflación?”

La contradicción es tan evidente que Emmanuel Todd se permite una ironía: “Frente a Rusia, el Occidente creía volar a 10 mil metros de altitud. Pero vuela apenas a 350 metros.”

Emmanuel Todd, una vez más, pone el dedo en la llaga.

“Occidente” muestra una curiosa versión de la libertad de expresión y de opinión: está vetado poner en duda la propaganda orquestada por una TV, una radio y una prensa controlada en modo oligopolístico por un puñado de oligarcas cuyos intereses coinciden con los del Imperio.

Los países citados por Emmanuel Todd, –Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido, Unión Europea, Noruega, Suiza, Japón y Corea del Sur–, forman todos parte del Protectorado que conocemos bajo el nombre de OTAN, la más infernal maquinaria de guerra que se haya conocido jamás.

Los EEUU financian un 70% del presupuesto de la OTAN y como es sabido, el que paga la música pide la melodía. Donald Trump criticó en su día a sus protegidos, echándoles en cara no pagar ni siquiera un mínimo para garantizar su propia seguridad, confiada a los EEUU que de ese modo se convierten de facto en el amo Imperial de un grupo de países adictos a su Servidumbre Voluntaria (https://www.youtube.com/watch?v=2Cm8Su-bbmw).

La Unión Europea, que tanto cacarea de democracia y soberanía, ni siquiera tiene política exterior propia: sigue los dictados de Washington sin que nadie, o casi nadie, se atreva a cuestionar esta sumisión.

No deja de ser curioso: alguien señaló que todos los países de la UE, excepto Francia, estuvieron en guerra alguna vez con los EEUU, su protector. Para no hablar de Japón, cuya amistad con el Imperio está cimentada en el terror inspirado por las bombas atómicas que cayeron en Hiroshima y Nagasaki.

La Unión Europea se ve hoy confrontada a las consecuencias de su obsecuencia con el Imperio. Los franceses ya olvidaron la voluntad de Charles de Gaulle de construir una Europa que fuese del Atlántico al Ural, incorporando a Rusia, que es exactamente lo contrario de lo que hacen hoy Francia y la UE.

El precio a pagar lo estamos viendo. La industria armamentística de los EEUU vende centenares de miles de millones de dólares en Europa, reduciendo a poca cosa la industria europea y lo que queda de soberanía. El bochornoso incidente que llevó a Australia –por presiones de los EEUU– a anular un gigantesco contrato de suministro de submarinos franceses, para sustituirlo por naves estadounidenses, se termina como lo que fue desde el principio: una payasada. Los EEUU no pueden suministrar tales submarinos, y Australia considera nuevamente adquirir los submarinos franceses que rechazó por orden del Imperio.

Entretanto, toda la cooperación militar intra-europea desaparece ante la presión imperial. Los aviones de combate que vuelan y volarán en Europa serán suministrados por Lockheed Martin, incluso en la a priori neutral Suiza. Ni el avión Rafale (Francia) ni el Eurofighter Typhoon (Alemania – Italia – Reino Unido – España) tienen ninguna posibilidad en la UE frente al F-35 estadounidense. El desarrollo del Sistema de Combate Aéreo del Futuro (SCAF), que reunía las capacidades de Francia, Alemania y España, terminó en nada por presiones de los EEUU. Los países del Protectorado no pueden ni deben disponer de ninguna autonomía militar. La UE se transformó de facto en una suerte de colonia yanqui, con gobiernos que aceptan ser insultados por un presidente estadounidense.

Poco a poco se hace evidente que la crisis en Ucrania fue tramada durante años por la OTAN, y que la guerra que hoy tiene lugar en ese país no es sino una guerra OTAN contra Rusia, por ucranianos interpuestos. Esperando que le llegue el turno a China, por el asunto de Taiwán. Se trata pues del combate del Imperio por conservar el control político, económico, financiero y militar en el ámbito planetario. Bajo la denominación de Nuevo Orden Mundial (que regresa cada cierto tiempo), el objetivo es el mismo: consolidar al amo.

De ese modo, quienes impulsaron la creación de la Unión Europea nos mintieron en dos temas esenciales: la UE consolidaría la Paz… y estamos en guerra. La UE traería prosperidad… y ya no tenemos ni electricidad ni gas. “Las papas serán un alimento de lujo”, tituló un diario parisino.

Mientras tanto el mundo, el otro mundo, ese que no figura en la llamada “comunidad internacional”, denominación reservada a los países de “occidente”, busca caminos de autonomía, de desarrollo y de cooperación que garanticen la protección de sus propios intereses. Esos países no desaparecen del mapa porque “occidente” no les toma en cuenta sino para el suministro de materias primas.

Que nos guste o no, otras potencias se consolidan como actores principales de las pugnas internacionales. Es el caso de Rusia. Ese inmenso país tantas veces invadido en su Historia, y que cada vez regresó más fuerte que antes.

Como te decía: Rusia Fluctuat nec Mergitur.

 

Luis Casado para La Pluma, 25 de septiembre de 2022

Editado por María Piedad Ossaba