El Informe Duclert: un análisis superficial que exime erróneamente al Estado francés en el genocidio de los Tutsis en Ruanda

Es evidente que la comisión se salió de su papel de análisis histórico para asumir un papel político al servicio del poder.

Survie leyó y analizó el Informe de la comisión Duclert sobre los archivos relativos al papel de Francia en Ruanda entre los años 1990 – 1994. En la espera de la anunciada publicación de miles de documentos, dicho Informe no aporta elementos realmente nuevos… pero oculta o edulcora las cuestiones más comprometedoras. La comisión se permite así concluir “responsable pero no culpable” con relación al tema de una complicidad que por lo demás evitó abordar limitándose a trabajar sobre los archivos. Al respecto, lo hace peor que la misión de información parlamentaria 1998, que ya había contribuido, en un ejercicio similar, a disimular la complicidad del Estado francés.

Habida cuenta de que el modo en que el Estado francés se comprometió con el régimen genocida es conocido y está documentado desde hace largo tiempo, este Informe no contiene nada verdaderamente nuevo. Al trabajar a partir de material fragmentario (únicamente los archivos desclasificados), la comisión no podía realizar la investigación exhaustiva que hubiese permitido aclarar algunas zonas de sombra. Para eso, hubiese sido necesario que la comisión cruzase los documentos con otras fuentes (en particular testimonios) y que los confrontase con los trabajos existentes sobre esta cuestión, para extraer las conclusiones que se imponen.

Algunos puntos cruciales fueron abordados de manera superficial, como la formación del Gobierno Interino ruandés, bajo la autoridad de la Embajada de Francia, o el abandono de dos mil Tutsis a sus asesinos en Bisesero, sin que la jerarquía militar diese la orden de socorrerles (1).

Además, los aspectos más controvertidos de la presencia francesa en Ruanda son ocultados, como el eventual papel que jugaron militares o mercenarios franceses en el atentado del 6 de abril de 1994 y en la defensa de Kigali entre abril y julio de 1994, las razones de la presencia oficiosa de soldados franceses durante el genocidio, la entrega de armas durante el genocidio, la orden de rearmar a los autores del genocidio una vez que estos pasaron a Zaire, o aun el apoyo aportado por las autoridades francesas al proyecto de reconquista de Ruanda por el régimen genocida.

Por otra parte, al designar chivos expiatorios, en particular el estado mayor particular del jefe de Estado y el embajador de Francia en Kigali, la comisión atribuye lo esencial de las responsabilidades del fracaso de la política francesa en Ruanda al presidente Mitterrand, hoy desaparecido, a sus consejeros militares, y al embajador Georges Martres, sin establecer ninguna conexión con la política habitual de Francia en África.  

Porque si estos actores, prisioneros de representaciones ideológicas erradas – etnicismo, lucha influencia con los “anglo-sajones” – se mostraron incapaces de tomar en cuenta el genocidio en preparación y después en curso, muchos elementos muestran que estas representaciones no eran el hecho de Mitterrand y de un pequeño círculo de consejeros. Ellas eran ampliamente compartidas en el seno del Quai d’Orsay y del estado mayor de las Fuerzas Armadas. Este análisis de las realidades africanas en términos étnicos y de rivalidad geopolítica con los anglo-sajones remonta a la colonización e impregnaba en 1994 todas las estructuras del Estado que tenían que hacer con África. La comisión se exime así de evocar la “Françafrique” (dominio ejercido por Francia en África) y de cuestionar el funcionamiento global de las instituciones.

Para terminar, evoca una “aplastante responsabilidad”, pero rechaza toda idea de complicidad. La comisión ofrece para ello una definición muy estrecha de la complicidad de genocidio, según la cual el cómplice debe compartir la intención. La comisión excluye pues que las autoridades francesas hayan podido hacerse cómplices de los autores del genocidio. Esta definición es errónea. Se hace cómplice –en verdad– aquel que ayuda al criminal, en conocimiento de causa, con un efecto sobre el crimen cometido, sin necesariamente compartir su intención. Es evidente que la comisión se salió de su papel de análisis histórico para asumir un papel político al servicio del poder.

Nota:

[1] Fueron socorridos por iniciativa de los militares franceses. Sobre este episodio, ver este artículo.

Survie

Original: Décryptage du rapport Duclert : une analyse superficielle qui exonère à tort l’État français dans le génocide des Tutsis au Rwanda

Traducido por Luis Casado

Fuente: Tlaxcala, 30 de marzo de 2021

Publicado por Survie

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