Lejos de las costas marítimas, el Paraguay desde los tiempos de la colonización española en América, fue desarrollando una peculiar manera de observar los elementos que componen la política regional. La motivación de los metales preciosos de los Incas era quimérico, las rutas comerciales marítimas del Caribe eran irreales, España estaba extremadamente lejos, solo quedaban los colonizadores bandeirantes portugueses (luego imperio del Brasil) y los ávidos barbaros porteños como realidades políticas. Así Paraguay nacía independiente hace más de 200 años cobijado de los males terrenales, donde inicia el corredor fluvial que desembocaba en el Rio de la Plata.
Al lograr la independencia, como casi toda América, hace dos siglos, se instaló en Paraguay la única república sudamericana con un gobierno que desarrolló su Revolución Democrática. Esta revolución duró hasta que la tradicional reacción liberal destruyó ese Paraguay independiente en una genocida Triple Alianza (Brasil Imperial, Argentina Liberal y Uruguay Dominado) en 1870. El campesinado paraguayo que había sostenido la revolución democrática y luchó incansablemente por sus tierras durante 5 años contra los invasores, desde 1870 nunca más logró tener ese protagonismo político. El poder quedó en manos de la más dura y pura oligarquía argentina y para equilibrar el péndulo, los políticos paraguayos recurrieron al poder militar del Brasil.
Hoy en pleno siglo XXI el juego político pendular sigue tan vigente. Y como siempre manejado por las fuerzas políticas conservadoras y neoliberales. Estas fuerzas políticas que dominan el Parlamento, donde de los 125 miembros de las dos cámaras legislativas no pasan de 10 los que podríamos caracterizar como progresistas, aliadas con el gobierno, van diseñando, con las demás fuerzas neoliberales de la región, la estrategia contra el progresismo.
En el 2008 había ganado las elecciones, y asumido la presidencia del Paraguay, el exobispo católico Fernando Lugo, derrotando al nacionalista Partido colorado que se encontraba en el poder hacia más de 60 años. Fue mediante la alianza con diversas fuerzas políticas conservadoras y un pequeño grupo de activistas de diversas tendencias de izquierda, entre ellas el Partido Comunista Paraguayo, el partido Tekojoja y el partido Convergencia Socialista.
A partir de ese momento, la derecha paraguaya empieza su articulación con las fuerzas reaccionarias de la región. Es que el progresismo había logrado instalar gobiernos en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Uruguay, Chile, Argentina, además de Paraguay. La oligarquía regional se ahogaba más bien en su propia desesperación, pues ninguno de los gobiernos progresistas puso en real peligro la hegemonía económica de los empresarios. Los ganaderos, los negocios financieros, las ganancias por especulación, la exportación de productos primarios, los negocios de las multinacionales, la especulación inmobiliaria, todo siguió igual o mejor. Pero a la derecha política le daba claustrofobia el progresismo.
Y Paraguay aparece para susurrar a sus oídos una medida política vanguardista, el golpe de Estado parlamentario, o “Golpe Blando”. Mediante acusaciones casi ridículas, el Parlamento en menos de 72 horas, acusa, juzga, sanciona y destituye al Presidente Lugo, instalando en la presidencia a los señalados por la corrupta dirigencia política-empresarial, que con pocas variaciones sigue hasta hoy.
Este grupo político, con muy buenas relaciones con las fuerzas reaccionarias de Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia, luego del exitoso experimento vanguardista parlamentario, de sacar a un gobierno electo y sustituirlo por políticos cleptómanos mediante un acomodado juicio político, se constituyó en la retaguardia política de la clase acaudalada, corrupta, antidemocrática de la región, es decir la comúnmente conocida como derecha política.
El capo narco Reinaldo Javier Cabañas Santacruz, alias Cucho, e el “Pablo escobar paraguayo”, con Marito Abdo durante la campaña electoral de 2018
El ex senador Carlos Amarilla, asesor político de Marito Abdo, fue despedido de su cargo poco tiempo después de haber sido nombrado, por sus nexos col narcotráfico
En Asunción, la capital paraguaya, podían reunirse con toda seguridad, inclusive en los jardines de la embajada usamericana, especuladores, prófugos de la justica de sus países, conspiradores, empresarios neoliberales, militares, futuros compradores de empresas a privatizar, a diseñar la mejor estrategia para desalojar a los gobiernos progresistas de la región. Esta posición de retaguardia estratégica de las fuerzas anti democráticas, les permitía poder recuperarse de algunas derrotas electorales, golpes de la justicia y así ir acumulando fuerzas para volver a tomar el poder en sus países. Era común ver por las calles de Asunción, a empresarios argentinos, ganaderos uruguayos, especuladores brasileños, políticos bolivianos, derrotados y prófugos de la justicia. Su presencia era habitual en las fiestas de la burguesía paraguaya.
Y esas reuniones empezaron a dar sus frutos, para el 2015 logran derrotar al progresismo en Argentina instalando el gobierno de Macri y a finales de ese año, logran instalar el juicio político contra la presidente del Brasil, Dilma Rousseff, en una copia mejorada del proceso paraguayo, terminando a mediados del 2016 con la destitución definitiva del progresismo en Brasil. Todo este proceso político/electoral/conspiratorio, tuvo como retaguardia estratégica, tierra segura, al gobierno paraguayo, en ese entonces en manos de los más duros representantes de la narcopolítica.
Durante la toma de posesión del nuevo director de la parte brasileña de Itaipú, Joaquim Silva e Luna, en febrero de 2019, Bolsonaro habla al oído de Marito Abdo Benítez, presidente de Parguay, hijo del secretario personal de Stroessner. Durante la ceremonia, Bolsonaro declaró: “Quiero celebrar a aquellos que realmente fueron responsables de la construcción de la represa. Y en particular quiero rendir mi homenaje al general Alfredo Stroessner, un estadista que sabía perfectamente lo que quería para Paraguay”. Leonardo Rubín, ex candidato a la vicepresidencia de Paraguay, comentó: “¿A quién le sorprende que Bolsonaro reivindique a Stroessner en un acto en Itaipú? El que subordinó nuestros intereses al Brasil en un tratado injusto que hasta hoy seguimos pagando, prácticamente regalando nuestra energía sin poder venderla mejor. Claro que lo va a reivindicar”. Paraguay y Brasil tienen pendiente renegociar en 2023 el Tratado de Itaipú y, en particular, el anexo C de ese documento para decidir qué harán con el 50 por ciento de la energía generada por la presa que le corresponde a Paraguay y cuyos excedentes, hasta ese año, debe venderlos al país vecino a precio de costo.
La represa de Itaipú
Actualmente el gobierno paraguayo, y los empresarios que lo dirigen, tiene excelentes relaciones con el gobierno de Bolsonaro, sobre todo tratando de privatizar la hidroeléctrica Itaipú, más grande del mundo y propiedad compartida entre Brasil y Paraguay. También con el gobierno argentino tenían privilegiados contactos, hasta que fue duramente derrotado el gobierno de Macri y todo parece apuntar que nuevamente desde Paraguay, y ahora también Uruguay, se empezaran a preparar los golpes contra el gobierno progresista de la Argentina. Mientras las anémicas fuerzas políticas de izquierda paraguayas siguen bien lejos de las bases campesinas, de los trabajadores, de los sindicatos, de las organizaciones de mujeres, apuntando a ahuecas participaciones electorales
El Paraguay geográficamente metido entre los dos grandes países de Sudamérica, históricamente tuvo una política pendular apoyándose en uno de los grandes, para enfrentar al otro vecino. Hoy no cabe dudas que la narcopolítica, apoyada por la embajada usamericana, jugara un papel importante para impedir un mayor retroceso de las fuerzas neoliberales en la región.
Los varios proyectos de rutas “bioceánicas” en curso de realización: Paraguay está en una posición estratégica
Jorge Coronel Prosman
Fuente: Tlaxcala, 25 de febrero de 2020