El tiempo pasa rápido cuando se está de fiesta. Hace ocho años, en 2012, Naciones Unidas publicó un informe titulado “Gaza en 2020 ¿Un lugar habitable?”. La respuesta que se daba a lo largo del informe era que no. No, si no se tomaban medidas para preservarla.
No se ha tomado ninguna medida real, pero las previsiones de ese informe, ya siniestras, tampoco se han visto confirmadas. La situación es bastante peor de la prevista.
El 1 de enero de 2020, el año del fin para Gaza, ha comenzado. El 1 de enero, 2 millones de personas viven en un lugar que no es habitable, en el que no se puede vivir.
A una hora de Tel Aviv, en Gaza hay un Chernóbil. Y Tel Aviv ni se inmuta. El resto del mundo tampoco. Durante los últimos diez años, la prensa ha tratado de todo lo demás, pero no de la catástrofe humanitaria en el patio trasero de Israel. Una catástrofe cuyo primer responsable es Israel.
En vez de haber reconocido la responsabilidad de haberles expulsado y haberles llevado (a las y los palestinos) a Gaza en 1948 [ver sobre este tema el libro de Ilan Pappé La limpieza étnica de Palestina, 2008] y de intentar compensar y expiar lo que hizo mediante una rehabilitación y una asistencia, Israel continúa las políticas de 1948 de una forma diferente: una jaula en lugar de la expulsión, la prisión en lugar de la limpieza étnica, el asedio (el bloqueo) en lugar de la expoliación.
Es poco probable que haya otras regiones del mundo en las que las catástrofes hayan durado sin interrupción más de 70 años. Y todo esto es el producto de actos humanos malintencionados. La memoria de Gaza habría debido atormentarnos día y noche. En lugar de ello, Gaza queda en el olvido. Solo el disparo de un cohete Qassam es capaz de recordarnos que existe.
Cuando se redactó el informe de la ONU, la tasa de paro en Gaza era del 29%. Ocho años después, según el Banco Mundial, la tasa de paro ha alcanzado una tasa inimaginable del 53% y del 67% entre las y los jóvenes.
¿Alguien puede comprender esto? Sesenta y siete por ciento de paro. ¿Alguien puede imaginar lo que es una vida así, cuando una gran mayoría de las y los jóvenes no tiene ni presente ni porvenir?
Hamás es el culpable. Hamás es el culpable de todo. ¿E Israel? De nada. ¿Qué represión, que negación y lavado de cerebro requiere esto? ¿Qué mentiras, qué inhumanidad y qué crueldad? Un país que ha enviado misiones de rescate al fin del mundo es repugnantemente indiferente frente al desastre que ha creado en su frontera, e incluso agrava su situación.
Alrededor de la mitad de las y los habitantes de la banda de Gaza viven con menos de 5,5 dólares por día. En comparación, en la Cisjordania ocupada, solo el 9% de la población subsiste con tal cantidad.
Hamás es culpable. ¡Como si él hubiera impuesto el bloqueo! Pone trabas a las exportaciones, las importaciones, los centros de trabajo. Dispara contra los pescadores de Gaza. Impide a la gente con cáncer que reciba los tratamientos adecuados. Ha bombardeado Gaza, matando a miles de civiles y destruyendo innumerables edificios. ¡Es evidente!
El informe de la ONU de 2012 preveía que en 2020 Gaza tendría necesidad de al menos 1000 médicas y médicos más. Pero en la banda de Gaza de 2020, durante los últimos tres años, se han ido 160 médicos y médicas. Quien puede se va.
Una joven cirujana del hospital Shifa de Gaza, la Dra. Sara al-Saqqa declaró al periódico The Guardian la semana pasada que ganaba 300 dólares por 40 días de trabajo. Si no fuera porque tiene que cuidar a su madre anciana, también se habría ido.
Y lo peor está por venir. El 97% del aprovisionamiento de agua de Gaza no es apto para el consumo, como prevé el informe de la ONU. Cada día, un total de 100.000 metros cúbicos de aguas residuales van al mar Mediterráneo, que es también nuestro mar. Ashkelon [ciudad balneario en el norte de la banda de Gaza] se baña en las aguas residuales de Gaza, pero esto tampoco molesta a nadie.
Tres años después de la publicación del informe de la ONU, Naciones Unidas publicó su informe para 2015. La guerra israelí de 2014 contra Gaza, la Operación “Margen protector”, arrancó a medio millón de personas de sus hogares y dejó a Gaza aniquilada. Pero esto tampoco provocó más que un gran bostezo. Luego vino el informe de 2018, esta vez del Banco Mundial: “La economía de Gaza está en un estado crítico”. ¡Que se ahoguen! Israel se preocupa por Naama Issachar, la joven israelí encarcelada en Rusia [desde abril de 2019 bajo la acusación de “posesión de drogas”; según The Times of Israel esta detención ha dado lugar a negociaciones al más alto nivel] que ha sido transferida a otra prisión.
Gideon Levy جدعون ليفي גדעון לוי
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Traducido por Faustino Eguberri
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