Julian Assange: Lo que sabemos

Sabemos que: Julian Assange es un ciudadano australiano. La empresa editorial que él cofundó (Sunshine Press) tiene su sede en Islandia y su sitio Wikileaks está alojado… eh… en algún lugar.

Viktor Dedaj

Sabemos que Assange no ha violado ninguna ley de una jurisdicción de la que dependía. Ninguna. Jamás. Sabemos efectivamente que nunca ha sido acusado de violación en Suecia (si cree lo contrario, consulte con su fuente de información favorita). Por lo tanto entendemos que “la investigación preliminar” interminable de uns fiscal sueca solo ha sido una treta para dirigirlo a la trampa yanqui.

También sabemos que Julian Assange nunca ha estado bajo una jurisdicción usamericana. Y por lo tanto, una “extradición” de Julian Assange a USA no será una decisión judicial en virtud de no sé qué ley, sino más bien la culminación de una operación de secuestro por parte de USA de un periodista extranjero, un secuestro decidido y preparado de larga data y al amparo de un “derecho” que ha sido burlado de principio a fin en este caso. Por lo tanto, sabemos que lo que se está preparando contra él no es una “extradición” sino un secuestro, un rapto, una “rendición extraordinaria”.

Sabemos que los USA todavía pretenden  condenarlo a 175 años de cárcel en nombre de una ley (Espionage Act de 1917) y en el marco de un gran jurado, que prohíbe al acusado a invocar sus motivaciones y que reduce a cero los derechos de la defensa.

Ahora sabemos que sus mínimos movimientos y gestos y los de sus visitantes en la Embajada eran espiados y que sus privilegios de cliente/abogado y paciente/médico fueron violados y que todos estos datos fueron comunicados, así como todas sus pertenencias personales, a los USA.

Sabemos que Assange no cumple actualmente ninguna condena (sí, usted leyó correctamente*) pero está en “detención preventiva”, que se encuentra en régimen de aislamiento en una prisión de alta seguridad. También sabemos que está gravemente enfermo y que no está siendo tratado. Sabemos pues que Assange está siendo deliberadamente maltratado por las autoridades británicas, un tratamiento que el Relator Especial de las Naciones Unidas, después de un examen médico del prisionero realizado por especialistas en la materia – equipara a la tortura. Sabemos que su vida está literalmente en peligro.

Sabemos que la administración penitenciaria le concede poco contacto con sus abogados, muy pocas visitas, ningún contacto con los otros detenidos, y que no puede consultar todos los elementos de “pruebas” presentados en su contra y no tiene medios materiales para preparar una semblanza de defensa.

 Hemos visto en audiciones surrealistas que está en tan mal estado que apenas puede pronunciar su nombre y fecha de nacimiento y donde la Jueza Vanessa Baraitser muestra abiertamente su desprecio por él y sus abogados y toma -a la vista de todos- sus instrucciones de los representantes usamericanos presentes en la sala. Incluso vimos a un empleado pedirle al prisionero que confirmara su nacionalidad… sueca (para darle una idea de la seriedad con la que se está llevando este caso).

Sabemos que Assange es uno de los periodistas más premiados del siglo XXI. Sabemos que recibió tres títulos más de reconocimientos periodísticos mientras estaba en prisión. Sabemos que ha sido nominado siete veces para el Premio Nobel de la Paz. Sabemos que el responsable de la Federación internacional de periodistas se ha pronunciado a favor de Assange. Sabemos que los tres principales sindicatos de periodistas franceses han escrito una carta abierta a Macron sobre Assange. Sabemos que varios centenares de periodistas de todo el mundo han firmado una reciente petición para su liberación, etc.

También sabemos que Amnistía Internacional debe tener mierda ante los ojos para no reconocer un preso político torturado en el corazón de Londres. Sabemos desde hace tiempo que Reporteros Sin Fronteras se cubre los ojos, las orejas y la boca cada vez que los USA están involucrados.

Comprendimos que las redes sociales (Facebook et Twitter) ejercen una discreta censura sobre cualquier comunicación relacionada con Assange y/o Wikileaks, limitando drásticamente su difusión.

Y sabemos que de todo esto, usted no sabrá nada

Porque sabemos que los “grandes” medios han decidido limitar su cobertura del “Caso Assange” y solo dejan pasar las informaciones gota a gota…

Sabemos, por ejemplo, que un importante diario británico (“progresista”) como The Guardian puede publicar un artículo que incrimine a Assange, inventado de la nada. Hemos observado que los otros “grandes” medios de comunicación no tienen ningún rigor a su colega (¡Anda, finalmente la solidaridad dentro de la profesión existe!).

Sabemos que una periodista de Le Monde es capaz de mirarte a los ojos y decirte sin escrúpulos algo como: “Assange sólo tiene lo que se merece porque hizo perder a Hillary Clinton”. El argumento tonto por excelencia. Por parte de una periodista. Horror asegurado. Pelos de punta en la cabeza garantizados.

En resumen, ahora sabemos que la gran mayoría de los “grandes” medios están animados en gran medida por lo que debe llamarse bastardos.

Sabemos que los medios llamados medios alternativos – increíble pero cierto – que se movilizan por Assange (y Wikileaks) siguen siendo demasiado escasos. Los otros probablemente piensan que pueden ignorar o no estar involucrados en el caso – o todavía (colmo de la ironía) bajo la influencia de la propaganda mainstream.

Pero también sabemos que los años de calumnias y mentiras vertidas sobre él y su organización están empezando a desvanecerse y que el auge de la solidaridad con Julian Assange ha experimentado desde hace algunos meses una progresión fulgurante. Ayer mismo, los llamamientos e intervenciones en su favor -periodistas, médicos, personalidades, responsables políticos, la ONU- se contaron por decenas, y hoy por centenas, por miles. El silencio mediático  aún no está roto, pero está empezando a agrietarse. Esta lucha viene desde demasiado lejos como para no darnos razones de esperanza, así que no nos demos por. Con esta lucha, y el resto, el año 2020 podría ser un buen año para la justicia.

NdA

* Después de su rapto de  la embajada de Ecuador el 11 de abril de 2019, J. Assange fue inmediatamente condenado por “violar las condiciones de su liberación bajo arresto domiciliario” (un brazalete de tobillo y la presentación diaria a una comisaría de policía) – una violación cometida cuando solicitó asilo político al Ecuador en junio de 2012 ( decisión impugnada por los juristas en la medida en  que la solicitud de asilo es un derecho fundamental – y no es como si no se supiera dónde está). Fue condenado a la pena máxima por un delito de este tipo (que en realidad no era uno), que normalmente genera una multa en el Reino Unido. Era liberable a la mitad de la condena, pero el juez rechazó su liberación y decidió mantenerlo en detención preventiva hasta el juicio de “extradición . Todo esto en una prisión de alta seguridad, sin contacto ni atención médica.

Jorge Alaminos, Tlaxcala

Viktor Dedaj

Traducido por María Piedad Ossaba para La Pluma y Tlaxcala, 22 de diciembre de 2019
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