Ojos y lentes infinitos

“El número de heridos oculares es tal que a uno le hace pensar que es intencional”. Los que reciben los balines no son los que provocan los incendios o los que saquean, son los que se manifiestan pacíficamente”

Alí Ramón Rojas Olaya

En febrero de 1840, Simón Rodríguez publica en Valparaíso, Chile, once artículos en el diario El Mercurio, con el nombre de Partidos. En el primero de ellos, publicado el martes 11, explica: “El árbol de la libertad se ha de regar con sangre es idea abortada por la Revolución de Francia en tiempo del terror y muy válida, por desgracia, en países, donde debe regar-se con razones. Es un falso concepto el creer que, para entenderse sobre el modo de obrar, y sentar un principio que regle este modo, sea menester Reñir: el resultado sería una guerra perpetua, por consiguiente, la aniquilación. Obsérvese que los mismos que promulgaron la idea de derramar sangre para entenderse, no se han entendido sino cuando han dejado de derramarla. Ni los ojos, en un mismo individuo, ven tanto uno como otro ni del mismo modo, y raro será el objeto que hayan visto por todos sus aspectos. Cuando, por una rara casualidad, los ojos de dos personas tuviesen facultades iguales, la intención de ver no sería la misma. — Aun aplicándola a la misma cosa con un mismo fin, debe pues, haber discordancia en los resultados, y de esto ha de estar convencido el hombre que quiera vivir en paz con sus semejantes”.

Simón Rodríguez

Por su parte Miguel de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca, dice que: “hay ojos que miran, -hay ojos que sueñan, hay ojos que llaman, -hay ojos que esperan, hay ojos que ríen -risa placentera, hay ojos que lloran -con llanto de pena, unos hacia adentro -otros hacia fuera”.

Desde el 18 de octubre de 2019, los carabineros chilenos apuntan y disparan a los ojos de los manifestantes en Chile. El doctor Dennis Cortés, presidente de la Sociedad Chilena de Oftalmología, denunció ante la Comisión de Derechos Humanos del Senado de Chile el 4 de noviembre que ésta es la mayor cifra de heridas oculares con armas no letales en manifestaciones o áreas de conflicto del mundo, por encima del número registrado en Francia durante la crisis de los ‘chalecos amarillos’, las protestas en Hong Kong y el conflicto israelí-palestino. El rector de Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, casa de estudios a la que pertenecen muchos de los lesionados, comentó que “el número de heridos oculares es tal que a uno le hace pensar que es intencional”. Los que reciben los balines no son los que provocan los incendios o los que saquean, son los que se manifiestan pacíficamente”.

A pocos días de ocurrido el golpe militar en Chile, Teresa Silva pidió permiso para visitar las ruinas del palacio de La Moneda. Increíblemente la dejaron entrar. En un momento de su paseo se topó con los lentes de Salvador Allende. Estaban en el suelo. Entendiendo su valor histórico, los rescató y los guardó en una caja de galletas y 23 años después, los entregó al Museo Histórico Nacional donde se conservan a temperatura y humedad controladas, para que sigan siendo parte del patrimonio de Chile. Los lentes rotos de Allende representan la guerra contra el socialismo y el comienzo del neoliberalismo en Chile, primero bajo la forma de dictadura y luego bajo la forma de democracia representativa. Hoy no hay lentes rotos, pero hay lesiones oculares. Ambos casos están relacionados. El mensaje de la oligarquía es claro: si protestas terminarás como Allende.

Una réplica de las gafas rotas del presidente Salvador Allende fue instalada el jueves 26 de junio de 2008 frente al palacio de gobierno de La Moneda en Santiago de Chile

Los lentes de Allende nos traen a la memoria los lentes que Simón Rodríguez se colocaba en la frente como para que sus ideas se desempañaran. A través de ellos vio las luces y virtudes sociales para las sociedades americanas. Cada ojo chile-no es mutilado porque representa, dice el poeta chileno Pablo Neruda, un “pequeño pulpo de nuestro abismo que extrae la luz de las tinieblas”. Por eso en Venezuela cada paso que damos es seguido por los ojos de Chávez y para la derecha fascista sus ojos representan un peligro para el neoliberalismo. Su mirada en edificios, carros, buses, camisetas, libretas, grafitis, pancartas electorales, vallas publicitarias, lo hace omnipresente recordándonos que sigue presente en la cotidianidad de los venezolanos.

El gobierno pinochetista de Sebastián Piñera está convencido de que Allende crio cuervos, por lo tanto, hay que sacarle los ojos antes de que ellos hagan lo mismo. “Una pequeña luz, cerca del ojo, nos dice Rodríguez, impide ver grandes lu-ces a distancia y ensordece a las insinuaciones de la razón como un ruido agudo, junto a la oreja, impide percibir la armonía de un concierto”. Los hambreadores del pueblo chileno han cerrado los ojos expresivos de Daniela Carrasco, la Mimo, porque su mirada les incomodaba y porque les recordaba a Marcel Marceau caminando sigilosamente por una carretera entre Francia y Suiza con un dedo índice sobre sus labios, pidiéndoles a cuatrocientos niños que mantuvieran silencio para que los nazis no los asesinaran.

Los lentes de Simón Rodríguez y Salvador Allende y los ojos de Chávez y de las chilenas y chilenos, vislumbran un mundo mejor y esto lo sabe el enemigo del pueblo.

Alí Ramón Rojas Olaya

Fuente: Tlaxcala, 12 de diciembre de 2019

Publicado por CuatroF N° 226