Transcripción de una entrevista concedida a Romulus Maya para el sitio Duplo Expresso el 27 de junio de 2019
Los USA deben poner freno a la expansión de China con el fin de mantener su hegemonía imperialista sobre el mundo. Sin ella, la economía y la sociedad usamericanas se derrumbarían. Para ello, disponen de la superioridad militar y diplomática, mientras que China mantiene la hegemonía económica representada por la Nueva Ruta de la Seda, un megaproyecto de desarrollo en el que participan más de 150 naciones del mundo, de un poco menos de doscientos.
Caricatura de un diario de 1912 destacando la influencia de los USA en los países vecinos en su «patio trasero» un siglo después de la Doctrina Monroe
Desde hace décadas, los USA no han sido capaces de poner en marcha grandes proyectos internacionales, ni siquiera en operaciones altamente rentables, como el Plan Marshall [1947], que encadenó a Europa en un marco diseñado por los usamericanos. Practican la diplomacia de la zanahoria y el garrote, pero sin la zanahoria, para integrar sus aliados y sus vasallos en la operación de desorganización de las economías y sociedades chinas y rusas. Una ofensiva que utiliza los enfrentamientos militares localizados en terceros países, directos si es necesario. Lo que podría conducir a una confrontación global.
Los USA disponen de poco tiempo si quieren imponerse a China, que se arma e interfiere económicamente en las zonas más sensibles de la esfera de influencia usamericana, sin siquiera respetar el santo de los santos del imperialismo, la «Anglosfera», es decir, los países que tienen un fuerte componente de origen anglosajón. Estos súper aliados, los USA., Inglaterra, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, lucharon codo con codo en casi todas las últimas guerras imperialistas: en las guerras mundiales, en Corea del Norte, Vietnam, Irak, Afganistán, etc.
¡Dios salve la Reina, y sobre todo el negocio!
Después de la Segunda Guerra Mundial, los servicios de inteligencia de la Anglosfera formaron la alianza semiclandestina «Five Eyes» [Cinco Ojos] contra la URSS. Desde entonces, ha servido a los intereses del imperialismo. Su red de vigilancia [Echelon] escucha las comunicaciones mundiales, fuera de todo control gubernamental. Escuchó a los gobiernos del PT en Brasil, participó en el montaje de la operación Lava Jato y al golpe de estado, y pirateó Petrobrás durante muchos años.
Los batallones de la Anglosfera se resisten a la orden de ataque contra China. Hace un siglo que Inglaterra protege a los USA. Pero «el Rey está muerto» (o casi), «viva el Rey» (o casi). En 2016, David Cameron, Primer Ministro conservador británico de 2010 a 2016, proclamó la «edad de oro de las relaciones sino-británicas. Y con toda razón. China invierte en el país en los ámbitos de la energía, energía nuclear, de la educación, los bienes raíces, bancarios, del deporte, etc. Cien mil chinos estudian en el país, que alberga un gran número de institutos Confucio.
Inglaterra es la cabeza de puente de China en Europa. La sinergia financiera de los dos países es fuerte. Una compañía china de seguros es el principal accionista de HSBC, el megabanco mundial inglés. Los capitales londinenses entran en el Banco internacional asiático de Inversiones [AIIB] y en importantes inversiones chinas, especialmente en la Nueva Ruta de la Seda. La City de Londres es el mayor centro de ventas de renminbis. Huawei, socio privilegiado de los ingleses, participa en el despliegue de la red 5G en el suelo inglés.
De rodillas ante Xi JinPing, caricatura de Peter Brookes en el Times, tras la visita del presidente chino en el Reino Unido en 2015
Seguir… ¿pero hasta dónde?
Los USA siempre han criticado las relaciones entre China e Inglaterra, que sigue apoyando las ofensivas usamericanas a nivel mundial, especialmente contra Rusia. Inglaterra refuerza su armada y navega en aguas del Mar de China Meridional, a pesar de las habituales recriminaciones diplomáticas. Ahora los USA exigen que sacrifique radicalmente sus relaciones con China. Justo en el momento en que el país debe afrontar las consecuencias del Brexit y sus posibles consecuencias: la secesión de Escocia y de Irlanda del Norte, su declive como centro financiero, una caída de sus exportaciones, etc., Inglaterra teme que los USA no sigan su ejemplo histórico: luchar hasta el último aliado.
Aunque se opone a Huawei, Australia, país multicultural, está en plena metamorfosis. La identificación con Inglaterra se limita principalmente a los australianos de origen anglosajón mayores de sesenta años, conservadores en política. Desde los años 1990, China es el principal socio comercial del país. Ella le compra carbón, gas y mineral. Los estudiantes chinos ocupan el tercer lugar de las exportaciones del país. A pesar de las presiones usamericanas, el país se unió a la AIIB. Nueva Zelanda también vetó a Huawei, pero se unió a la Nueva Ruta de la Seda y al AIIB sin dudarlo. Ambos países dan la espalda al pasado y miran hacia Asia. Les resulta difícil adherir plenamente a la guerra usamericana.
Canadá es una excepción debido a su fuerte integración con los USA, que absorbe el 75% de sus exportaciones y donde llegan el 51% de sus importaciones. Canadá siempre ha acompañado al hermano mayor en sus aventuras imperialistas. Bajo la presión de Trump, su gobierno arrestó a la hija del fundador y director de Huawei, el mayor proveedor de productos de comunicación del país. La respuesta de China ha sido blanda: ha dejado de importar productos alimenticios canadienses. China es el segundo mercado de Canadá – cerca de 18.000 millones de dólares en exportaciones, casi nada en comparación con los 274.000 millones de dólares exportados al gran vecino en 2017.
Limpiar el patio trasero
Limpiar el patio trasero latinoamericano es esencial para el imperialismo usamericano ya que sus posiciones en África, Asia y Oceanía están debilitadas. En esta región se encuentran Brasil y Argentina, respectivamente el segundo y quinto exportador mundiales de productos alimenticios, ambos países proveedores de China y receptores de los capitales chinos. La recuperación del control de los gobiernos latinoamericanos comenzó con el gobierno Obama-Hillary Clinton, que apoyó golpes de Éstado directos o legislativos en Honduras [2009], Paraguay [2012], en Argentina [2015] y en Ecuador [2017]. Colombia y Perú ya eran semicolonias de los USA que tenían múltiples bases en su territorio. Chile nunca se ha recuperado de las secuelas institucionales de la dictadura de Pinochet.
Brasil fue un elemento central de la estrategia imperialista a nivel de América Latina y del mundo, debido a sus dimensiones industriales, geográficas, demográficas, mineras y agropecuarias. El golpe de Estado de 2016 se inscribe en el largo proceso de transformación del estatuto del país, de una nación semicolonial en una nación neocolonial globalizada. En otras palabras, una nación en la cual no sólo las grandes decisiones económicas, sino también la gestión política general del propio país, pasan de las clases dirigentes nacionales al gran capital internacional. En 2018, el golpe de estado ha sido acelerado y reorientado por las necesidades coyunturales y particulares del imperialismo usamericano, que lógicamente no son idénticas a las del capital mundial, del que forma parte en particular el capital chino.
El reformateo del Estado y las instituciones
El golpe de Estado institucional de 2016 fue preparado por la internacionalización, la desnacionalización y la desindustrialización de la economía nacional durante las últimas tres décadas, un proceso impulsado por todos los gobiernos desde 1985. El golpe de Estado comenzó con el apoyo del gran capital financiero, los grandes medios de comunicación, del poder judicial, el Parlamento, de la Policía Federal, altos oficiales de las fuerzas armadas, únicos interesados en los beneficios pecuniarios, en particular el «núcleo haitiano». Recibió el apoyo de pequeños, medianos y grandes empresarios, conquistados por la promesa de la sumisión de los trabajadores a las relaciones salariales neo esclavistas.
El golpe de Estado navegó en las derrotas del movimiento social y en la renuncia de la llamada burguesía nacional a una hegemonía parcial sobre el país, resultado de su decalcificación general, engendrada por el proceso de globalización. Obedeciendo a las exigencias del imperialismo usamericano, los autores del golpe de Estado, al instalarse, destruyeron lo poco que quedaba del capital monopolista nacional, público y privado. Las grandes empresas, Petrobrás, Banco do Brasil, Caixa Econômica Federal, BNDES fueron o están siendo liquidadas. El gobierno ha ofrecido en bandeja la empresa EMBRAER [a Boeing] y la base de lanzamiento de satélites de Alcântara [al gobierno usamericano]. Vale ya estaba en manos del imperialismo. Los «hermanos Friboi» [Joesley y Wesley Batista, multimillonarios brasileños, NdT] se han puesto bajo la égida de los USA.
El programa político de (reformateo institucional del país desencadenó la destrucción o el disciplinamiento de partidos políticos, pequeños, medianos y grandes y de candidatos de conveniencia, literalmente salidos del bosque del oportunismo, apoyados por los grupos favorables a la carnicería del parlamento y de la política, más allá de cualquier sentimiento nacional: los evangélicos, el agronegocio, las empresas de transporte interurbano, los oligopolios educativos, etc. Estas son las condiciones de la «liliputización» del Estado y de la dispersión infinita de sus competencias, dejadas a las intervenciones cotidianas del capital. Se trata de la construcción de una nueva superestructura política, jurídica e institucional exigida por la economía globalizada, en el marco del fin de la era de los Estados-nación.
Acelerón
En 2016, el golpe de Estado institucional favoreció al gran capital en general, y en 2018 comenzó a favorecer incondicionalmente al imperialismo yanqui. Los gobiernos de Temer y Bolsonaro no son de la misma harina, aunque salen del mismo costal. Hermanos gemelos, sí, pero no gemelos del mismo huevo. Con los bolso-boys, los Guedes y los generales y los inútiles a la cabeza del gobierno Bolsonaro, el imperialismo esbozó un marco para la integración directa del país en su lucha contra China en particular, pero también contra Rusia, Irán, Venezuela y Cuba, al mismo tiempo que organizaba un saqueo sistemático y desvergonzado de la riqueza nacional.
En febrero-marzo de 2018, Bolso y su hijo visitaron a Japón, Corea del Sur, Taiwán, pero no China. El nuevo presidente no sólo saludó simbólicamente a la bandera usamericana, sino que incluso se postró ante el payaso de Washington. Se unió a la manada de seguidores de la política mundial del imperialismo, como lo prometió durante su campaña. Protestó cuando los diputados del PSL fueron a China en enero de 2019 invitados por la Embajada de China en Brasil. Fulminó con la mirada el Pacto Mundial sobre las migraciones y al Acuerdo de París sobre el Clima, firmado por Temer. Se sumó a la campaña contra Venezuela y reconoció al gobierno títere de Guaidó.
El gobierno de Bolsonaro anunció en la ONU su apoyo a Israel contra los palestinos, negando el antiusamericanismo y el tercermundismo que se suponía regirían la diplomacia brasileña. Para adular a Trump, Bolso prometió trasladar la embajada de Brasil de Tel Aviv a Jerusalén, imitando así a países tan importantes como Guatemala, Honduras, las Islas Marshall, Micronesia, Nauru, Palaos y Togo. Algunas de estas embajadas incluso han sido pagadas para trasladar su mobiliario. El traslado se realizará durante el viaje de Mito (el Mito, uno de los nombres de campaña de Bolsonaro) y de su tropa a Jerusalén, para deleite de los imperialistas, los sionistas y los «evangelistas».
Hacer morir de hambre
La destrucción de los bancos del Estado y la sustitución completa del financiamiento público de la agricultura por el financiamiento privado permitiría al imperialismo un control aún mayor de los ingresos del agronegocio nacional. Este año, un punto adicional ha sido añadido a la «tasa de interés máxima» de los grandes productores. Esto es mucho dinero. Ello permitirá controlar la comercialización, el precio del producto, y reducir el abastecimiento de China, si la operación lo requiere en el futuro. Este control responde a una necesidad estratégica, ya que la soja de Brasil compite con la soja usamericana en el mercado mundial.
A principios de 2018, Rex Tillerson, ex Secretario de Estado de los USA, iniciando una visita a México, Argentina, Perú y Colombia, atacó a las «nuevas potencias imperialistas» que se derretirían en América Latina, provocando una rápida reacción del Ministerio de Relaciones Exteriores de China. Durante la campaña, Bolsonaro definió a China como «un depredador que busca dominar los sectores clave de la economía brasileña». China le advirtió que, si el gobierno se sometía a las exigencias usamericanas, «el costo económico podría ser pesado para la economía brasileña, que acaba de salir de la peor recesión de su historia». [G1, 01/11/2018]
El 12 de marzo de 2019, durante una clase magistral en Itamaraty (el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil), el ministro Ernesto Araújo arremetió contra China. «Queremos vender soja y mineral de hierro, pero no venderemos nuestra alma. » China es el mayor comprador de soja y mineral de hierro de Brasil. El mensaje era inequívoco. Venderemos lo que queramos y cerraremos la puerta a la inversión directa china. Ya navegando en medio de la fantasía, el Ministro de Bolsonaro añadió: «De hecho, China se ha convertido en el principal socio comercial de Brasil y, coincidencialmente o no, Brasil ha experimentado un período de estancamiento. » ¡Para él, la alianza prioritaria con los USA sería sinónimo de progreso!
Se trata de una inversión total en relación a la orientación del gobierno de Temer, que, durante una visita a China en 2016, ofreció acceso a todo lo que había sido privatizado, haciendo del 2017 un año de bonanza para las inversiones chinas en el país. De agosto de 2016 a agosto de 2017, los chinos invirtieron 21.000 millones de dólares en adquisiciones, convirtiendo a Brasil en el noveno destino de sus inversiones directas. De 2003 a 2018, las inversiones ascendieron a 69.200 millones de euros, principalmente en el Estado de São Paulo [más del 40%] – en mecánica y equipamiento, electrodomésticos, automóviles, la energía, el plástico, la minería, el acero, los servicios, las finanzas, los bancos, etc.
Mons peperit mus
[La montaña dio a luz un ratón.] Bolsonaro, que había prometido una embajada en Jerusalén, sólo pudo ofrecerle una desafortunada «antena comercial». Su diplomacia pro-Trump ha sufrido las advertencias de la Liga Árabe, de Egipto, de Turquía y de Irán. En 2017, Brasil tenía un superávit comercial de 7.100 millones de dólares con estos países y un déficit de 419 millones de dólares con Israel. Las tropas de Bolsonaro tuvieron que hacer una lamentable retirada frente a los apretados batallones de criadores de pollos brasileños.
Lo mismo está sucediendo con China, al menos hasta ahora. En su competencia con los productores usamericanos, los exportadores brasileños de soja se benefician de compras millonarias por China. A diferencia de Canadá, China es desde 2009 año en que superó a esta plaza los USA, el primer socio comercial de Brasil, que en 2018 registró un superávit de cerca de 59.000 millones de dólares, gracias en particular a la venta de cereales y mineral. No hay alternativas a estas exportaciones, que dependen de la prosperidad de la economía china.
Objetivo: « Estimular la inversión china en Brasil » (Mourão sobre la muralla china en mayo)
En mayo de 2019, el general Hamilton Mourão se trasladó apresuradamente al Imperio del Medio para tranquilizar al gobierno y a los inversores, negando explícitamente las declaraciones hechas por Bolsonaro durante la campaña y por su ministro de relaciones exteriores dos meses antes. Pero la guerra contra China es de importancia estratégica para USA. Brasil se enfrenta ahora a la siguiente pregunta: ¿debe poner freno a la participación china en las adquisiciones de empresas, licitaciones y privatizaciones y en particular, a la subasta de la red 5G, prevista para marzo de 2020? Mourão acaba de reafirmar que Brasil no tiene ninguna prevención contra Huawei, pero fue contradicho por Ernesto Araújo. Prohibir la participación de Huawei es fácil. Pero es la industria agroalimentaria la que pagará el precio.
También está la cuestión de la adhesión a la propuesta china de extender el megaproyecto llamado la Nueva Ruta de la Seda a América Latina, con importantes inversiones en infraestructura portuaria, vial, ferroviaria, etc., lo que haría rentables las exportaciones de materias primas y aliviaría la profunda depresión de la economía nacional. La propuesta ya se hizo durante la visita del Vicepresidente a China y puede ser reafirmada en el G20 [en Osaka, Japón] en junio-julio de este año, y aceptada durante la visita de Bolsonaro a China en el mes de agosto. Nuestro presidente de cómic evolucionará ante los ojos de miles de burgueses bolsonaristas que están preocupados por sus pequeños negocios. Tendrá que elegir entre saludar a la bandera usamericana (es decir, el dólar) y el renminbi.
Nadie puede soportarlo
La oposición interna de los sectores del capital afectado por la orientación proimperialista se expresa cada vez más, aunque tímidamente. El 17 de junio, Johnny Saad, propietario de la Red Bandeirantes [red brasileño de televisión], hablando ante los empresarios, atacó duramente la operación Lava Jato y la destrucción de la industria nacional, citando el ejemplo de Odebrecht, que acaba de solicitar una «suspensión de pagos». «Ninguna de las empresas internacionales involucradas en el escándalo de Petrobras u otro escándalo ha sido desmantelada. Que se castigue a los culpables, pero no a la empresa. »
Los desacuerdos entre el presidente y el vicepresidente también dividen las fuerzas armadas, que sin embargo siguen siendo solidarias con la agresión contra el mundo laboral brasileño. La crisis se instala en el seno del gobierno y amenaza con el golpe de Estado. Los generales, los empresarios y los banqueros sólo esperan que la destrucción de los sistemas públicos y privados de la jubilación sea aprobado en las próximas etapas. El movimiento de defensa de las conquistas sociales ha vuelto a las calles, haciendo gala de una gran combatividad. Los dirigentes de la llamada oposición miran hacia otro lado y sólo ven como solución los acuerdos entre aparatos y las elecciones de 2020 y 2022, que seguramente será manipulada. Están tratando de sacar sus castañas del fuego, para preservar sus sinecuras parlamentarias y sindicales, mientras que el programa de destrucción del país avanza a pasos agigantados.
Principales referencias bibliográficas
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Revistas
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Periódicos y ediciones electrónicas
Le Monde Diplomatique, París, enero 2015 ; mayo 2019.
Sputnik, El Pais, Folha de São Paulo, UOL Economia
Mário Maestri
Original:
Traducido por María Piedad Ossaba para La Pluma y Tlaxcala, 3 de julio de 2019
Editado por Fausto Giudice Фаусто Джудиче فاوستو جيوديشي
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