¿Dónde estamos? ¿en qué lugar y en qué momento de la historia nos encontramos? (II)

En este punto ya no se sabe cuál será el papel de la ONU en el futuro. Si sigue existiendo, habrá que definir, en qué condiciones lo hará, cuando observamos que la OTAN se ha apoderado de la principal organización multilateral del planeta.

Segunda y última parte

Este artículo fue publicado integralmente el pasado 27 de febrero en la Revista Soberanía N° 7 de la Casa de la Soberanía Miguel d´Escoto Brockmann de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN). Managua. Por razones de espacio la divulgamos en 2 partes. Al final encuentra el enlace para leer la  primera parte

Pero, en años recientes tres acontecimientos vinieron a acelerar el proceso de construcción del nuevo mundo:

1. La pandemia de Covid19

La pandemia puso en evidencia la incapacidad del sistema internacional y del capitalismo por enfrentar a un enemigo común de toda la humanidad. Fue un momento estelar para coordinar acciones, para ponerse de acuerdo para cooperar, pero fue imposible porque primó el interés por mantener funcionando la economía por encima de la salud y asegurar el lucro y la ganancia en vez de preocuparse por salvaguardar la salud y la vida de los seres humanos. El país más rico del planeta con 330 millones de habitantes vio morir a casi 1.2 millones de ciudadanos por la incapacidad de proteger a su propia población. En el extremo opuesto, en China con 1,4 mil millones de habitantes, fallecieron 120 mil ciudadanos. Se puso sobre el tapete la diferencia como ambos sistemas atienden la salud de los ciudadanos y el contraste entre aquellos países que invierten en la salud pública y los que la consideran un bien del mercado. Este hecho dio inicio al proceso de transformación global.

COVID19 Propagación global
2. La Operación Militar Especial (OME) de Rusia en Ucrania

Ante la incapacidad del sistema internacional por evitar que se siguiera consumando el genocidio en el este de Ucrania contra la población ruso parlante, ante el peligro de expansión del nazismo que tomó a ese país como base de su expansión mundial y en consideración del grave riesgo que, para su propia paz, la de la región y del mundo ante la posibilidad de expansión de la OTAN en su cercanía, Rusia se vio obligada a iniciar una OME en territorio ucraniano. Más allá del desarrollo del conflicto en su dimensión local y regional se debe considerar el impacto que está teniendo a nivel global. El 21 de marzo del año 2023 durante una visita a Moscú y en el momento que se despedía de su colega ruso, Xi Jinping le dijo “Están ocurriendo cosas que hace 100 años no pasaban” y refiriéndose a sus países, remató “…y nosotros somos los protagonistas”. En esa frase, se expone lo que está ocurriendo: cambios nunca vistos en más de un siglo.

Esto es trascendental en momentos en que Estados Unidos acentúa su crisis hegemónica, que se materializa en un perceptible debilitamiento de uno de sus fundamentos: el dólar, parte vital de su diplomacia de fuerza centrada en el unilateralismo agresivo. El otro instrumento de dominio, donde aún conserva relevante capacidad y gran distancia respecto de sus adversarios en el ámbito del aparato cultural mediático.

Están creciendo los acuerdos comerciales bilaterales para usar monedas nacionales (India, Irán, Dubái, Malasia, Pakistán, Arabia Saudita, Sri Lanka), al tiempo que Rusia y China crearon su propio sistema de pagos; también se alejan del dólar los BRICS, que planean una moneda fiduciaria común; Brasil y China acordaron comerciar con sus monedas; Brasil y Argentina conversan sobre la moneda común; y, además, una serie de países africanos plantean negociar con respaldo en títulos sobre tierras raras o metales. Si bien en el corto plazo no se vislumbra una masiva salida del dólar, se prevé que ello ocurrirá en el largo plazo y es un camino inexorable.

Como muestra, se manifiesta, la abusiva racha de sanciones que ya traspasó la tolerancia y afecta a una treintena de regiones y naciones con impacto socioeconómico devastador. La forma en que Estados Unidos abusa de su preponderancia monetaria es parte de una riesgosa diplomacia de fuerza.

El declive de la hegemonía a menudo comienza con su moneda”, según el periódico chino Global Times en un artículo con el sugestivo nombre de “La desdolarización es inevitable”. Hace 10 años, 80% del comercio entre China y Rusia se realizaba en dólares, y hoy 90% es en yuanes y rublos.

La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés), en su más reciente reunión, contempló el abandono del dólar y otras monedas. El grupo BRICS está avanzando hacia la creación de una nueva moneda que pueda sustituir al dólar estadunidense, empezando por el uso de sus monedas locales. China y Brasil trasladan el comercio mutuo al yuan y dejan el dólar, y anuncian que van a ampliar la oferta de alimentos, minerales y bienes de alto valor agregado. el comercio entre China y Brasil alcanzó el récord de 150 mil millones de dólares que dejan de comercializarse en dólares, pasando a la moneda china.

El espacio estratégico global está dejando de ser el Atlántico en favor de Eurasia. Zbigniew Brzezinski advirtió que “el más peligroso escenario (para el estatus de Estados Unidos como poder global) sería una gran coalición de China, Rusia y quizás Irán (…) una coalición antihegemónica”.

La reconciliación entre Arabia Saudí e Irán gracias a los oficios de China abre esa zona del planeta a una era de paz en una región que es la mayor compradora de armas del mundo y debilita económica, financiera y políticamente a Estados Unidos.

Por su parte, Europa y otros aliados claves de Estados Unidos están buscando salir del hoyo en que se metieron. Francia busca inversiones en China, España rompe récord de compra de petróleo ruso, Alemania renovó el seguro del Nord Stream, que Japón le dio la espalda Washington para comprar petróleo ruso a precio de mercado, Arabia Saudita prefirió llegar a un acuerdo con Rusia y la OPEP que seguir los dictados de Washington de aumentar la oferta. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, recomendó a Europa diseñar un proyecto de “autonomía estratégica” para no depender “de otros en temas críticos, porque el día que nos quedemos sin margen de maniobra en cuestiones como la energía, a defensa, las redes sociales o la inteligencia artificial, el día que nos quedemos sin la estructura necesaria sobre esos temas, nos quedaremos apartados del ritmo de la historia”. Eso ya está ocurriendo.

Por otro lado, en África, en tiempos recientes Chad expulsó al embajador de Alemania. Jan-Christian Gordon acusándolo de “interferir en la política interior del país” y hacer “comentarios despectivos y tendenciosos que pueden trastornar la cohesión social”, y lo criticó por tener “actitud descortés” y una “falta de respeto en prácticas diplomáticas”.

El presidente de Namibia, Hage Geingob, (ya fallecido) detuvo tajantemente al embajador alemán Herbert Beck que se quejaba de que hubiera más chinos que alemanes en su país. El presidente de Ghana, Nana Akufo-Addo, dijo que “Estados Unidos está obsesionado con las actividades de China en África”. El presidente de Kenia, William Ruto, recomendó a su población deshacerse del dólar. El presidente de Ruanda, Paul Kagame, despreció la actitud aleccionadora de la BBC, y les recordó que fueron gobiernos europeos los que cambiaron las fronteras de África a su antojo, generando conflictos territoriales que no habían, y que esparcieron odio entre pueblos africanos que derivaron en las guerras actuales.

El presidente de Uganda, Yoweri Museveni, opinó que los políticos europeos eran “insufribles” y que “creen que lo saben todo, pero están tan equivocados, y exhiben su ignorancia allá donde van”. El Gobierno de Burkina Faso anuló un acuerdo de ayuda militar con Francia que llevaba 62 años vigente y le ordenó retirar a sus tropas. Malí declaró persona ‘non grata’ al jefe de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, al mismo tiempo que obligó a Francia a retirar su contingente militar del país, donde se encontraban participando de operativos militares antiterroristas sin completarlos.

El presidente de la República Democrática del Congo, Felix Tshisekedi, le dijo a su homólogo francés, Emmanuel Macron: “Mírenos de otra manera, respetándonos, considerándonos como verdaderos socios y no siempre con una mirada paternalista, con la idea de saber siempre lo que nos hace falta”. En Gabón, Macron se vio obligado a anunciar que “la era de la Francáfrica ha terminado” y lamentó que todavía se vea a su país como injerencista en los asuntos internos de las naciones africanas.

¿Quién lo hubiera pensado hace solo algunos años? ¿El mundo está cambiando y todo se ha acelerado gracias a la OME de Rusia en Ucrania?

En el trasfondo lo que está en juego son los intereses superiores del capitalismo global que observa impávido la pérdida de su poder omnímodo. Ucrania es solo un instrumento despreciable para Occidente en la búsqueda de lograr su objetivo primordial que es salvar al capitalismo en el momento de su mayor y creciente debilidad. En particular, está visto a través de la historia que a Estados Unidos no le importa sacrificar millones de vidas, incluyendo la de sus propios ciudadanos humildes que son los que conforman su ejército, si de preservar su sistema se trata. Sus 800 bases militares en todo el mundo y sus 11 portaviones son el instrumento más importante con que cuenta Estados Unidos para resolver los problemas que plantea el derecho internacional.

Durante los cinco últimos siglos, es decir desde que se inició la globalización hegemonizada por Occidente, el poder mundial se asentaba sobre el control de los mares. Eso ha comenzado a cambiar generando una transformación paradigmática en la que Estados Unidos está quedando fuera. La creación de un gran espacio euroasiático en territorio terrestre a partir de la alianza entre Rusia y China establece parámetros novedosos en la estructuración del poder mundial. Hay que tener en cuenta que fueron pensadores occidentales como el inglés Halford Mackinder y el estadounidense de origen neerlandés Nicholas Spykman quienes expusieron que el control del Asia Central como “corazón continental” o “área pivote”, conduciría al control del mundo.

En años recientes la alianza ruso-china que ha llegado al súmmum de su fortaleza tras la declaración conjunta del 4 de febrero pasado firmada por los presidentes de ambos países en Beijing, manifiesta la concreción de los primeros pasos en la creación de un nuevo orden mundial. Tras la derrota y huida de Afganistán por parte de Estados Unidos y la OTAN, y después del fracaso de los golpes de Estado en Kirguistán en enero de 2020 y en Kazajistán en enero de este año, se ha puesto de relieve la incapacidad de Estados Unidos por dominar ese territorio estratégico del planeta.

La alianza euroasiática está sustentada por la pertenencia de Rusia a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que mostró su eficacia, evitando el golpe de Estado en Kazajistán, además de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), donde participan China y Rusia con el objetivo de cooperar en materia política, económica y de seguridad. Vale decir que a esta organización también pertenecen India y Pakistán, al mismo tiempo que Irán, Bielorrusia, Mongolia y Afganistán esperan aprobación para su ingreso.

Unión Económica Euroasiática

De la misma manera la Unión Euroasiática conformada por cinco países constituye la extensión exitosa de vínculos económicos y comerciales en el más amplio espacio terrestre del planeta.

China por su parte promovió y creó la mayor alianza económica del mundo, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés). Esta asociación constituye el 30% de la población mundial. Pero el ámbito de mayor alcance en la región y el mundo es la nueva Ruta de la Seda proyecto desarrollado por China para el cual ha destinado hasta ahora 900.000 millones de dólares distribuidos entre 72 países, con una población de unos 5.000 millones de habitantes o sea el 65% de la población mundial según apunta el periodista belga Marc Vandepitte en un reciente artículo.

El gran peligro para Estados Unidos y su sistema de predominio mundial es la incorporación de Europa y en particular de Alemania a este sistema. Si ello ocurriera, se desmoronaría irremediablemente todo la estructura hegemónica construida tras la segunda guerra mundial que tiene en la democracia representativa de corte occidental su sustento político, la Organización de Naciones Unidas su instrumento de control global, la OTAN es el soporte militar de presión, chantaje y amenaza y el Sistema de Bretton Woods constituido a partir del control occidental del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, los pilares para sostener económica y financieramente su hegemonía global. La subordinación y control de Europa es fundamental para sustentar este modelo diseñado desde que se pusiera en práctica el Plan Marshall tras el fin de la segunda guerra mundial.

El objetivo fundamental de la política estadounidense ha sido evitar que se produjeran acuerdos de integración energética entre Rusia y Europa que podrían sellar una alianza estratégica mutuamente beneficiosa para ambas partes, que por añadidura enlazaría a Europa con China dejando a Estados Unidos alejado de la posibilidad de seguir manteniendo la supremacía energética en Europa, que junto a la OTAN configuran los pilares que garantizan el control del Viejo Continente por parte de Estados Unidos.

3. La invasión de Israel a Gaza

Aunque es un hecho muy reciente, que impide sistematizar de forma acabada, las repercusiones que pueda tener, en el sistema internacional, vale analizar los acontecimientos en Asia Occidental como un evento que da continuidad a los dos anteriores como expresión de la dinámica transformadora en el planeta. Por lo pronto, se ha cuestionado al eje sionista-imperialista desde el punto de vista político, militar, diplomático y hasta jurídico. Algo también impensable solo hace unos meses atrás.

Las nuevas coaliciones y alianzas que se están produciendo entre países árabes y musulmanes de tres continentes y la búsqueda de estos por abrirse un espacio más allá de la región a través de la búsqueda de acuerdos con otras instancias como la Organización de Cooperación de Shanghái, la Ruta de la Seda, el Corredor Norte-Sur y sobre todo los BRICS son expresión de una realidad novedosa, sobre todo cuando se está hablando de la región que ocupa el primer lugar mundial en producción e energía…y en la compra de armas.

La cercanía cada vez mayor de estos países con Rusia y China y el papel más relevante que estas dos potencias están jugando como articuladores de procesos de negociación, y búsqueda de acuerdos en favor de la paz y la distensión generan un nuevo momento en el planeta.

El eje de esta situación fue el inicio de la operación “Diluvio de Al-Quds” por las fuerzas políticas y militares palestinas y su apoyo por parte del eje de la resistencia a través de variadas manifestaciones concretas de solidaridad y apoyo, sobre todo de Yemen, Irán, el Líbano, Siria e Irak, así como de la mayoría de los pueblos árabes y musulmanes a menudo en franca contradicción con sus gobiernos.

Gram influjo tuvo para que ello ocurriera el acuerdo saudita-iraní para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas creando una situación mucho más ventajosa en la región para la lucha del pueblo palestino, aislando a Estados Unidos y el ente sionista.

Conclusiones

Vista la situación en esta perspectiva, avanzamos hacia un sistema internacional inédito, jamás antes explicado e impensado incluso en el pasado más reciente. En un artículo en el periódico La Jornada de México, el laureado economista estadounidense Joseph Stiglitz opina que:” Parece que Estados Unidos ha iniciado una nueva guerra fría”.

Pero a diferencia de la del siglo pasado en el que el elemento ideológico era el ordenador de las relaciones internacionales, Stiglitz afirma que ante la hipocresía estadounidense que sustenta sus puntos de vista en una supuesta defensa de la democracia, la de ahora “…hace pensar que, al menos en parte, lo que está en juego aquí es la hegemonía global más que una cuestión de valores”.

La avalancha de eventos multilaterales de los últimos meses da cuenta de la intensidad con la que se están moviendo los principales protagonistas en el escenario internacional y la vorágine de gestiones en las que se ven envueltos. Es necesario tomar cartas en el asunto en este mundo tan caótico y en plena efervescencia en la que el imperio arrecia su agresividad, mientras se debate en una crisis multisectorial de la que visualizan que pueden salir solo a través de la guerra y un conflicto permanente que le asegure incrementar sus ingresos por la vía de su principal industria: la de la producción y venta de armas.

Así, llegamos a esta situación original y extraña enmarcada en la posibilidad de esa nueva guerra fría de la que habla Stiglitz. Lo novedoso es que la bipolaridad se manifiesta de manera diferente. Por una parte, el polo occidental autodenominado “comunidad internacional” configurado por el 11% de la población del planeta, que hacia el interior funciona en términos unipolares con Estados Unidos actuando de forma hegemónica y teniendo a Europa, Australia, Nueva Zelanda y Japón como subordinados obedientes, incluso en desmedro de sus propios ciudadanos.

El otro polo, configurado por la gran mayoría de la humanidad se ha propuesto construir un gran ambiente multipolar en el que puedan participar varios centros de poder mundial en un espacio de cooperación y ayuda que ya se puso de manifiesto en el combate a la pandemia. En este ámbito de confrontaciones y definiciones, se coteja la validez y persistencia de un derecho internacional construido tras siglos de búsqueda de la paz en el planeta versus la propuesta estadounidense de establecer “un sistema internacional basado en reglas” como forma de imposición unilateral de su lógica imperial. En este punto ya no se sabe cuál será el papel de la ONU en el futuro. Si sigue existiendo, habrá que definir, en qué condiciones lo hará, cuando observamos que la OTAN se ha apoderado de la principal organización multilateral del planeta.

Sergio Rodríguez Gelfenstein para La Pluma

Editado por María Piedad Ossaba

Este artículo fue publicado integralmente el pasado 27 de febrero en la Revista Soberanía N° 7 de la Casa de la Soberanía Miguel d´Escoto Brockmann de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN). Managua. Por razones de espacio la divulgamos en 2 partes.

¿Dónde estamos? ¿en qué lugar y en qué momento de la historia nos encontramos? (I)