Voces a la espalda: ¿Dónde están las sonrisas?

Hace ya muchos años que estudios científicos demostraron que un bebé sonríe alrededor de 400 veces al día, a diferencia de un adulto que no pasa de 30 sonrisas diarias.

Hacerse adulto no contribuye a hacernos más felices si la sonrisa, la más genuina expresión de la felicidad, es el costo que debemos pagar por “madurar”.

El bebé que agradece haber comido y descansado, que sonríe cuando nos reconoce junto a él, capaz de encontrar 400 razones para sonreír, desde que se pone los pensamientos largos convierte sus mejores sonrisas en muecas desechables de poner y quitar que, cualquier día, aparecerán a la venta en las farmacias, pero aún estamos a tiempo de recuperar esas sonrisas perdidas.

Bastaría hacer memoria, recordar en qué extraviados sueños se nos fueron quedando, en qué presentes miedos se asoman de puntillas las sonrisas que faltan, para volver entonces sobre nuestros pasos y ser, una vida más tarde, el mismo niño que sonríe y se reconoce en ese otro, tan cerca y tan distante, con quien compartir una común y fraterna sonrisa.

Bastaría que nos atreviéramos a vernos en esos que llevamos de la mano y para quienes, a veces, no disponemos de tiempo, tampoco de sonrisas, en esos cuyas voces, con frecuencia, cargamos a la espalda.

(Preso politikoak aske)

Koldo Campos Sagaseta, Columna Cronopiando para La Pluma,  16 de enero de 2024

Editado por María Piedad Ossaba