Actualización de la crisis político-militar entre Rusia y Ucrania

La continua inyección por parte de occidente de más armamento y préstamos para financiar a Ucrania en la guerra prolonga el conflicto. Mientras más prolongación haya en la guerra, mayores complicaciones habrá para cualquier proceso de negociación entre las partes

“Si observamos lo que está sucediendo en Ucrania, sin dejarnos engañar por las groseras falsificaciones de los principales medios de comunicación, nos damos cuenta de que se ha ignorado por completo el respeto por los derechos de los demás; de hecho, tenemos la impresión de que Administración Biden, la OTAN y la Unión Europea quieren deliberadamente mantener una situación de evidente desequilibrio, precisamente para imposibilitar cualquier intento de resolución pacífica de la crisis de Ucrania, provocando que la Federación Rusa desencadene un conflicto. Aquí radica la gravedad del problema. Esta es la trampa tanto para Rusia como para Ucrania, usándolos a ambos para permitir que la élite globalista lleve a cabo su plan criminal.”
Carlo María Viganò, Arzobispo, Ex Nuncio en EE UU (junio, 2022)

Ucrania es un país ubicado en la frontera más oriental de Europa dentro de la región conocida como Eurasia. Con un tamaño similar al de España y Portugal unidas, Ucrania cuenta con una extensión territorial de 603,628 kms.2; es decir, más de 66 veces el tamaño de Puerto Rico. Si ubicamos a Ucrania como parte de Europa, debería considerarse el país más grande de dicho continente. Contaba previo al inicio del actual conflicto bélico con una población de poco más de 44 millones de habitantes.

En el pasado, Ucrania llegó a tener el segundo ejército más grande de Europa después de la Federación Rusa. Datos examinados antes de desatarse el actual conflicto bélico, indicaban que tal capacidad había venido a menos a pesar de la ayuda militar desde occidente, dada la reducción en el número de sus efectivos, el envejecimiento de su arsenal militar, falta de adiestramiento, reducción en su capacidad de respuesta; y ciertamente, la falta de homogeneidad en sus cuadros y mandos directivos.

Habiendo sido una de las repúblicas de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), desde su Declaración de su Independencia el 24 de agosto de 1991, Ucrania se ha debatido entre los intereses de una parte de su población de origen eslavo, que se considera a sí misma europea; frente a otra porción que sigue considerándose, por razón de su origen étnico, vinculada con la hoy Federación Rusa.

Entre la Primera y Segunda Guerra Mundial

Previo a la Primera Guerra Mundial, del territorio que hoy ocupa Ucrania, una parte perteneció al Imperio Austro-Húngaro, mientras que otra parte formaba parte del Imperio Ruso. Así también se comportó la población ucraniana dentro del marco de la Primera Guerra Mundial; una parte de ella peleando a favor de la alianza militar de los “Poderes Centrales”, encabezada por Alemania, Austria y Turquía; mientras otra parte de su población, peleó del lado del Imperio Ruso y las llamadas “Potencias Aliadas”.

Con la caída del Imperio Ruso, el establecimiento del Gobierno Provisional encabezado por Alexander Kerensky y el eventual ascenso al poder por parte de los comunistas tras el triunfo de la Revolución Rusa, el movimiento nacionalista en Ucrania se organizó para enfrentar lo que consideraban era la absorción de su país por parte de la naciente Unión Soviética. Para ello promovieron el reclamo de la independencia de Ucrania. Así, y en sentido contrario, en los territorios ucranianos que formaron parte del Imperio Ruso, proliferaron también partidos y organizaciones que promovían la incorporación de Ucrania dentro del Estado socialista recién surgido. De la parte ucraniana que estuvo integrada con el Imperio Austro-Húngaro, surgió la República Nacional de Ucrania Occidental. Tras el fin de la Guerra Civil que siguió a la Revolución Rusa en la cual los bolcheviques triunfaron, Ucrania pasó a formar parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

Las condiciones propicias que ofrecía Ucrania en la producción agrícola, posición que tuvo Ucrania desde la antigüedad durante el período helénico en el que su territorio era considerado como el “granero” de aquella sociedad griega, llevaron al gobierno bolchevique a disponer la colectivización del campo y la industrialización del país como mecanismo para acelerar la socialización de la economía de esta república. Se indica que quienes se enfrentaron la colectivización de las tierras agrícolas implantada en la década de 1920 al 1930 por la URSS dirigida a la eliminación de los latifundistas ucranianos (kulaks), sufrieron las consecuencias de la represión, hambre y la deportación interna hacia otras regiones del país. Mucho se ha debatido sobre las causas y consecuencias de la hambruna producida en Ucrania entre los años 1923 y 1933 y su relación directa con el proceso de colectivización. Lo cierto es que, según ha sido admitido por el gobierno ruso tras la caída de la Unión Soviética, la hambruna causó la muerte de millones de personas durante ese período.

Tras la invasión alemana a Polonia en 1939, dos regiones ucranianas que habían sido anexadas a Polonia luego del desmembramiento del Imperio Austro-Húngaro tras la Primera Guerra Mundial, se reintegraron a Ucrania. Sin embargo, en junio de 1941, Ucrania correría la misma suerte que Polonia al ser invadida por Alemania. En su suelo se libraron importantes batallas a un costo muy alto en vidas humanas y pérdidas materiales. Estas batallas fueron cruciales en el triunfo soviético contra el nazismo. En Ucrania fue extremadamente brutal la represión nazi contra la población que profesaba la fe judía.

Es interesante el hecho de que, si bien Ucrania figuraba como parte de la Unión Soviética al momento de fundarse las Naciones Unidas, este organismo internacional reconoció su condición de Estado Fundador, condición que había adquirido Ucrania desde la constitución de la Sociedad de Naciones a comienzos de la década de 1920. En consecuencia, se reconoció su derecho a ocupar un escaño separado de la URSS en la ONU.

La península de Crimea

Dentro de la configuración política y territorial inicial de Ucrania luego de la Segunda Guerra Mundial, figuraba la República Autónoma Socialista de Crimea. Esta península de 27,000 Kms.2, ubicada entre el Mar Negro y el Mar de Azov, constituye un bastión naval estratégico. Allí, en Sebastopol, como fue desde la época de los zares y luego de la Unión Soviética, se encuentra hoy la principal instalación naval de la Federación Rusa, la cual que sirve de base a su Flota del Mar Negro. Se indica que en los días de guerra civil siguientes a la insurrección bolchevique, Crimea fue un importante bastión del llamado Ejército Blanco, denominado así en contraposición al Ejército Rojo. El triunfo bolchevique en esta guerra, produjo allí en 1921 la creación de la República Autónoma Socialista de Crimea.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, la mayor parte de la población tártara, población originaria de Crimea, fue deportada por el gobierno soviético hacia Asia Central bajo la premisa de haber colaborado con los invasores nazis. En el año 1954 el Presídium Supremo de la Unión Soviética acordó mediante decreto, que la República Autónoma Socialista de Crimea pasara a formar parte, como una de sus repúblicas autónomas, de Ucrania. Esta condición la mantuvo Crimea luego de la disolución de la Unión Soviética hasta el 17 de marzo de 2014. Tras un referéndum entre sus habitantes el 16 de marzo, se proclamó la República de Crimea, luego de lo cual el día 18 de marzo el Parlamento de la República de Crimea solicitó su anexión con la Federación Rusa, lo que de inmediato ocurrió.

La República de Crimea no fue reconocida por Ucrania, mucho menos su anexión a la Federación Rusa. La Rada, el parlamento ucraniano, contrario a la “Ley sobre Nuevos Territorios Federales” de la Federación Rusa, que legitimó la anexión de la República de Crimea, con el voto de 228 de sus 450 integrantes, mediante legislación aprobada consideró la península de Crimea como un “territorio bajo ocupación temporal”, y como parte inalienable de Ucrania.

A mediados de la pasada década Crimea contaba con una población aproximada de 2 millones de habitantes, de los cuales el 58.32% eran rusos, el 24.32% ucranianos y solo un 12.10% eran tártaros. En Sebastopol, con una población de cerca de 385 mil habitantes, la población rusa era de 70%. El idioma ruso predomina en la península para el 97% de la población.

Medidas de seguridad adoptadas por la Federación Rusa tras la disolución de la URSS

Desde la disolución de la Unión Soviética a comienzos de la década de 1990, la Federación Rusa intentó mantener unidas las antiguas repúblicas que conformaban el anterior estado soviético dentro de un modelo de integración alterna. Este vino a llamarse “Comunidad de Estados Independientes”. Así las cosas, estableció con algunas de las ex repúblicas soviéticas, hoy estados independientes, acuerdos y tratados, que aunque no necesariamente supusieran una unión política, sí conllevaban algún tipo de unidad económica, aduanera y militar.

El modelo inicial desarrollado, del cual participaron Bielorrusia (Belarus) y Kazajistán, fue dando pasos a lo que sería eventualmente la “Unión Económica Euroasiática”, donde Ucrania vendría jugar un importante papel. Lo anterior era así, toda vez que el gobierno constitucional en Ucrania se encontraba en aquel momento mucho más cerca de su adhesión a este agrupamiento económico que lo que deseaban los intereses de la Unión Europea y Estados Unidos. Para éstos últimos, siempre estuvo presente el interés porque Ucrania se mantuviera dentro de su propia órbita económica y no la rusa. Así, se facilitaría frenar la expansión de un mercado hegemonizado por la Federación Rusa, y en consecuencia, la vinculación de Ucrania con sus intereses geopolíticos.

Los sucesos ocurridos en Kiev, capital de Ucrania, en la noche del 21 de noviembre de 2013, que luego se extendieron a otras ciudades en el país, fueron asociados con las protestas por la suspensión de la firma del “Acuerdo de Asociación y Libre Comercio entre Ucrania y la Unión Europea” por parte del entonces presidente ucraniano. Estas protestas llevaron posteriormente en el mes de febrero de 2014 a los incidentes del llamado “Jueves Negro”. En estos participaron cientos de miles de ciudadanos ucranianos donde murieron cerca de 82 manifestantes y miles de heridos y detenidos. Los sucesos llevaron al derrocamiento del gobierno del presidente pro ruso Víctor Yanukóvich. Rusia consideró este evento como un “golpe de Estado”.

Entre los promotores de las protestas se encontraban grupos paramilitares ultra nacionalistas de extrema derecha como “Pravy Sektor” y el partido “Svoboda”; la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado; estudiantes y grupos étnicos.

Durante la década anterior, en 1991, en Georgia, otra ex república de la Unión Soviética también colindante con el Mar Negro; así como en otras dos regiones, Osetia del Sur y Abjasia con población predominantemente rusa, declararon su independencia.

Georgia tiene una extensión geográfica de 69,500 kilómetros cuadrados y aproximadamente 4.6 millones de habitantes. Osetia del Sur tiene una superficie de 3,900 kilómetros cuadrados y una población de apenas poco más de 82 mil habitantes. Abjasia, por su parte, cuenta con una superficie de 8,600 kilómetros cuadrados y una población estimada en poco más de 45,000 habitantes.

Osetia del Sur colinda con Osetia del Norte. Esta última forma parte de la Federación Rusa mientras la primera formaba parte de Georgia. En 1992 el pueblo de Osetia del Sur determinó en referéndum integrarse con Osetia del Norte para en conjunto con Osetia del Norte formar parte de la Federación Rusa. Esta decisión provocó la invasión por parte de Georgia hasta que las hostilidades fueron suspendidas mediante un alto al fuego, desplegándose en la región una fuerza de paz integrada por rusos, osetas y georgianos.

En 1992 se había producido en Georgia un Golpe de Estado de derecha. En el año 2000, el presidente depuesto en 1992 asumió nuevamente las riendas del país para ser depuesto una vez más en 2003. El 12 de noviembre de 2006, mediante referéndum, con la participación del 91% de la población de Osetia del Sur, el 99% avaló independizarse de Georgia e integrarse con Osetia del Norte.

Los intentos de los nuevos gobernantes georgianos por frenar la secesión de Osetia del Sur y Abjasia, movimiento respaldado por la Federación Rusa, llevó en 2008 a un conflicto armado donde Georgia invadió con sus tropas estas regiones autónomas. En aquel momento Georgia fue respaldada por Estados Unidos y la Unión Europea, las que favorecían su ingreso a la Unión Europea y la OTAN. Por su parte la Federación Rusa cerró filas con los habitantes de Osetia del Sur y Abjasia

Entre los días 7 y 8 de agosto de 2008, Georgia atacó la capital de Osetia del Sur, Tsinjival, e inició movimientos militares hacia la región de Abjasia. Luego de la guerra entre Rusia y Georgia, la Asamblea Federal de la Federación Rusa solicitó se reconociera la independencia de Osetia del Sur y Abjasia y su entrada en la Federación Rusa. El parlamento ruso accedió al primer pedido, es decir, reconocer la independencia de Osetia del Sur y Abjasia estableciendo relaciones muy cercanas entre la Federación Rusa y el gobierno de estas dos regiones.

La doctrina de seguridad de la Federación Rusa no podía permitir entonces en Georgia, como no permitió más adelante en Ucrania y posteriormente en Kazajistán, lo que considera la intervención de la Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN dentro de lo que Rusia considera su “zona de influencia”. Es por esto, dentro del drama del conflicto ucraniano de aquel momento, que el presidente Putin fuera enfático en que no permitiría en Ucrania, donde existen divisiones étnicas, nacionales y religiosas, la balcanización del territorio, ni la ocupación por Ucrania de la península de Crimea, ni ofrecerle acceso a potencias extranjeras la aguas cercanas a esta península, donde está la sede de la Flota Naval rusa del Mar Negro y los accesos al Mar de Azov.

Política de Seguridad de la Federación Rusa y la situación en Ucrania

Dentro de la formulación de su política exterior, particularmente a raíz de los conflictos en el Cáucaso, Medio Oriente y Asia Central, la Federación Rusa ha sido delimitado su política de seguridad en cinco puntos centrales:

Rusia reconoce la primacía de los principios fundamentales del derecho internacional que determinan las relaciones con los pueblos;

Contrario a lo que ha venido ocurriendo desde la disolución de la Unión Soviética, el Presidente de la Federación Rusa ha afirmado que, en adelante, el mundo debe ser uno multipolar;

Rusia no pretende aislarse y va a fomentar, en lo posible, relaciones amistosas con Europa, Occidente y otras naciones;

Rusia va a defender “la vida y dignidad de sus ciudadanos”, dondequiera que estos estén; y

Rusia, a igual que otros países, tiene ciertos derechos a zonas de intereses privilegiados.

El gobierno de Estados Unidos ha invocado en el caso de Ucrania un Tratado suscrito luego de la caída de la Unión Soviética suscrito por la Federación Rusa, Estados Unidos y Ucrania a raíz de la independencia de esta última. En él los firmantes se comprometieron a garantizar la integridad territorial de Ucrania a cambio de que este país hubiera accedido al desmantelamiento del complejo nuclear militar en su territorio establecido en la época de la Unión Soviética. Quizás por eso, luego de sus declaraciones iniciales, Putin fue más cauto en aquel momento en sus expresiones sobre el futuro de Ucrania y la situación en Crimea, proponiendo el referéndum en la península de Crimea. Evidentemente, un resultado favorable a la secesión de Crimea permitía, sin aparentar una intervención directa con el futuro de esta república autónoma, respaldar su salida de Ucrania y procurar un acercamiento más directo de esta república autónoma con la Federación Rusa. Tal fue la carta jugada en el caso de Osetia del Sur y Abjasia. La presencia de una alta proporción de población de origen ruso en la parte oriental de Ucrania, particularmente en el Dombás y la costa del Mar negro, podría propiciar en el futuro, como en efecto ocurrió, una vía legal para su separación entre la región oriental pro rusa y la porción occidental pro europea de Ucrania.

Previo a desatarse la intervención militar rusa en Ucrania se produjeron varios intentos para que dicho país pasara a formar parte de la OTAN y la Unión Europea. De acuerdo con diferentes analistas, en la negociación efectuada décadas atrás relacionada con la reunificación de Alemania como Estado nacional, en el proceso de la Unión Soviética acceder a tal reunificación, ésta gestionó el compromiso de la OTAN, incluyendo Estados Unidos y la Unión Europea, de no extender su alianza militar más allá del este de Alemania. Este compromiso, como hemos visto en las pasadas décadas no fue honrado habiendo incorporado la OTAN en su sistema de defensa a países que antes formaron parte del “Pacto de Varsovia”. Tal ha sido el caso de Hungría, Bulgaria, Rumanía, Polonia, Latvia, Estonia, Eslovaquia. Eslovenia, República Checa, Lituania y Letonia. De esta manera, la alianza militar que representa la OTAN, de integrar a Ucrania, tocaría a las puertas de las fronteras de la Federación Rusa.

Expansionismo de la OTAN

De acuerdo con Carlo María Viganò, en Ucrania, Razones de un Conflicto, publicado en Komospolis.com de fecha 3 de junio de 2022, “desde la caída del Muro de Berlín, Estados Unidos ha extendido su esfera de influencia política y militar a casi todos los estados satélites de la antigua Unión Soviética, incluso recientemente anexando a la OTAN a Polonia, la República Checa y Hungría (1999); Estonia Letonia, Lituania. Eslovenia, Bulgaria y Rumanía (2004); Albania y Croacia (2009); Montenegro (2017); y Macedonia (2020).” De acuerdo con el autor:

“La Organización del Tratado del Atlántico Norte se está preparando para expandirse a Ucrania, Georgia, Bosnia y Herzegovina y Serbia. Hablando prácticamente, considerar la expansión de la OTAN a Ucrania, sin pensar que despertará las protestas legítimas de Rusia, es nada menos que desconcertante, especialmente dado el hecho de que en 1991 la OTAN se comprometió con el Kremlin a no expandirse más. No solo eso: a finales de 2021, Der Spiegel publicó borradores de un tratado con Estados Unidos y un acuerdo con la OTAN sobre garantías de seguridad. Moscú exigió garantías legales a sus socios occidentales que evitarían que la OTAN se expandiera más hacia el este mediante la incorporación de Ucrania a la alianza y también el establecimiento de bases militares en los países postsoviéticos. Las propuestas también contenían una cláusula sobre el no despliegue de armas ofensivas por parte de la OTAN cerca de las fronteras de Rusia y sobre el retiro de las fuerzas de la OTAN en Europa del Este a sus posiciones de 1997.”

Los sucesos en Donetsk y Lugansk

En el año 2014 se produjeron incidentes violentos en la frontera entre Ucrania y la Federación Rusa en las provincias de Donetsk y Lugansk. Esta región se conoce como Donbás. Tiene una superficie territorial mayor a Suiza. Cuando se desató la lucha secesionista en esta región, la Federación Rusa dispuso un operativo militar cautelar. En aquel momento el Presidente Putin ordenó la movilización de 160 mil tropas, que incluía al II Ejército del Distrito Centro y mandos de las diferentes ramas de la Fuerza Aérea, incluyendo lo que se conoce como “aviación estratégica”. Su activación se llevó a cabo en caso de ser necesaria su utilización.

Mientras esto ocurría, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia llamaba la atención en torno a su preocupación sobre el curso seguido por fuerzas que catalogaba como “extremistas” en el gobierno de Ucrania hacia segmentos de la población de origen étnico ruso y hacia algunas “confesiones religiosas”, esto en clara referencia a la Iglesia Ortodoxa Rusa. Indicaba que sacerdotes de esta denominación habían recibido “amenazas contra su integridad física y sobre la destrucción de los templos bajo su responsabilidad”.

Ante las amenazas de Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea de adoptar medidas económicas en represalia por la movilización militar rusa dentro de su territorio fronterizo con Ucrania y alegando el apoyo ruso a los grupos secesionistas en Donetsk y Lugansk, Rusia respondió advirtiendo su disposición a congelar los activos de tales países en su territorio y afectar el suministro de petróleo y gas natural que desde Rusia llega a Ucrania. De otro lado, las amenazas de las autoridades ucranianas surgidas como resultado del Golpe de Estado en 2014 en procesar legalmente a sus contrapartes en Crimea por promover la secesión no aparentaban intimidar a las autoridades de esta república autónoma. Se trataba, en todo caso, de cómo cada parte hacía movimientos dirigidos a marcar su influencia en el territorio que cada cual reclamaba.

Como indicamos antes, el 17 de mayo de 2014, luego de un referéndum, fue proclamada la secesión de Crimea. Al día siguiente Crimea, fue anexada por la Federación Rusa, hecho que rechazó la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 68/262. Consultas de autodeterminación similares a las llevada a cabo en Crimea se produjeron en otras regiones ucranianas con población mayoritaria de origen ruso en lo que vino a llamarse las repúblicas de Donetsk y Lugansk en la región del Donbás.

A partir del 6 de abril de 2014, en la llamada “Guerra en el Donbás”, las fuerzas armadas de Ucrania comenzaron la lucha contra agrupaciones armadas conformadas por rusos residentes en la zona fronteriza de la Federación Rusa en la porción Este del país. Estos incidentes armados provocaron la intervención militar rusa en el conflicto. Aunque se alcanzó una tregua en el conflicto armado el 14 de febrero de 2015, con la mediación de Francia y Alemania mediante los “Acuerdos de Minsk”, en estas regiones se continuaron experimentado distintos tipos de enfrentamientos armados en los siguientes años.

Desde finales del mes de marzo de 2021 se vino denunciado por medios electrónicos como la BBC Internacional, imágenes de satélite y videos filtrados en las redes sociales donde se observaba un amplio despliegue de artillería pesada y tropas rusas cercanas a la región de Donbás. Se estimaba entonces la movilización de efectivos rusos en más de 114 mil tropas, concentradas en torno a las fronteras de Ucrania con Rusia y Bielorrusia (Belarus). Se consideró ésta como la mayor movilización desde 2015. El movimiento de tropas rusas conllevó declaraciones preocupantes por parte de los Estados Unidos y países de la Unión Europea, señalando su apoyo a la soberanía de Ucrania sobre su territorio.

El conflicto iniciado en el 2014 había dejado hasta el inicio de la ofensiva militar rusa en Ucrania más de 14 mil muertos.

Los posteriores sucesos en Kazajistán

Previo a la intervención militar rusa en Ucrania, su doctrina de seguridad fue puesta en marcha ante sucesos desestabilizadores del gobierno de Kazajistán.

El 15 de mayo de 1992 Kazajistán fue uno de los Estados suscribientes junto con Armenia, la Federación Rusa, Kirguistán, Uzbekistán y Tayikistán del “Tratado de Seguridad Colectiva” (TSC). Otras tres ex repúblicas Soviética, Azerbaiyán, Bielorrusia y Georgia se sumaron al Tratado en 1994. Sin embargo, cinco años más tarde, seis de los nueve firmantes del Tratado determinaron suscribir su renovación por cinco años adicionales, mientras Azerbaiyán, Georgia y Uzbekistán desistieron de tal propósito.

En el año 2002, los seis países que se mantuvieron unidos bajo el Tratado, crearon la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSG). Esta se concibió como una alianza para enfrentar conjuntamente por dichos Estados amenazas militares. Se trataba en su origen de una iniciativa dirigida a contrarrestar en la región la amenaza que representa la expansión de la OTAN luego de la desintegración del Pacto de Varsovia. También sirve la función de ser un escudo militar defensivo para la Federación Rusa.

La Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (TSC), si bien llamaba a sus integrantes a abstenerse entre sí de hacer uso de la fuerza; también dispuso que sus signatarios no podrían formar parte de otras alianzas estatales de naturaleza militar; y que una agresión militar contra uno de tales integrantes, sería una agresión contra todos ellos.

El anterior principio en materia de seguridad colectiva también figura bajo otras instancias de tratados militares como es el caso de la OTAN y en nuestro hemisferio, del “Tratado Interamericano de Defensa”.

Desde el 2007 la OTSG cuenta con una fuerza de paz; y desde 2009, con una fuerza de reacción rápida. En conjunto, representan unos 20 mil efectivos de tropas élite.

En el marco de los sucesos desestabilizadores ocurridos en Kazajistán, fueron activados no menos de 2,500 efectivos militares de la OTSG como parte de una fuerza de paz para “combatir el terrorismo” y proteger instalaciones críticas en el país. El componente militar podría eventualmente, según se desarrollaran los acontecimientos, ascender al doble. De acuerdo con el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa, la “45 Brigada de las Fuerzas Especiales Aerotransportadas” habría sido desplegada con su equipamiento militar hacia Kazajistán. Se indica en medios internacionales que, de acuerdo a las autoridades rusas y de Kazajistán, las manifestaciones fueron promovidas y coordinadas con actores extranjeros y por bandas procedentes del Medio Oriente, incluyendo Afganistán.

En el pasado, la Federación Rusa se abstuvo de intervenir en situaciones que han afectado a integrantes de la OTSG. Tal fue el caso en 2010 ante un brote de violencia étnica en Kirguistán, el cual consideró un asunto interno de este país; o en 2020 en Bielorrusia durante las protestas contra Alexander Lukashenko. Esta vez, sin embargo, su respuesta fue distinta. Igualmente, el proceder ruso respecto a sus diferendos con Ucrania en el manejo del conflicto, fue distinta. Evidentemente, la situación era por mucho, más compleja que la de estos otros países.

La correlación de fuerzas militares en torno a Ucrania

De acuerdo con la publicación “GlobalFirePower”, Ucrania tenía a la fecha de desatarse la intervención rusa el ejército número 36 en tamaño en el mundo, aunque como indicamos, su arsenal había venido a menos por falta de fondos y capacidad de maniobras. Se indica que previo a la intervención rusa, Ucrania tenía un presupuesto anual de $40 mil millones de los cuales entre $7 mil a $9 mil millones eran destinados a las fuerzas armadas. Al inicio de la intervención rusa se estima que Ucrania contaba con 255 mil tropas regulares y 900 mil reservistas. Contaba también con 285 aviones, de los cuales sólo 25 eran de ataque y 42 de transporte, interceptores o de entrenamiento; 111 helicópteros de transporte y 34 de ataque. En el ejército de tierra, contaba con 22,430 tanques, 11,435 vehículos blindados y 550 lanzaderas de cohetes, así como 2,040 carros de artillería y 40 de artillería autopropulsada. En el plano naval, su flota se limitaba a embarcaciones de patrullaje, una fragata y un buque antiminas.

En el caso de la Federación Rusa, sus fuerzas armadas ocupan el lugar número 2 a escala global, con un presupuesto anual de $42,000 millones. Cuentan con un millón de tropas activas, dos millones de reservistas y 550 mil efectivos paramilitares. Su fuerza aérea está integrada por 742 aviones de combate, 789 aviones interceptores, bombarderos y aparatos de entrenamiento; 1,540 helicópteros de transporte y 538 helicópteros de combate. Cuenta, además, en su ejército de tierra con 13 mil tanques, 27 mil vehículos blindados, 6,540 piezas de artillería autopropulsada, 4,465 piezas de artillería remolcada y 390 lanzaderas de cohetes. Las fuerzas navales rusas cuentan con un portaviones, 15 destructores, 85 corbetas, 11 fragatas, 64 submarinos, 65 lanchas patrulleras y 48 buques antiminas.

Ucrania contaba previo a la intervención rusa con 6 puertos marítimos y 187 aeropuertos; mientras Rusia cuenta con 1,800 aeropuertos y 8 puertos marítimos comerciales.

Efectivos de la OTAN en distintos países cercanos a la frontera con Ucrania y la Federación Rusa como son Estonia, Letonia Lituania, Polonia Rumanía y Bulgaria, fueron puestos en estado de alerta militar en distintas instalaciones aéreas, en instalaciones de misiles balísticos en Polonia y Rumanía, Así ocurrió también con tropas terrestres de la OTAN ubicadas en tales países ante lo que consideraban una posible amenaza militar de la Federación Rusa contra Ucrania. A lo anterior se sumó el desplazamiento de varios miles de efectivos estadounidenses adicionales de unidades de tierra y paracaidistas de la 82 División Aerotransportada hacia Alemania y Polonia. También Estados Unidos y sus aliados desplazaron hacia el Mar Mediterráneo y las cercanías del Mar Negro medios navales.

El 24 de febrero de 2022 el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, con el apoyo de su gobierno, ordenó una operación militar especial cuyo objetivo, según fuera por él definido, era “desmilitarizar y desnazificar Ucrania” en la región del Donbás. Más adelante, el 20 de julio de 2022 el Ministro de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa anunció la revisión de los objetivos de la operación más allá del territorio del Donbás.

Más allá de los aspectos militares, ¿por qué Ucrania?

Kevin Collins, citando de fuentes circuladas en las redes sociales por Andriy Futey del Comité Ucraniano de América, Congreso Mundial Ucraniano, presenta la interrogante ¿Por qué importa Ucrania? Nos indica en su escritoque dicho país era al comienzo del conflicto el primero en Europa en cuanto a reservas recuperables probadas de uranio; el segundo en Europa y el décimo en el mundo en cuanto a reservas de titanio; el segundo país en el mundo en minerales de manganeso con el 12% de las reservas mundiales; el segundo mayor en el mundo en reservas de hierro; el segundo lugar en el mundo en reservas de mercurio; el tercero en Europa y el décimo tercero en el mundo en gas de esquisto (22 billones de metros cúbicos); y el séptimo en el mundo en reservas de carbón.

En el plano agrícola, indica Collins citando de Futey, que Ucrania era el primer país en Europa en superficie de terreno cultivable; el tercero a escala mundial en suelo negro (25% a escala mundial); el primer país en exportaciones de girasol y aceite de girasol; el segundo lugar en el mundo en la producción de cebada y el cuarto en exportaciones de cebada; el tercer país en producción de maíz y el cuarto en exportación de maíz; el cuarto productor a escala global en producción de papas; el quinto país a nivel mundial en producción de cebada; el quinto país en el mundo en producción de abejas; el octavo en las exportaciones de trigo; el noveno país en la producción de huevos de gallina y el número 16 a escala global en las exportaciones de queso. De todos estos productos se nutre principalmente Europa.

En el plano industrial, continúa indicando Collins, Ucrania ocupaba el primer lugar en el plano mundial en la producción de amoniaco; el cuarto sistema de gasoductos de Europa y el cuarto más grande a nivel mundial de gas natural; el tercero más grande de Europa y el octavo a escala global en capacidad instalada en centrales nucleares; el tercero en Europa y el undécimo en el mundo en longitud de la red ferroviaria; el tercero en el mundo, después de Estados Unidos y Francia, en equipos de localizadores electrónicos; el tercer mayor exportador de hierro; el cuarto país a nivel mundial en la exportación de turbinas para centrales nucleares; el cuarto país a escala global en la producción de lanzacohetes; el cuarto en el mundo en exportaciones de arcilla y titanio; el noveno en la producción de la industria de armamentos; y finalmente, el décimo en la producción de acero.

La intervención militar rusa en Ucrania

Como indicamos, el día 24 de febrero de 2022 la Federación Rusa dio inicio a una operación militar de amplias proporciones sobre Ucrania. La ofensiva militar de dirigió sobre el norte de Ucrania mayormente desde Belarus con el objetivo de tomar la capital Kiev, en la región del Dombáss y al sur sobre el puerto de Mariúpol y la línea costanera que une dicha ciudad con la península de Crimea y más hacia el Este en dirección a la ciudad de Odessa. Apenas una semanas de comenzada la ocupación de territorio ucraniano y tras una fuerte resistencia en la frontera norte de Ucrania, miles de efectivos y medios de combate fueron redirigidos hacia la frontera ucraniana con Rusia y los objetivos rusos en la costa del Mar de Azov y del Mar Negro. En Mariúpol en particular se libró una intensa lucha entre las tropas rusas y la conocida unidad militar neonazi, el Batallón Azov, donde finalmente fueron capturados más de 2,500 efectivos. En otras importantes ciudades en el este y sur de Ucrania se han librado y continúan librándose importantes combates.

Información revelada más recientemente da cuenta de la decisión del gobierno de Zelensky de trasladar cientos de miles de personas residentes en el Donbás hacia otras localidades al interior del territorio ucraniano ante el avance de las tropas rusas.

La estrategia rusa aparenta ir dirigida a controlar territorio ucraniano cerrando accesos terrestres a dicho país al Mar Negro y el Mar de Azov, estableciendo un fuerte control sobre los alrededores de la Península de Crimea; la destrucción de la infraestructura militar de Ucrania; y la reconquista de la región del Donbás asegurando la independencia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk. Estos objetivos, en adición a las “desnazificación” de Ucrania, son los que en un inicio el gobierno ruso definió como sus objetivos militares en esta guerra.

Datos ofrecidos en la página electrónica Sputnik al cierre del mes de julio de 2022 detallan la destrucción por parte de la Federación Rusa de equipos e infraestructura militar por parte de Ucrania en el curso de esta operación militar: 16 aeródromos; 361 sistemas de defensa áerea S-300, Buck M01 y OSA; 4,200 tanques; 3,223 cañones de artillería de campaña y morteros; 774 lanza cohetes múltiples; 261 aviones; 145 helicópteros; 1,654 drones; y 4,664 unidades vehiculares. Igualmente se señala la eliminación de las unidades navales ucranianas y un indeterminado número de bajas. En los anteriores datos no se incluye el impacto y destrucción generado por los combates en términos de infraestructura civil.

Por su parte, a pesar del impacto tenido por Ucrania en este conflicto, también aunque en menor escala, el componente militar de la Federación Rusa y de las milicias de las repúblicas secesionistas en el Donbás han tenido importantes pérdidas. Se indica que parte de los llamados éxitos de las tropas ucranianas ha sido el resultado de la entrega de armamentos modernos por parte de los Estados Unidos, países de la Unión Europea y la OTAN, el apoyo en materia de inteligencia, participación de asesores y la facilitación de tecnologías desde occidente, contribuyendo a importantes contragolpes a las fuerzas armadas rusas.

La guerra ha estado permeada por otra guerra subyacente, la del control de los medios de comunicación en las cuales en occidente, la prensa estadounidense y los medios sociales de comunicación han copado en la información que se nos transmite. La guerra también ha traído a la discusión el discurso el cuestionamiento de si la misma es una librada entre Ucrania y la Federación Rusa; cuando la realidad es que es una guerra librada entre la Unión Europea, los Estados Unidos y la OTAN frente a la Federación Rusa. Se trata de una guerra que se libra en suelo ucraniano donde estos países occidentales han puesto a disposición de Ucrania, solamente en ayuda militar casi el doble del presupuesto total de Ucrania en un breve período de 4 meses.

Esta guerra también se libra en el plano de las sanciones económicas impuestas por occidente a la Federación Rusa que sobrepasan aquellas impuestas a los largo de los años a países como la República Islámica de Irán, la República Popular Democrática de Corea, la República Árabe de Siria, la República Bolivariana de Venezuela o la República de Cuba.

Señala Sputnik, citando del artículo publicado el 30 de julio de 2022 por Simon Jenkins en el periódico The Guardian, que “la guerra económica contra Rusia es ineficaz”, y tiene consecuencias negativas para quienes imponen a dicho país las sanciones. Considera el autor que se trata de “la política más contraproducente de las historia internacional reciente.” Señala Jenkins que como resultado de estas sanciones las “precios mundiales de la energía se disparan, las inflación aumenta, las cadenas de suministro se interrumpen y millones de personas se quedan sin gasolina, alimentos y fertilizantes.”

Tomando como base la realidad del Reino Unido de la Gran Bretaña, el autos señala que se anticipa que la factura de gas en este país se triplique para este año. El mismo efecto en el incremento en el costo de la vida se espera pase en otros países, principalmente aquellos que dependen del petróleo y  gas natural que antes se proveía desde la Federación Rusa, particularmente de cara al próximo invierno.

Se trata, además, de una guerra en la cual occidente y en particular los Estados Unidos, subvencionando la prolongación del conflicto, aspira a debilitar económica y militarmente a la Federación Rusa como parte del diseño estratégico de evitar una integración económica y militar entre la Federación Rusa y la República Popular China como parte del futuro enfrentamiento proyectado por este país frente al gigante asiático. 

Estas y no otras son las interrogantes que debemos hacernos del por qué, lejos de avanzar las negociaciones para un acuerdo de paz o un alto al fuego en el conflicto, lo que vemos día a día es la prolongación del mismo.

Intervención o invasión: ¿qué nos dice el derecho internacional?

La Carta de las Naciones Unidas crea el “Consejo de Seguridad” del cual forman parte como miembros permanentes los Estados Unidos, la Federación Rusa, la República Popular China, el Reino Unido de la Gran Bretaña y Francia. Cada uno de los miembros permanentes tiene del derecho al veto sobre cualquier propuesta que se presente ante dicho organismo. De acuerdo con el Artículo 39 de la Carta de las Naciones Unidas le corresponde a dicho Consejo determinar la existencia de amenazas o quebrantamientos a la paz; identificar actos de agresión y establecer recomendaciones; o decidir medidas a tomar. Entre las medidas que contempla el Artículo 41 se incluyen aquellas que no impliquen uso de fuerza armada; mientras el Artículo 42 incluye medidas armadas por parte de fuerzas aéreas, navales o terrestres que entienda el Consejo necesarias. La planificación y ejecución de las medidas armadas las determina el Comité de Estado Mayor integrado por los Jefes de Estado Mayor de los miembros permanentes.

De cardinal importancia es el Artículo 51. En él se contempla que ninguna disposición de la Carta menoscabará el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado contra un Miembro de las Naciones Unidas hasta tanto el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y seguridad internacionales.

La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el día 14 de diciembre de 1974 la Resolución 3314 (XXIX). En virtud de ésta definió lo que constituye una “agresión”, estableciendo que es el “uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de otro Estado, o en cualquier otra forma incompatible con la Carta de las Naciones Unidas…”

En su Artículo 2 la Resolución indica que “el uso de la fuerza armada por parte de un Estado en contravención de la Carta, será prueba prima facie de un acto de agresión, aunque el Consejo de Seguridad puede concluir, de conformidad con la Carta, que la determinación de que se ha cometido un acto de agresión no estaría justificada a la luz de otras circunstancias pertinentes, incluido el hecho de que los actos de que se trata o sus consecuencias no son de suficiente gravedad.”

En su Artículo 3 el documento enumera los siguientes actos, independientemente se haya declarado o no un guerra, como actos de agresión: 

(a) invasión, ataque u ocupación  militar por las Fuerzas Armadas al territorio de un Estado por otro y toda anexión mediante el uso de la fuerza; (b) el bombardeo o empleo de armas al territorio de otro Estado; (c) el bloqueo de puertos o las costas de otro país; (d) el ataque por las fuerzas armadas de un Estado contra las fuerzas armadas de otro Estado o contra su flota mercante o aérea; (e) la utilización de fuerzas armadas de un Estado que se encuentra en el territorio de otro Estado con el acuerdo del Estado receptor, en violación de las condiciones establecidas en el acuerdo o la prolongación de su presencia después  de terminado el acuerdo; (f) la acción de un Estado que permite en su territorio que otro Estado lo utilice para llevar a cabo actos de agresión a otro Estado; y (g) el envío por un Estado, o en su nombre, de bandas armadas, grupos irregulares o mercenarios que lleven a cabo actos de fuerza armada contra otro Estado de tal gravedad que sean equiparables a los actos antes enumerados, o su sustancial participación en dichos actos; y (h) otros similares.

El Artículo 5 por su parte indica que ninguna consideración podrá servir de justificación a una agresión; que la agresión es un crimen contra la paz internacional; que una agresión genera responsabilidad; y que ninguna adquisición territorial o ventaja especial que resulte de una agresión es lícita ni será reconocida como tal.

El Artículo 7 indica que nada de lo antes indicado “podrá perjudicar en forma alguna el derecho a la libre determinación, la libertad y la independencia…”

Esta Resolución ha sido objeto de discusión por algunos estudiosos del derecho internacional en lo relacionado con el uso de la fuerza armada por parte de los Estados.

Raquel Reguero Dubre, en su ensayo titulado La legítima defensa en el Derecho Internacional, publicado por el Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado, UNED (2012), nos dice que existen dos posiciones claramente enfrentadas en cuanto a la naturaleza del derecho de legítima defensa, que parten ambas de cierto enfoque en cuanto a “los límites del principio de prohibición del uso de la fuerza en Derecho Internacional.”

El Planteamiento Extensivo defiende el principio del derecho a la legítima defensa más allá del derecho a responder a un ataque armado sobre el territorio al hablar del “derecho inmanente de legítima defensa. Señala que al momento de aprobarse la Carta de las Naciones Unidas, bajo el derecho consuetudinario, se aceptaba la protección de los nacionales en el extranjero y la legítima defensa preventiva frente a un peligro o ataque inminente. Bajo el Planteamiento Restrictivo, la legítima defensa sólo procede en casos de un ataque armado como una excepción, estableciendo que el objetivo de la Carta de las Naciones Unidas fue dejar en manos del Consejo de Seguridad el uso de la fuerza armada.

Señala que “…autorizar mediante una norma jurídica el uso de la fuerza en defensa propia sólo tiene sentido si se prohíbe ese uso”. Indica, además, que “… la legítima defensa debe considerarse como causa excepcional de exclusión de la ilicitud de un comportamiento no conforme a una obligación general de no recurrir a la fuerza y, como tal, no tendría sentido concebir su aplicación en un sistema de derecho en el que no existiera tal obligación.” Menciona la autora que “…la Corte Internacional de Justicia, en el asunto Activites militaries el paramilitaries au Nicaragua et contra celui ci, (1986), excluyó la “defensa preventiva.”

Sin embargo, también nos señala que en el Informe el Grupo de Alto Nivel sobre las Amenazas, los Desafíos y el Cambio, sedeclara que el Estado que se vea amenazado pueda recurrir a la acción militar siempre que “la amenaza  de agresión sea inminente, no haya otro medio para impedirla y la acción sea proporcional”. Aunque deja la puerta abierta a la legítima defensa en caso de la inminencia de un ataque, el Grupo  rechaza que se pueda recurrir a las armas, sin una Resolución que lo autorice por parte del Consejo de Seguridad. El razonamiento utilizado es “prevenir que una amenaza no sea inminente ni próxima, por ejemplo en caso de adquisición con un propósito presuntamente hostil, de la capacidad necesaria para la fabricación de armas nucleares.”

Así las cosas, la autora nos indica que se rechaza el uso de la defensa preventiva para justificar atacar a otros Estados “basándose en simples suposiciones o sospechas de que puedan producirse agresiones de su parte en el futuro o en la percepción de que determinadas circunstancias, entre ellas el desarrollo de ciertos programa armamentísticos o el acopio de armas de destrucción”, justifiquen tal ataque preventivo.

Señala en el ensayo que existe una diferencia entre “preventive attack” y “preventive war”. El primero supone, “una respuesta lícita a una agresión que está a punto de llevarse a cabo”; el segundo, “implica un ataque ilícito no provocado por una agresión actual o inminente y está basado en la mera apreciación subjetiva por parte del Estado que ataca de amenazas potenciales. En el primer caso, “el test del ataque armado o del Artículo 51 de la Carta se cumpliría en aquellos casos en que el ataque esté preparándose o, en otras palabras, sea inminente, existiendo certeza sobre su desencadenamiento, a condición de que satisfagan los requisitos de necesidad y proporcionalidad …” 

Finalmente, indica que la doctrina de un ataque preventivo “no admite que existe un derecho de legítima defensa frente a amenazas no cristalizadas.”

El argumento de “guerra preventiva” o “ataque preventivo” en el presente contexto no es una invención rusa. De hecho, en más de una ocasión ha sido invocado por el gobierno de los Estados Unidos como parte de su guerra contra el terrorismo; o como parte de sus intervenciones en búsqueda en otros países de las llamadas armas de destrucción masiva; o bajo supuestos donde se invoca la seguridad nacional de dicho país. En el ejercicio de la “guerra preventiva” o del “ataque preventivo” impulsadas por los Estados Unidos, también se han hecho eco de ella, con su activa participación y complicidad, países de la Unión Europea y de la Alianza Atlántica de la OTAN. De ahí que resulte contradictorio para estos países criticar a la Federación Rusa por sus acciones en Ucrania. 

Los Estados Unidos han intentado promover en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU una resolución contra la Federación Rusa si éxito, ello debido al veto por parte de la este país y la ausencia de apoyo por parte de la República Popular China. Sin embargo, a nivel de la Asamblea General de la ONU si ha prosperado una Resolución de rechazo a la intervención rusa en Ucrania.

Como puede verse, en el caso de la operación militar rusa en Ucrania, el tema de si se justificó o no una invasión del territorio ucraniano en las presentes circunstancias, puede ser objeto de un intenso debate donde basado en el mismo derecho internacional y las doctrinas sobre seguridad colectiva invocadas por cada país, pudiera llegarse a conclusiones distintas. 

Otro plano de la discusión es el derecho a la autodeterminación invocado por Ucrania respecto a la Federación Rusa optando por su independencia; y el por qué ese mismo derecho no deba aplicarse al analizar de la falta de reconocimiento por parte de Ucrania en los casos del reclamo de autodeterminación de la población en la península de Crimea, o de las repúblicas de Donetsk y Lugansk en la región este conocida como el Donbás.

Conclusión

Como todo conflicto militar, las guerras no suelen ser eternas, son conflictos temporales que tarde o temprano terminan en la mesa de negociación. A la fecha en que se escribe este ensayo, las consecuencias de la operación militar ofensiva de la Federación Rusa frente a la operación militar defensiva ucraniana ha dejado a grandes porciones de este país en un estado caótico. Miles de estructuras residenciales, carretas, puentes, redes ferroviarias, aeropuertos, escuelas, centros hospitalarios y centros comerciales; instalaciones eléctricas y plantas productoras de gas entre otros elementos básicos de la infraestructura del país han sido destruidas o seriamente afectadas. 

Se cuentan en decenas de miles los muertos y heridos de ambos lados en la contienda entre el personal militar y civil, con un total de más de 7 millones de personas desplazadas o refugiadas.

La continua inyección por parte de occidente de más armamento y préstamos para financiar a Ucrania en la guerra prolonga el conflicto. Mientras más prolongación haya en la guerra, mayores complicaciones habrá para cualquier proceso de negociación entre las partes. Al presente, luego de cinco meses de intensos combates y de haber ocupado importantes porciones del territorio ucraniano, particularmente el Donbás y los accesos al Mar Negro, es poco probable que la Federación Rusa renuncie al terreno ganado en la guerra. De hecho, tal parecería que el avance de tropas rusas de desarrollará hasta la captura del puerto de Odessa, con lo que estaría finalmente cerrado el acceso de Ucrania al Mar Negro. Sin embargo, aún es posible el diseño de alguna salida que permita al menos un armisticio,  o como se ha indicado por algunos, la “salida coreana” ante la poca posibilidad de un acuerdo de paz definitivo.

La prolongación de la guerra también abre otros escenarios que incluyen la extensión de la misma hacia otras regiones. Tal es el caso reciente de la situación que presenta Kaliningrado. Se trata de una porción de territorio de unos 15,100 kilómetros cuadrados en la desembocadura del Río Pregel, que lleva su cauce de agua hacia el Lago Vístula, el cual a su vez desemboca en al Mar Báltico. Este enclave ruso fue objeto de conquista y ocupación por el Ejército Rojo al final de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces ha permanecido formando parte, primero de la Unión Soviética, y tras su disolución, de la Federación Rusa. 

Kaliningrado es un territorio ruso entre Polonia y Lituania

Kaliningrado es un territorio discontinuo del resto de la Federación Rusa.  Es lo que se conoce como un “oblast”, o territorio administrativo. Este enclave, con una población aproximada de poco menos de un millón de habitantes, hace frontera al norte y este con Lituania y el Mar Báltico y al sur con Polonia. Lituania, a su vez, comparte fronteras, al norte con Letonia (Latvia), al este con Bielorrusia (Belarus) y al sur con Polonia. 

Desde el 18 de junio, Lituania, que forma parte de la OTAN, ha impuesto sobre Kaliningrado un bloqueo económico impidiendo el tránsito de productos y mercancías desde y hacia la Federación Rusa. Con el Bloqueo ha impactado el 50% del tráfico comercial hacia dicho enclave ruso. El gobierno de la Federación Rusa ha señalado que la decisión lituana conllevará fuertes represalias, incluso ha sugerido que éstas podrían ir más allá de una mera respuesta económica. 

La distancia entre Kaliningrado y Moscú es de 1,092 kilómetros. A pesar de la distancia, el enclave de Kaliningrado es parte de la zona de seguridad de la Federación Rusa, estando allí localizada la sede de su Flota del Mar Báltico. 

Una medida económica que impactaría severamente a Lituania sería el cierre del transporte por tren por parte de la Federación Rusa dicho territorio y el cierre del acceso al gas y petróleo ruso. El gobierno lituano indica que su postura ha sido en cumplimiento de las sanciones económicas dictadas por la Unión Europea a Rusia como resultado de un invasión a Ucrania. Rusia por su parte ubica la mano de los Estados Unidos detrás de las medidas adoptadas por el gobierno lituano.

Esperamos que el presente conflicto, como también la guerra en Ucrania no escale más del nivel al cual ha llegado y que la solución del enfrentamiento entre Ucrania y Rusia, se alcance en una salida negociada en la mesa de negociación que atienda, no solo los reclamos de seguridad rusa, lo concerniente al derecho a la libre determinación de la región del Donbás y Crimea, sino también, los intereses del pueblo ucraniano a una paz duradera y la reconstrucción de su país.