Aunque los dirigentes de la Organización Mundial del Comercio (OMC) desbordaron de euforia por los resultados de su reciente Conferencia Ministerial de Ginebra, La Vía Campesina Internacional los consideró “opacos y decepcionantes”.
Luego de cinco días de negociaciones (12 a 17 de junio) entre los representantes de 164 Estados que participaron en la 12ª Conferencia Ministerial de la OMC, sus portavoces hablaron de “acuerdos sin precedentes”. Se refirieron, concretamente, a las patentes de las vacunas contra el COVID-19, a la seguridad alimentaria y a las normas que regulan la pesca.
Esta Conferencia “confirma la importancia histórica del sistema comercial multilateral”, enfatizó Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la OMC, al cerrar la maratón de discusiones que se extendieron 48 horas más de lo previsto con el objetivo de alcanzar consensos mínimos.
Detrás de dichos consensos se jugaba la credibilidad misma –de por sí fuertemente cuestionada– de este organismo que hacía ya cinco años que no lograba reunirse presencialmente desde la conferencia de diciembre de 2017 en Buenos Aires y que hacía una década no lograba alcanzar ningún tipo de acuerdo.
Por su parte La Vía Campesina, el movimiento rural más importante a nivel internacional, evalúa que la OMC ha vacilado respecto a los asuntos más acuciantes para los productores rurales y urbanos de alimentos de pequeña escala a nivel mundial. En su comunicado del 20 de junio dice que “el Paquete de Ginebra no aborda las múltiples crisis de inflación, aumentos de precios, hambre, y calentamiento global” .
Ambiente de protesta
El sábado 11 de junio, un día antes de iniciarse el cónclave de Ginebra, centenares de manifestantes se volcaron a las calles de la ciudad para exigir la anulación de las normas sobre la agricultura que rigen en la actualidad.
La Vía Campesina y otras organizaciones internacionales lanzaron la invitación a la protesta a fines de abril. Bajo la consigna: “¡El libre comercio es hambre! ¡OMC fuera de la agricultura!”, dicha organización convocó también a todos sus miembros y aliados a organizar reuniones públicas, conferencias y manifestaciones entre el 10 y el 15 de junio a fin de “exponer el impacto de los Tratados de Libre Comercio y las políticas de la OMC sobre los pequeños productores de alimentos tanto rurales como urbanos”.
Para este movimiento rural, en la actual coyuntura mundial marcada por la pandemia, por los efectos visibles del calentamiento global en la agricultura y por la guerra en Ucrania, “está claro que hacer que la seguridad alimentaria de la gente dependa del comercio internacional y de las empresas transnacionales es un crimen”. Esto debe terminar, subrayó, e insistió en que la OMC no debe controlar la agricultura. Por el contrario, la Soberanía Alimentaria debe ser la base de las políticas agrícolas y alimentarias en cada país y a nivel internacional.
Para el movimiento rural internacional, la OMC intenta imponer su hegemonía en un mundo azotado por la desigualdad, el hambre, la pobreza extrema, las guerras y una pandemia única en el siglo. Y por eso es fundamental “movilizarse para denunciar a esta organización y defender la Soberanía Alimentaria de los pueblos”.
Sin la autorización policial necesaria para realizar la protesta frente a la sede de la Organización Mundial del Comercio, la manifestación del 11 de junio optó por recorrer las calles de Ginebra, intercalando en distintos puntos del trayecto discursos de dirigentes campesinos que llegaron desde los diversos continentes.
Mirada crítica de la sociedad civil
Diferentes voces de la sociedad civil internacional salieron al cruce de las declaraciones eufóricas de la OMC que las agencias internacionales de noticias amplificaron unilateralmente sin darles la palabra a los movimientos sociales.
Isolda Agazzi, experta en comercio internacional en el seno de la plataforma suiza Alianza Sur, fue contundente al evaluar la cumbre de la OMC: “aprobó una decisión insustancial sobre el COVID 19. Tampoco encontró una solución permanente para el almacenamiento obligatorio de los alimentos”. Y subrayó que el organismo, “no propone soluciones viables ni para la crisis sanitaria ni para la crisis alimentaria que azotan a nuestro planeta. Como suele suceder en tales negociaciones, las resoluciones solo se aprobaron porque representan un compromiso; nadie está realmente contento con eso”.
Según Agazzi, cuya plataforma reúne a las principales ONG helvéticas de cooperación, los acuerdos alcanzados sobre COVID-19 en la Cumbre están muy lejos de la propuesta que India y Sudáfrica habían presentado en octubre de 2020, para democratizar y descentralizar la producción de las vacunas y los medicamentos anti-COVID-19 hacia países del Sur.
Dicha propuesta requería una suspensión temporal de todos los derechos exclusivos de propiedad intelectual (patentes, secretos comerciales y datos) sobre vacunas, medicamentos y pruebas del coronavirus, que debería facilitar su fabricación y comercialización en los países en desarrollo y beneficiar así las poblaciones menos protegidas ante la pandemia.
Muy rápidamente, la iniciativa de India-Sudáfrica contó con el apoyo de un centenar de países y ONG de todo el mundo. Pero desde un primer momento, Suiza y el Reino Unido, entre otras naciones desarrolladas, se opusieron radicalmente para proteger los intereses de las grandes transnacionales farmacéuticas que tienen sus sedes en países del Norte.
La decisión adoptada en la reciente Cumbre de Ginebra, explica Agazzi, simplemente repite las disposiciones vigentes de la OMC. En particular, existe la posibilidad de que los países en desarrollo elegibles o designados puedan comercializar medicamentos genéricos a pesar de la protección de las patentes a través de un mecanismo denominado “licencias obligatorias”.
Sin embargo, este acuerdo no contribuye a fortalecer las capacidades productivas locales. De hecho, no tiene sentido revocar patentes sin revelar los secretos de producción y sin transferir tecnología y conocimientos. Por otra parte, dicho mecanismo de “licencias obligatorias” es complicado y requiere mucho tiempo para su implementación. Prueba de ello es que, aunque entró en vigencia en 2001, se ha utilizado solo excepcionalmente.
Según Agazzi, las ONG, incluida Alianza Sur, hubieran preferido que no se llegara a ningún acuerdo pues éste es un mal acuerdo. En ese escenario, los Estados miembros de la OMC hubieran estado obligados a empezar a tratar de encontrar una solución multilateral satisfactoria para la producción de las vacunas y los medicamentos anti-COVID en ciertos países del Sur.
Sin respuestas de fondo a la crisis alimentaria
En cuanto al acuerdo sobre el acopio de alimentos para contrarrestar la crisis alimentaria mundial — como consecuencia del conflicto Ucrania-Rusia y el drama climático–, los movimientos sociales consideran que la Cumbre de Ginebra no adoptó la medida clave que les hubiera permitido a los países en desarrollo aumentar realmente su capacidad de producción.
Esta solución duradera exigiría una revisión del tratado sobre agricultura de la OMC que las principales naciones industrializadas no quieren enmendar. Una revisión de esta envergadura supondría que la OMC modificara sus normas sobre agricultura para permitir que los países en desarrollo apoyen (subsidien) a sus propios productores y consumidores pobres, como lo han hecho durante mucho tiempo los países desarrollados.
Varias naciones enriquecidas, como los Estados Unidos, bloquearon cualquier posibilidad de ir al fondo del problema, en parte debido a su temor que India y otras naciones del Sur pudieran exportar sus granos subvencionados. Tampoco aceptaron buscar una opción temporal de transición que tuviera vigencia hasta que se encontrara, en el futuro, una solución permanente a la crisis alimentaria.
Lejos de acuerdos estratégicos esenciales para los países en desarrollo, en Ginebra se aprobaron dos documentos. Uno de ellos es la Declaración Ministerial sobre la Respuesta de Emergencia a la Inseguridad Alimentaria, el cual subraya la importancia de “no imponer prohibiciones o restricciones a la exportación” contrarias a las normas de la OMC.
El segundo documento, protege las compras de alimentos por parte del Programa Mundial de Alimentos (PMA), exceptuándolo de las restricciones que podrían imponer algunos países. En vista de la ayuda humanitaria en situación de crisis que presta el PMA –agravada por el fuerte aumento de los niveles de hambre en el mundo–, la OMC les pide a sus Estados miembros que no impongan “prohibiciones o restricciones a la exportación de productos alimenticios adquiridos por el PMA con fines humanitarios, no comerciales“.
Al evaluar la Cumbre Ministerial de Ginebra, el Centro Europa-Tercer Mundo, (CETIM), considera que “la toma de decisiones sobre la seguridad alimentaria se ha pospuesto indefinidamente, ya que para algunos Estados poderosos la prioridad es defender a toda costa los intereses particulares de la agroindustria y promover la liberalización del mercado agrícola”.
Para esta asociación con sede en Ginebra y que es una de las voces más reconocidas a nivel mundial en el tema de las negociaciones sobre comercio, “los graves problemas que plantea la agricultura industrial altamente mecanizada son bien conocidos: contaminación de las tierras y los cursos de agua, avance de la desertificación, grandes monocultivos para la exportación, disminución de la calidad nutricional de los alimentos, despilfarro de alimentos y recursos naturales, precios elevados de los alimentos, éxodo rural, entre otros”.
El CETIM enfatiza que a pesar de los graves problemas que plantea la agricultura industrial, algunos Estados poderosos (con Estados Unidos a la cabeza) siguen impulsando la liberalización total del sector agroalimentario en el seno de la OMC. Su principal argumento: ¡fomentar la competencia! Y concluye que: “como todos sabemos, las normas de la OMC están adaptadas a los intereses de las empresas transnacionales. Poner a los pequeños y medianos agricultores familiares en competencia con las empresas multimillonarias significa condenarlos a muerte”.
La Vía Campesina, por su parte, anunció que en los próximos días va a publicar un balance detallado sobre la 12ª Cumbre Ministerial de la OMC. Y anticipa que en el mismo va a analizar cómo el Paquete de Ginebra 2022, que la OMC presenta como un éxito histórico, “es solamente un intento por salvar la Organización Mundial del Comercio de su extinción”.