Salvador Allende y la medicina social (26 de junio 1908 – 11 de septiembre 1973)

Mercaderes de la Salud, vueltos ministros circunstanciales y voceros estadísticos de la muerte, ¿habrán conocido y leído esta memoria de grado que parece escrita hoy por la mano lúcida y elocuente de nuestro inolvidable compañero Salvador Allende?

Para “recibirse” hay que escribir una “Tesis”. Así, con todas sus letras. Otra forma de devaluar una secuencia pedagógica que muy pocos logran convertir en un texto digno de interés. Fue el caso de la Tesis de Salvador Allende, que aun hoy despierta no solo el interés del sector médico, sino también el de los politólogos, historiadores, sociólogos y, porqué no decirlo, de muchos ciudadanos de a pie. Conmemoramos el 112 aniversario del nacimiento del único gran presidente que ha tenido nuestro vapuleado país. Edmundo Moure recuerda esta obra de Salvador Allende.[Nota de Politika]

Es difícil escribir sobre ese gran estadista, político socialista y médico, hombre integral que fuera –y seguirá siendo en la memoria de su pueblo- Salvador Allende Gossens. Sí, porque su figura rebasa el pleno alcance de las palabras, por una parte; y, por otra, se ha escrito y se escribe muchísimo sobre su figura, no _siempre de modo sustancial –hay que decirlo- sino apelando a tópicos recurridos o a los numerosos clichés con que se le recuerda, sea de parte de sus entusiastas admiradores o de sus cerriles opositores, y aun enfermizos enemigos.

En medio de este desastre sanitario y socioeconómico a que nos ha conducido el actual gobierno neoliberal que administra nuestra versión de “capitalismo salvaje”, de la mano de la casta política autoseñalada como “Izquierda”, resurge y se agita, sin que se vislumbre cambios estructurales, la grave y urgente cuestión de optar por la Medicina Social, desarticulando y sustituyendo el pingüe negocio de la “salud privada”, enquistado en nuestra sociedad como un sistema que involucra las políticas estatales de salubridad, a través de una perversa red en donde el Estado avala y sostiene aberraciones tales como las Isapres y las clínicas-hoteles, subsidiando, incluso, recintos hospitalarios de instituciones poderosas, exclusivas y discriminatorias que ahondan la fractura de clases y privilegios.

Sí, amiga lectora, amigo lector, recordemos la extraordinaria faceta del Doctor Allende como médico social. ¿Podría haber hoy algo más vigente en esta nación gris, acuartelada y temerosa en la que vivimos?

Joan Garcés (1944), Licenciado en Derecho por la Universidad complutense de Madrid, escritor y ensayista español, apunta, en el prólogo de la reedición de la “Tesis para optar al título de Médico Cirujano de la Universidad de Chile”, del año 1933, memoria de grado de Salvador Allende Gossens, lo que a continuación extractamos:

“La lectura del texto íntegro de la inédita memoria universitaria de Salvador Allende G., de 156 páginas en su original mecanografiado, da a conocer un eslabón adicional de la coherencia que caracteriza el pensamiento y las obras de su autor: humanismo, progreso social y cultural, desarrollo de la democracia política y económica”.

Y más adelante, afirma Joan Garcés:

“Siendo Ministro de Salubridad en el Gobierno del Frente Popular (1938), presidido por don Pedro Aguirre Cerda, el Doctor Allende Gossens puso en práctica innovadoras políticas de salud, de larga proyección en el tiempo. En la entrevista que le hiciera el diario La Nación, el jueves 16 de noviembre de 1939…, emerge la prioridad que Allende concede a los servicios de atención a las madres, en particular a las solteras; a los niños; a la escolarización obligatoria; a la higiene en la vivienda; a la lucha contra las enfermedades venéreas, el alcohol y la drogadicción. Preocupaciones que se tradujeron en realizaciones concretas durante su Ministerio y, después, en las numerosas iniciativas legislativas que presentó desde su escaño en el Senado, hasta 1970, y desde la Presidencia de la República, hasta 1973”.

Y cuando era Ministro de Salud (Salubridad), en el gobierno de don Pedro Aguirre Cerda, salvador Allende publicó un libro cuya esencia permanece hasta el día de hoy, aun cuando las cifras que contiene estén desfasadas por el gran crecimiento poblacional que ha experimentado Chile. Pero la base filosófica es la misma, la búsqueda de un sistema de salud que supere las odiosas barreras de la discriminación económica y social.

Han transcurrido 87 años de aquella memoria de título del entonces joven doctor Salvador Allende, 81 de la publicación de La Realidad Médico-Social Chilena, en cuyas páginas volvemos a leer y escuchar lo que se vuelve de plena atingencia hoy:

El hombre en sociedad, no es un ente abstracto: nace, se desarrolla, vive, trabaja, se reproduce, enferma y muere, en sujeción estricta al ambiente que lo rodea, cuyas diferentes modalidades originan modos de reaccionar diversos, frente a los agentes productores de enfermedades.

Esta condición-ambiente está determinada por el salario, alimentación, vivienda, vestuario, cultura y demás factores concretos y actuantes; orienta el análisis de nuestros problemas médicos y preside el programa de este Ministerio.

Examinemos ahora, a la luz de la estadística, los relieves y frecuencias de los grandes problemas médicos chilenos y los índices de morbidad y mortalidad más relevantes, de modo que podamos obtener su jerarquización en la relación con su rol en la producción de nuestras cifras de morbidad y mortalidad.

La Doctora Beatriz Bueno Espíndola, Presidenta –entonces- de la Sociedad de Administradores en Atención Médica y Hospitalaria, publica, en la edición de enero-marzo de 1999, un certero comentario de esta obra del Doctor Salvador Allende, como Reflexiones a 60 años de su Publicación. Extraemos tres de los párrafos más significativos del artículo:

“…En el extenso análisis de la realidad médico-social de aquella época podemos apreciar cómo el análisis de la situación de salud se convierte en uno de los campos donde la Salud Pública puede y debe jugar un rol preponderante, ya que permite la identificación precisa y oportuna de los sectores de la población más afectados, las causas y la naturaleza de los riesgos que pueden observarse en una población, constituyendo por lo tanto un elemento esencial y fundamental para la toma de decisiones y para evaluar el impacto de esas decisiones.

“En esta mirada de la Situación de Salud nos muestra, a través del análisis de la clase trabajadora, como el estudio de las desigualdades pasa a ser un componente básico de los análisis de situación de salud, ya que, sin lugar a dudas, la equidad es y debe seguir siendo uno de los valores fundamentales de las intervenciones de la Salud Pública, y que además debiera ser un componente esencial de las políticas sociales, con el objetivo de lograr la integración de toda la población al desarrollo económico, abriendo así nuevas oportunidades y aprovechando las capacidades, potencialidades y esfuerzos de cada persona y de su familia.

“En resumen, reiterando la valiosa contribución y los aportes que realizó el Doctor Salvador Allende a la Salud Pública de nuestro país, el Documento de la Realidad Médico-Social Chilena 1939 es un llamado a la Creatividad y a la Innovación, y a enfrentar en conjunto, con una mirada de País y con una Política de Estado, los problemas y desafíos que debe enfrentar nuestro sector, de cara al próximo milenio, con participación activa de todos los actores, tanto del Sector Público como Privado, sin distingos políticos ni ideológicos, teniendo como base que el principal capital de una Nación son las PERSONAS”.

Sesenta años antes de las acertadas reflexiones de la Doctora Beatriz Bueno, el Doctor Salvador Allende sintetiza, como el político visionario que fue, el meollo de nuestra penosa realidad socioeconómica, cuyos lacerantes conflictos no pudieron ser ni ocultos ni disfrazados por nefastas políticas de Estado, siempre en beneficio de una clase dominante que, en pleno siglo XXI sigue sin entender la evolución de la Historia, atrincherados en sus posesiones, respondiendo a las demandas de las grandes mayorías con falacias publicitarias y creciente represión.

El formidable auge del industrialismo, los progresos de la ciencia, los adelantos realizados dentro del campo de la higiene y de la medicina, los beneficios del acervo cultural, les han estado prácticamente vedados a la gran masa de los chilenos, que es en definitiva la forjadora de la riqueza pública.

Nuestra economía nacional estuvo, hasta hace pocos años, dependiendo exclusivamente de dos o tres productos de exportación, principalmente el salitre y el cobre, que constituyeron las primordiales fuentes de entrada del Estado; industrias extractivas que no han sido explotadas por capitales chilenos ya que siempre han estado en manos de empresas extranjeras y a merced de los intereses del imperialismo económico internacional. Por el contrario, la agricultura y las industrias fabriles se han desarrollado en la rutina y el empirismo, debido a la imprevisión de los regímenes pasados, al sentido conservador de la casi mayoría de los gobernantes del país, y a que el progreso de la técnica no había logrado infiltrarse en grande escala, en las labores del campo y de la industria. Nuestros agricultores continuaron el cultivo de aquellos productos de fácil mercado, que iniciaron los primeros colonos, desaprovechando una gran cantidad de terrenos cultivables, explotando más al hombre que a la tierra, carentes de un sistema Medicina Social.

Mercaderes de la Salud, vueltos ministros circunstanciales y voceros estadísticos de la muerte, ¿habrán conocido y leído esta memoria de grado que parece escrita hoy por la mano lúcida y elocuente de nuestro inolvidable compañero Salvador Allende?

Edmundo Moure, 26 de junio de 2020

Editado por María Piedad Ossaba

Publicado por Politika, 26 de junio de 2020