Reelegido y proclamado el 28 de julio de 2024 con el 52% de los votos por el Consejo Nacional Electoral (CNE) para el periodo 2025-2031, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, fue investido oficialmente el 10 de enero 2025. Esta victoria fue muy cuestionada por la Plataforma de la Unidad Democrática (PUD), la facción radical de la oposición. Según la PUD, su candidato, Edmundo González Urrutia, ganó con más del 67% de los votos.
Cerca o lejos del lugar de los acontecimientos, los ciudadanos, siempre y cuando sean honestos se preguntan quién tiene razón.
Gracias por formularla, es una excelente pregunta.
Las elecciones presidenciales se celebraron al término de las negociaciones entre el gobierno y la derecha radical, reagrupada en el seno de la PUD, que concluyeron en la isla de Barbados el 17 de octubre de 2023. Ese día, con la mediación de Noruega y la participación de representantes de los Países Bajos, Rusia, México, Colombia y Brasil, el acuerdo firmado ha garantizado «la promoción de los derechos políticos y las garantías electorales para todos» de cara a los comicios. El artículo 3-5 establecía que el «proceso electoral pacífico y participativo» se desarrollaría «sin injerencias externas, en el marco del respeto a los ciudadanos, a la autoridad electoral, a los actores políticos, a la Constitución y a las leyes del país».
¿Es habitual que la derecha venezolana cumpla sus compromisos? Algunos piensan que sí, pero en general no. Al anunciar unas semanas antes de las elecciones que no reconocería los resultados anunciados por el CNE (la ya mencionada «autoridad electoral»), sino sólo su propio recuento, violó groseramente el acuerdo que había firmado. Por suerte para ella – «¡Ni visto ni conocido, te estoy confundiendo»– los medios de comunicación no se dieron cuenta de nada En la noche del 28 de julio, la extrema derecha se apresuró a publicar cifras que mostraban su «triunfo» en dos sitios web : «resultadosconvzla.com» y «elecciones2024venezuela.com »! Cifras y actas, supuestamente extraídas de los centros electorales, que no han sido analizadas en su totalidad por ningún organismo internacional razonablemente creíble e imparcial.
Por su parte, el CNE, sorprendido e incapaz de hacer públicas todas las actas oficiales, centro electoral por centro electoral, invocó ser víctima de un pirateo informático. «Muchos observadores consideran que esta hipótesis es poco creíble» (si creemos en la palabra de esos numerosos observadores ) [1]. Los cuales mienten y, lo que es peor, mienten estúpidamente. Reivindicado públicamente por un hacker de renombre conocido como Astra y por los «hacktivistas» de Anonymous, el sabotaje masivo mediante la técnica DDoS (Distributed Denial of Service Attack) ha sido confirmado por NetScout Systems, una prestigiosa empresa, ni cubana, ni rusa, ni iraní, sino estadounidense, versión « United States of America », especializada en ciberseguridad [2]. Una situación paradójica que pone de relieve la doxa en boga en los grandes medios de comunicación: «Si los hechos te demuestran lo contrario o te desagradan, ¡cambia u oculta los hechos!»
Duramente golpeado por las medidas coercitivas unilaterales adoptadas por Estados Unidos, que han costado al país entre 628.000 y 642.000 millones de dólares, según las estimaciones, enfrentado desde principios de 2019 hasta finales de 2022 a un presidente títere -Juan Guaido- y a un gobierno paralelo apoyado a distancia por la Casa Blanca y el Departamento de Estado, enfrentado a múltiples acciones hostiles, algunas de ellas armadas, golpeado en su economía y en sus políticas sociales, el gobierno chavista ya no está para bromas. Ante el requerimiento de Washington y sus vasallos de que demuestre su victoria presentando las famosas actas, ha dicho que no, por considerar que no es «un país bajo tutela».
Al fin y al cabo, ¿los tribunales de inquisición exigieron lo mismo cuando Al Gore fue derrotado por George W. Bush, en condiciones más que dudosas, en el año 2000, en Estados Unidos, cuando Donald Trump impugnó la victoria de Joe Biden en 2020 o cuando el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva triunfó sobre un Jair Bolsonaro que gritaba fraude en 2022? Nadie en la llamada comunidad internacional ha cuestionado las decisiones anunciadas por las autoridades nacionales correspondientes. Y sólo estamos citando aquí los casos más llamativos; puede ser posible extenderse mencionando muchos otros países….
Leopoldo López, María Corina Machado, Juan Guaido: «Pretendían imponer sanciones contra el país. No nos derrotarán» – foto Maurice Lemoine (ML)
Una vez que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) ha confirmado la victoria de Maduro -no impugnada por otros siete candidatos de la derecha más o menos moderada que participaron en las elecciones-, la maquinaria judicial se pone en marcha. Edmundo González, un hombrecillo que parecía un tipo tranquilo y sin malicia, se ha convertido en candidato improvisado para sustituir a la extremista María Corina Machado, a la que se ha considerado legítimamente inelegible debido a sus delitos (como lo es Bolsonaro en Brasil y quizás lo sea mañana Marine Le Pen en Francia). Él se encuentra perseguido por varios cargos: usurpación de funciones, difusión de información falsa, instigación a la insurrección, conspiración y delito informático. Un riesgo que se corre cuando se contribuye a desestabilizar un país.
¡Uy, vaya! ¿Por qué exagerar? Ni valiente ni temerario, el pobre, de tez hinchada, de repente es solo un guiñapo. Al fin y al cabo, prefiere abandonar el país. Se refugia en España. Donde, milagro de las tapas, la paella y los tintos potentes y con cuerpo, de repente vuelve a ser muy audaz.
Hay que decir que, mientras ella permanece en el país «en la clandestinidad» (no olviden nunca esta mención, por favor), su jefa echa mano de todos los medios posibles. A mediados de agosto, impulsada por su ego desmesurado, perdida en sus cálculos, intrigas y comedias, Machado confía al muy receptivo diario madrileño El País que está dispuesta a negociar con el «rrrrrrrégimen». Bastará con que reconozca el triunfo de González, acepte una transición y negocie solo con líderes en los que el país se sienta representado, es decir, ella misma. Entonces se concederán garantías al chavismo y un salvoconducto para Maduro. Que se exilie en Cuba, Rusia, Corea del Norte o en el Ártico (evitando, sin embargo, Groenlandia, puesto que por algunas reivindicaciones recientes), tiene muchas opciones para elegir.
Ante las señales procedentes de la Casa Blanca que confirman un cambio de régimen en Venezuela antes de finales de 2024, Machado va más allá. Convocando una manifestación para el 29 de septiembre, se vanagloria: «Tenemos una estrategia sólida y está funcionando. Dicen que el régimen no cederá, ¡pero vamos a obligarle!»
Sin embargo, como las concentraciones anteriores se habían saldado con una participación que diremos modesta, Machado recomendó para el 29 una nueva forma de manifestación muy ingeniosa: la estrategia del enjambre. Pequeños grupos se reúnen espontáneamente y se separan con la misma rapidez. El resultado está garantizado. El poder se va a ver tan desbordado como impotente. Excepto que hay un fallo en el razonamiento: respetando las instrucciones, los pequeños grupos se reúnen y se dividen tan rápidamente que pasan completamente desapercibidos.
Mientras tanto, el gobierno bolivariano se ocupa seriamente de sus asuntos. A principios de septiembre, con una gorra ofrecida por la más importante de las organizaciones sociales de América Latina, el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil (MST), el presidente Maduro anunció un ambicioso proyecto común: miembros de las Comunas venezolanas y militantes del MST van a cultivar una zona agroecológica de más de 10 000 hectáreas en el estado de Bolívar, en el sur del país, para producir alimentos [3]. Un proyecto que combina internacionalismo, democracia participativa apoyada en el dinamismo de los movimientos sociales y esfuerzos para salir de la dependencia del petróleo a través de la diversificación de la economía.
¡Horrible, espantoso, repugnante!
¿Han trabajado tanto, han trabajado tanto, han sufrido tanto, han embolsado tanto dinero para llegar a esto? Afortunadamente para ellos, González y Machado cuentan con el poderoso apoyo de Javier Milei, Jair Bolsonaro, Sandra Meloni, Álvaro Uribe, Benjamin Netanyahu, Elon Musk y muchas otras personas políticamente opuestas a este tipo de extravagancias. De tal modo, desde Santiago, el presidente Gabriel Boric profiere imprecaciones contra Maduro, acusado de todos los males. El 24 de octubre, a instancias del Partido Popular Europeo (en el Parlamento Europeo, la derecha es mayoritaria), el Parlamento Europeo concede el Premio Sájarov, su máxima distinción «por los derechos humanos», al dueto de la extrema derecha venezolana [4]. Es la segunda vez que la oposición golpista de este país recibe este «prestigioso galardón». La primera vez, en 2017, se le había concedido «a todos los presos políticos», representados, entre otros, por el declarado neonazi Lorent Saleh.
Y como la dicha nunca viene sola, Machado recibe el 6 de diciembre (junto con la opositora Delsa Solórzano [5]) el Premio Bush-Thatcher a la Libertad, promovido por la Unión Democrática Internacional (IDU, por sus siglas en inglés). Una amable organización que reúne a sesenta partidos políticos conservadores y a veces soberanistas de todo el mundo.
Lorent Saleh, Premio Sájarov 2017 (segundo en primer plano ,sentado, por la izquierda): aquí recibiendo clases en la Escuela Superior de Guerra de Colombia, expulsado de ese país por el presidente Juan Manuel Santos en 2014 a raíz de sus actividades ilegales de entrenamiento paramilitar. (RD)
«¡Damned!» ¡Siempre hay alguien que se ofende por algo! No toda la derecha venezolana comparte la voluntad intransigente de González, Machado y sus aliados. Excandidato presidencial contra Hugo Chávez (2012, 44,3 % de los votos) y luego contra Maduro (2013, 49,1 %), inhabilitado para ejercer cargos públicos durante quince años por «irregularidades administrativas» durante su gestión del estado de Miranda (2011-2013), Henrique Capriles creyó oportuno aportar su granito de arena a la ausencia de debate. En una entrevista concedida al sitio web antichavista Tal Cual y publicada el 27 de octubre, considera que al promover una «presidencia paralela» de González se comete un error similar al que alentó la «aventura Guaidó», que no llevó a ninguna parte. Salvo a un desastre económico del que ha sido víctima en primer lugar la población.
Dentro de su partido Primero Justicia (PJ), Capriles está enfrentado con Julio Borges, ex «ministro de Relaciones Exteriores» de Guaido y, desde su confortable exilio, aliado, amigo y cómplice incondicional de la bestia bicéfala (pero con una sola cabeza) «Gonza-chado». En el partido reina, por así decirlo, un ambiente sucio, que puede descontrolarse en cualquier momento. Inevitablemente, las cosas acaban saliendo mal. Capriles delata y no son palabras en vano. ¿Qué pasó, finge preguntar, en las negociaciones de 2017 entre la derecha radical, cuya delegación dirigía Borges, y el Gobierno? En ese momento, el objetivo era establecer las reglas y garantías para las elecciones presidenciales de 2018 (un proceso similar al de Barbados en 2023). El acuerdo estaba a punto de firmarse en Santo Domingo (República Dominicana) cuando, en el último momento, a instancias de Washington y para sorpresa de todos, Borges se negó a rubricarlo – lo que llevó al boicot de la elección por parte de los ultras, al triunfo de Maduro sobre los únicos candidatos de la derecha moderada y a su repudio por parte de la «comunidad euroatlántica» por haber ganado una elección «en la que la oposición no pudo participar».
Capriles interpela públicamente a Borges: «¿Era un plan para que no fuéramos a las elecciones de 2018, porque se estaba gestando el gobierno interino para 2019 [y la autoproclamada presidencia de Guaidó]? Al final, no eres honesto y no le dices a la gente que no crees en las elecciones, sino que crees en otro plan, que tienes otro plan». La declaración, pronunciada por un destacado miembro de la derecha revela lo que los impostores más eminentes que Venezuela haya conocido intentan ocultar desde hace mucho tiempo. Porque el presente a menudo se explica por el pasado.
Por desgracia, lo importante no es lo que querías decir, sino cómo se ha percibido. Concentrados en el arrullo de elogios benévolos y de aliento apenas velados con el que agasajan a González y Machado, los condescendientes aduladores de la «información» prefieren apartar los oídos y los ojos.
Por lo tanto, Edmundo (como lo llaman cariñosamente aquellos que votaron por él) sigue en la cima. «Soy el presidente electo de Venezuela y reemplazaré a Nicolás Maduro el 10 de enero de 2025», afirma en noviembre a la revista francesa Le Point.
Edmundo añade más: «Dejé Venezuela temporalmente. Sabía que volvería en algún momento, y ese momento es el 10 de enero, fecha de la ceremonia de investidura», insiste el 9 de diciembre a preguntas amistosas del diario español El País.
Edmundo saca pecho (tanto como sea posible, no exageremos). Si el ministro del Interior, Diosdado Cabello, mostró en televisión un par de esposas que le tiene destinadas por si acaso pone un pie en el país, Edmundo se mantiene firme y lo dice a los cuatro vientos con cierto desdén: todos los indicadores están en verde (como se dice en Washington), «ellos» no se atreverán a detenerlo.
Edmundo se limita a precisar: para evitar que las autoridades se lo impidan, no revelará en qué fecha y por dónde entrará concretamente en territorio venezolano.
El suspense se vuelve sobrecogedor.
En las redes sociales, «Maricori» (apodo cariñoso de Machado) está preparando el terreno. Aquí la tienen, lanzando un llamamiento a las decenas de decenas de decenas de miles de hombres y mujeres de barrios burgueses, periféricos y populares que se volcarán en procesiones por calles, plazas y avenidas: «Hoy, domingo 1 de diciembre, ya tenemos una primera tarea que cumplir: los venezolanos vamos a elevar nuestro clamor unánime ante la Corte Penal Internacional, donde ya hemos aportado suficientes pruebas para que se haga la justicia» y hacer objeto de desprecio público al «dictador» Maduro.
El éxito es casi rotundo: en Caracas, en la Plaza La Castellana, algo más de un centenar de personas se congregan, encienden velas y sueltan globos al grito de «Libertad a los detenidos» [6]. Más «clandestina» que nunca, Machado no apareció.
No saquemos conclusiones precipitadas del episodio: Machado se toma lo que otros llamarían un golpe del destino con flamante optimismo. Al fin y al cabo, hay cosas en el mundo que van bastante bien: «Les digo, mis valientes venezolanos, que nunca hemos estado tan cerca del triunfo final. Maduro está acorralado. ¡Miren lo que pasó en Siria!». Es tan obvio… A muchos medios les parece tan acertada la comparación entre estas dos «tiranías» que escriben largo y tendido sobre ello.
Para quienes aún tengan dudas, Machado repite que es Edmundo González quien ocupará la silla presidencial el 10 de enero.
El País (Espagne) : « Edmundo González, El Assad et le 10 janvier au Venezuela ».
Cuidado! Tampoco debemos olvidar a Juan Guaido. Desde su exilio en la soleada Florida o en la fría Washington, está deprimido. Sólo hay dos nuevos «luchadores por la libertad», y ya nadie se interesa por él. Así que, en una suave indirecta, pregunta: «¿Volverá Edmundo González a Venezuela? Sí. Lo que estoy diciendo es que será cuando sea seguro, con reconocimiento diplomático, cuando hayamos hablado con los militares, cuando tengamos la fuerza suficiente para volver a las calles [7]…». Como se diría a la « San Ginglin » (une fecha indeterminada y lejana, si es que llega a existir) más concretamente quizás, después de la investidura del «jefe», el gran MAGAloman, que tendrá lugar en Washington el 20 de enero.
A Machado no le importa este golpe bajo. Está proclamando a quien quiera escucharla: «La derrota de Maduro es inminente», la oposición volverá pronto a las calles. González tampoco cede: estará en Venezuela el 10 de enero y, tras acomodarse en el asiento aún caliente de Maduro, nombrará vicepresidenta a «Maricori».
El público se pregunta. O este tipo está delirando, o es un cómico excepcional, o realmente controla la situación. Es que, desde los márgenes del Imperio circula un rumor insistente. Edmundo llegará a algún lugar del territorio nacional, desde donde prestará juramento, acompañado y protegido por un «escudo supuestamente humano»: una tropa de fantoches, conocidos en su día por haber gobernado sus respectivos países, Andrés Pastrana (Colombia), Mario Abdo (Paraguay), Mireya Moscoso y Ernesto Pérez (Panamá), Felipe Calderón y Vicente Fox (México), Jorge Quiroga (Bolivia), Laura Chinchilla (Costa Rica), Jamil Mahuad (Ecuador)… Quienes, desde los elegantes barrios donde residen, no ocultan que preparan activamente esta operación.
¿Quién sabe lo que estos vampiros son capaces de imaginar ? Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, advierte sin rodeos: «Cualquier extranjero que entre en territorio venezolano sin invitación será tratado como invasor y le caerá todo el peso de la ley». Ex jefe de Estado o no ex jefe de Estado…
Se puede derrocar a alguien o desestabilizar un país si no se espera ser atacado. Este ya no es el caso de Venezuela. El 14 de septiembre se interceptaron 400 fusiles procedentes de Orlando (Florida) y ocultos en varios contenedores. Unas armas prohibidas para la venta y de uso exclusivo del ejército de Estados Unidos. Tres estadounidenses (entre ellos un soldado activo), dos españoles y un checo fueron detenidos como sospechosos de participar en una conspiración. Desde entonces, según el ministro del Interior, Diosdado Cabello, habrían sido detenidos ciento veinticinco extranjeros de veinticinco nacionalidades diferentes [8]. Aunque todavía no se han revelado los detalles de los actos delictivos de los que se les acusa (aparte de los presuntos vínculos de estas personas con la banda criminal del Tren de Aragua), no hay nada descabellado en la evocación de operaciones de guerra sucia.
Para quienes lo hayan olvidado, hay una recompensa de 15 millones de dólares por la cabeza del presidente Maduro (que aumentará a 25 millones el 10 de enero de 2025) [9] por parte de los cowboys de la justicia estadounidense. Erik Prince, fundador de la siniestra Compañía Militar Privada (PMC) Blackwater, ha sugerido que si la recompensa aumentara a 100 millones de dólares podría resolver «el problema» y en septiembre lanzó una operación de crowdfunding para recaudar los fondos necesarios para la acción armada en Venezuela.
Si hemos de creer a Iván Simonovis, prófugo de la justicia venezolana y estrecho colaborador de Guaido en sus mejores tiempos, las donaciones se utilizarían para poner en marcha una «estrategia» que llevaría «rápidamente» a la ”libertad» de Venezuela.
¿Rápidamente? En los cuatro meses transcurridos desde que se lanzó esta iniciativa «Ya casi Venezuela », nada se ha materializado, nada se ha anunciado sobre la famosa misión. Tanto es así que decenas de donantes empiezan a pedir explicaciones sobre el uso que se está dando a su dinero. O exigen que se les devuelva. No ha habido suerte. La «lucha por la democracia» no es un camino de rosas. El mercenario estadounidense acaba de anunciar que Bank of America ha cerrado su cuenta bancaria y que no puede recuperar los fondos.
Hay una estafa en el aire, y es muy posible que los generosos opositores hayan sido engañados. Sin duda olvidaron cuando abrieron sus billeteras la enorme corrupción que supuso en 2019 la supuesta llegada de «ayuda humanitaria» desde Colombia y la desenfrenada corrupción que acompaña a la oposición «en el exilio» desde entonces….
Así que hay serias dudas sobre la verdadera naturaleza de esta recaudación de fondos. Pero esto no debe menoscabar el peligro real de una retorcida operación de algún sobornador oficial o privado para intervenir, de una u otra forma, en Venezuela.
¿Edmundo? Alfombras rojas y abrazos. Ha estado por aquí, estará por allá… Una gira internacional le ha llevado a Argentina, a la Casa Rosada, a la motosierra Milei, luego a Uruguay, Panamá (que vigila con ansiedad su canal) y República Dominicana, todos países que no reconocen la victoria de Maduro. Ahora se encuentra en Estados Unidos. Allí, el 10 de enero, se reunió muy brevemente con el declinante Joe Biden e hizo una declaración marcial: «De acuerdo con la Constitución (…) debo asumir el papel de Comandante en Jefe » del ejército el 10 de enero.
Internamente y en las redes sociales, Machado, la Milei venezolana, lanza una andanada de convocatorias a la «manifestación final», un torrente, una marea, un diluvio que tendrá lugar el jueves 9, el «Día D», la víspera de la toma de posesión «ilegal» de Maduro. «Salga, grita, lucha (…) Salgamos llenos de confianza. No podremos cambiar las cosas quedándonos quietos. Maduro no se va a ir solo. La libertad no se vende, no se mendiga (…) se lucha hasta alcanzarla».
Peligros externos, amenaza interna. Este no es momento « Peace and love» -puedes sentir esas cosas-. Aunque desagrade el «gnan-gnan-gnan» de los Osos Cariñosos biempensantes, la investidura de Maduro en la Asamblea Nacional estará protegida por un imponente, perfectamente asumido, despliegue de fuerzas de seguridad.
Nueve de enero: «Aquí vamos a cavar la tumba del fascismo, no hay otro momento, no vamos a esperar a mañana», declara la vicepresidenta Delcy Rodríguez a los dos mil intelectuales y activistas (según los organizadores) llegados de todo el mundo para participar en el Festival Mundial de la Internacional Antifascista. «¡No podemos ser tibios!» Delcy reivindica enérgicamente el «derecho a la legitima defensa» de Venezuela.
«Esta revolución es pacífica, pero no está desarmada» (ML)
Imponente manifestación de apoyo a Maduro. Ante las intimidaciones implícitas y explícitas, el chavismo, en lugar de replegarse y estar a la defensiva, se libra a una demostración de fuerza y ocupa el terreno. Los «sifrinos» [10] se quedan sin habla por lo que ven… Contrariamente a lo habitual, la marea roja desfila por el este de Caracas, a través de los modernos y lujosos edificios de las urbanizaciones pudientes – Altamira, Chacao, Chacaíto – el tradicional corazón geográfico de la oposición. El ambiente entre los manifestantes es festivo y los transeúntes están asombrados. La gente convive y no hay incidentes que lamentar. Los chavistas avanzan en grupos contactos. Cantan, gritan, ríen, eso es todo. Los buhoneros venden sus latas de burbujas azucaradas y sus botellas de agua. Cuadrillas de milicianos, miembros de la sociedad civil de todas las edades y uniformados, reponen fuerzas devorando bocadillos, «arepas» y «empanadas», dispuestos a defender «la patria».
Milicia Bolivariana (ML)
Más al oeste, en la avenida Bolívar, es… ¡el infierno! Para quien no conozca Venezuela, la sorpresa y la paranoia nunca están tan lejos. Pero que no cunda el pánico. No son fascistas ni hordas salvajes. Son miles de «motorizados», motociclistas de barrios populares, que circulan en fila cerrada. Los gases de escape se elevan en el aire ardiente.
Avenida Urdaneta, acordonada por las fuerzas del orden, y hasta el palacio presidencial de Miraflores, la multitud se derrama, se extiende, se agita en todas direcciones. Enormes amplificadores escupen toneladas de decibelios desgarradores. Apretadas como sardinas, las parejas cantan, saltan, bailan y giran. Camisetas, pancartas y lemas muestran todos la misma profesión de fe: mañana «Yo juro con Maduro».
Manifestación chavista del 9 de enero (ML)
El mismo 9 de enero, el «día D» para los opositores. Con grandes pinceladas de palabras mágicas, «Maricori» los convocó. Van a arrasar y, quién sabe, marchar hasta Miraflores, desafiando a las sirenas, la policía, la Guardia Nacional, las cachiporras, las armas, los perros, la dictadura, la tiranía, los «colectivos», el populacho, a tomar el palacio…
Buenos propósitos, flor de un día.
Reunidos en la calle Élice del «municipio» de Chacao, no muy lejos del desfile chavista, no se mueven. Constatación objetiva (fotos y grabaciones como prueba): las cuentas no salen. Pero entonces, realmente no. La tan esperada y anunciada ola no ha respondido.
Cuando aparece, el núcleo duro que la espera aplaude a rabiar a María Corina Machado. No se la había visto en público desde agosto. Luego la emoción se apaga. Cuanto más habla Machado, más desnuda aparece la verdad. «Edmundo vendrá a Venezuela a juramentarse como presidente constitucional de Venezuela en el momento correcto, cuando las condiciones sean las adecuadas». ¿Una sorpresa? No para todos. En un vídeo, filmado frente a una pared blanca, la explicación ya se ha filtrado: «Le he pedido que no lo haga [regresar el 10 de enero] porque su integridad es esencial para la derrota final del régimen y la transición a la democracia, ¡que están muy cerca!»
Confirmación. El propio González envió un mensaje épico en el que afirma que se encuentra en un lugar «muy cercano a Venezuela» y que regresará «en el momento oportuno». Ya no se habla de los prestigiosos y valientes compañeros de viaje que debían participar en su victoriosa expedición. Edmundo se limita a lanzar un enésimo llamamiento a las Fuerzas Armadas: «Como comandante en jefe, ordeno al alto mando que ignore las órdenes ilegales que le dan quienes confiscan el poder y de preparar las condiciones de seguridad para mi toma de posesión». Los chavistas se rien y un gesto de desprecio verbal del ministro de Defensa y comandante en jefe Vladimir Padrino López como única respuesta.
Bueno. ¿Y qué más? Machado se encuentra en una situación inextricable y debe hacerle frente. Ni el más complaciente de los observadores podrá ocultar la realidad. La mayor manifestación democrática de la historia de la humanidad, y tal vez incluso más, ha sido un fracaso estrepitoso. La mayoría de los opositores no se han movilizado. Sus líderes, con un olor a dólar, no han dejado de contarles tonterías sin sentido y sin perspectivas mínimamente verosímiles. Han perdido toda credibilidad.
¿Cómo no perder la cara? ¿Cómo no hundirse en el olvido después de rozar las cimas? ¡No se trata de disminuir la presión sobre la «comunidad internacional»! Comienza uno de esos extravagantes montajes que la oposición venezolana tiene en secreto. Machado se despide en una enorme moto rugiente. Unos minutos más tarde, se emite un comunicado de su movimiento político, Vente Venezuela. ¡Machado ha sido violentamente interceptada por la policía y detenida! Habido disparos. En menos de lo que canta un gallo, confusas, a veces incoherentes, empiezan a circular varias versiones. Hay motivos para preocuparse. Uno de los miembros del equipo de Machado, su motorista, gravemente herido por las fuerzas del orden, ha «desaparecido».
¡Aaaaaah! Dos horas más tarde, a las 17:02, la cuenta X del «Comando ConVzla» publica un segundo comunicado. Buenas noticias, profundo suspiro de alivio. Bajo la presión de todo el planeta, indignado, escandalizado, rebelde, dispuesto a desencadenar una tercera guerra mundial para conseguir su liberación, Machado ha sido liberada…
Sin embargo: durante su secuestro, la policía la obligó a «grabar varios vídeos» y Dios sabe qué más antes de liberarla. Prácticas «odiosas», «infames», «innombrables»… ¿qué otros términos se pueden utilizar? La extrema derecha venezolana está haciendo un escándalo del diablo, la prensa internacional se está haciendo eco del suceso, exaltada.
Como era de esperar, las autoridades negaron cualquier detención. Un régimen autoritario, ciertamente.
Sí, pero… En un planeta en el que todo el mundo filma, graba ahora con su teléfono móvil todos los acontecimientos, no hay imágenes de la detención. Curioso, ¿no? Una hora después de su «liberación», Machado se ve obligada a emitir un mensaje de vídeo (real). Teatralmente oculta bajo una capucha -como Caperucita Gris que acaba de escapar del Gran Malvado Maduro- dice, en tono misterioso de heroína de Telenovela: «Estoy bien, estoy a salvo. Hoy es 9 de enero. Salimos de una concentración maravillosa. Se me cayó […] una carterita azul donde tenía mis pertenencias. Ya estoy bien, a salvo. Y Venezuela será libre! » Al final, esto no confirma, niega ni explica nada. Excepto que está libre, aleluya.
La romántica historia de la «bolsa azul» es un éxito. El debate es interminable y todo lo demás se olvida. ¿Qué contiene, la encontró la policía, se utilizará, mediante una manipulación de la cual el régimen tiene un secreto, para urdir un complot contra la valiente «lideresa » de la oposición?
El engaño llega a su fin el 13 de enero. Roalmi Cabeza Cedeño, el motorista herido de Machado, que había «desaparecido» en trágicas circunstancias, es encontrado por la policía, escondido en un hotel y en perfecto estado de salud. Un registro de las instalaciones arroja el primer resultado: es él quien tenía la «bolsa azul». Sus primeras declaraciones confirman lo que se sabía desde hacía tiempo: Machado no ha sido detenida ni liberada, todo este circo no ha sido más que un «show».
El ministro del Interior, Diosdado Cabello, que no carece de sentido del humor, sonríe irónicamente al señalar: «Ellos se inventan sus propias historias, sus propias mentiras. Todo se cae solo, arman una trampa-jaula donde caen ellos mismos!». A continuación, aprovecha para acabar con la leyenda urbana, tan romántica, de una Machado que vive «en la clandestinidad»: «¡Ella sabe que, si quisiéramos atraparla, ya estaría en la cárcel!»
Podríamos dejarlo así después de sonreír ante este ridículo episodio. Pero luego…
Apenas el primer comunicado de Vente Venezuela dio la voz de alarma el 9 de enero, la maquinaria mediática se puso en marcha. Era lo que se quería. En nombre de la lucha entre el bien y el mal, la luz y las tinieblas, el cielo y el infierno, los maestros del género humano cuestionaron el «régimen autoritario » de Maduro y se preocuparon por la valiente Juana de Arco venezolana, rodeada de enemigos, trampas ocultas y peligros imprevistos.
Edmundo González ejerció toda su influencia de «presidente legítimo» a la batalla. Desde el motosierrista argentino Javier Milei hasta los ex jefes de Estado mexicanos Vicente Fox y Felipe Calderón, sin olvidar a sus homólogos colombianos de extrema derecha Álvaro Uribe e Iván Duque, pasando por la derecha española (Partido Popular y Vox), la flor y nata de los dirigentes de la derecha radical y supuestamente moderada dieron rienda suelta a una salva de imprecaciones. El bananero Daniel Noboa, jefe del cada vez más despótico gobierno ecuatoriano, resumió la situación: «El secuestro de María Corina a manos del régimen de Nicolás Maduro deja al descubierto la brutalidad de una dictadura que ha sembrado muerte y miseria en su propio país» (y ya que se le presentaba la oportunidad, Noboa se despachó a gusto contra el ex jefe de Estado de izquierda Rafael Correa).
En su red social, el gran MAGAloman Donald Trump también tomó la medida del terrible peligro que amenaza a los protegidos venezolanos de Estados Unidos: «¡No se debe hacer daño a estos luchadores por la libertad que deben permanecer ilesos y vivos!» Es una convergencia perfectamente normal, estamos todos en buena compañía.
Fiel a su estilo y líder en el mercado de la «defensa (de geometría muy variable) de los derechos humanos», Human Right Watch confirmó inmediatamente «la detención de la líder opositora venezolana» y llamó a la comunidad internacional a «exigir su liberación con una sola voz». El minúsculo presidente de Chile, Boric, se apresuró a hacerlo, prometiendo por adelantado su lealtad al próximo presidente de Estados Unidos.
¿Quién más se expresa con motivo de la investidura de Maduro? Ah, sí, ahí está la «izquieeeeerda» francesa (que no debe confundirse con la izquierda) y su batallón de grupúsculos reunidos en un flamante Colectivo de Solidaridad Internacional con el Pueblo de Venezuela. La flor y nata del progresismo químicamente puro: Ensemble, GDS (Izquierda Democrática y Social), GES (Izquierda Ecosocialista), Union syndicale Solidaires, la revista trimestral Contre Temps, CEDETIM (Centro de Estudios e Iniciativas de Solidaridad Internacional), etc.
En el colmo de la sumisión y el conformismo, su comunicado de prensa del 10 de enero recoge palabra por palabra todos los clichés de la derecha dura local e internacional, pero en color rosa bombón y con un lenguaje inclusivo, lo que lo cambia todo. Cuando se lee que las sanciones económicas unilaterales impuestas por Estados Unidos «sólo han reforzado el autoritarismo del gobierno y la dependencia de los habitantes de la exigua ayuda alimentaria concedida a cambio de su lealtad política y electoral », que las políticas de «seguridad» de Maduro causan miles de víctimas «entre los jóvenes pobres y racializados», que la ola de represión «afecta a cualquiera que contradiga el discurso oficial sobre las elecciones y en particular a las clases populares», que «las violaciones de los derechos humanos y los ataques a la democracia son sistemáticos», uno se pregunta si el gobierno no ha sido reclutado en una campaña de desinformación. Que las políticas de «seguridad» de Maduro causan miles de víctimas «entre los jóvenes pobres y racializados», que «blablablá y blablablá», la Internacional reaccionaria ríe, grita, se retuerce de risa, rueda por el suelo, pero cosecha los frutos: toda asociación es buena, incluso con imbéciles patéticos.
El 10 de enero, al mismo tiempo que se publicaba esta contribución que Emmanuel Macron no desmentiría, el diario colombiano El Espectador también comentaba las desventuras de Machado en un modo de «pensamiento conformista»: «Una fuente que habló para El Espectador desde Venezuela y que por temor prefirió pedir la reserva de su identidad, dijo que la detención de Machado la lee, al menos hasta el momento, como “una muestra de debilidad del régimen, incluso de las fisuras que hay en su seno, además de sus incoherencias. Si la liberación fue, efectivamente, resultado de la decisión del Gobierno, eso no reflejaría magnanimidad, al contrario, desplegó todo un operativo para capturarla, pero se le convirtió en una papa caliente y la soltaron rápido”.»
A la «izquieeeeerda» francesa, la Internacional reaccionaria agradecida…
A quien lea este artículo —¡buena suerte y gracias!— le aconsejo que haga la prueba y visite las páginas web de los medios de comunicación franceses (o de otros países), incluidos los reyes del «fact checking» (como Le Monde, Libération y France Info, por citar solo estos tres). Al igual que en las ediciones impresas y en los boletines de radio y televisión, todos se han ceñido a la historia de la «detención» de Machado, seguida de su «liberación» en condiciones «poco claras». En ningún sitio se menciona la manipulación que desde entonces ha sido ampliamente demostrada, aunque solo sea con la detención del motociclista supuestamente «gravemente herido y desaparecido».
Juan Pablo Guanipa, un líder de la oposición, fue más fiel a la realidad de lo que realmente sucedió el 9 de enero: «Nosotros diseñamos un plan, y ese plan lamentablemente no se pudo cumplir por razones vinculadas con el mundo militar, por razones vinculadas a la cantidad de personas que asistió. (…) Si hubiéramos logrado una presencia muy masiva, nosotros hubiéramos ido a más, porque eso era lo que estaba previsto. Nosotros convocamos en sitios seguros, y la idea era que si había una gran cantidad de gente de esos sitios seguros superada la represión íbamos a sitios más retadores. Todo eso estaba previsto [11] ».
Nada está más de moda que un debate sobre Venezuela. Maduro no tiene «ninguna legitimidad democrática», declaró la jefa de la diplomacia europea el 10 de enero, mientras que Washington hablaba de «farsa» e imponía nuevas sanciones contra Caracas (incluida la famosa recompensa de 25 millones de dólares por la captura del jefe de Estado venezolano). Desde la Internacional Reaccionaria hasta la derecha tradicional, las condenas al líder chavista han sido generalizadas. Catorce de los treinta y tres países miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA) se han negado a reconocerlo [12].
Antony Blinken, secretario de Estado, 10 de enero de 2025: «Condena del intento ilegítimo de Nicolás Maduro de tomar el poder en Venezuela y anuncia nuevas acciones contra Maduro y sus representantes y en apoyo al pueblo venezolano».
Ligado internamente por su alianza con el centrão (múltiples pequeños partidos oportunistas de centro) para evitar el regreso del bolsonarismo, Lula sacrifica a sus antiguos amigos en aras del pragmatismo y se dirige a su homólogo… Emmanuel Macron para discutir la situación en Venezuela. Es así que Francia y Brasil han publicado una declaración conjunta en la que piden a Maduro que «retome el diálogo con la oposición» a fin de que, sobre la base de una interpretación amplia de los postulados que ellos mismos han definido, sea posible «el retorno de la democracia y la estabilidad».
El colombiano Gustavo Petro, también en dificultades en la escena política nacional, hace una serie de declaraciones ambiguas y contradictorias -una a la derecha, otra a la izquierda- para protestar «contra las últimas detenciones» (¡incluida la de Machado!) y, al igual que Lula, no reconoce oficialmente la reelección de Maduro. Sin embargo, refiriéndose ostensiblemente a Maduro como «la persona que ocupa la presidencia» de Venezuela, no dudará en pedirle ayuda próximamente para resolver un problema interno: la grave crisis humanitaria provocada por los enfrentamientos entre los guerrilleros del ELN y los excombatientes de las FARC en la región fronteriza del Catatumbo (norte de Santander).
Desde Cúcuta, punto culminante de la frontera entre Colombia y Venezuela, el jefe paramilitar Álvaro Uribe organizó el 10 de julio un plantón (sin asistencia) «por la libertad», durante el cual declaró, refiriéndose a Maduro: «Que ese timador sepa que lo que nosotros propugnamos es una intervención militar internacional con el ejército de Venezuela que desaloje a la dictadura (…) y convoca inmediatamente elecciones libres». Nada realmente original en esto: los agitadores de primera del Grupo de Lima – Luis Almagro (OEA), Iván Duque (Colombia), Sebastián Piñera (Chile), Mario Abdo (Paraguay) y un montón de altos funcionarios estadounidenses – pedían lo mismo, el 23 de febrero de 2019, en el mismo lugar, para ¡apoyar la falsa «entrada de la ayuda humanitaria» y apoyar a Guaidó!
Por cierto… ¿Qué pasa con Edmundo, el «Guaidó 2.0»? Todos sus planes -A, B, C, V- han fracasado. El último no tenía sentido: prestar juramento en una embajada venezolana ocupada y controlada (en total violación del derecho internacional) por las autoridades de un país amigo, como Estados Unidos. Esta opción, lamentablemente, fue abandonada. En este mundo de prohibiciones y de moralismo obsoleto, la Constitución venezolana exige que el nuevo presidente preste juramento ante la Asamblea Nacional.
¿Es, pues, una causa perdida, una apuesta perdida de antemano? La artillería pesada nunca ha estado lejos de la ayuda. El 13 de enero, treinta y un ex presidentes y jefes de gobierno pertenecientes a la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), un selecto club de representantes de empresarios sólidos, «reaccionarios» y «fascistas», pidieron al secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, que pusiera en marcha iniciativas diplomáticas para permitir la investidura de González como jefe de Estado.
Por su parte, y a falta de suficiente apoyo en su propio país, Edmundo continúa su gira de pequeños duques. Después de una visita a Guatemala, había puesto muchas esperanzas en una investidura que no fuera la suya, la de Trump. En su primera visita a Washington, ¿no fracasó en su intento de conseguir una reunión con un miembro de la nueva administración?
El 20 de enero podría haber sido su día de gloria. Invitado por el senador Rick Scott, asistió a la ceremonia de investidura del multimillonario con la cabeza llena de cifras, pero no pudo entrar en la Rotonda del Capitolio, donde se celebraba la ceremonia, y tuvo que conformarse con ver el evento desde una sala reservada para invitados de segundo rango. Sin embargo, no seamos mezquinos, su presencia en Washington no pasó desapercibida, ni mucho menos: el mismo 20 de enero, según el State Department Operations Center (Centro de Operaciones del Departamento de Estado), Edmundo González fue atropellado por una bicicleta eléctrica y tuvo que ser trasladado al hospital de la Universidad George Washington, del que salió poco después en un estado descrito como «estable». Se desconoce si sufrió alguna lesión en la cabeza.
Dos días después, todavía en Washington, Edmundo solo pudo reunirse por videoconferencia con el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, acompañado a distancia por María Corina Machado. Esta última, que ha perdido sus anteriores naufragios, parece haber perdido toda capacidad de discernimiento. « ¿ Cómo vamos a tenerle miedo ahora al cuero del tigre? había declarado unos días antes. Ahora menos que nunca. Hemos derrotado al régimen y lo repito, lo tenemos contra las cuerdas, somos parte de ese inmenso bravo pueblo cuyo mandato soberano vamos a hacer cumplir. Ustedes lo saben, yo no me voy a detener y yo sé que ustedes tampoco. Vienen nuevas acciones. Ahora vamos para el round ganador. »
Mientras espera levantar los brazos en el ring, Edmundo sigue haciendo turismo. Ha sido visto en el balcón de Carondelet, el palacio presidencial de Ecuador, en compañía del presidente Noboa. Ha sido visto en Perú, sonriendo junto a la presidenta de facto, Dina Boluarte. El 30 de enero, después de una amistosa conversación por videoconferencia con el ministro de Asuntos Exteriores, Gideon Sa’ar (y la inevitable Machado), fue invitado a viajar a Israel, pero no se especificó si haría el agradable viaje a Gaza.
Queda por ver qué hará la administración Trump. Con el asesor de seguridad nacional Mike Walz y el enviado especial para América Latina, Mauricio Claver-Carone, Rubio forma parte del ala de los halcones. Si se les deja hacer, aumentarán la presión ya «máxima» sobre Cuba, Nicaragua y Venezuela, así como sobre todos los gobiernos de izquierda de la región (Bolivia, Brasil, Colombia, México y Honduras). Sin embargo, Richard Grenell, nombrado enviado especial para trabajar «en algunos de los lugares más calientes del mundo, incluidos Venezuela y Corea del Norte», aparentemente más pragmático, anunció rápidamente que ya había hablado con varios funcionarios venezolanos y que tenía programadas futuras reuniones con Caracas. Este anuncio provocó una gran inquietud en la oposición radical.
Marcado por medidas de extrema violencia, especialmente en el tema de los migrantes, el comienzo del mandato de Trump ha sido estruendoso. En el flanco izquierdo del espectro político, México, Brasil y Colombia han emitido protestas. Tras la decisión de Bogotá de rechazar aviones militares estadounidenses que transportaban inmigrantes expulsados en condiciones indignas, las represalias no se hicieron esperar, Washington amenazó con imponer aranceles del 25 % o incluso del 50 % a todas las exportaciones colombianas que entran en Estados Unidos (el 25 % de su comercio exterior) y revocó los visados de todos los miembros del gobierno.
Tras una breve revuelta en el seno del X, Petro cedió y capituló, exponiéndose así a la declaración deliberadamente humillante de un imperialismo que ahora se muestra totalmente descarado: «La administración de Colombia ha aceptado todas las condiciones del presidente Trump, incluida la aceptación sin restricciones de todos los extranjeros ilegales de Colombia devueltos de los Estados Unidos, incluso a bordo de aviones militares estadounidenses, “sin limitaciones ni plazos”, declaró la Casa Blanca. Sobre la base de este acuerdo, los aranceles y las sanciones totalmente redactadas se mantendrán en reserva y no se firmarán a menos que Colombia no cumpla con este acuerdo».
Pase lo que pase, tanta violencia no huele bien, para nadie. Todos los gobiernos latinoamericanos están en la primera línea del frente, incluso los aliados tradicionales de Washington, incluso los que suelen comportarse como sumisos. Todos sienten ahora la amenaza.
Ante una situación así, hay básicamente dos enfoques. O bien, como los perros que, tendidos ante su amo, los gobiernos se mostrarán aún más dóciles de lo habitual para evitar represalias. O bien se darán cuenta de que sus intereses son comunes, dentro de la «Patria Grande», y cerrarán filas. Esto aliviaría la presión ejercida por el Imperio sobre aquellos que llevan mucho tiempo resistiendo con dignidad [13].
Ya tenemos algunas respuestas. Con Estados Unidos, lo preferible nunca es seguro. Tampoco con la derecha continental. El 26 de enero, en plena crisis con Washington, el colombiano Gustavo Petro convocó una reunión extraordinaria de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) para discutir la política migratoria de Trump y estudiar soluciones comunes. La presidenta pro tempore de la organización, la hondureña Xiomara Castro, invitó inmediatamente a esta reunión. Solo pasaron tres días antes de que cancelara la invitación, decepcionada: «La CELAC solo toma sus decisiones por consenso y nos hemos encontrado con la oposición sistemática de algunos países que han dado prioridad a otros principios e intereses». Aunque no dio detalles, se sabe que Argentina, Ecuador, El Salvador y Perú se negaron a asistir a la reunión, seguidos por países que, aunque directamente interesados, olvidaron que cortejar a los furiosos solo sirve para que se vuelvan cada vez más exigentes.
El 31 de enero, a petición de Washington, el presidente Maduro recibió oficialmente al enviado especial de Trump, Richard Grenell. Al término de esta visita, cuyos detalles no se han revelado, salvo que el gobierno venezolano aboga por un nuevo comienzo en las relaciones bilaterales, con una «Agenda Cero», la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, minimizó al máximo el alcance de esta misión: el objetivo de la misma era abordar la cuestión de los «vuelos de deportación de migrantes» y garantizar que los estadounidenses detenidos en Venezuela fueran liberados y «devueltos a su país». Al ser interrogado sobre el mismo tema, el «dueño de la Casa Blanca», tras criticar la indulgencia de la administración Biden hacia Caracas, sugirió que Estados Unidos «estudiaría lo que puede hacer para rectificar la situación en Venezuela».
En pocas horas, Trump firmó decenas de decretos. Más allá de sus declaraciones beligerantes, parece menos impaciente por abordar la situación de la República Bolivariana en términos concretos. Esto deja la puerta abierta a muchas hipótesis y parece indicar que la Oficina Oval aún no ha tomado una decisión.
Caracas, 10 de enero de 2025: «Yo Juro con Maduro» (ML)
Trump ha vuelto a la Casa Blanca. Para la derecha « Machado-González », creer que «el acuerdo está cerrado» sería olvidar que todos sus planes, su maravilloso andamiaje, han fracasado hasta ahora. Se enfrentan constantemente a lo que esta oposición se niega rotundamente a ver: la realidad.
En Caracas, cuando Maduro prestó juramento el 10 de enero, la calle volvió a estar ocupada masivamente por una marcha de chavistas. «Juro que este nuevo período presidencial será de paz, prosperidad, igualdad y una nueva democracia», declaró Maduro ante la Asamblea. «Lo juro por la historia, lo juro por mi vida». Con la banda presidencial alrededor del cuello, añadió, para beneficio de mucha gente: «Digan lo que quieran decir, hagan lo que quieran hacer, pero esta toma de posesión constitucional venezolana no la pudieron impedir y es una gran victoria venezolana. »
En ese momento, un ruido inoportuno interrumpió la ceremonia. Con una sonrisa pícara en los labios, Maduro se dio la vuelta: «¿Se ha caído alguien?¿Ha llegado Edmundo?».
Notas:
[1] Radio France Internationale, 23 de agosto de 2023 – https://www.rfi.fr/fr/amériques/20240823-venezuela-dix-pays-d-amérique-latine-et-les-états-unis-rejettent-la-victoire-de-nicolas-maduro
[2] Leer «Les influenceurs politico-médiatiques du Grand Venezuela Circus» (diciembre de 2024) – https://www.medelu.org/Les-influenceurs-politico-mediatiques-du-Grand-Venezuela-Circus
[3] Sobre el fenómeno de las comunas, leer: https://hojasdebate.es/opinion/comunas-y-comuneroas-de-venezuela/
[4] El premio, dotado con 50 000 euros, lleva el nombre del disidente soviético y físico nuclear Andrei Sájarov, Premio Nobel de la Paz en 1975.
[5] Vicepresidente del partido Un Nuevo Tiempo (UNT), miembro de la Plataforma por la Unidad Democrática (PUD).
[6] Según Associated Press (AP).
[8] Estados Unidos, Israel, Colombia, Perú, España, Italia, Uruguay, Suiza, República Checa, Líbano, Albania, Países Bajos, Argentina, Guyana, etc.
[9].También se ofrece una recompensa de 25 millones de dólares por cualquier información que permita la detención del ministro del Interior, Diosdado Cabello.
[10] Miembros de la clase media y alta.
[11] https://www.instagram.com/reel/DE0xFKMAmua/?igsh=MXB1cGkxOWpkOGJhcg%3D%3D
[12] Argentina, Canadá, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Jamaica, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay.
[13] Sobre las primeras batallas históricas para que Estados Unidos reconociera la soberanía de Venezuela, véase: Sergio Rodríguez Gelfenstein, La controversia entre Bolívar e Irvine: el nacimiento de Venezuela como actor internacional, Vadell Hermanos editores, 2018.