Brasil: AGROTÓXICOS | TRABAJO ESCLAVO
Con Sergio Poletto (primera parte)
En esta primera parte de la entrevista que mantuvo con la Rel, aporta una visión general de cómo se impone el uso masivo de agrotóxicos en detrimento de la salud de trabajadores y trabajadoras, e incluso de sus hijos.
Carlos Amorín
—Estás desarrollando un trabajo muy importante y comprometido con el tema de los agrotóxicos que se están utilizando actualmente en el campo brasileño, en la producción. ¿Podés aportar una visión general de cuál está siendo la situación con respecto a eso?
—Desde que se creó la Federación de Trabajadores y Trabajadoras Asalariadas Rurales de Río Grande do Sul hubo, sí, una preocupación nuestra por trabajar fuertemente esta cuestión del uso indiscriminado de agroquímicos.
Río Grande do Sul tiene más de 200 mil asalariados rurales y, en todo Brasil hay más de 4 millones. Estos son los directamente afectados por el uso de agroquímicos. Muchas veces se habla de los problemas que los agroquímicos traen para el medio ambiente, para la alimentación y tal, pero no se enfoca suficientemente sobre la salud de los trabajadores, de las consecuencias que acarrean los agroquímicos para la salud de los trabajadores.
Entonces, con la instauración de la Federación, allá en 2015 creamos un Departamento de Seguridad y Salud dentro de la organización. Desde entonces tengo esta misión de coordinar este Departamento, de ser su coordinador y responsable.
—Brasil es uno de los mayores consumidores de agroquímicos del mundo.
—Y además consumimos agroquímicos prohibidos, principalmente en la Unión Europea. Pero nosotros aquí los usamos. Entonces, estas empresas que allá fabrican agroquímicos que no usan, los envían aquí a Brasil, y nosotros los aplicamos masivamente.
En muchas regiones de Brasil despertamos por la mañana respirando agroquímicos y comiendo agroquímicos en el desayuno, a la hora del almuerzo y a la hora de la cena.
Hasta en la leche materna
Tenemos datos científicos de que ya están siendo encontrados residuos de agroquímicos en la propia leche materna. Son datos alarmantes, y a veces pensamos que no vamos a poder parar con el uso de agrotóxicos, pero, al menos, podemos lograr reducir drásticamente su uso.
Este tema nos preocupa mucho, tal vez no por nosotros, que ya tenemos el cabello blanco, con la barba ya blanquecina, pero sobre todo con nuestros hijos, nuestros nietos y el futuro de nuestro país.
Porque hay mucho pesticida en el suelo, en las aguas, y lamentablemente en los últimos gobiernos hemos visto una liberación muy grande de nuevos químicos.
No hay control, no hay investigación, no hay prácticamente nada hecho sobre estos productos. Simplemente los fabricantes piden su liberación y el gobierno libera.
—¿Ustedes han detectado una afectación directa a la salud en trabajadores y la población en general?
—En algunas de nuestras regiones del estado de Rio Grande do Sul tenemos altos índices de personas con cáncer, muchos niños naciendo con síntomas de autismo.
Por ejemplo, estamos haciendo en algunos municipios, como el de Vacaría, una investigación que será publicada en los próximos meses sobre niños con autismo comprobado por los médicos.
En la mayor parte de esos casos tanto el padre como la madre trabajan directamente con agroquímicos.
Hemos participado en el Foro Gaúcho de Impacto de los Agroquímicos, del Foro Nacional de las Comisiones de Salud y Seguridad discutiendo este gran problema de las intoxicaciones, de las no notificaciones por parte de los médicos, que es donde el trabajador termina llegando cuando está intoxicado.
Es un problema grave, es un problema serio en todo Brasil.
¿Y los médicos?
—¿Los médicos no tienen la formación adecuada para detectar y tratar estas intoxicaciones?
—La formación sí la tienen. La Comisión de Salud y Medio Ambiente del Foro Gaúcho de Impacto de los Agroquímicos hizo un análisis en Rio Grande do Sul sobre los que llamamos “municipios silenciosos” porque no registran ninguna notificación de los médicos sobre intoxicaciones.
El Foro Gaúcho notificó a esos municipios, y la respuesta fue que los médicos no quieren involucrarse. Muchos relatos que vinieron de las propias secretarías municipales de salud explicaban que a menudo el médico es un productor rural, o tiene conexiones con la pecuaria, o con las casas comerciales que venden los agrotóxicos. En todo Brasil ocurre lo mismo.
Siempre reclamamos que las facultades de medicina impartan una formación adecuada a los alumnos, pero sabemos que quienes asisten a esos cursos provienen de los sectores más acaudalados. Ellos no quieren proteger a quienes trabajamos en el campo y enfrentarse con su medio social.
—Mencionaste que participaste, como Federación, en un foro nacional sobre este tema. ¿Qué recordás de las conclusiones más importantes que surgieron en este foro?
—La Cámara de Diputados del estado de Ceará, en el nordeste del país, aprobó en 2019 la Ley Zé María do Tomé que prohibía la aplicación aérea de agrotóxicos. Pero recientemente fue derogada.
El poder económico del agronegocio es muy fuerte. Aquí en Rio Grande do Sul también tuvimos varios episodios donde grandes empresas del agronegocio aplicaron agrotóxicos vía aérea, y acabaron con la producción orgánica de varios emprendimientos.
Hicimos denuncias, se abrió un proceso judicial que, finalmente, terminó en nada. Y ellos continúan haciendo aplicaciones aéreas. Actualmente varios estados tienen proyectos de ley para levantar la prohibición de las pulverizaciones aéreas de agrotóxicos que a menudo se hacen con drones.
El agro presiona y el gobierno cede
—¿Los trabajadores no usan protección?
—El asalariado rural es un empleado, y muchas veces el patrón le manda aplicar el agrotóxico sin implementos de seguridad como mascarillas, overoles, botas y el trabajador, para no perder el empleo, lo hace… y la intoxicación vendrá después.
—¿El cambio de gobierno reciente no ha mejorado las cosas?
—Al principio teníamos una expectativa de que con el gobierno de Lula podríamos detener la liberación de estos agrotóxicos.
Pero en todos los ámbitos estaduales y nacionales que tratan este tema, inclusive del Consejo de Foros Estatales, que es el Foro Nacional, diría que hay desmotivación respecto al tema, porque también con el gobierno de Lula continúa la liberación de estos agrotóxicos.
El gobierno de Ceará, por ejemplo, es del PT, y fue el que sancionó el fin de la aplicación de los agrotóxicos por vía aérea. Pero ahora fue él mismo que envió a la Asamblea Legislativa la derogación de la prohibición de las aplicaciones de agrotóxicos por vía aérea.
Estamos viendo la gran presión del agro sobre el gobierno de Lula para mantener esta liberación de los agrotóxicos y, lamentablemente lo está logrando.
De Argentina con horror
Mientras manteníamos la entrevista, Sergio pidió una interrupción pues debía atender algo urgente. Unos minutos después, al regresar, su relato posterior fue escalofriante…
—Es que hay un grupo de Argentina que está aquí desde hace algunos días y que estamos protegiendo como víctimas de trabajo análogo a esclavo. Estos tres chicos huyeron de una contratista, una mujer, que incluso los golpeó y los amenazó con un arma, y los hemos puesto bajo nuestra protección.
Recién ha llegado el personal de fiscalización del Ministerio del Trabajo, a quienes vamos a pasarles el caso para que vean si pueden atrapar a esa mujer, porque es bastante terrible.
A mí ya me amenazó dos o tres veces. Dijo que quería encontrarme en la calle un día para darme una lección de moral. Entonces, tengo que cuidarme también.
—Se escapó de la Edad Media….
─Es terrible, anda armada. Dicen los chicos que los golpeó, que huyeron y tuvieron que dejar toda su ropa allí. Hace 30 días que están trabajando con ella, y no han recibido absolutamente nada. Les ha llegado a cobrar 25 reales (ndr.: casi 4,5 dólares) por una lata de Coca Cola porque no tenían acceso a agua potable. ¡Qué locura!
—¿Llegan habitualmente muchos trabajadores zafrales argentinos?
—Debe hacer unos dos o tres años que vienen. En este momento son entre 3.000 y 4.000 trabajando en la cosecha de manzana y de uva.
Antes se contrataba más a los indígenas, pero ahora están prefiriendo a los argentinos, que vienen debido a la situación económica en su país.
Ya tuvimos que rescatar a varias personas de situaciones de trabajo análogo a esclavo. Hay fotos de las condiciones en que los alojan. Es terrible. Pero estos de ahora ya están en manos del Ministerio Público y serán protegidos.
Sergio Poletto Carlos Amorín
Fuente: Rel UITA, 25 de febrero de 2025
Brasil | AGROTÓXICOS | SALUD
Con Sérgio Poletto (II y final)
Cada año caen sobre Brasil 1.688 millones de litros de agrotóxicos
—Mencionaste la presencia de miles de argentinos trabajando en los campos. ¿Esto es habitual?
—Ocurre desde hace unos dos años. Empiezan a llegar en esta época de cosechas. En años anteriores venían muchos indígenas que siguen viniendo, pero menos.
Una de las razones es que Argentina está más cerca de aquí que las zonas donde habitan los indígenas, y creo que la situación económicamente precaria de Argentina hace que estos trabajadores vengan de cualquier forma a trabajar aquí.
Están viniendo solo con la visa de turista. Es una situación que se presta para abusos, así que como sindicato, como federación y como fiscalización del Ministerio del Trabajo tenemos que estar muy atentos a esto para impedirlo.
Ahora mismo están por llegar inspectores de la Comisión de Derechos Humanos, del Ministerio Público del Trabajo y también de FUNAI de Mato Grosso do Sul para que iniciemos hoy por la tarde una visita a todos los cultivos aquí de Vacaría.
De ida y vuelta
—Antes era lo contrario: los trabajadores brasileños se iban a trabajar a Argentina.
—Aquí en la región de la Sierra de la Gran Caxias, han venido muchos argentinos para la cosecha de la uva. Inclusive han sido rescatados varios con trabajo análogo a esclavo. Estaban alojados muy mal, tenemos fotos. Una barbarie.
Los trabajadores son menos cuidados que un tractor.
—¿Cuáles son las principales carencias en seguridad laboral para los trabajadores rurales?
—Son muchas, y por eso a menudo el trabajador queda expuesto a riesgos diversos. Por ejemplo, están trabajando en el cultivo y fumigan desde arriba. Ahí no hay forma de que el trabajador se proteja.
Otro de nuestros problemas aquí es que el trabajador entra en las áreas después de la pulverización. Se fumiga y ya se entra en las áreas de servicio sin esperar el llamado “tiempo de carencia” de 24 o 48 horas.
Esta es la gran queja de los trabajadores. Que apenas aplicaron el veneno, el agrotóxico, el patrón les ordena trabajar sin esperar el tiempo de carencia recomendado. Y en general tienen que entrar sin protección.
Éste es uno de los principales problemas que hemos detectado, y hemos notado un número elevado de trabajadores con síntomas de intoxicación.
—¿Cuáles son los cultivos más fumigados en esta zona?
—El uso intensivo de agroquímicos tiene como referencia fundamental el cultivo de los transgénicos, sobre todo de la soja. En Río Grande del Sur especialmente.
La soja es la campeona en utilización de agrotóxicos. Le sigue el maíz, y en esta zona también la fruticulura que emplea muchos agroquímicos como el 2-4-D y otros que son extremadamente perjudiciales, pero el glifosato es el más usado en Brasil.
Tenemos algunos datos que dicen que por cada brasileño se utilizan alrededor de 8 litros de agroquímicos por año. Entonces, imagina la población de Brasil, 211 millones, utilizando 8 litros de agroquímicos por persona, son 1.688 millones de litros de agrotóxicos lo que se esparce cada año en el suelo brasileño.
Es una locura. Es una locura —repite Sérgio tratando de ponerle mentalmente una imagen a esa cantidad de veneno.
El desierto verde
—Un diluvio de agrotóxicos…
—Tenemos que colocar todo esto en un contexto general, porque además de la salud de los trabajadores, se afecta el ambiente, y eso abarca todo: el agua, los bosques, la fauna, la flora, en fin, todo.
Cuando era joven andaba por estos campos y veía un montón de especies de aves y plantas. Hoy no se ve nada más que soja. Acabaron con todo.
—¿Y qué pasa en la producción frutícola?
—Brasil produce muchísima fruta, y bien diversificada. Aquí en el sur son frutas de clima más frío que en el norte, como manzana, uva, y todo el sector depende mucho de la aplicación de agrotóxicos.
Para poner un ejemplo, según como se presente el año, la manzana recibe unas 50 aplicaciones de agroquímicos.
La semana pasada estaba visitando un predio y el técnico agrónomo comentó que tendrían que hacer una fumigación porque amenazaba lluvia. Pero cuando para la lluvia también aplican agrotóxico. Eso afecta a los trabajadores, claro, al ambiente y a la propia fruta que consumimos.
En el Nordeste se produce uva todo el año, pero a fuerza de químicos, Incluso la banana, se aplican agrotóxicos para que sea más grande, o tenga mejor color, etcétera.
Cuando vamos a la góndola del supermercado nos dejamos engañar eligiendo la fruta que tiene apariencia más bonita, sin saber que es la que recibió más agrotóxicos.
Acción política
—¿Cómo podría cambiarse esta situación?
—Nuestro trabajo, además de velar por la protección de la salud de trabajadoras y trabajadores en los predios y cultivos, es hacernos oír para lograr que el gobierno establezca límites a estos productos.
Por ejemplo, en Brasil no se aplican impuestos a los agrotóxicos, y debería hacerse ya que generan daños que es necesario reparar y eso es dinero.
También se deben establecer políticas a nivel del gobierno federal y de los estaduales de promoción y apoyo a la agricultura orgánica. Y reglamentar y controlar la venta y uso de agrotóxicos que actualmente son de venta libre.
Cualquier persona puede ir a un comercio y comprar el químico que quiera sin tener una orden de un agrónomo. No queda registrado a quién se le vendió.
Hasta he comprobado que hay vendedores ambulantes que llegan a las casas de los productores con camionetas cargadas de agrotóxicos.
Sin la decidida acción política de un gobierno esto es muy difícil de revertir.