«Soy comunero. Comunero es mi oficio ! Se ha convertido en mi estilo de vida. Mi amor por la comuna se lo debo a la solidaridad y a la fraternidad, a que nos mantenemos unidos en los momentos difíciles, pero también a la gestión, a la organización y a la celebración de las victorias. Los venezolanos somos un pueblo de soñadores, pero también somos un pueblo que construye.» Ahí lo tienen. Ángel Prado. Hombre del pueblo, militante de base, «chavista de corazón y revolucionario por convicción», luego dirigente comunero, y ahora… ministro de las Comunas -en el sentido de autogobierno popular- para ser precisos. Prado fue nombrado el 6 de junio de 2024 por el presidente Nicolás Maduro. Lo que apenas ha cambiado su aspecto, por cierto. En su despacho ubicado en la parte superior de un bullicioso centro comercial de Sabana Grande, una popular calle peatonal del centro de Caracas, ejerce su nueva actividad con una camiseta y su sempiterna gorra roja.
La «Comuna»: el programa emblemático del difunto presidente Hugo Chávez y de su «revolución bolivariana», un proyecto que definió poco antes de morir en una frase lapidaria que tenía la ventaja de la claridad: «¡Comuna o nada!»
Apoyadas en 49.000 consejos comunales, su unidad básica, existen actualmente 4.505 de estas Comunas, esparcidas por todo el país. A riesgo de sorprender a los críticos de Venezuela, nos gustaría dejar claro desde el principio que se trata del experimento más ambicioso de democracia participativa del continente, y probablemente mucho más allá.
Cofundador en 2009 de la Comuna El Maizal, a caballo entre los estados Lara y Portuguesa, Prado fue un precursor, por no decir un luchador. Porque, incluso bajo Chávez, el carismático líder bolivariano, nada estaba regalado, todo había que conquistarlo. En primer lugar, la tierra de la Comuna, que fue objeto de una encarnizada pugna con un latifundista, y luego ocupada por los campesinos porque era improductiva. Finalmente expropiadas en el marco de la reforma agraria, sus 2.335 hectáreas fueron entregadas por el gobierno bolivariano a los consejos comunales (27 en la actualidad) del «pueblo organizado». Fue el propio Chávez quien, durante una visita, les entregó sus primeras semillas.
Con 3.500 familias viviendo dentro de sus límites, la Comuna de El Maizal ha desarrollado a lo largo de los años una intensa producción agrícola autogestionada, cuyos ingresos le han permitido construir escuelas y viviendas para las familias más pobres, electrificar muchos hogares y rehabilitar carreteras en pésimo estado.
Los resultados fueron tan positivos que, en noviembre de 2021, Prado fue elegido alcalde de Simón Planas, el municipio que engloba la mayor parte de El Maizal y otras once comunas. Un ayuntamiento en el que, con el mismo espíritu, se fomentaron activamente los debates, los referendos y los procedimientos colectivos de toma de decisiones.
Hoy ministro, Prado sigue muy presente en los corazones de Simón Planas (y no sólo en Simón Planas): «Lo conocemos, confiamos enormemente en él», nos confiesa Luis Vargas, miembro de la Comuna «Ezequiel Zamora».
Nos ayudó cuando dirigía El Maizal, luego cuando fue alcalde; «ahora que está en el Gobierno, esperamos que nos ayude aún más».
Desde su ministerio, y consciente o no de su excepcional popularidad en los sectores populares, Prado expone con convicción lo que considera el sentido de su misión: «La Comuna es la única forma de construir una nueva sociedad, de avanzar hacia el socialismo, como quería el “comandante” Chávez, y de transformar el Estado para que deje de ser liberal-burgués.»
Situado en una loma, a un kilómetro al oeste del palacio presidencial de Miraflores, el barrio «23 de Enero» y sus altos conjuntos de viviendas -los «bloques»- fueron el epicentro, en 1958, del levantamiento que derrocó al déspota Marcos Pérez Jiménez.
La fortaleza de hormigón sigue siendo muy «ñangara» (1). «Cuando cayó la dictadura», recuerda José Queregan, miembro de la comuna «El Panal 2021», «mucha gente común, que vivía en “ranchitos”, en situaciones muy precarias, ocupó estos edificios, que estaban destinados a los militares y a la burocracia». Esta lucha dio lugar a la urbanización más militante del país. Surgieron numerosos grupos radicales de izquierda,incluidos grupos armados en los años sesenta y ochenta, que participaron en luchas revolucionarias tanto a escala local como internacional. También surgieron líderes comunitarios que asumieron el papel de representantes vecinales ante los poderes públicos, antes y sobre todo a partir de principios de la década de 2000, cuando floreció la revolución bolivariana.»
Durante la IV República, aunque era más una cuestión de forma que de fondo, la «democracia» soltó constantemente sus perros sobre esta densa zona urbana. Emprendieron una pequeña y sucia guerra clandestina: el «23 de Enero» fue devorado por una operación de microtráfico en la que el Estado desempeñó un papel encubierto. La cocaína circulaba por los callejones y los repartidores de droga arruinaban la vida ciudadana. Las fuerzas represivas usaban esto como pretexto para incursionar en el barrio y atacar al movimiento popular y sus organizaciones.
«Cuando llegó Chávez», comenta Queregan, «pasamos de una postura defensiva a una actitud ofensiva, en todos sus aspectos: cultural, deportivo, organizativo, político… Esto generó un tejido social que elevó el nivel de nuestra calidad de vida.»
Hasta que, un día, Chávez llamó al poder popular a organizarse mencionando «algo curioso»: los consejos comunales. Una alternativa a la gestión vertical del Estado. « Con la fuerza de nuestro pasado, pero también del antecedente histórico de la revolución rusa», comenta Robert Longa, líder de la Comuna, cuya complexión es tan fuerte como su personalidad, “nos apuntamos al proyecto”. Sencillamente porque «¡los consejos comunales son soviets! Voluble e inagotable sobre la «dialéctica», el «sujeto histórico» y las «contradicciones de clase», Longa evoca tanto al precursor marxista peruano José Carlos Mariategui (2) como la NEP de Lenin, los «caracoles» zapatistas, el Manifiesto Comunista, Louise Michel, Rosa Luxemburgo, Che Guevara, la Comuna de París e incluso… Maradona, antes de volver inevitablemente a la turbulenta trayectoria del «23 de Enero». Y a Chávez, por supuesto.
En cada uno de los territorios de Venezuela, el contexto es diferente y no todos se expresan de una manera aparentemente tan «ortodoxa» como Longa, pero, al igual que en el bastión caraqueño, es imposible hablar del nacimiento de la Comuna «Bolivariana» sin mencionar sus antecedentes.
A finales de los años ochenta, al otro lado del mundo, el «socialismo real» se derrumbaba y los picos desmantelaban el Muro de Berlín. En Venezuela, el gobierno del socialdemócrata Carlos Andrés Pérez anunciaba un paquete de medidas ultraliberales exigidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI). El impacto inmediato en la vida de los venezolanos provocó una explosión social. El 27 de febrero de 1989, espontáneamente, sin líderes y sin brújula política, Caracas dijo «¡Ya basta!». Cruelmente reprimido, el «Caracazo» acabó en masacre: entre 3.000 y 4.000 muertos. Con una «opinión internacional» desentendida del asunto, la burguesía venezolana respiró con alivio. Pero cometió un grave error: pensó que el «incidente» había concluido.
En las entrañas de las Fuerzas Armadas, jóvenes oficiales patriotas preocupados por la situación se mueven en silencio. Más explícitamente, conspiran. Con sus boinas rojas, iban a hacer Historia estrepitosamente el 4 de febrero de 1992. A su cabeza, un teniente coronel «sin igual»: Hugo Chávez. Destinada a tomar el poder, esta rebelión militar fracasó. «Por ahora», proclamó el rebelde ante una cámara de televisión al rendirse. «Por ahora». En realidad, fue una ruptura.
La lucha seguiría, la película no había terminado. Aunque los amotinados fueran encarcelados, nada volvería a ser igual.
En 1989, no se había sepultado el ideal socialista sino mas bien una desviación del socialismo. En una serie de textos en los que llamaba a la creación de una «utopía concreta» a principios de los años 90, el joven Chávez había escrito: «La democracia popular bolivariana nacerá en las comunidades y su sabiduría benéfica se extenderá por todo el cuerpo social de la nación». Condenado y ahora detenido, desarrolla un programa ligado a la historia del país, con un ojo puesto en el pasado y otro en el futuro. Del «libertador» Simón Bolívar a la instauración de una democracia distinta, «participativa y protagónica», para ser precisos. Estas reflexiones tienen lugar en el secreto de la celda de un total desconocido, y nadie fuera de Venezuela las conoce.
En 1994, sin embargo, otro «Ya basta» sacude a la opinión internacional. El pequeño Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), surgido de los terrenos montañosos del sureste de México, desafia la globalización neoliberal, hace un llamamiento a la «sociedad civil» y reivindica el derecho del pueblo que representa a participar en los acontecimientos que afectan sus existencias: «Estos espacios van desde las políticas macroeconómicas hasta la creación y participación en proyectos y programas, las decisiones sobre presupuestos y su administración (…) hasta el autogobierno comunitario y la posibilidad de ejercer formas propias de organización (3). »
La izquierda mundial, y la europea en particular, se extasiaron con razón. Treinta años después, es decir, ahora, radicales y activistas de diversa condición «revolucionaria» seguirán entusiasmados y apoyando este sueño de gobernar desde «abajo y a la izquierda», pero sin apartar la vista de los indígenas de Chiapas ni dejar de fantasear con un futuro utópico que llegará cuando llegue, si es que llega, y no sabemos muy bien dónde.
En Venezuela, amnistiado por un presidente -Rafael Caldera- que percibió el riesgo de una fuerte movilización social, Chávez bajó a las catacumbas del pueblo para construir un movimiento que le permitiera tomar el poder, esta vez democráticamente. Lo consiguió a finales de 1998 movilizando a los más desamparados. Aunque la declaró «moribunda», juró en la Constitución, pero, como primer acto de su presidencia, convocó un referéndum para elegir una Asamblea Constituyente destinada a permitir al pueblo ejercer su voluntad absoluta. «Hubo debates en toda Venezuela», recuerda Juan Lenzo, integrante de la televisora comunitaria Tatuy TV y responsable de comunicación de la Unión Comunera. «La gente adoptó rápidamente la nueva Constitución como propia, y fue ésta, sobre todo la versión impresa de bolsillo, la que nos politizó.»
Blanca Eekhout, ex ministra de Comunas y actual presidenta de la Comisión Permanente para el Desarrollo de las Comunas, considera que «hay un elemento fundamental en esta Constitución: el artículo 5». Y cita, de memoria, sin perder una sola coma: «La soberanía reside sin cesión posible en el pueblo, que la ejerce directamente en las formas previstas en esta Constitución y en la ley, e indirectamente a través del sufragio, para los órganos que ejercen el poder público».
Nada se debió al azar: «Todos los domingos, nuestro presidente Chávez, a través de su programa “Aló Presidente”, nos explicaba cómo construir esta nueva sociedad», recuerda el comunero José Queregan en Caracas. Una actuación que, en su momento, causó revuelo entre los lideres de opinión. Un jefe de Estado, ante las cámaras y en directo, rebosante de ideas e ingenio, cantando melodías, riendo, declamando, comentando sus políticas públicas, increpando públicamente a sus ministros…
Chávez está repolitizando al pueblo, dicen sus partidarios. Está agitando al «populacho», dice la oposición.
Una vez superados los primeros escollos -el intento de golpe de abril de 2002, el sabotaje petrolero de 2002-2003, la detención de decenas de paramilitares colombianos en la «finca» de Daktari en 2004-, la democracia «participativa y protagónica» se aceleró. Numerosos círculos bolivarianos, comités de tierras urbanas, comités de salud, mesas técnicas de agua y de luz, cooperativas y «colectivos» surgen en los maltrechos «barrios» y zonas rurales desheredadas, un proceso dinámico de participación que permite debatir los problemas de cada comunidad y transmitirlos a las autoridades. En este vasto movimiento participan batallones enteros de mujeres. Desde el advenimiento de la Revolución, su participación política ha cambiado por completo. Y ha crecido con el tiempo.
No hay nada recto ni uniforme, pero hay que inventarlo todo. Y aceptar que lo mejor y lo peor pueden coexistir. Así fue como, en 2004, cuando visitamos un círculo bolivariano en los Valles del Tuy, en las afueras de Caracas, sólo ocho personas estaban frente a frente, sentadas en arco, en el gran hangar donde se celebraba la reunión. Hm… eso es bastante sorprendente. Con gesto fatalista, uno de los participantes dice: «Al principio éramos bastantes, unos cincuenta. Cuando la gente se dio cuenta de que no iba a obtener ningún beneficio material personal inmediato, sino que era un trabajo militante, se fue». La misma desilusión puede encontrarse a veces con las cooperativas. Aunque se han creado unas 40.000, muchas de ellas fracasan o, en el peor de los casos, dan lugar a malversaciones o fraudes.
Sin embargo, si hacemos un inventario completo, veremos que los chavistas buscan, chapotean, se pierden, pero también corrigen, se removilizan y progresan por saltos. «Estábamos experimentando», recuerda Juan Lenzo. « ¿Cuál era la mejor forma de organización? Y en medio de este proceso de ensayo y error, a finales de 2004 y luego durante 2005, llegamos a una síntesis: los consejos comunales. »
El consejo comunal es un órgano participativo que permite a los habitantes reunirse para, esta vez, tomar decisiones allí donde viven, sobre proyectos de desarrollo concretos de su sector. En 2006, año en que la revolución bolivariana se declara «socialista», una primera ley regula la nueva organización y la autoriza a solicitar fondos públicos para llevar a cabo sus proyectos.
Desde Caracas, hay que atravesar los estados de Aragua y Carabobo para llegar a Barquisimeto y al estado Lara. En un tramo, la carretera de cuatro carriles transcurre paralela a los pilares de hormigón de un tren suspendido, cuya construcción se ha abandonado – símbolo de un país en grandes dificultades. En Puerto Cabello, las estructuras metálicas de la refinería El Palito recuerdan que bajo la superficie se encuentran las mayores reservas de petróleo del mundo, motivo de la codicia y agresividad de Estados Unidos.
Mundo verde y cálido, Lara es el estado que ha logrado consolidar el mayor número de consejos comunales. Angie Gutiérrez, alcaldesa encargada de Simón Planas, que sustituyó a Ángel Prado, hace una mueca: «Antes no había educación, ni atención médica, ¡ni siquiera carné de identidad!» Para el Estado, esta población no existía. A partir de 1999, la revolución bolivariana se centró en las prioridades, llevando al campo electricidad, agua potable y vivienda, además de alfabetización y brigadas de salud.
A estos notables avances se suma la creación de los famosos consejos comunales. «Hemos estado a la altura», afirma Rodríguez, vocero del grupo que ha sido bautizado Los Mangos. «Hemos comprendido que las revoluciones de todo el mundo tienen sus propias particularidades. Características que las diferencian. Aquí, en Venezuela, la nuestra es la Comuna.»
El obrero, la campesina, el estudiante, el abuelo y la abuela, el vecino, todos comienzan a erigirse en un «nuevo sujeto» colectivo. Al principio, sin embargo, se debatían entre lo inesperado y lo desconocido. «No sabía lo que era un consejo comunal -sonríe Luis Vargas-. Entonces llegó un militante y me dijo cómo organizarlo. En un mes, en 2007, creé uno al que llamamos Santa Bárbara» (ahora forma parte de la comuna Ezequiel Zamora).
Otro testimonio en una zona rural del estado de Mérida: «No fue fácil convencer a la gente. Tuvimos que organizar muchas reuniones. Viajé de comunidad en comunidad para explicar lo que queríamos hacer. Luego la gente empezó a involucrarse. »
A veces hace falta mucho esfuerzo para conseguir que una propuesta de resolución sea apoyada y adoptada. Si la agitación de unos pocos siempre puede imponerse a los más tímidos, los chavistas tienen el viento a favor, rebosan de convicción y no se comen cuentos.
Como se dice en Simón Planas: «Chávez, con su sabiduría, nos orientó. Aprendimos. No había manual. Sobre la marcha, hicimos cambios y correcciones…». No faltaron obstáculos. «Fue la escuela primaria del poder popular», recuerda retrospectivamente Juan Lenzo. Descubrimos nuestro potencial, nos dimos cuenta de que podíamos gestionar nuestros propios problemas y la vida de la comunidad. Así que creamos una escuela secundaria: ¡la comuna! »
En el camino, los problemas se hicieron más complejos. «Nos dimos cuenta de los límites de la organización. En lo que se ha convertido en la Comuna ‘Che Guevara’ [estado de Mérida], por ejemplo, los catorce consejos comunales tenían una serie de problemas comunes...»
Desde Miraflores, Chávez ha reflexionado sobre el tema: «Un consejo comunal tiene necesidades, un nivel de organización importante, pero con otro consejo comparte una escuela o un hospital… Necesitamos un organismo que los agrupe para gestionar juntos este nivel superior». Para el Presidente, cada vez está más claro que si el movimiento no se transforma en un gobierno de los territorios, no tendrá ningún poder de transformación. Y concluye: «Necesitamos construir el Estado Comunal».
En 2010, la Ley Orgánica de las Comunas proporciona el marco jurídico para esta aspiración, en la que confluyen los de abajo y los de arriba. De ser únicamente representativa, la democracia pasa a ser también y formalmente participativa.
A los pies del complejo «23 de Enero» -una sucesión de escaleras, un amontonamiento desordenado de casas, un mar de asfalto, postes sobrecargados de cables eléctricos, enormes vallas publicitarias-, el oeste obrero de Caracas se extiende y emite un ruido de fondo salpicado por las bocinas. Volvemos a la Comuna «El Panal 2021», creada entre 2008 y 2010 a partir de la fusión de nueve consejos comunales: 3.600 familias, unas 13.000 personas.
«Panal», en francés: elemento con celdas hexagonales de una colmena, que sirve para almacenar la miel. Explicación de Robert Longa, notorio «guevarista» y líder de la Fuerza Patriótica Alexis Vive (4) : «Buscábamos formas de movilizar a la gente, así que hicimos una analogía. Cuando un «panal» es atacado, ¡todas las abejas salen a defenderlo! » Muy bien. ¿Y ahora qué? Uno u otro de los militantes lleva con orgullo a los visitantes a recorrer el sitio. «Durante la Cuarta República, los gobernantes nunca hicieron nada por el barrio. La gente tenía que luchar por el agua, el alcantarillado y el mantenimiento de los «bloques». Entonces llegó la Comuna.» Conocida aquí como Asamblea Patriótica, la Asamblea Comunal se reune regularmente. Compuesta por tres estructuras -el Banco Comunal, la Contraloría Social y la Unidad Ejecutiva-, moviliza las energías. Al pie de las torres, los antiguos «ranchitos» se han convertido en pulcras casitas pintadas de colores vivos. Casi todas tienen tejados de zinc nuevos: «Sí, señor, gracias a la autoorganización y a la revolución». Antes grises, sucias y destartaladas, las paredes rebosan ahora de pinturas tan políticas como variopintas: Che Guevara, Chávez, Maduro, Palestina. Las escaleras y los pasillos están inmaculados, bien mantenidos y barridos.
Antes, «aquí», los espacios solían usarse para la venta de drogas, la prostitución de unas adolescentes y la delincuencia. En su lugar, una docena de jóvenes se desahogan en una cancha de baloncesto rodeada de gradas, construida por la comunidad. La «cancha» de béisbol está un poco más allá.
Los niños surgen de la nada. Un grupo de chicas exuberantes se dirige a la clase de baile dirigida por una «comunera». El domingo, Robert Longa organiza un torneo de boxeo para entretener a los adolescentes. Comentario, de paso: «¡El Estado burgués no tenía herramientas para hacer todo eso! »
En la pared exterior de cada casa, cerca de la puerta, una pequeña placa menciona el oficio del ocupante: «Aquí vive una enfermera», «Aquí vive un mecánico», «Aquí vive un albañil», «Aquí vive una costurera», «Aquí vive una abuelita». « Antiguamente», sonríe la “ camarada ” planificadora que nos acompaña, «ni siquiera sabíamos lo que les pasaba a nuestros vecinos. No nos conocíamos. Ahora somos una familia. Si te falta algo y yo lo tengo, es tuyo». Cual propia torre de control y «con el ánimo por las nubes», vuelve a anotar algo en un cuadro mural ennegrecido por un entretejido de horas, fechas, lugares, nombres y actividades.
Mientras tanto, «la mano de obra que garantiza el control obrero» esta activa en las empresas creadas por la Comuna «para generar otros modos de producción»: la planta de envasado de azúcar, la fábrica de ladrillos, la fábrica de neumáticos, la fábrica de detergentes, el restaurante, el negocio textil y la lavandería…
En algunos lugares, el surgimiento de las Comunas fue fácil, debido a la fuerte identificación con Chávez. Algunas de ellas han sido particularmente avanzadas y han puesto en marcha actividades productivas – «El Maizal», la «Che Guevara», «El Panal 2021», etc. – han llegado enseguida a la cima.
La «Negra Hipólita» surgió de un referéndum: «La mayoría de la comunidad votó por la creación de la «comuna». Decidimos todo por votación, hasta el nombre.» Paso a paso, el papeleo, todos los procedimientos. «¡Guao! Lo que sentimos cuando la existencia de nuestra Comuna fue aprobada por el Consejo Federal de Gobierno…» En ese tiempo, no había tantas Comunas como ahora.
En otros casos han surgido dificultades. Diferencias entre consejos comunales reacios a colaborar: «Este es nuestro territorio, no se metan en nuestra gestión».
Una vez creada la comuna, «no siempre es fácil llegar a un consenso», explica Elisa Peña, vocera del municipio Lanceros Atures, en el estado Lara. «Hay que informar y explicar, porque no es lo mismo un proyecto para un consejo comunal que un proyecto para la Comuna. En este último caso, debe beneficiar a los quince consejos comunales.»
Al final del camino, aparecen ráfagas de entusiasmo (Carlos Torres, Comuna Negra Hipólita): «Antes dependíamos del alcalde, del gobernador, del presidente y de sus decisiones para poder invertir, ¿no? Ahora ya no. Es el pueblo, el colectivo, el poder real el que decide lo que le interesa».
Pero… Dependiendo de quién lo controle, el gobierno local puede ayudar u obstaculizar el avance hacia los objetivos de los Comuneros. ¿Qué podemos esperar de los alcaldes o gobernadores de la oposición, que están a años luz de esta voluntad de autogestión? Lo mismo ocurre con el aparato político institucional, genuina o supuestamente «chavista», que no siempre está contento de ceder algunas de sus prerrogativas a estos recién llegados. Las instancias políticas tradicionales suelen dar largas al asunto…
« Aún en vida de Chávez, en el seno del Estado se llevó a cabo una campaña de desprestigio del modelo comunero, calificándolo de caduco, condenado al fracaso e ineficaz», confirma el ministro Prado. En El Maizal, él mismo tuvo que vérselas con concejales de su propio campo político. En 2018, en plena escasez provocada artificialmente por la «guerra económica», fue detenido por comprar abonos en nombre de la Comuna a acaparadores de tierras en lo que entonces se conocía como el «bachaqueo» (5). Lejos de querer traficar, su prioridad era impedir que se detenga la producción.
Cuando haces algo nuevo, generas resistencias», comenta José Queregan entre risas, “la estructura de la alcaldia y de los cabildos tiene quinientos años, y aquí estamos, construyendo nuestro sueño en un espacio que no estaba diseñado para ello…”
Prado lo expresa a su manera: “Hay contradicciones porque se disputan el poder dos modelos: el comunal, socialista, y el viejo liberal-burgués”.
No es de extrañar, pues, que Chávez haya criticado pública y duramente en alguna ocasión el funcionamiento de su Gobierno. «¿Dónde está el espíritu de la Comuna? Voy a tener que deshacerme del Ministerio de las Comunas. Lo he pensado varias veces. ¿Por qué ? Porque mucha gente piensa que las Comunas sólo atañen a este ministerio. Es un error muy grave. No volvamos a cometerlo. »
Siete de octubre de 2012: el «comandante» es reelegido para un tercer mandato. Sin embargo, se sabe que esta gravemente enfermo cuando, el 20 de octubre, convoca un Consejo de Ministros (que sera el último) televisado en directo. Muy solemnemente, anunció «un golpe de timón» y basa este cambio radical de rumbo en el famoso «¡Comuna o nada! corazón de su democracia «participativa y protagónica». Dirigiéndose a su vicepresidente Nicolás Maduro, le dice, muy imperativo: «Te lo encomiendo como te encomendaría mi vida: las Comunas, el Estado social de derecho y de justicia».
Chávez muere de cáncer en marzo de 2013. Un golpe muy duro para la revolución y los revolucionarios.
Elegido presidente, Maduro aún no se ha secado las lágrimas al ver morir a su líder prácticamente en sus brazos cuando comenzia la contraofensiva de la burguesía y su amo norteamericano. Sabotaje económico y «guarimbas» insurreccionales de la ultraderecha (45 muertos) en 2014; pérdida de la Asamblea Nacional (6) y decreto de Obama convirtiendo a Venezuela en una supuesta amenaza para Estados Unidos en 2015; nuevas «guarimbas» (125 muertos) en 2017 (7); avalancha de medidas coercitivas unilaterales por parte de Estados Unidos; hiperinflación entre 2018 y 2020; aparición de un autoproclamado presidente avalado por la derecha mundial, Juan Guaido, en 2019… Sin hablar de la pandemia….
Aunque tiene fuerza suficiente para resistir, el chavismo ya no tiene capacidad ofensiva para radicalizar el proceso. La crisis está afectando gravemente a los sectores más modestos de la población.
Con Chávez, su situación mejoró espectacularmente. Sus condiciones de vida se deterioran y el bloqueo les ataca en el estómago. Aunque el trabajo colectivo tiene sus méritos, es en parte impotente ante el hundimiento de los salarios y la agotadora gestión de una vida cotidiana que se deteriora.
El calvario se traduce en un repliegue sobre el individuo y la familia. Las Comunas sufren, aunque algunas lo sobrellevan sin demasiados problemas: «Ha habido complicaciones, pero los campesinos siempre tenemos qué sembrar, no tenemos los mismos problemas que en la ciudad, no nos morimos de hambre», explica con retrospectiva Luis Vargas (Consejo Comunal Santa Bárbara, Comuna Ezequiel Zamora). Sin embargo. «El Maizal», que antes sembraba 1.000 hectáreas de maíz, ahora sólo siembra 300. Los aportes financieros del Estado se detuvieron. Algunas comunas están quebrando.
¿Un olor a derrota? Más allá de las apariencias, ¡no! El declive es sólo aparente. Porque cada vez hay más Comunas que se fortalecen, estimuladas por la adversidad. «Nos dimos cuenta de que en este contexto de crisis», afirma Alexander Gil, vocero de la Unión Comunal, “lo único que podía permitir a los sectores obreros resistir era organizarse”.
En su entorno eminentemente urbano y a la sombra de sus bloques de pisos, «El Panal 21» ha bautizado el periodo como «Año Cero». «Cuando nos bloquearon y los pequeños comerciantes tuvieron dificultades, creamos una moneda local. Los que vendían caramelos, cachivaches y cualquier otra cosa de la economía informal, o incluso formal, podían salirse con la suya. La Comuna tenía (y sigue teniendo) una hermosa piscina, excavada colectivamente para el recreo de los niños: «La convertimos en un vivero de peces, para garantizar proteínas a las familias más vulnerables, a los escolares y a los ancianos».
En medio de los edificios y las calles estrechas, aparece de repente una granja de ciento treinta cerdos, en una orgía de décibeles y gruñidos. Y la poblacion sobrevive. «Nuestra resistencia y resiliencia en aquel momento demostraron claramente que no habría vuelta atrás. Todo este proceso de ‘bloqueo’ y sanciones penales nos ha permitido emanciparnos.»
En Miraflores, Maduro lucha con la misma determinación. Al mismo tiempo, trabaja para evitar la hambruna (mediante la creación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, o CLAP), la guerra civil e incluso la intervención militar estadounidense que esperan los sectores extremististas de la derecha.
Una gigantesca batalla por la paz y la preservación de las instituciones. Contra viento y marea, el Jefe del Estado ha conseguido mantener el país a flote.
Para Blanca Eekhout, «no habría podido hacerlo sin una organización popular que, sin ser todavía lo bastante fuerte como para constituir el nuevo Estado, era lo bastante robusta como para resistir».
Para Angel Prado: «Sin la lealtad del Presidente Nicolás al pueblo y a este proyecto radical, no habría revolución».
Dicho de otro modo: una base social decidida, un presidente muy comprometido a su lado – un presidente decidido, una base social muy comprometida a su lado.
Febrero 2021. Al someter a la ratificación del Parlamento la Ley de Municipios y la Ley del Parlamento Municipal, Maduro ha dado un paso más: «Pido el apoyo de la Asamblea Nacional para transferir el poder económico y la potestad de prestar servicios públicos concretos al pueblo comunero y a los concejos comunales (…) El objetivo es impulsar la nueva arquitectura financiera del poder popular. La comuna es el nuevo Estado».
A lo lejos, los imponentes Andes del estado de Mérida.
Una zona rural, a 770 kilómetros de Caracas.
Tucani: un pueblo polvoriento y poco llamativo en un principio, con un baile infernal de motos. La comuna «Che Guevara» está a varias decenas de kilómetros y mucho más arriba, a 900 metros de altitud, al final de una estrecha carretera de cemento feo y agrietado, una especie de tobogán infernal y retorcido, con una pendiente a veces tan pronunciada que, a excepción del conductor, hay que bajarse del viejo microbus de la comunidad y seguir a pie el vehiculo que gime. Por suerte para ellos, la mayoría de los comuneros viajan en moto. Como quien dice, full cholaaa (si Usted es pasajero, apriete el trasero y agárrese bien del respaldo del asiento).
Los alrededores de la Comuna: a la derecha, la caña de azúcar; a la izquierda, el cacao; por todas partes, el café. Los perros, grandes y pequeños, aúllan al menor paso. La lluvia se alterna con el sol. Nubes de mosquitos en la oscuridad. Dominándolo todo, la montaña El Mirador (1100 metros en la cima).
El corazón de la Comuna: un edificio principal; tres dormitorios con doce literas un poco más allá; un pequeño «trapiche» para extraer el jugo de la caña de azúcar; un invernadero para reproducir semillas, construido por el gobierno en cooperación con técnicos cubanos; un taller para tostar café. A derecha e izquierda, como era de esperar, motos y perros.
Ambiente muy relajado en la gran cocina- comedor. Un poco como un albergue juvenil. Dos jóvenes campesinas, muy concentradas, se arreglan mutuamente las uñas, muy largas, muy coloridas en rojo o verde, muy refinadas. La gente no vive aquí permanentemente, sino que pasa unas horas o, para algunos, unos días para reunirse y charlar. Tantas mujeres como hombres. Jóvenes, como se ha sugerido. El feminismo comunal les invita a compartir a partes iguales (y tres veces al día) la preparación de las comidas, la fregada de platos (cuando hay más platos sucios en el fregadero que limpios en las estanterías) y (siempre que sea necesario) las tareas domésticas. Arroz, caraotas negras o espaguetis y mucha carne: ¡no nos morimos de hambre! Discusiones alegres, especialmente animadas. Risas burlonas cuando María Corina Machado, la «lideresa máxima» de la ultraderecha, hace alguna que otra declaración escandalosa. Algunos insultos sinceros dirigidos a los «pitiyankis» (8). Y Joe Biden, ese «hijo de» qué se yo. Unas cuantas canciones revolucionarias o de farándula acompañadas de una guitarra cuando llega la hora de descansar.
No hay televisión. Por otro lado, gracias a la Wi-Fi, los teléfonos móviles no dejan de emitir WhatsApp, TikTok, X y otros grifos de estupideces, salpicados de carcajadas. Se puede ser revolucionario y seguir fascinado por la tecnología moderna y sus contenidos más o menos dañinos. Un desafío gigante de cara al futuro, en torno a la «hegemonía cultural» tan querida por Gramsci. Al mismo tiempo, matiza Simone Magalhaës, coordinadora de la Brigada internacionalista del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil (MST), que coopera aportando sus conocimientos y habilidades a los «comunero(a)s», «estos jóvenes comuneros son diferentes; tienen una conexión muy fuerte con la generación chavista de sus padres y abuelos; quierase o no, están vinculados a esta herencia ideológica». Además, utilizan WhatsApp para recibir e intercambiar noticias sobre política nacional e instrucciones para la lucha, organizar el trabajo y convocar reuniones.
Este remoto campo venezolano había sido completamente abandonado. Soñando con trabajar en un restaurante o en un hotel, o incluso con una carrera universitaria, sus habitantes se precipitaron a la ciudad, atraídos por el sueño urbano. Volvían de vacaciones para descansar, pero no tenían ni idea de las posibilidades de desarrollo de la zona.
Chávez empezó a propagar la idea de los consejos comunales. El tema resonó entre los pobladores que aún estaban presentes, algunos de los cuales campesinos de más de sesenta años que llevaban mucho tiempo luchando por un proyecto de soberanía alimentaria. Los dos primeros consejos, «Río Benito Alto» y «Mata de café», se crearon en la parte alta de la comunidad. Otros siete grupos de residentes siguieron su ejemplo posteriormente. La Comuna vio la luz el 5 de mayo de 2013, cuando varios líderes sociales, a menudo de origen colombiano, dieron un paso adelante y se lanzaron: «Un proyecto de desarrollo sin intermediarios, sin interferencias políticas, para nosotros los campesinos, eso fue gratificante.» Como aquí la gente no esconde sus convicciones políticas en el bolsillo, la Comuna Socialista recibió el nombre de «Che Guevara».
Como hemos visto, la región produce café y cacao. Lindón Bolaño cuenta que, dada la existencia de estos recursos, incluso antes del surgimiento de la Comuna, había surgido el siguiente pensamiento: «Somos trabajadores, debemos ser capaces de crear puestos de trabajo». Así comenzó la lucha por crear una planta de tostado. El alcalde se opuso a la compra de un terreno. «Empezamos a reunirnos en la escuelita. Hicimos lo que exigía la ley y… lo conseguimos. Era muy bonito. Con el respaldo técnico y financiero del Ministerio de Ciencia y Tecnología, su sueño se hizo realidad en 2012 en forma de Empresa de Producción Social (EPS) (9), «Las Colinas del Mirador». En medio del penetrante olor a café molido por las aspas de un molino, Luis Miguel Guerrero, gerente administrativo de la entidad local, explica la naturaleza de la organización : «Cuando una cooperativa es una forma de organización privada dirigida por un consejo de administración, que toma las decisiones más importantes, «el consejo de la EPS está formado por la asamblea general de la “comuna”, con dos representantes por cada consejo comunal; se trata de una forma de participación más protagónica, más amplia y más social».
Como hemos visto, la región produce café y cacao. Lindón Bolaño cuenta que, dada la existencia de estos recursos, incluso antes del surgimiento de la Comuna, había surgido el siguiente pensamiento: «Somos trabajadores, debemos ser capaces de crear puestos de trabajo». Así comenzó la lucha por crear una planta de tostado. El alcalde se opuso a la compra de un terreno. «Empezamos a reunirnos en la escuelita. Hicimos lo que exigía la ley y… lo conseguimos. Era muy bonito. Con el respaldo técnico y financiero del Ministerio de Ciencia y Tecnología, su sueño se hizo realidad en 2012 en forma de Empresa de Producción Social (EPS) (9), «Las Colinas del Mirador». En medio del penetrante olor a café molido por las aspas de un molino, Luis Miguel Guerrero, gerente administrativo de la entidad local, explica la naturaleza de la organización : «Cuando una cooperativa es una forma de organización privada dirigida por un consejo de administración, que toma las decisiones más importantes, «el consejo de la EPS está formado por la asamblea general de la “comuna”, con dos representantes por cada consejo comunal; se trata de una forma de participación más protagónica, más amplia y más social».
«¡Si sigues asi de achantado, no consigues nada!» El canto de los pájaros, el susurro de las hojas, el sol abrasador. El rugido de una motosierra cortando ramas y troncos indeseados. Una veintena de trabajadores. Hace dos meses que comenzaron el mantenimiento de las parcelas de cacao. Cortan, recortan, podan. Organizados en brigadas, dedican uno o dos días a cada parcela. Un turno para un productor, el siguiente para otro, y así sucesivamente. De vez en cuando, hacen una pausa para tomar algo y mirar la pantalla del móvil, cuando hay señal.
Quince días de trabajo, una semana de descanso. Todos reciben una paga y una pequeña bolsa de comida a la hora de comer. El técnico que les acompaña sostiene una pequeña rama entre los dedos, la examina, la disecciona y la muestra a los «compañeros». «En algunas parcelas hay enfermedades», dice Miguel Parra con una mueca, “la ”monilla’ u otras asquerosidades…».
El gobierno los paga para que limpien las fincas y, si es necesario, para que traten las enfermedades.
«Sí, señor, aquí trabajan catorce personas, ¡es una experiencia que te cambia la vida!» Londón Bolaño dirige la EPSDC Che Guevara. Compra cacao a un gran número de productores. Primero hubo que convencerlos. «No sabíamos cómo iba a funcionar. Hay algunos productores de la oposición que se resisten a vernos como empresa y a trabajar con nosotros.» Compitiendo con varias empresas capitalistas, la EPSDC selecciona y busca la calidad. No vende los granos de cacao, sino que los procesa y comercializa.
Con mascarillas higiénicas en la nariz, los trabajadores de turno se reparten las distintas tareas de producción. En el laboratorio, inmaculadamente limpio, una joven compañera maneja con una paleta y movimientos precisos el chocolate líquido, sobre el que parpadea la luz de la lámpara del techo. Una técnica extremadamente rigurosa, al parecer. «La gente que se dedica a esto lo ha aprendido de sus familiares y mayores, es innato», comenta Bolaño. Otros aprenden gracias al Ministerio de Ciencia y Tecnología, que envía técnicos para formarlos.
La empresa produce catorce productos diferentes, entre los más populares: cacao en polvo, cacao de frutos secos, tabletas y chocolate con leche. En total, 4 o 5 toneladas al mes. Al igual que con el café, parte de los ingresos de la empresa se redistribuyen a la comuna, que ahora cuenta con 1.600 familias y 14 consejos comunales: «No estamos aquí para enriquecernos, sino para solucionar los problemas de la comunidad».
Una de las frases más escuchadas al observar este proceso colectivo de desarrollo endógeno es: «Empezamos sin saber, pero aprendimos en el camino». Francisca Rendón se encarga de la parte administrativa de la EPSDC. «Nada de lo que ven aquí existía», empieza diciendo, “no había nada”. «Gracias a Dios, el Ministerio de Comunas y el Consejo Federal de Gobierno financiaron la construcción del edificio y las instalaciones, lo que nos permitió arrancar.» De eso hace ya ocho años.
Integrante de uno de los consejos comunales, Francisca no era en absoluto una líderesa. Profesora y madre de seis hijos, los mayores de ellos cursando estudios superiores, ayudaba de vez en cuando, pero no tenía tiempo para más. Sin embargo, debido a su ocupación, la gente la llamaba «profesora». Tras veintisiete años de leal servicio, se jubiló. En plena creación de la empresa, los compañeros la llamaban a menudo: «Profesora, por favor, necesitamos que alguien nos ayude a redactar un informe, es para la gestión…».
«Un día, fui a observar la elección de la Junta Ejecutiva, ¡y simplemente cai en la dinamica! Como voluntaria, fue nombrada automáticamente responsable administrativa del EPSDC. Como buena revolucionaria, no se echo para atrás. Volviendo la vista hacia el pasado, dice: «Me gusta cuando se trata de escribir, pero no me gusta la tecnología…». Suspira: «Tenemos algunos muchachos muy jóvenes que han asumido la parte de producción con gran responsabilidad. Pero en lo que respecta a la administración, nuestros colegas no reciben ninguna formación». Comenta que tiene 66 años. Añade que en la comuna, sobre todo en la parte alta, a causa de la crisis, «ha emigrado mucha gente; muchos profesionales, y esto es preocupante».
«Nada es fácil en las plantaciones de cacao, pero lo cierto es que con el centenar de agricultores que se dedican a la producción, la vida es mucho mejor que antes», nos dice Miguel Parra.
Una de las principales diferencias entre los consejos comunales y las comunas es que estas últimas están destinadas a transformarse en entidades económicas con medios de producción bajo control colectivo. Cada vez son más los que dan el paso. «El Maizal» es el precursor indiscutible, con doce unidades de producción, que incluyen el cultivo de maíz a gran escala (EPSDC Ezequiel Zamora), la cría de ganado vacuno y vacas lecheras (EPSDC Argimiro Gabaldón), la cría de cerdos (Porcinos El Maizal) y la transformación de alimentos (EPSDC Camilo Torres). A través del Banco Comunal, se otorgan créditos a pequeños productores independientes (Unidades de Producción Familiar: UPF) a las que se facilita el acceso a semillas, equipos, herbicidas e incluso ganado vacunado. Desde 2020, la Comuna ha financiado a 315 UPF. A cambio, estas le entregan un porcentaje de su producción.
En Barcelona (estado Anzoátegui), la comuna « Luisa Cáceres de Arismendi » ha creado una empresa de reciclaje. Las comunas del estado de Barinas son famosos por su harina de maíz «Ticoporo». «Lanceros de la Vitoria», en Caracas, no sólo produce para los habitantes cercanos, sino que también exporta a otras ciudades y estados. En la Comuna «Cinco Fortalezas», en Cumanacoa, mujeres revolucionarias, tras ocupar los terrenos de una hacienda de caña de azúcar, han implementado los medios necesarios para producir el azúcar en cuestión.
«Nacidos Para Vencer con Chávez» : siete concejos municipales, 2.500 personas, 14.000 hectáreas de tierra productiva, cría de ganado para producir carne y leche, cultivos de cereales, topocho (plátano pequeño), legumbres, tubérculos, caña de azúcar, cacao, onoto (colorante alimentario natural) y cúrcuma. Junto con otras seis comunidades vecinas – Los Herederos de Chávez, Los Hijos de Chávez, Los Guerreros de la Patria, Las Colonias del Viento, Hermandad Moritense y La Revolución en Progreso – Nacidos Para Vencer con Chávez ha puesto en marcha un circuito económico comunal especialmente eficaz. (10)
En todo el país se están llevando a cabo una multitud de experimentos, magníficamente ignorados por los supuestos «informadores», que nos hablan doctamente de Venezuela.
Pero para quien se interesa minimamente en este fenómeno, es impresionante, aunque la realidad esté llena de trampas (no fantaseemos).
«Ningún negocio es fácil», nos cuenta Londón Bolaño desde su planta chocolatera de la Comuna Che Guevara, «y el nuestro lo es menos que otros». Si bien la producción no plantea problemas insuperables, la comercialización sí. Hay muchas ofertas en el mercado. «Nuestros productos son tan ricos y naturales que los costes de producción son elevados. Además, el mercado en cuestión, capitalista por definición, ve con recelo, por no decir hostilidad, un producto «hecho en comuna». Sinónimo de chavismo y socialismo, la economía social es demonizada. Algunos prefirian apuñalarla por la espalda antes que comprarle nada. Aunque comercializa parte de su cacao y productos derivados en Mérida y a través de un programa de intercambio con otras comunas, la EPSDC Che Guevara vende el 70% de su producción – 2,5 toneladas de chocolate en polvo al mes – al… Ministerio de Comunas, que apoya la distribución a través de sus compras.
En otro orden de cosas, los campesinos comuneros aún no han sido capaces de romper con la lógica dominante. Cada vez producen más. Pero el fruto de sus esfuerzos sigue siendo captado por los intermediarios del sector privado, que se encargan del transporte a los barrios de las grandes ciudades y aplastan los precios de la producción. Las sanciones de los Estados Unidos tampoco han ayudado, pues han tenido un impacto directo en las infraestructuras logísticas y de transporte. Todo el sistema de transporte comunal se vio afectado por la falta de acceso a la gasolina y a los repuestos para el mantenimiento de tractores y vehículos (11). Para Washington, la paralización de la agricultura y del transporte de productos tenía como objetivo provocar la hambruna para que la población se rebelara. Al dejar al Estado fuera de juego por la caída de los ingresos petroleros, la agresión generó mecánicamente una apertura para el desarrollo de la economía en manos privadas.
« Este es el mayor reto al que se enfrenta el movimiento popular», explica el ministro Prado. Conseguir que nuestra economía comunal controle todo el ciclo productor-consumidor. He hablado con mucha gente de las ciudades y los barrios, donde hay una gran demanda de alimentos. Apoyándonos en su capacidad de distribución, vamos a empezar a organizar esta articulación.»
El rumbo ha sido fijado. El 20 de octubre de 2023, en el marco de la conmemoración del undécimo aniversario del « golpe de timón » querido por el difunto Chávez, Maduro y sus ministros se reunieron con 13.000 comuneros. En esta ocasión, el Presidente ordenó: «El Consejo de Vicepresidentes tendrá 72 horas para establecer un mecanismo efectivo para integrar la producción de las Comunas al programa nacional de compras públicas. Hay problemas que resolver y debemos resolverlos sobre la base de propuestas que provengan de las bases del pueblo organizado». Al mismo tiempo, ordenó relanzar la «autoconstrucción» popular como método para hacer avanzar la gran «Misión Vivienda», el tipo de iniciativa que a veces produce resultados particularmente sorprendentes (12).
Reforzado por el firme apoyo del Jefe del Estado, Ángel Prado está haciendo todo lo posible, realizando numerosos viajes tanto al terreno como a las oficinas de sus «colegas». El 8 de agosto de 2024, por ejemplo, se reunió con Juan Carlos Loyo, ministro de Pesca y Agricultura, para crear, junto con las comunas, una ruta de distribución de pescado desde el sur del lago de Maracaibo hasta los barrios populares de Barquisimeto (Lara). Para finales de 2023, ya existían 83 circuitos comunales y ocho Zonas Económicas que involucraban a 379 Comunas y 5.968 productores, beneficiando a más de 155.000 familias.
En Caracas, desde el tercer piso del Edificio La Francia, con vistas a la agradable Plaza Bolívar, Blanca Eekhout comenta, con voz entrecortada por una pizca de fastidio: «¡Mucha gente sabe lo que pasó el 28 de julio, pero muy pocos se han enterado de lo que pasó el 25 de agosto!»
El 28 de julio de 2024, como todo el mundo sabe, se celebraron las elecciones presidenciales, que dieron la victoria (no reconocida por la ultraderecha) (13) a Nicolás Maduro. Pero el 25 de agosto tuvo lugar otra consulta nacional: los habitantes de 4.500 Comunas votaron para determinar cuáles de sus necesidades prioritarias deberían ser financiadas inmediatamente por el Estado. Se trataba de la segunda consulta de este tipo, ya que la primera tuvo lugar el 21 de abril.
Explicación: la mejora de la situación económica desde 2022 ha permitido aumentar las transferencias del Estado a los consejos comunales y a las comunas. Tanto es así que, el 20 de octubre de 2023, el presidente Maduro anunció: «En la medida en que recuperemos el ingreso nacional con el levantamiento parcial de las sanciones por parte de Estados Unidos, todo el dinero que ingrese a las arcas del Estado irá directamente a los circuitos económicos comunales, los que existen y los que vamos a crear.» Desde entonces, ha precisado que se celebrarán cuatro consultas al año para seleccionar los proyectos de autogobierno popular que se financiarán.
Carlos Torres (Comuna Negra Hipólita) analiza : «Antes dependíamos del alcalde, del gobernador y del presidente para poder invertir, ¿no? Ahora ya no. Es el pueblo, el colectivo, el poder real el que decide dónde están sus prioridades».
Comuna Ezequiel Zamora (Lara). «Cuando llegó Chávez, nos organizamos. Ahora, con Maduro, hemos aprendido aún más».
Los gallos cacarean, aunque es muy de madrugada. No pueden ahogar el golpeteo de los martillos ni el chirrido de un soldador.
Varios hombres se apoyan mutuamente para levantar una estructura de acero. Varias mujeres con camisetas rojas se afanan en diversas tareas. El 21 de abril, la población de los siete consejos comunales decidió que la máxima prioridad para la Comuna era un «ambulatorio». El Centro de Diagnóstico Integral (CDI) (14) y el hospital están muy lejos. « Este consultorio es esencial para las urgencias. Sobre todo por la noche. Aquí tenemos muchos ancianos o personas mordidas por serpientes», explica Luis Vargas, del consejo comunal de Santa Bárbara, con un tono de voz tranquilo. «Cuando hay problemas con la gasolina, tenemos que movernos en bicicleta o llamar a la alcaldía para que nos ayuden con un vehículo».
Carmen Vásquez observa los avances de la obra. Es una de las dos enfermeras que viven en la comunidad. «Voy a ejercer mi profesión por primera vez. Soy diplomada desde hace mucho tiempo, pero no había tenido la oportunidad de hacer esto antes». Cuando el consultorio esté abierto, podrá venir un médico con regularidad.
Una pregunta. Sin respuesta muy precisa. Una llamada: «¡Alexis, porfa!» (15) Alexis, vocero del consejo comunal, irrumpe. Y explica: el consultorio está terminado al 50%. Sigue explicando: «Todos los que trabajan aquí son profesionales. Vienen voluntariamente, no les pagamos. Nosotros ponemos la logística y la comida. El gobierno nos pagó 10.000 dólares para comprar el equipo. Estamos muy agradecidos».
Las mujeres se reúnen alegres. Entre carcajadas, una de ellas levanta el puño y dice espontáneamente: «¡Mi ministro es Prado! »
Comuna «El Milagro» (estado Lara): «Somos gente responsable. Una comunidad muy organizada. No somos perfectos, pero queremos progresar».
Al final, el parlamento de la comuna decidió por consenso construir un pavimento duro cerca del centro educativo. La calle en sí aún no está asfaltada, así que cuando llueve es un auténtico lodazal para los niños de los cinco consejos comunales que estudian allí.
¿La alcaldia? Ningún problema: «Es el pueblo el que decide, nosotros sabemos mejor que nadie cuáles son nuestras necesidades».
Un equipo de cinco trabajadores -uno por cada consejo comunal- está llevando a cabo las obras. «El consejo «El Esfuerzo» tiene dos porque uno de ellos tiene las competencias profesionales para ser el maestro de obras.» Todos cobran.
Cinco mujeres asumieron la tarea. Virginia Yepes, miembro del consejo comunal «El Triunfo», ríe, claramente encantada: «Es la primera vez que asumimos este tipo de tarea y ha sido una gran experiencia para nosotras. Normalmente, siempre son los hombres… Mucha gente tenía sus dudas. Mucha gente tenía sus dudas, ¡pero al final nos han felicitado! »
La suma asignada por el gobierno debía servir para construir un total de 180 metros de aceras, 90 a cada lado de la carretera. Es lo que habría hecho una empresa privada con semejante presupuesto. Gracias a la gestión de las madres de familia, el poder popular ha construido ¡215 metros (430 en total)! Pensar «bolivariano» da una concepción del mundo diferente a la de la ley del mercado. La Comuna «Negra Hipólita», que se ha puesto a cavar una red de alcantarillado, llegó a hacer la siguiente observación: «¡Nos dijeron que no tendríamos dinero ni para 80 metros y ya llegamos a 150 metros! »
No lejos de la flamante acera, una de las «compañeras» lleva bajo el brazo un libro de cuentas cuidadosamente guardado. Señala que, ante el Consejo Federal, son cinco las personas encargadas de gestionar el dinero asignado por el Estado: «Todo debe ser transparente y estar a disposición de cualquiera.»
El financiamiento de las Comunas por el Gobierno es un ángulo de ataque de la derecha o incluso simplemente de los escépticos. Dadas las sumas desembolsadas -733 millones entre 2009 y 2013 (es decir, antes de la crisis), según el Ministerio de los Comunas- y la actual aceleración de las transferencias a través de consultas, es, en definitiva, una pregunta legítima. En 2013, tras una investigación de dos años, ¿no fueron detenidas tres personas, entre ellas el empleado de una agencia gubernamental que financiaba grupos comunitarios, por malversar 110.000 dólares destinados a la compra de embarcaciones para pescadores en el delta del Orinoco?
Resulta que, contrariamente a lo que muchos piensan, Venezuela es cualquier cosa menos un agradable desorden basado en el clientelismo y la improvisación. De hecho, es un modelo vanguardista altamente sofisticado.
Cuando comenzó la experiencia de los consejos comunales, no había referentes, ni precedentes. Chávez simplemente dijo: «Vamos a devolver recursos al poder popular». A partir de 2011, los fondos se canalizaron a través del Consejo Federal de Gobierno (CFG), inaugurado ese mismo año. Para evitar intermediarios entre las bases y el Gobierno central, y eliminar de las estructuras locales la posibilidad de dejar fuera a quienes están peor conectados o más aislados, el CFG apuesta por la comunicación directa. Los ayuntamientos tendrán que presentar sus proyectos y solicitudes de financiación por Internet. «Hemos conseguido algo increíble -nos decía en 2018 Guy Vernaez, entonces director de la CFG-. Hemos creado un sitio web de poder popular, que no era tan fácil. Pero era lo que hacía falta para no dejar crecer una burocracia.» Había nacido SINCO (Sistema de INtegracion Comunal).
Para la Historia y por lo lindo del símbolo, hay que decir que este sistema nervioso electrónico tuvo un predecesor: el Cibersin de Salvador Allende. Con los modestos equipos electrónicos de la época, una innovadora red de transferencia de información en tiempo real destinada a fomentar la participación de los trabajadores en el contexto de la política de nacionalización y gestión de las empresas recuperadas. Para ello, el «compañero presidente» se puso en contacto con el científico británico Stafford Beer, uno de los padres de la cibernética, que dirigió un grupo de chilenos implicados en el campo de la tecnología. Mediante una red de Télex instalada en las fábricas estatales, y utilizando el ordenador IBM 360 de la empresa informática chilena ECOM para procesar los datos centralizados, este revolucionario sistema abrió una comunicación directa entre los actores de la economía nacional y el gobierno central (16).
En 2014, para volver a Venezuela, más de 25.000 consejos comunales trasladaron sus solicitudes a la CFG, 13.000 de las cuales fueron aprobadas y dieron lugar al otorgamiento de recursos financieros. Con la máxima transparencia, dejando poco margen para el mal uso del dinero o la corrupción. Sin un líder único: cada consejo comunal tiene que nombrar a cinco responsables. Ninguno de ellos puede tomar ninguna medida relacionada con el proyecto sin el acuerdo de los otros cuatro. El CFG se pone en contacto con ellos periódicamente para saber si están al tanto de los avances o retrocesos de las obras. Este trabajo se supervisa en tiempo real. Como toda la información llega a través del SINCO, los departamentos del CFG pueden analizarla, lo que permite hacer un seguimiento de todas las entidades a todos los niveles.
Encontramos la misma lógica y el mismo funcionamiento para las Comunas.
Un escollo: no siempre es fácil familiarizarse con el sistema SINCO para personas acostumbradas a la vida difícil del campesino y sin conocimientos informáticos. «Al principio es difícil. Pero una vez que empiezas a utilizarlo con regularidad, te acostumbras. Pero Internet tiene que funcionar bien...». Sin embargo, ya que las dificultades están hechas para ser superadas…
Pitiguao, un pueblito inesperado en el corazón de una sierra boscosa de la región de Lara. José, luchador social de oficio, contempla la obra: una pequeña escuela que está terminada al 50%. «Aún faltan las puertas y los pupitres». Antes de emprender el camino de vuelta al final de la jornada, se sienta un momento en el pequeño cobertizo que servirá de comedor. En los rayos oblicuos de luz amarilla, revolotean granos de polvo. Resumen de la situación: 54 niños no tenían escuela. «Lo que ocurrió fue que los representantes del caserío estaban divididos. Había un pequeño grupo a cargo que no hacía reuniones generales. Nadie entendía de qué se trataba la Comuna. Esta etapa ha terminado. Ahora la Comuna ha tomado las riendas. La idea es que todos participen y que el plan de trabajo sea conocido por todos.» Los comuneros votaron en abril. «Gracias a «nuestro obrero-presidente Nicolás Maduro», el proyecto de la escuela ganó y recibió financiación. «Ahora estamos buscando un profesor, alguien que quiera ayudar. Aquí tenemos de todo, así que no es complicado. Bueno, es difícil… Pero no es imposible, en eso estamos de acuerdo. »
El 21 de abril de 2024, 15.617 colegios electorales de 49.000 consejos comunales dieron a los ciudadanos la oportunidad de dar al Ministerio de Comunidas una lista inicial de proyectos que debían financiarse y ejecutarse. Se presentaron más de 27.000 propuestas.
En la Comuna «Che Guevara» se presentaron siete. La propuesta ganadora fue la de un pequeño autobús para organizar un servicio de transporte local desde y hacia Tucani. «Antes había uno, pero se paró cuando surgió el problema de la gasolina y nunca volvió a arrancar». El segundo deseo más votado fue la mejora de la carretera principal.
«El Panal 21» vio concursar tres proyectos: una ambulancia; una unidad de producción no especificada; y una unidad de producción de salsa de tomate. «Ganó la ambulancia», sonríe José Queregan, entusiasmado con esta cooperación “entre el Estado burgués y las nuevas formas de organización que llevan el germen del socialismo”.
En La Miel (Lara), la Comuna Lanceros Atures rehabilitará un pozo acuífero para abastecer de agua potable, deficitaria en algunas zonas, a más de 8.000 habitantes. ¿Por qué un problema tan vital no fue resuelto antes por la «revolución»? «Ya hemos construido cuatro pozos, pero se han vuelto insuficientes debido al crecimiento demográfico. » Comuna urbana, «Lanceros Atures» gestiona tres empresas: una panadería comunal, una unidad de producción de aguardiente y varios edificios para el desarrollo agrícola y la ganadería.
Fuera, el sol aprieta con fuerza. Los quince miembros del parlamento local reunidos en el gran salón agradecen aún más el zumbido del aire acondicionado. En un arco perfecto, se preparan para la proxima consulta popular, la del 25 de agosto. El presidente de la reunión toma la palabra. Algunas consideraciones generales, una cita infaltable del «comandante» (Chávez), y la discusión puede comenzar.
Problema: hay quince consejos comunales, por lo que deberían estar presentes quince representantes; algunos no se han presentado porque viven un poco lejos. Refunfuños desde la sala: « ¡Hay que crear las condiciones para que podamos reunirnos todos! »
Las intervenciones siguientes aclaran que en el marco de la Consulta y de la perforación del pozo, que apenas está en su primera etapa, la Comuna está trabajando con instituciones del Estado; cuenta con el apoyo técnico de la Alcaldía, la Gobernación de Lara y el Ministerio del Agua. Paralelamente, «y con el apoyo de nuestro Presidente Maduro», ella trabaja en un «proyecto especial, la construcción de una cancha deportiva para el liceo. El Banco Comunal ha recibido los fondos para comprar los equipos y contratar la brigada de construcción. Algunos proponen nombres. Se levanta un dedo imperativo: «No olvidemos que la mano de obra tiene que estar calificada.»
Con vistas al 25 de agosto, se esperaban las propuestas de cada consejo comunal. El presidente de la reunión se apresura a declarar: «Tenemos que terminar de cavar el pozo. No podemos lanzar otro proyecto cuando el primero no está terminado». La reunión sopesa rápidamente los pros y los contras. En este caso concreto, el consenso debería alcanzarse con bastante facilidad: el agua es vital para los habitantes de todos los consejos comunales.
Hay que tener en cuenta que los venezolanos son seres humanos como los demás… Algunos de estos consejos comunales aún no han nombrado sus voceros. Si no lo hacen pronto, será imposible elegir a los órganos de la Comuna, que tendrán que renovarse. Y si eso ocurre, también será imposible subir ningún proyecto al sistema SINCO. Alguien lanza, medio fastidiado : « A algunos les gusta hablar y hablar y hablar, ¡pero no escuchan! » Otro añade: «Necesitamos establecer una metodología de trabajo.» Tras haber asistido durante tres años a la Escuela de Formación Política, Ideológica y Técnica de la Comuna El Maizal, Elisa Peña matiza más tarde cuando la interrogamos: «No siempre es fácil pero vamos avanzando, hay una dinámica comunal. Los más antiguos aconsejan a los nuevos.»
La reunión termina con buen humor. Todos se dirigieron a la puerta de salida con palmadas en la espalda.
«Puede haber una Comuna excelente, extraordinaria, pero si está aislada, seria algo contrarrevolucionario», dijo Chávez. A partir de 2019, varias Comunas tenderán puentes y establecerán contactos muy regulares entre sí. En 2020 se celebran varias reuniones regionales para aunar fuerzas. Llega la pandemia: ¡todo se paraliza! En medio del doble cataclismo -pandemia más desestabilización-, un puñado de compañeros preocupados decidieron que tenían que sobrevivir a esta guerra. « Decidimos subirnos a un camión allá, en la comuna El Maizal, para buscar sobrevivientes », relata Juan Lenzo. « Y encontramos un pueblo que resistía con valentía e insistía en la vía comunal hacia el socialismo, mucha gente, y nos dimos cuenta de que teníamos un patrón común de lucha, una realidad común, y así nació la Unión Comunera, ¡fruto de la búsqueda de supervivientes!». A esto siguió una carcajada: «¡Para poder circular por las carreteras durante el Covid, que estaba prohibido por medidas sanitarias, tuvimos que falsificar un montón de salvoconductos! »
Así comenzó la construcción de una organización nacional de comunas: la «Unión Comunera» (UC). Su congreso fundacional se celebró el 4 de marzo de 2022 en El Maizal, dotándola de estatutos, programa e identidad. La UC agrupa actualmente a 90 comunas de todo el país, con una dirección nacional que se acaba de renovar y varias comisiones de trabajo. Desarrolla intercambios económicos entre las Comunas rurales y urbanos más avanzados. No en vano, El Panal 2021 es un ejemplo vivo de esta práctica: «Estamos en contacto con comunas del interior del país que producen frutas y hortalizas», explica José Queregan. « Pagamos el coste real a los productores y, aquí, aplicamos precios solidarios para proteger el bolsillo del trabajador». Esta ruptura con el mercado y los intermediarios beneficia ante todo al poder popular organizado.
En su labor de agrupar, articular, la Unión Comunera se ha comprometido a desarrollar la Escuela de Formación de Cuadros, y organiza talleres de formación sobre gestión, feminismo y comunicación. Un tema considerado de suma importancia. Como señala Blanca Eekhout, «desde el principio de la revolución se crearon cientos de medios de comunicación comunitarios, entre ellos emisoras de radio y televisión. Debido a la crisis de los últimos diez años, muchos han desaparecido. Tenemos que hacer un esfuerzo para que haya medios alternativos en todas las comunas porque, sin comunicación, el trabajo que hacemos está incompleto». En cuanto a las mujeres, ya que se mencionaban, los primeros Encuentros de Feminismo Comunal tuvieron lugar en noviembre de 2024, en la Comuna de El Maizal, y en el Estado Apure, por iniciativa de los dirigentes de la región Centro-Occidente. «Sin feminismo no puede haber socialismo», explica una de las participantes, Margloris Camacho.
Desde la ultraderecha hasta los ex-socialdemócratas, la oposición afirma que sólo quiere la felicidad del pueblo. Por ello, se opone enérgicamente a esta política peligrosamente «clientelista». En 2015, cuando tomó brevemente el control de la Asamblea Nacional, su primera prioridad fue declarar que todas las leyes del Poder Popular eran inconstitucionales y seguir una estrategia de descalificación.
En 2021, el presidente de la Asociación Venezolana de Derecho Administrativo (Aveda), Alfonzo Paradisi, consideró que las leyes en cuestión violaban la Constitución vigente al establecer «un Estado paralelo» (17). Más cerca de nosotros, el abogado Allan Brewer Carías afirma que estas leyes, lejos de ser instrumentos de descentralización, constituyen un sistema de control de las comunidades por parte del poder central. En la práctica, actuarian como correa de transmisión de las decisiones gubernamentales y de los sectores políticos que defienden a ultranza al «caudillo» Maduro.
Por último, y siempre según la derecha, el gobierno utiliza este sistema para financiar a sus «partidarios» en detrimento de los alcaldes y gobernadores de la oposición. Sobre este preciso punto, el argumento se sostendría si los ediles del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), base política institucional del gobierno, no se enfrentaran también a la «competencia» de la autogestión popular, con la cual no siempre se llevan muy bien.
Por lo demás, Juan Lenzo pone los puntos sobre las íes. En primer lugar: «¡El enfoque comunitario no pretende sustituir al alcalde! Al igual que los gobernadores y los cargos electivos, el alcalde conserva un amplio abanico de prerrogativas: infraestructuras, obras de urbanismo, gestión del patrimonio, administración del registro civil, competencias policiales y de seguridad, etc. Pero lo que defendemos no se limita a votar. Votar es el requisito mínimo de la democracia. La nuestra se amplía con miles de procesos, consultas, deliberaciones, participación y ejercicio de la política en los territorios. Nuestro modelo es una democracia más amplia». Con una particularidad (si nos referimos al zapatismo, para quien el gobierno central es considerado un enemigo): la colaboración estrecha y aceptada entre las bases y el Estado. Continúa Lenzo: «Es fundamental contar con expresiones comunitarias que tengan grados de autonomía, pero que también nos permitan pensar en perspectiva nacional».
En su batalla inquisitorial contra las brujas, los herejes y los poseídos, los conservadores tienen buenas razones para estar preocupados. Es cierto que las 4.505 comunas existentes no son más que un experimento relativamente limitado. No todo el mundo en Venezuela es comunero, lejos de ahi. Sin embargo, los 49.000 Consejos Comunales de todo el país se han convertido en un punto de referencia absoluto. Nadie puede ignorarlos, mas alla de las ideologías. Es más, cuando, a través de la consulta y el diálogo permanente con el Estado, las Comunas mejoran la vida cotidiana, incluso los opositores locales se benefician -y no estamos hablando de las clases altas, sino de ciudadanos modestos o incluso de clase media. Cuando se celebran consultas, se invita a votar a todos los ciudadanos, independientemente de su orientación política. Blanca Eeckout sostiene que « si la gente participa en la organización de su territorio, defenderá lo que ha conquistado o simplemente adquirido.»
En este punto preciso, se objetará que, a pesar de los fantásticos programas sociales de los que se beneficiaron inicialmente, muchos venezolanos, olvidando los logros alcanzados, se apartaron de la revolución cuando sus condiciones de vida se deterioraron como consecuencia de la crisis económica provocada por la agresión de Estados Unidos. Windely Matos, portavoz principal de la comuna «Lanceros Atures», contesta: «Si en Venezuela hubiera 3.000 comunas activas con 600 cabezas de ganado, cerdos y 30 hectáreas de maíz como nosotros, además de nuestra producción de harina y café, el impacto de las sanciones [estadounidenses] sería mucho menor.» Además, un tejido de consejos comunales activos y unas Comunas consolidadas por todo el territorio nacional hacen que la derecha tenga menos posibilidades de ganar (si acepta el proceso democrático) o de desestabilizar el país (cuando decide sembrar el caos). «Somos gente de paz, pero también somos guerreros -confirma Daniel Suárez, representante legal de la Comuna Lanceros Atures y concejal de Simón Planas-. No dejamos que nadie nos intimide.»
Desde luego, el proceso bolivariano se radicaliza y avanza deliberadamente en esa dirección. «Vamos a sacudir los cimientos del Estado burgués y construir un Estado comunal, democrático y del pueblo», reafirmó el presidente Maduro a finales de 2024. Además de las consultas previstas, prevé que el Estado financie más de 4.600 «proyectos exclusivamente productivos», así como iniciativas relacionadas específicamente con la cultura y la juventud. También quiere que el país cuente con 6.000 comunas en un futuro no muy lejano.
El 15 de diciembre, organizado por el Ministerio de las Comunas con el apoyo técnico del Consejo Nacional Electoral (CNE), un nuevo aspecto de esta política inclusiva se añadió a los anteriores con la elección sin precedentes (prevista en el artículo 68 de la Constitución) de 15.000 jueces de paz comunales y otros tantos diputados, por sufragio directo y secreto. Más de 52.000 candidatos se presentaron a las elecciones. En sus respectivas comunidades, los representantes elegidos actuarán como mediadores, arbitrando y, si es necesario, dictando sentencias en caso de disputas o conflictos menores entre vecinos, con el fin de tratar y resolver estos casos rápidamente y aliviar a los tribunales de su carga de trabajo (18).
« ¡La Comuna o nada! La derecha venezolana teme adoptar un modelo basado en la participación popular», concluye el ministro Ángel Prado. El imperialismo y la burguesía latinoamericana temen que este tipo de experiencia comunal empiece a ser exigido por el pueblo en otros países».
Simone Magalhaes, coordinadora de la Brigada internacionalista del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, lo confirma implícitamente, aun desde la distancia: «Las Comunas son una experiencia increíble. Estoy impresionada por la capacidad de conciencia política y de protagonismo del pueblo venezolano. El legado de Chávez no puede quedarse sólo en Venezuela; tiene mucho que decir y enseñarnos. »
Blanca Eekhout está de acuerdo: « Es una democracia que estamos construyendo con un suplemento de alma. Se aparta de los estándares de la democracia liberal-burguesa, y probablemente por eso nos atacan tanto ». (19)
Alexander Gil, vocero de la Unión Comunera, se atreve a abordar el tema de quienes, en un verdadera ofensa al sentido común y a la lógica, apartan ostensiblemente los ojos en cuanto se les habla de la revolución bolivariana: «Creo que hay muchos sectores de la izquierda que están muy, muy influenciados por los imperios mediaticos y toda la red propagandística que se ha tejido, y que no entienden que en Venezuela se está construyendo una democracia popular participativa y protagónica, es decir, que trasciende las formas clásicas de democracia».
En Sarare, en una reunión de un Consejo Comunal en plena naturaleza, en la relativa frescura del final del día, Carmen León no le da vueltas al tema y lanza con su hirviente entusiasmo: « Lo que pasa aquí no pasa en ningún otro lugar. ¡Venezuela es única en todo !
Notas :
- En su origen, insulto a comunistas y activistas de extrema izquierda.
- Primer pensador marxista importante de América Latina, José Carlos Mariategui (1895-1930) fue el fundador del Partido Socialista Peruano en 1928. Refiriéndose a una «creación heroica», abogó por un «socialismo indoamericano»
- Documento del EZLN, Democracia y Justicia, (Diálogos de) San Andrés, Chiapas, 16 de julio de 1996.
- El Colectivo tomó este nombre en 2002 en homenaje a Alexis González Revette, compañero asesinado por la policía durante el golpe de estado del 11 de abril.
- «Bachaqueo» – nombre popular dado al saqueo de los productos subvencionados para provocar escasez y revenderlos a precio incrementado.
- Convertida en mayoría en la Asamblea, la oposición de derecha no deberá más que a su arrogancia no poder ejercer sus prerrogativas: habiendo hecho prestar juramento por pura provocación a tres diputados convencidos de fraude electoral, es declarada «en desacato» por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y, sin ser formalmente disuelta, ve invalidadas todas sus decisiones.
- En estas condiciones, en 2017, tras una ola de violencia insurreccional de la ultraderecha, convocó y hizo elegir una Asamblea Constituyente no destinada a reformar la Constitución sino a reemplazar y a mantener el papel de la Asamblea Nacional que habia incurrido en desacato ( vease el punto 6).
- Opositores considerados como servilmente subordinados a los Estados Unidos.
- Figura creada por la Asamblea Nacional dentro de la amplia gama de leyes del poder popular.
- Véase : https://venezuelainfos.wordpress.com/2024/07/22/femmes-communardes-parmi-tant-dautres-au-venezuela/
- Venezuela produce un petróleo «pesado» que tiene que ser tratado con aditivos. Debido a que los EEUU pusieron trabas a la importación de estos productos, la escasez de gasolina dejó al país paralizado.
- El ejemplo más espectacular de la «autoconstrucción» de un edificio por un grupo de mujeres es el tema de un documental de Thierry Deronne, «Nostálgicas del futuro», que se puede ver en el sitio web des Mutins de Pangée: https://www.cinemutins.com/nostalgiques-du-futur
- Véase: «Los influencers político-mediáticos del Gran Venezuela Circus», 10 de octubre de 2024 – https://glocalworkshop.com/es/producto/los-influyentes-politicos-y-mediaticos-del-gran-circo-de-venezuela-maurice-lemoine/
- Centro de Salud gratuito con personal, tecnología para exámenes y medicamentos.
- Abreviatura popular de «por favor».
- Véase de Maurice Lemoine, «Venezuela, crónica de una desestabilización», Le Temps des Cerises, Montreuil, 2019.
- https://elestimulo.com/politica/2024-11-25/ahi-viene-el-estado-comunal-otra-vez/
- Los elegidos recibirán una formación impartida por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
- https://www.colombiainforma.info/venezuela-desde-la-comuna/