El presidente colombiano Gustavo Petro insistió en la no injerencia en los resultados de las elecciones presidenciales de Venezuela, “No es un gobierno extranjero el que debe decidir quién es el presidente de Venezuela”, señaló, luego que su país se abstuvo de votar una resolución de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que instaba a la autoridad electoral de Venezuela a publicar de inmediato los resultados electorales.
Venezuela ha sido el fantasma con el que la derecha combatió la elección de Petro y su propuesta de profundas reformas políticas. Hoy, los medios hegemónicos colombianos que trasuntan su odio (no oposición) al chavismo, trasmiten en directo desde Caracas.
Petro ha restablecido las relaciones con Maduro, lo ha visitado reiteradamente, y lo ha convertido, como durante el Gobierno Santos, en coadyuvante del logro de la paz en Colombia con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), muchos de cuyos líderes han permanecido protegidos por el régimen venezolano.
La agenda política colombiana ha cambiado en las últimas décadas. Durante muchos años, los anhelos de paz o las promesas de la victoria militar definían las elecciones. Esta vez, con ls elecciones de 2026 gravitando en el ambiente político, el desenlace de la publicitada crisis venezolana será importante para millones de electores de centro e independientes, la llamada franja de opinión, que decide su voto en el último minuto.
En Washington, Colombia argumentó que no considera a la OEA como el escenario correspondiente para abordar los temas relativos a Venezuela, país que se retiró unilateralmente del organismo. Agregó que el gobierno colombiano ha mantenido diálogos con Brasil y México para “crear las condiciones necesarias y buscar un acuerdo” en Venezuela.
El embajador Luis Ernesto Vargas explicó que Colombia se abstuvo de votar la resolución por dos razones principales. La primera es que la OEA no puede considerarse un organismo imparcial en esta circunstancia; y la segunda es porque Venezuela no estaba presente en la reunión. embajador de Colombia ante la Organización de Estados Americanos (OEA), declaró que el Gobierno del presidente Gustavo Petro aún no reconoce a Maduro como presidente reelecto de Venezuela hasta que no se demuestre con evidencias los resultados.
Volvió Pacho, el desestabilizador
Francisco “Pacho” Santos, exvicepresidente de Colombia con Álvaro Uribe, denunció que “la dictadura conducida por Nicolás Maduro” estaría preparando la impresión de actas electorales apócrifas para presentar ante delegados internacionales “para legitimar de esa forma el megafraude electoral concretado el pasado 28 de julio”.
Pacho Santos, embajador de Colombia en Washington 2018-21,es un conformador de grupos paramilitares y reaparece en el escenario político para promover la injerencia en asuntos internos de Venezuela. En 2019 fue uno de los organizadores de la proclamación de Juan Guaidó como presidente e invitó semanalmente a senadores y militares estadounidenses al departamento Norte de Santander,limítrofe con Venezuela, tratando de provocar un conflicto con su vecino. Fue corresponsable –con el presidente Uribe- de lo hechos trágicos en puente Las Tienditas, el 23 febrero 2019.
Con total desparpajo denunció: “Con mucha responsabilidad y luego de verificar 100% está información confirmo que: en los galpones del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Filas de Mariche, estado Miranda, hay un equipo de 150 empleados del ente electoral de Venezuela, todos supervisados por un grupo de ingenieros chinos de cuatro personas (fabricantes de las máquinas)”.
El expresidente Álvaro Uribe Vélez, por su parte, expuso que alianzas por debajo de la mesa con otros gobiernos le ha permitido a la dictadura de Maduro fortalecerse económicamente a partir de prácticas ilegales relacionadas con el narcotráfico.
“La suerte de la hermana Venezuela es fundamental para la prosperidad y tranquilidad de su pueblo. También lo es para el mundo democrático, para nuestra América. Y para Colombia porque el régimen chavista, con el castrismo, sus amigos locales y quien desde el Gobierno en el pasado se convirtió en su aliado de ocasión, ha contribuido a que aquí no haya paz sino capitulaciones en serie a favor del narcocomunismo armado”, señaló Uribe
La prensa derechista colombiana tilda la participación del pueblo venezolano que no está alineado con esa derecha golpista e imperialista, y que salió a las calles a defender el proyecto bolivariano, como “bandas chavistas” o “grupos paramilitares del gobierno”. Son quienes no se quedaron viendo televisión, sino estaban conscientes de que se trata de un intento de golpe de Estado híbrido para deslegitimar el tejido social construido alrededor del poder popular.
El caballito de batalla de la derecha colombiana, demasiado influida por la derecha española, era mostrar que no funcionaba el Consejo Nacional Electoral y mostrar muertos por la represión. La inteligencia de Maduro fue decirle al ejército, a la policía y al chavismo que no hiciera nada, que aunque estuvieran golpeando y matando a gente, quemando escuelas, hospitales, autobuses, no respondieran.
Otro botón de muestra: de manera desvergonzada y descarada, la senadora @MariaFdaCabal tomó las imágenes de una película para hacer denuncias sobre supuestas torturas que se estaría llevando a cabo en este momento, por el gobierno del presidente @NicolasMaduro contra la oposición en #Venezuela.
Apenas una hora después de esta aseveración, intentó evadir su embarrada, pero sin pedir disculpas. María Fernanda es conocida como laboratorio de memes y burlas a los sectores populares, que durante años han favorecido la historia de destrucción y muerte. También difundió por redes la nota que María Corina Machado escribió para The Wall Street Journal (“Puedo demostrar que Maduro fue derrotado”.
Petro busca diferenciarse del ultraderechista expresidente Iván Duque, acérrimo enemigo del bolivarianismo y de Maduro y ha hecho todo cuanto puede para acabar con ese régimen. Rompió relaciones diplomáticas, cerró el mercado común y el tránsito de personas, e incluso lo desafió en la frontera, organizando conciertos y moviendo la tropa, pero también reconociendo a Juan Guaidó como presidente.
Petro ha restablecido las relaciones con Venezuela, y la ha convertido, como durante el gobierno de Juan Manuel Santos, en coadyuvante del logro de la paz en Colombia con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP).
La injerencia española
Colombia y Venezuela comparten más de 2.200 kilómetros de frontera, tienen los mismos orígenes históricos, sociales y culturales, y la libertad de ambas naciones se debe al mismo hombre: Simón Bolívar. “Para la prensa europea, el resultado electoral venezolano se ha convertido en un tsunami político en el continente, con especial impacto en las elecciones presidenciales colombianas de 2026”, señala el diario El País de España.
Desde Madrid se atreven a señalar que la postura del gobierno colombiano ha generado el rechazo de la opinión pública nacional, que la entiende como cobardía para enfrentar a Maduro. Colombia justifica su posición en la necesidad de salvaguardar el mercado común de más de setecientos millones de dólares, que benefician a la industria nacional y generan miles de empleos, agrega el diario español.
El problema de la derecha europea es que sigue con su visión colonialista. Ahora señalam que corrupción y venezolanización son dos ingredientes de una receta de demolición de la izquierda en Colombia, a la que se suma la testarudez del presidente Petro de meter a Colombia en el experimento del poder constituyente, que es como un llamado a la revolución permanente para demoler lo existente.
La derecha no quiere saber nada de cambios (le teme a los que adelanta el gobierno de Petro) y los medios liberales y de derecha europeos (en especial los españoles) quieren imponer el imaginario de que los hechos conspiran contra la izquierda en Colombia, que ve imposible su reelección con Petro, prohibida por la Constitución, o con cualquier otro candidato.
Hoy ven su proyecto herido de muerte por los errores propios, pero también por el incendio del vecindario, insiste el adalid colonialista, El País. Y seguramente su opinión sea replicada por tantos “opinólogos” socialdemócratas y liberales, y reproducidos por medios europeos que luego serán redifundidos por la prensa hegemónica colombiana.
Camilo Rengifo Marín