Colombia: Falleció la senadora colombiana Piedad Córdoba

Sábado de luto éste, de luto largo y profundo, porque te fuiste, negra querida, en un momento en que más que nunca necesitábamos de tu sabiduría y tu valentía…/ A Colombia le cuesta cicatrizar las heridas de décadas de conflicto armado. Es un país polarizado, con dificultades para la reconciliación. “Yo me he mantenido en el tema de la paz.

Piedad Córdoba de visita en Buenos Aires en 2017 para recibir el premio Rodolfo Walsh.. Imagen: Guadalupe Lombardoen Buenos Aires en 2017

Piedad Córdoba ¡presente!

Tristísima noticia la del súbito fallecimiento de la senadora colombiana Piedad Córdoba. Una de las grandes mujeres de Nuestra América por su valentía para enfrentar al paramilitarismo y la derecha ultraconservadora de su país, y por su coherencia en la búsqueda de la paz y la felicidad de su pueblo.

Piedad fue un personaje fascinante por la claridad de sus ideas, por su sensatez, su acendrado humanitarismo, su inquebrantable vocación pacifista y revolucionaria, y su profunda vocación latinoamericanista. Conmovida por la interminable matanza que por décadas enlutaba su tierra, se volcó con todas sus fuerzas y la lucidez de su privilegiada inteligencia para lograr la pacificación de Colombia. Como lo reconociera años más tarde, en esa noble tarea empeñó todo su capital político y su reconocimiento social.

Piedad Córdoba. Imagen: AFP

Su negritud, sus luchas por las mejores causas de la emancipación integral de los pueblos y su condición de mujer, potenciaron hasta el infinito el odio que le dirigió la oligarquía colombiana. Fue perseguida con una saña tan perversa como infrecuente, inclusive en la convulsionada historia latinoamericana. Pero jamás se doblegó ante esas maniobras, que iban desde amenazas a su vida hasta infames operaciones de lawfare que por largos años la privaron de su banca en el Senado de Colombia
Activamente compometida con la búsqueda de algunos gestos que expresaran por parte de la guerrilla una voluntad de diálogo, ayudó a la liberación unilateral de algunos rehenes que estaban en su poder. Y logró con su incansable militancia abrir paso a los diálogos de paz que tendrían lugar en La Habana entre el gobierno del por entonces presidente Juan M. Santos y la dirigencia de las FARC-EP, teniendo como países garantes a Noruega, Brasil, Chile, México, Venezuela y Cuba.

Este proceso fructificaría con la firma de los acuerdos entre las partes en 2016, sembrando expectativas de lograr una paz duradera para Colombia. Sin embargo, la presión del uribismo exigió que tales acuerdos tuviesen que ser sometidos a un plebiscito ciudadano en el que la población dijera si aceptaba o rechazaba el acuerdo laboriosamente plasmado tras largos años de negociación en Cuba. Insólito requisito, ese de preguntarle a la ciudadanía si está o no de acuerdo con poner fin al baño de sangre que conmovía a Colombia. Desgraciadamente, quienes se oponían al mismo, es decir, a la paz, obtuvieron unas décimas más del 50 por ciento de los votos y todo debió volverse a negociar. Esta derrota, producto del permanente bombardeo que descargaban sobre la población los grandes medios de “desinformación y confusión” de masas controlados desde siempre por la oligarquía, afectó profundamente a Piedad, pese a lo cual no bajó los brazos y siguió luchando hasta el fin de sus días por una paz duradera y con justicia para su país.

Su vocación nuestroamericana la llevó a manifestar su militante solidaridad con todas las buenas causas de la región. Fue amiga incondicional de la Revolución Cubana, de Fidel y de Chávez, de Evo, de Rafael Correa, de Lugo, de Lula, de Néstor y Cristina Kirchner, y de todos los líderes de los procesos emancipatorios en curso en Latinoamérica, donde su popularidad a escala continental era impresionante.

Fue amiga y admiradora de Diego Armando Maradona por la solidaridad que éste manifestó al acompañarla en su campaña por la paz en Colombia en 2016. La recuerdo en uno de sus viajes a la Argentina, cuando me tocó llevarla a una serie de reuniones en el centro de Buenos Aires. En una ocasión nos fuimos caminando por la avenida Corrientes y fue impresionante la cantidad de gente que la paraba a cada paso para sacarse una foto con ella, felicitarla, darle su aliento. Varios choferes de colectivos hicieron sonar sus bocinas y le hacían un ademán amistoso, y desde los automóviles se oían voces de apoyo. Recuerdo una: “¡no te mueras nunca, Piedad, nunca. Te necesitamos!” Era una escena que amigos comunes me decían que se repetía en Ciudad de México, Lima y La Paz, por donde fuera que Piedad paseara su imponente y bella figura, su elegancia, su amable sonrisa, su mirada a la vez dulce y acerada cuando se involucraba en un debate o recordaba las tropelías a que a diario la sometía el uribismo y sus secuaces en su amada Medellín.

Sábado de luto éste, de luto largo y profundo, porque te fuiste, negra querida, en un momento en que más que nunca necesitábamos de tu sabiduría y tu valentía. Quienes aún estamos en este mundo te prometemos que nunca serás para nosotros, y tampoco para las futuras generaciones, un ícono inofensivo sino una permanente y vital fuente de inspiración para luchar sin desmayos en la construcción de un mundo mejor, donde la humanidad no corra el peligro de su autoextinción como advertía Fidel en la Cumbre de Rio de 1992. ¡Hasta la victoria, siempre!, querida Piedad.

Fuente: Página|12, 21 de enero de 2024

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La última entrevista que dio a Página|12
Piedad, la que hablaba de paz cuando nadie lo hacía

La exsenadora colombiana murió este sábado a los 68 años. En 2017, cuando estaba en plena campaña electoral para la presidencia de su país, visitó Buenos Aires para recibir el premio Rodolfo Walsh. Su visión sobre las lideresas políticas de la región, el daño del neoliberalismo en Colombia y su rol en la liberación de rehenes de las FARC.

Piedad Córdoba de visita en Buenos Aires en 2017 para recibir el premio Rodolfo Walsh.. Imagen: Guadalupe Lombardoen Buenos Aires en 2017

Su colorido pañuelo en la cabeza y su fortaleza discursiva son marcas registradas de Piedad Córdoba. La ex senadora colombiana que hablaba de paz cuando nadie lo hacía, según sus propias palabras, quiere ser presidenta de su país y se postula para las elecciones del 27 de mayo de 2018 con la intención de cambiar el modelo económico neoliberal.

Piedad Córdoba ha tenido un rol humanitario innegable en su afán por la liberación de rehenes de las FARC, la principal guerrilla colombiana, devenida en partido político con la misma sigla. Córdoba participó en la puesta en libertad de varios secuestrados, como Clara Rojas, ex candidata a la vicepresidencia. Piedad debió enfrentar acusaciones de que era una aliada del grupo insurrecto, fue inhabilitada en 2010 por la Procuraduría para ejercer su cargo de senadora hasta que el Consejo de Estado dejó sin efecto la medida en 2016, después de seis años. “Las mujeres como Cristina, Dilma y yo hemos sido satanizadas, perseguidas. Todavía la sociedad no se acostumbra a las mujeres con criterio propio, fuerza y pensamiento autónomo” sostiene Córdoba en diálogo con PáginaI12.

Córdoba se enorgullece de que la Universidad de La Plata le notificara que recibirá el premio Rodolfo Walsh en Bogotá, aún con fecha a definir. “Walsh es muy representativo en la lucha por los derechos humanos”, sostiene esta dirigente que pertenece al movimiento independiente Poder Ciudadano, una corriente progresista que nació hace quince años del Partido Liberal. “Mi alianza es con la gente, el cara a cara con la gente… su preocupación por el día a día, por los temas de servicios públicos, movilidad, la salud, que es un desastre en Colombia, el empleo, la educación”. Y agrega: “Me da gracia cuando dicen que vamos a llevar a Colombia el castro-chavismo. Colombia está mal hace rato, la apertura comercial acabó con la industria, está desindustrializada. El país tiene una economía de casino financierizada, el 48 por ciento de los activos están en propiedad del sector financiero, en manos de cinco bancos; el sector manufacturero colapsó por la importación y por el contrabando. Importamos materias primas, estamos como en la época de la colonia. El país tiene una deuda externa –de 120 mil millones de dólares, el 42 por ciento del PIB– hay 9 millones de indigentes y 13 millones de pobres”.

La apertura de la economía colombiana a partir de los años noventa con los Tratados de Libre Comercio dejó sus efectos negativos. Córdoba propone recuperar lo perdido: reconvertir la industria nacional, apoyarla, volver a poducir en el campo. “Un país que era capaz de autoabastercerse hoy importa comida. El campo está solo. Obligan a los campesinos a la erradicación de cultivos, lo que es una infamia.” Se le pregunta a la ex senadora qué país de la región tiene como referente, más afín a sus ideas. “A mí me encantaría que tuviéramos gratuidad en la educación y en la salud como en Argentina, lo que hizo Bolivia con los recursos naturales, revisar la carga tributaria de las empresas, comprometerlas a que un alto porcentaje de esos recursos se quede en el país. En Colombia lamentablemente estamos convirtiendo el territorio en enclaves turísticos. Me encantaría tener las carreteras que hay en Ecuador. La renta minima para la gente que hay en Venezuela, así como la pensión para todo el mundo.”

A Colombia le cuesta cicatrizar las heridas de décadas de conflicto armado. Es un país polarizado, con dificultades para la reconciliación. “Yo me he mantenido en el tema de la paz. Yo hablaba de paz cuando nadie lo hacía. Por eso celebro con alegría que se acabara la lucha armada. Fue parte de mi lucha de muchos años. Respeto de la decisión de llamarse FARC como partido, pero es complicado para el imaginario de la gente. Pero si se hubieran cambiado el nombre dirían que es para engañar al electorado. La sociedad está muy polarizada, ha sido manipulada por los medios y por sectores que no quieren ningún cambio.”

Una podría pensar que con los acuerdos de paz pierde terreno la derecha guerrerista. Córdoba se muestra escéptica: “A la derecha conservadora, al uribismo, no los conmueve el hecho de que se acabe la guerra. La derecha colombiana es una elite sectaria que ha apelado al paramilitarismo para despejarse el camino e impedir que lleguen nuestras voces”. Córdoba confía en que la izquierda pueda llegar al Palacio de Nariño pese a que aún no hay alianzas definidas ni un claro favorito.

Mercedes López San Miguel*

*Subeditora de la sección El Mundo en el diario Pagina12 desde 2003. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UBA.

Fuente Página|12, 22 de enero de 2024

Editado por María Piedad Ossaba

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