Nizar Qabbani: Estoy con el terrorismo

Estoy con el terrorismo/mientras este nuevo mundo/odia desde sus entrañas/el olor de los beduinos./ Estoy con el terrorismo/ mientras este nuevo mundo/quiere degollar a mis hijos/y tirar sus restos a los perros./levanto mi voz en alto/estoy con el terrorismo/estoy con el terrorismo

Nizar Qabbani (Damasco, 1923-Londres, 1998) es uno de los poetas árabes más populares del siglo XX. Sus letras eróticas y antiautoritarias, a menudo musicadas y cantadas, han dado nueva vida a la poesía árabe en unas cincuenta colecciones. Irrumpió en escena en 1954 con su primer volumen, Infancia de un pecho, que rompía con el conservadurismo imperante. Profundamente afectado por el suicidio de su hermana, que se negó a casarse con un hombre al que no amaba, se convirtió en un poeta feminista, escribiendo a menudo desde el punto de vista de una mujer. Residente en Londres desde 1967, fundó allí una editorial tras la derrota árabe de 1967. Pero siguió apegado a su Damasco natal, a cuyo “perfume de jazmín” cantaba. Fue diplomático durante treinta años, representando a su país en todo el mundo. Con los años, su poesía se hizo cada vez más política y crítica. Uno de sus versos es famoso: “Oh Sultán, mi señor, si mis ropas están rotas y hechas jirones, es porque tus perros tienen permiso para despedazarme”. La última parte de su vida estuvo marcada por la tragedia: su segunda esposa, Balqis Arrawi, una profesora iraquí, fue víctima de un atentado con bomba contra la embajada de Irak en Beirut, atribuido a un grupo proiraní. Nizar Qabbani murió en Londres en 1998. Su funeral en Damasco se celebró en medio de un gran fervor popular.
El siguiente poema apareció en abril de 1997 en el periódico londinense Al Hayat.

Nos acusan de terrorismo
si defendemos la rosa…y la mujer
y la poesía meritorio
y el azul del cielo
de un país en cuyo espacio no queda
agua…ni aire
No queda en él ni tienda…o camella
o café negro

Nos acusan de terrorismo
si escribimos sobre los restos de una patria
desplazada, separada y gastada
cuyos pedazos se esparcen en trozos.
De una patria que busca destino
y de una nación que no tiene nombres
De una patria de la que no queda de sus primeras grandes poesías
sino las poesías de Al-Jansa
De una patria en la que no queda en su horizonte
libertad roja… o azulo o amarilla.
De una patria que nos prohíbe comprar el periódico
o escuchar las noticias
de una patria en la que a todos sus pájaros
se le prohíbe siempre cantar
De una patria…
en la que sus escritores se acostumbraron a escribir
de tanto terror…
en el aire.
De una patria
que camina hacia las negociaciones de paz
sin honor
y sin zapatos.
De una patria
cuyos hombres de miedo se han orinado sobre sí mismos
y no queda más que las mujeres.
La sal… está en nuestros ojos…
la sal… está en nuestros labios
la sal… está en nuestras palabras
¿acaso la sequía está en nuestras almas
como una herencia que nos viene de la tribu de Qahtán?
y ni siquiera en nuestra nación queda Mu áwiya…
ni Abu Sufyán
ni queda quien dice no
en el rostro de quien renuncia
a nuestra casa… y a nuestro pan… y a nuestro aceite
y convirtieron nuestra historia floreciente…
en una tienda.
No queda en nuestra vida ni un poema
que no haya perdido su honradez
en la alcoba del sultán.
Nos hemos acostumbrado a nuestra ofensa
¿Qué queda del hombre
cuando se acostumbra a la insignificancia?
Busco en los archivos de la historia
a Usamát Bin Munqit
y a Uqbat Bin Nágic
a Umar … o Hamza
busco a Mucataem bin-llah
a Jallid que se arrastra hacia Al Sazam
para salvar a las mujeres del salvajismo de la ofensa
y de las lenguas del fuego

Busco a los hombres del fin del tiempo
y no veo en la noche salvo gatos miedosos
cuyas almas sólo temen
el poder de las ratas.
¿Acaso nos atacó una ceguera nacional?
¿O nos quejamos de la ceguera de los colores?

Nos acusan de terrorismo
si rechazamos nuestra muerte
con las escobas de Israel
que destruyen nuestra tierra
que destruyen nuestra historia
que destruyen nuestra Biblia
que destruyen nuestro Corán
que destruyen las tierras de nuestros profetas.
Si fuera esta nuestra culpa

¡Qué hermoso es el terrorismo!
Nos acusan de terrorismo
si rechazamos borrarnos…
entre las manos de los mongoles… y los judíos… y los bárbaros
si tiramos una piedra
en el cristal del Consejo de Seguridad que
ocupó el César de los Césares
Nos acusan de terrorismo
si rechazamos negociar con el lobo
y tendemos nuestra mano a una prostituta

América
está contra las culturas de la humanidad
y ella no tiene cultura
Está contra las civilizaciones de las civilizaciones
y ella no tiene civilización.
América es un edificio gigante
que no tiene paredes

Nos acusan de terrorismo
si defendemos la tierra
y el honor de la arena
si nos rebelamos contra la violación del pueblo
y nuestra violación
si protegemos las últimas palmeras
de nuestro desierto
y las últimas estrellas de nuestro cielo
y las últimas letras de nuestros nombres
Por todo esto
y las últimas gotas de leche en los pechos de nuestras madres
Si fuera ésta nuestra culpa
¡Que hermoso es el terrorismo!
Yo estoy con el terrorismo
si puede salvarme
de los inmigrantes de Rusia
y Rumania, Hungría y Polonia.
Yo estoy con el terrorismo
si puede liberar a Cristo
y a la Virgen María
y a la Ciudad Sagrada
de los mensajeros de la muerte y de la ruina.

Ayer
estaba la calle nacional en nuestros países
relinchando como un caballo
y estaban las plazas como ríos
desbordados de vitalidad
y después de Oslo
no quedaron dientes en nuestra boca
¿Acaso nos hemos convertido en un pueblo
de ciegos y de mudos?
.Nos acusan de terrorismo
si defendemos con toda la fuerza
de nuestra herencia de poemas
de nuestra pared nacional
de la civilización de la rosa
de la cultura de plantas en nuestras montañas
y de los espejos de ojos negros.

Nos acusan de terrorismo
si defendemos con nuestra escritura
el azul del mar
el olor de la tinta
y de la libertad de la letra
y la santidad del libro
Estoy con el terrorismo
si puede liberar al pueblo
de los crueles y de la crueldad
y salva al hombre del salvajismo de lo humano
y devuelve los limones y el olivo y el jilguero
al sur del Líbano
y devuelve la sonrisa al Golán

Estoy con el terrorismo
si puede salvarme del César de los judíos
o del César de los romanos
Estoy con el terrorismo
mientras este nuevo mundo
está dividido en dos mitades
entre América e Israel.

Estoy con el terrorismo
con todos los poemas y la prosa que tengo
y los colmillos
mientras este nuevo mundo
está en manos de un carnicero.

Estoy con el terrorismo
mientras dure este nuevo mundo
que nos clasificó
en el género de las moscas.
Estoy con el terrorismo
si el congreso de los senadores en América
tiene en sus manos
el juicio final
y es él quien decide la remuneración: el premio y el castigo

Estoy con el terrorismo
mientras este nuevo mundo
odia desde sus entrañas
el olor de los beduinos.
Estoy con el terrorismo
mientras este nuevo mundo
quiere degollar a mis hijos
y tirar sus restos a los perros.
levanto mi voz en alto
estoy con el terrorismo
estoy con el terrorismo
estoy con el terrorismo.

Nizar Qabbani, Al-Hayat, 1997

Traducido por Cristina Castello

Editado por María Piedad Ossaba
Traducción disponible: Français

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