Admirable la habilidad de algunos periodistas eligiendo verbos para desandar la historia y hacer de la memoria un descosido.
Decir que el gobierno de los EEUU, simplemente, alentó, animó o cualquiera de los tantos sinónimos que reduzcan su responsabilidad al papel de un hincha que empuja a su equipo en la Super Bowl de Chile de 1973, ofende a uno hasta como ignorante.
Por aquel entonces las sedes de gobierno de los países latinoamericanos residían en las respectivas embajadas y agencias de los EEUU. Nada se movía, excepto Cuba (aprovecho para mandarle un beso) sin permiso de los “americanos”. Muchos “palacios nacionales” aún son parte de la escenografía.
El día en que Allende fue elegido también comenzó a girar la tuerca y a fraguarse el golpe. La mano de obra asesina la aportaron los cuarteles chilenos, los aplausos los puso la burguesía nacional, la Iglesia su tradicional saber estar… pero el “padrino” estaba en la “embajada”.
Lo dejó dicho Henry Kissinger, siniestro secretario de Estado y terrorista con rango de nobel de la paz al que todavía se espera en el infierno: “no podemos permitir que un país se haga comunista porque su pueblo se vuelva irresponsable”. Kissinger se ocupaba entonces de restaurar la sensatez en los chilenos.
(Preso politikoak aske)