En la guerra Rusia – Ucrania va ganando Vogue
Una mirada sobre el conflicto y los medios, la espectacularización y lo real, el sistema y el simulacro

Parecería que la “sociedad del espectáculo” invadió todo. También la representación de la guerra. La revista de moda como canal de enunciación en este caso neutraliza y envuelve las imágenes en un registro de superficialidad y circulación mercantil. La apuesta por la visibilidad queda reducida a la banalidad de las imágenes.

Las fotografías posadas de Olena Zelenska, esposa del presidente ucraniano, sobre escenarios reales del conflicto en Ucrania, abrieron un debate entre el repudio y la aceptación de una “estrategia de comunicación”. ¿Hay algo en los conflictos sociales y dramas humanos que hoy pueda quedar afuera de un sistema que lo vuelve todo mercancía?

Olena Zelenska y mujeres soldado ucranianas, posando para la producción de Vogue.

El conflicto en Ucrania en los últimos meses salió de las primeras planas mundiales y Zelenski decidió jugar a su dama en el intento de volver a ganar visibilidad. Para ello Olena Zelenska, esposa del presidente ucraniano, dio un reportaje para la revista Vogue. “La fotografía es siempre un objeto en contexto”, nos enseñó Susan Sontag. La marca Vogue es una revista de moda de lujo, vinculada a las celebrities mundiales y al estilo de la alta costura. Con sede central en Nueva York, es considerada la revista de moda más influyente a nivel mundial.

Parte de la campaña electoral que llevó a Zelenski a la presidencia se llevó a cabo cuando se realizaba la cuarta temporada de la serie Servidor del pueblo, que lo tiene a él como protagonista y a Zelenska como guionista. La combinación entre ficción y realidad está en la génesis de lo que se vive hoy en Ucrania. Pero mientras para algunos toda realidad se reduce a un relato, para otros, no toda la historia puede convertirse en una telenovela que borre la diferencia entre realidad y ficción.

La simulación

Annie Leibovitz, fotógrafa de la revista Rolling Stone, autora de fotos históricas y pareja de Susan Sontag durante 15 años, fue la elegida para realizar el reportaje. En sus fotos los escenarios vinculados con la guerra son reales. El reportaje sucede en el Palacio Mariisnky, residencia imperial hasta 1917, en las afueras de Kiev, en la oficina presidencial y en el aeropuerto de Antonov. El objetivo, señala Zelenska en el reportaje, es el pedido de armas para la guerra.

En la foto elegida para la tapa de la revista vemos a Zelenska sentada en un escalón de la escalera de mármol del palacio, mirando a cámara. Está despeinada para los parámetros de una revista de moda, sin pintura, sin joyas, con zapatos bajos y ropa de colores sobrios, pantalón negro, camisa clara. El único toque de distinción son los flecos de la camisa. Zelenska no tiene reloj ni pulseras, sentada sobre el mármol el foco muestra detrás de ella las columnas del Palacio entre las que se ven bolsas de arena. En el interior de la revista, una foto muestra un plano más amplio de esta misma situación. Allí se puede ver el contraste de una gran alfombra azul con las bolsas de arena amontonadas. Un soldado armado y de espaldas posa para la foto.

En otra de las fotos, Zelenska aparece junto a los restos de un avión derribado, de pie junto a un grupo de mujeres soldados en el aeropuerto de Antonov. Viste un abrigo azul que se destaca del resto de las mujeres militares fotografiadas, armadas y con ropa camuflada, ella con pollera y tapado largo azul se toma el abrigo a la altura del pecho. Los colores de la ropa combinan con los restos del avión. Las mujeres soldados miran hacia diferentes direcciones, como si en ese momento estuvieran cuidando su seguridad. La imagen combina glamour y pose en un escenario bélico. El artificio está visible. Las mujeres soldados son reales, el escenario es real pero, sustraídas en ese momento de la guerra (¿o como parte de sus tareas en el ejército?) las soldados (no hay femenino para esta palabra) posan para Vogue

Estrategia de difusión de lo real

Vemos un simulacro, poses artificiales con actores reales, indistinción entre lo real y lo ficticio. La simulación no está escondida, se eligieron los escenarios, los decorados, las poses, el vestuario, los personajes principales y los secundarios. Todo es visible. No hay falsa representación, las mujeres soldados actúan de mujeres soldados, la simulación se transforma en lo real fotografiado y hasta el Ministerio de Defensa de Ucrania compartió en sus redes sociales una de las fotos del reportaje. En este caso la simulación es una estrategia de difusión de lo real.

En las otras dos fotos del reportaje las protagoniza la pareja presidencial. En una de ellas ambos miran a cámara, Zelensky vestido con una remera sencilla verde militar, ella de azul, polera y pantalón. Visten elegantes y sobrios, él la agarra fuerte y firme de su brazo, dando una sensación de protección y cuidado. No hay lujo en la imagen, solo se ven sus anillos, los colores de su ropa combinan con el ambiente despojado y gris. En la otra foto también ambos miran a cámara, esta vez están tomados de la mano. En el epígrafe nos cuentan que la foto fue realizada en un despacho del complejo presidencial de Kiev. La remera y el pantalón de Zelensky combinan con el sillón de cuero verde, Zelenska está con la misma camisa de color marfil y flecos con la que posó sentada en la escalera de mármol. En un sillón detrás de ellos se puede ver un retrato de Zelensky recién enmarcado aún envuelto. No sonríen, sus gestos más bien expresan preocupación y melancolía. Cada detalle en las cuatro imágenes está cuidado, calculado.

Las fotos lograron que se vuelva a hablar de Ucrania, pero no de la guerra. Buscaron a través de una estrategia de romantización del conflicto que los focos sigan puestos allí. Pero una mediatización a cualquier costo tiene sus riesgos. No porque no se pueda hablar de guerra en revistas de moda, de hecho existieron otras experiencias donde se cruzaron moda y guerra que dieron por resultado imágenes potentes y disruptivas. Por ejemplo la que protagonizó Lee Miller, modelo y fotógrafa, quien fotografió los primeros campos de exterminio nazi liberados. Miller y David Scherman lograron entrar al departamento de Hitler en Munich, después de haber fotografiado los horrores del campo de concentración de Dachau. Sherman, reportero de Life, la retrató desnuda en la bañera de Hitler. Hay en esa imagen un mensaje de apropiación, ironía, revancha. Un símbolo de victoria. En la famosa foto Lee Miller está adentro de la bañadera, de fondo se ve un retrato de Hitler y las botas de Miller manchadas de barro se apoyan en la alfombra de baño. La foto no es una simple provocación sino un mensaje desafiante y reivindicativo.

En el reportaje al matrimonio Zelenski, la guerra parece en cambio ser capturada por las reglas de la moda y el espectáculo. Hay poses calculadas y melodrama. Por unos días las primeras planas del periodismo mundial volvieron a hablar de Ucrania pero no de la guerra ni de los refugiados, ni de las pérdidas de vidas, ni de los intereses geopolíticos involucrados. Sino de lo oportuno o no de este reportaje.

La histórica foto de la modelo Lee Miller en la bañera de Hitler.

El medio es el mensaje

Parecería que la “sociedad del espectáculo” invadió todo. También la representación de la guerra. La revista de moda como canal de enunciación en este caso neutraliza y envuelve las imágenes en un registro de superficialidad y circulación mercantil. La apuesta por la visibilidad queda reducida a la banalidad de las imágenes.

Las fotos se publicaron también en las redes sociales de Annie Leibovitz, se viralizaron y sumaron miles de reacciones de repudio: hollywoodización de la tragedia, trivialización de la guerra como producto de consumo, mezcla de registros contraproducente, superposición de glamour y sufrimiento, estetización de la violencia en un escenario de devastación, falta de empatía en una alianza de moda y política, comunicación sin ética y frivolidad que le falta el respeto a las víctimas del conflicto son algunos de los argumentos que pudieron leerse en notas de opinión y redes sociales.

Las pocas voces que no cuestionaron el reportaje señalaron que detrás de estas fotos hay una estrategia de comunicación bien pensada que ayuda a mantener a Ucrania en la agenda de los medios y que, en tiempos de empoderamiento femenino, la actitud de Olena Zelenska sirve para recordar el rol de las mujeres en el conflicto.

¿Qué opinarán del reportaje los millones de refugiados ucranianos que se vieron obligados a abandonar sus hogares bajo bombardeo ruso? Los datos duros de la guerra indican que unos 9 millones de ucranianos tuvieron que desplazarse de sus hogares y pedir refugio en el extranjero, la mayoría son mujeres y niñes. Los hombres de entre 18 y 60 años están obligados a quedarse en el país y se los convoca a alistarse en las fuerzas armadas. Se calcula que han muerto 5.000 civiles ucranianos y no hay datos certeros de la cantidad de soldados ucranianos muertos, pero algunos medios hablan de 200 por día desde iniciada la contienda. Por el lado de los rusos, el subsecretario de Defensa para Políticas del Pentágono, Colin Kahl, señaló desde Washington que el ejército ha sufrido entre 70.000 y 80.000 bajas desde que inició su operación militar a finales de febrero. Imposible aún saber la verdad de estos números.

Susan Sontag, en su libro Ante el dolor de los demás, discute el problema de la exhibición del horror y señala que por un lado está el endurecimiento de un tipo de espectadores, que piden más y más dolor, mayor crudeza, mayor acumulación de sufrimiento anónimo; y por otro, está la desmesura propia del horror, los momentos en que lo terrible queda a la vista. Las ruinas que deja una guerra han sido siempre objeto de contemplación estética. Pero en este reportaje no sucede nada de esto. La fotografía “bélica y de moda” se centra en la historia de la pareja presidencial en un Palacio asediado.

Sin caer en argumentos morales ni moralistas, estas fotos posadas en escenarios de guerra no parecen generar emoción, ni solidaridad, ni conocimiento sobre los sufrimientos que provoca la guerra. Tampoco ayudar al matrimonio presidencial ucraniano a conseguir más armas.

Parecerían más bien ser fotos donde se verifica lo que señaló Sontag: “su principal efecto es convertir el mundo en un supermercado (…) donde cualquier modelo es rebajado a artículo de consumo, promovido a objeto de apreciación estética”.

Hace tiempo Marshall McLuhan nos enseñó que ‘el medio es el mensaje’. Vogue es quien produjo, realizó e hizo circular las fotografías. Fotos en una zona de guerra que se transformaron en fotos de moda en una revista de moda. ¿Hay algo hoy en los conflictos sociales y dramas humanos alrededor del mundo que pueda quedar afuera de la captura de un registro estético y mercantil? ¿Entrarán las fotos de este reportaje en la categoría de fotografía de guerra?

El conflicto entre Rusia y Ucrania continúa.

Por ahora va ganando Vogue.

Cora Gamarnik

Editado por María Piedad Ossaba

Fuente: Página12, 15 de agosto de 2022