Los gobernantes y la prensa de Ucrania –cuyo espacio mediático vivió una durísima operación de ‘limpieza’ contra todas las voces mínimamente desalineadas con la narrativa del régimen de Volodímir #Zelenski–, desataron una auténtica campaña de odio contra las 24 naciones que ‘se permitieron’ votar en contra de la expulsión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos.
La propaganda del Gobierno #neonazi de #Kiev se refiere en términos más que despectivos a Estados como Cuba y Venezuela, calificados en tono de burla como “viejos amigos del #Kremlin”, y se escandalizan ante el hecho de que estos países, junto con #China, #Siria o #Irán, se permitieran pedir una investigación internacional independiente de las supuestas atrocidades de Rusia en #Ucrania.
Otro hecho que enfuerece al régimen ucraniano es que haya naciones que plantean la responsabilidad de #Occidente en la presente escalada bélica en el Este de #Europa.
Para Volodímir Zelenski, sólo existen dos posturas: la del régimen golpista de Kiev y sus patrocinadores, y la incorrecta. Obviamente, la postura asumida por naciones como Cuba es incorrecta, tal y como se desprende también de un tuit del embajador de Ucrania ante la #ONU, Serguei Kislitsa, quien escribió en tono dictatorial que “lo único que se tenía que hacer era presionar el botón de ‘sí’”, es decir, votar a favor de la expulsión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos. Además, acusó de traición a quienes no lo hicieron.
Una Ucrania acusando a Cuba de traición es muy fuerte, dado que lo que ocurre es exactamente lo contrario. Y es que, tras la imposición en 2014 de un Gobierno títere en Kiev, a través de un golpe de Estado promovido por #EEUU, Ucrania entró inmediatamente en el club de los países que hacen posible la persistencia del #bloqueo anticubano, pese al aplastante rechazo de la comunidad internacional.
En 2021, por ejemplo, el régimen de Volodímir Zelenski volvió a abstenerse en la votación en la ONU de una resolución contra el #embargo norteamericano contra un país que, en el año 1990, recibió a cerca de 30.000 niños niños de entre 5 y 15 años que llegaron a Cuba para ser atendidos de los efectos de las radiaciones que se desprendieron con la explosión de la planta nuclear de #Chernóbil, en el norte de Ucrania.
Los niños fueron trasladados a la playa de #Tarará que servía de campamento de veranos para los niños cubanos y se construyó un gigantesco hospital pediátrico donde fueron sometidos a un intenso tratamiento que duró 21 años.
Asimismo, el Gobierno cubano construyó viviendas para alojar a los familiares de los niños, un hecho del que “se conoce poco debido a que los medios de prensa norteamericanos por lo regular no dan importancia a noticias provenientes de Cuba, a menos que se trate de asuntos políticos de opositores” a las autoridades cubanas, según constata el diario El Vocero Hispano.
En entrevista con la cadena #TeleSUR, el doctor cubano Julio Medina, coordinador durante años del ‘Programa Humanitario Tarará’, constató que, “aunque Cuba atravesó momentos económicamente difíciles”, la isla caribeña “siguió ofreciendo a los menores atención especializada”.
Ante estos hechos, ¿cómo se podría calificar al actual régimen de Ucrania y sus ataques contra Cuba? Dejo esta pregunta en el aire…»
Victor Ternovsky
Editado por María Piedad Ossaba