Los nuevos pastores

Este es un lenguaje que infantiliza, busca reducir a la impotencia y quitarles toda la agencia a los verdaderos actores políticos: los que están en la calle luchando por la justicia en este país.

A manera de epígrafe: “Cuando no cesa ‘la horrible noche’ todos los gatos son pardos.” Juan Manuel Roca

Tras meditado cálculo, la derecha gatopardista ha salido de sus guaridas con actos de contrición. Piden perdón, se rasgan las vestiduras y bajan la cabeza. “Dejad que la chusma venga hacia mí”, dicen en su nuevo papel de pastores que conducirán a los rebaños de la patria por nuevos senderos hacia pastizales más verdes.

Esta semana arrancó con un acto de contrición de Claudia López por los abusos cometidos por la fuerza pública, por no haber entendido la legitimidad de la protesta. Salió de la convalecencia de covid renovada, con un alma nueva, convertida en redentora de los colombianos. “Disculpen, chicos. Me equivoqué.”

Claudia López: ‘Les ofrezco disculpas a los jóvenes y a la ciudadanía

Ayer, justo cuando el congreso había votado mayoritariamente en contra la moción de censura contra el Ministro de Defensa, Carlos Fernando Galán sacó un video elaborado con esta nueva estética de la austeridad medieval que ya habíamos visto en la auto-entrevista de Duque para invitar a sus compañeros de privilegio a la “reflexión”, al #RetoDelMeaCulpa. Nos habla con voz solemne desde una especie de cubículo/confesionario de color marrón franciscano rodeado de un aro luminoso. La cámara, situada estratégicamente, exige que su rostro se eleve hacia nuestros ojos en gesto de humildad. Desde la caverna de su culpa, emerge iluminado este nuevo sacerdocio.

Le siguió Humberto de la Calle, quien se arrepiente de todo, de haber perseguido pajaritos con cauchera, de haber ido a corridas de toros, de haber sido un marido a la usanza de antaño, de haber lanzado una candidatura presidencial. Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa.

La derecha gatopardista hace su cálculo. ¿Qué tenemos que cambiar para que todo siga igual? Y para no cambiar nada ofrece un acto de prestidigitación en el que reemplaza el clamor por la justicia por un acto de contrición.

El recurso ya había sido puesto a prueba cuando Claudia López rápidamente montó una ceremonia de “perdón y reconciliación” tras los disturbios de septiembre del año pasado por la muerte de Javier Ordóñez a manos de la policía, disturbios que dejaron un saldo de 13 muertos y más de 70 heridos. “Perdón y reconciliación” como fórmula para evadir la responsabilidad del estado ante los atropellos de la fuerza pública, ahora reencauchados como fórmula de neutralización de la protesta social.

Acto de Perdón y Reconciliación

Es ahí donde se revela la trampa que se esconde tras el neo-lenguaje del “cuidado”, la “escucha” y la “empatía”. Un lenguaje vertical, clasista, paternalista y jerárquico. Un lenguaje que reemplaza el lenguaje político en el que caben la ira, la indignación, la rabia ante la injusticia, por un lenguaje en el que lejos de asumir el problema colectivo que tenemos, lo personaliza en el reconocimiento de una “culpa” individual, la de quienes nos gobiernan, una culpa entendida como una falla moral, en lugar de una responsabilidad política.

Con esta nueva patraña terminan reduciendo la política a gestos de consultorio, de “entre señora y cuénteme, qué es lo que le pasa”. Una lenguaje en el que Claudia, Carlos Fernando, Humberto y todos estos nuevos pastorcitos siguen presentándose como los llamados a llevar las riendas del país, como los incuestionados que nos escuchan, nos cuidan y empatizan con el dolor de los colombianos. Y piden perdón porque en los últimos tiempos no han tenido suficiente empatía, no han escuchado con atención, no nos han sabido cuidar.

Este es un lenguaje que infantiliza, busca reducir a la impotencia y quitarles toda la agencia a los verdaderos actores políticos: los que están en la calle luchando por la justicia en este país.

Erna von der Walde para La Pluma, 29 de mayo de 2021

Editado por María Piedad Ossaba