Una mirada a la confrontación palestino-israelí ¿Hacia dónde apunta el conflicto estratégico?

Otra expresión de la languidez del país se manifiesta al interior del ejército cada vez más reacio a involucrarse en el genocidio del pueblo palestino.

El ascenso en la conflictividad entre Israel y Palestina ha llegado en los últimos días a un nivel jamás antes alcanzado en muchos años. Los medios transnacionales de información aducen que la reciente escalada se produjo por la indignación de los palestinos ante lo que consideran un inaceptable cercenamiento de sus ya conculcados derechos y las limitaciones impuestas por Israel en Al Quds durante el Ramadán que tuvieron continuidad en el desalojo de Sheikh Jarrah un barrio árabe. Es probable que estos hechos hayan sido un detonante para la explosión social producida, pero, ¿cree alguien ese puede ser el trasfondo del conflicto en su etapa actual?

Hasta el pasado fin de semana los ataques israelíes en Gaza han dejado al menos 212 palestinos muertos, entre ellos 61 niños y 36 mujeres, y más de 1000 heridos, mientras que entre los israelíes al menos diez personas han muerto, incluidos dos niños, y decenas resultaron heridos. ¿Puede algún analista militar explicar un conflicto en el que de 222 fallecidos, 63 sean niños, es decir el 28,3%? y que las bajas fatales ¿sean en un 95,5% de una de las partes?

Evidentemente, la respuesta a estas preguntas y la explicación a estos hechos no se pueden encontrar en un análisis de la coyuntura, ni tampoco a partir de criterios militares. Desde mi punto de vista, se hace necesario tratar de buscar el sustento político estructural de los acontecimientos a fin de encontrar pistas que expliquen la dramática decisión del pueblo palestino de enfrentar a Israel en toda la línea. Así mismo, es necesario entender la situación de Israel y su papel como agente principal de la implantación geopolítica de Estados Unidos en la región, utilizando para ello una ideología racista, excluyente y supremacista.

No podemos en esta ocasión -entre otras cosas porque lo hemos hecho en otros trabajos y porque ocuparía mucho espacio- explicar los antecedentes históricos de las diferencias entre judíos y musulmanes, sobre todo porque tienen un origen bíblico. Pero es válido aclarar que este no es un problema entre judíos y musulmanes, ni tampoco entre judíos y árabes. Los hechos que han ocurrido son la expresión de la resistencia de un pueblo ante el avasallamiento de una camarilla que ha intentado implantar el sionismo como doctrina que expresa el sentir del pueblo judío.

Se trata de un conflicto entre sionistas y palestinos surgido a finales del siglo XIX, que se insertó en la dinámica de la guerra fría -por los intereses de las potencias- en el siglo XX y que una vez, desaparecida la Unión Soviética, siguió su curso por la necesidad de Estados Unidos de mantener un portaviones que le asegure el conflicto y la guerra en una región que es la mayor compradora de armas del mundo y la que posee la mayor cantidad de reservas de energía…todo ello sin importar los anhelos, las decisiones, los sentimientos y las razones del pueblo palestino. Vale decir que judíos y árabes vivieron juntos y en paz en esa zona durante muchos siglos.

En el contexto actual, el conflicto tiene varias dimensiones, una de ellas es la política-social que se manifiesta por la debilidad de varios actores claves de la pugna. En primer lugar, la impotencia de Estados Unidos (máximo protagonista de la contienda) en el esfuerzo por mantener el status quo en la región. Además de los problemas internos que tras el fin de la administración Trump dejaron un país fracturado socialmente, e inserto en una grave crisis económica y de salud, Washington enfrenta la creciente presencia y prestigio de China y Rusia en el escenario internacional.

Así mismo, no ha podido controlar la progresiva influencia del Eje de la Resistencia vanguardizada por Irán en Asia Occidental, al mismo tiempo que pierde autoridad y capacidad de asistencia distinta de la militar en Asia y África. Hasta en América Latina y el Caribe considerado como su “patio trasero” además de la resistencia de Cuba, Nicaragua y Venezuela, asiste impávido a una rebelión anti neoliberal en la región en la que sus otros portaviones, Colombia y Chile hacen aguas ante la avalancha liberadora de sus pueblos, al mismo tiempo que dos de los tres países más grandes México y Argentina, apuestan por el encuentro y la integración potenciadora de la región en el mundo.

En el caso del Asia Occidental y la África musulmana, Estados Unidos ha apostado por la normalización de relaciones entre sionistas y regímenes autoritarios, casi todos monárquicos, a fin de proporcionar un colchón de seguridad al régimen de Tel Aviv dándole oxígeno para que éste pueda volcarse al exterminio del pueblo palestino como forma de expandir el territorito que ocupa por la fuerza para colocar asentamientos ilegales en tierras usurpadas.

En segundo plano, se manifiesta la cada vez mayor debilidad interna del Estado sionista. En el frente político, la necesidad del primer ministro Benjamín Netanyahu de sostenerse en el poder a cualquier precio, ha conducido a un gobierno inestable que no logra consolidar una administración que proporcione gobernabilidad y paz a sus ciudadanos.

Hasta Avigdor Lieberman exministro de relaciones exteriores y ex aliado de Netanyahu cuestionó desde una posición todavía más extrema la debilidad de Israel, bajo el liderazgo de Netanyahu ante las recientes acciones de los grupos de la resistencia palestina contra los territorios ocupados. El ex ministro alerta sobre un eventual conflicto con Irán y/o el Hezbolá libanés. En una entrevista con el canal 12 de la televisión israelí, Lieberman se preguntó si “…en el mundo árabe nos miran y se dicen a sí mismos que si la situación es así contra Hamas ¿cuál será la situación real de Israel contra Hezbolá e Irán?”.

De esta manera, Lieberman (que también fue ministro de defensa) ponía en duda la capacidad de Israel para enfrentar exitosamente una guerra simultánea en varios frentes si se produjera una gran coalición musulmana para apoyar a los palestinos. De la misma forma, este punto de vista establece el absurdo –según él- que significa someter a Israel a esa prueba solo para que Netanyahu se mantenga en el poder y evite ir a la cárcel por las decenas de casos de corrupción por los que está siendo investigado. Al final, subyace la idea de que la agresión contra el pueblo palestino solo responde a intereses de orden interno. Lieberman lo dijo claramente: “El objetivo estratégico de esta ronda de conflicto es mejorar el estatus de Netanyahu entre el público israelí, para arrastrarnos a las quintas elecciones” insinuando que podría ser él quien pueda formar un gabinete que dé por terminada la parálisis política que enfrenta la administración sionista desde 2019.

A esto habría que sumarle las fuertes contradicciones entre Netanyahu y el bloque ortodoxo que a cambio de darle su apoyo para sostenerlo en el poder, exige condiciones cada vez más inaceptables por el gobierno, como no pagar impuestos y no servir en el ejército, frenando y hasta paralizando la modernización de Israel lo que ha contribuido a su debilitamiento.

En una entrevista para la agencia turca Anadolu, el ex piloto de la Fuerza Aérea israelí, Yonatan Shapira, quien fue dado de baja del Ejército de su país en 2003 y hoy vive exiliado en Noruega afirmó que el Gobierno israelí y los comandantes del Ejército son “criminales de guerra”. Shapira inició una campaña que ha alentado a otros militares israelíes a renunciar debido a diferencias de opinión con las políticas del país. Según afirma, como resultado de la campaña ”27 pilotos militares renunciaron a sus puestos en la Fuerza Aérea de Israel desde 2003”. El ex piloto señala que: “Cuando eres niño en Israel, eres educado de manera militarista y sionista. No sabes casi nada sobre Palestina, no sabes sobre el Nakba de 1948, no sabes sobre la opresión en curso”. Solo somos enviados a “lanzar misiles y bombas en centros de ciudades palestinas” Shapira dice que descubrió que sus acciones eran actos de terrorismo y que la ocupación de Palestina es un crimen de guerra por lo que muchos oficiales de las fuerzas armadas no están dispuestos a seguir participando.

De la misma manera, Gonen Ben Yitzhak, un ex oficial de la agencia israelí de inteligencia “Shin Bet”, en una entrevista con Hebrew Channel 13 aceptó con amargura que “el estado de ocupación había fracasado en el enfrentamiento actual con la resistencia palestina”, y aseguró que: “Hagamos lo que hagamos, esta vez no habrá victoria, hemos sido derrotados”.

Otra expresión de la languidez del país se manifiesta al interior del ejército cada vez más reacio a involucrarse en el genocidio del pueblo palestino. A las decenas de soldados que se niegan a prestar el servicio militar, desertan y hasta huyen del país, habría que agregar que este desaliento está haciendo carne en ciertos sectores de oficiales que observen que ya no tienen la superioridad bélica de antaño y que el poderío militar de las organizaciones palestinas está aumentando hasta poner en jaque el dispositivo militar sionista. 

Caricatura de Carlos Latuff, que señala la cobertura desigual que los medios hegemónicos hacen sobre lo que sucede en Gaza.

Sergio Rodriguez Gelfenstein para La Pluma, 20 de mayo de 2021

Editado por María Piedad Ossaba

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