El coronavirus deja a la región con millones de personas infectadas, cientos de miles de muertes y el aumento del desempleo, la pobreza y la desigualdad. La vacuna parece tener la difícil tarea de recomponer la salud, la economía y los lazos sociales.
El 2020 será recordado como el año de la pandemia provocada por el Covid-19. Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), indican que – hasta el 22 de diciembre- la cantidad de infectados en todo el mundo ya había superado los 77 millones de personas (77. 852.798, para ser más precisos) y las muertes a causa de la coronavirus alcanzaban la cifra de 1.711.869.
América Latina fue una de las regiones más afectadas por la pandemia. En este territorio se contabilizó más de 14 millones de contagios y los 480 mil decesos. Los países más afectados fueron Brasil, México, Colombia, Argentina y Perú. El caso más extremo fue el del gigante suramericano, donde los contagios superaron más de 7 millones de casos y los fallecimientos rompieron la barrera de los 187mil.
La crisis sanitaria trajo como inevitable consecuencia una profunda crisis económica. En diciembre la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), presentó su Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe. Según el documento“en 2020 se espera una caída del PIB mundial del 4,4% tras una leve revisión al alza respecto de las proyecciones realizadas a mediados de año. Esto se debe, en parte, a un segundo trimestre mejor de lo esperado en algunas de las grandes economías, como China (gracias al impulso de un sólido paquete de inversiones públicas), los Estados Unidos y la zona del euro, donde las caídas, aunque históricas, también resultaron, en cierto modo, atenuadas por los grandes conjuntos de medidas fiscales y por el rebote que permitieron las reaperturas de las economías durante el tercer trimestre”.
“Para 2021 se prevé un crecimiento del producto mundial del 5,2%, impulsado sobre todo por las economías emergentes, cuyo repunte estaría por encima del de las economías desarrolladas. Las perspectivas, sin embargo, están sujetas a un alto grado de incertidumbre, ya que dependen de la evolución de la pandemia, incluido el riesgo de que la segunda ola de contagios se intensifique y extienda a más países y regiones, y la velocidad a la que se puedan distribuir las vacunas”, señala el texto.
Según la Cepal: “una fuerte caída de la economía, el consumo, la inversión y las exportaciones y una contracción en sectores clave es lo que enfrenta América Latina como resultado de la pandemia de COVID-19”.
“La propagación del COVID-19 desde mediados de marzo hizo que muchos de los Gobiernos de la región adoptaran drásticas medidas sanitarias para enfrentarla, que implicaron el cese de múltiples actividades económicas y la limitación del desplazamiento de las personas. Como resultado de estas medidas, los sectores de la actividad económica se vieron afectados con distinta intensidad”, explica el documento y luego agrega que “se espera que el PIB de América Latina y el Caribe disminuya un 7,7% en 2020, la mayor contracción desde que se inician los registros en 1900”.
En el informe se aclara que “si bien la tasa del 3,7% de crecimiento proyectada para la región en 2021 es mayor que las tasas a las que la región ha venido creciendo en los últimos años (0,3% en promedio en el sexenio 2014-2019), esto es en su gran mayoría resultado de un efecto de arrastre o rebote estadístico y no será suficiente para recuperar los niveles de PIB perdidos en 2020”.
“Se supone que durante 2021 se avanzará en el proceso de vacunación en la región y, en este sentido, se estima que el impacto económico de las vacunas sobre el crecimiento se produzca ya a partir de la segunda mitad de 2021. De no darse estos supuestos, los resultados en términos de crecimiento de la región podrían ser peores a los proyectados”, explica.
Por último, se sostiene que “las cicatrices que deja la mayor crisis en décadas, con un aumento de los niveles de desempleo y pobreza, así como de la desigualdad, podrían intensificar las tensiones sociales latentes, lo que tendría consecuencias en la recuperación de la actividad económica de los países. Asimismo, otro tipo de tensiones, esta vez geopolíticas, incluidas las fricciones tecnológicas y comerciales entre países, pueden afectar el contexto internacional en que se encuentra inserta la región y, con ello, su desempeño y perspectivas”.
A los datos de la CEPAL se suman los de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que alertó que “el Panorama Laboral 2020 registra un fuerte aumento en la tasa de desocupación que subiría hasta 2,5 puntos porcentuales en comparación con el año anterior, pasando de 8,1% a 10,6%”, lo que “significaría que el número de personas buscando empleo que no lo pueden conseguir aumenta en 5,4 millones y llega hasta 30,1 millones”.
Por su parte, un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la pandemia revertirá los avances en la reducción de la pobreza y aumentará la desigualdad, con 90 millones de personas más en riesgo de sufrir condiciones de pobreza extrema.
En su informe, el FMI aseguró que América Latina sufrirá durante 2020 la mayor retracción económica en 60 años, debido a un retroceso del 8% de su Producto Bruto Interno (PBI).
Cabe señalar que todos estos datos se agravan al tomar en cuenta que según un documento sobre desarrollo humano que había sido presentado en 2019 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), América Latina es la región del mundo que registra mayor desigualdad de ingresos. El 10% más rico en América Latina concentra el 37% de los ingresos, mientras que el 40% más pobre recibe solo el 13% de los ingresos.
En el marco, diversos gobiernos, instituciones y expertos han propuestos medidas extraordinarias como impuestos a los sectores de mayores recursos para poder rescatar a las economías más afectadas y contener a los sectores más vulnerables.
Según un estudio del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), cinco países europeos y seis latinoamericanos, impulsaron impuestos a las grandes fortunas para paliar los efectos provocados o acentuados por la pandemia.
En el estudio, realizado por la investigadoras por las investigadoras Julia Strada, Magdalena Rua y Lucio Garriga Olmo (publicado en el Cohete a la Luna), se señala que en España, Italia, Reino Unido, Suiza, Rusia, Brasil, Argentina, Perú, Bolivia, Chile y Ecuador sectores del oficialismo o de la oposición han impulsaron diversas propuestas para incrementar gravámenes o cobrar impuestos excepcionales a las grandes fortunas.
En la misma línea, en la Red Latinoamericana por Justicia Económica y Social (Latindadd), presento un informe en el que se sostiene que se puede impulsar un impuesto sobre los sectores de mayores recursos “para combatir el hambre en personas de extrema pobreza o garantizar la cobertura universal y gratuita a la vacuna contra la Covid-19”.
“Las bajas presiones tributarias dan como resultado Estados nacionales con poca capacidad de incidir en la distribución del ingreso, en la garantía de derechos económicos, sociales y culturales y, por lo tanto, también en la respuesta a la crisis. Ante la pandemia se ha hecho evidente el importante rol que juega el Estado para la garantía de los derechos y la protección de la población no solo para las personas más vulnerables sino para la sociedad en su conjunto”, aseguran en el texto.
Las expectativas sanitarias, sociales y económicas parecen estar atadas al acceso a las vacunas y las políticas que en este nuevo contexto se puedan impulsar desde los Estados.
Héctor Bernardo para la Pluma, 2 de enero de 2021
Editado por María Piedad Ossaba
Publicado por Nodal