ATT, el soldado desarmado
Homenaje a Amadou Toumani Touré

Adiós al Boina roja, que tenía un corazón demasiado tierno para aguantar en este siglo brutal.

“Me comprometo y hago un juramento ante nuestro pueblo, ante nuestra juventud, de marcharme tan pronto como la situación vuelva a la normalidad, tan pronto como un presidente de la república sea elegido por las vías democráticas y regulares.

Que los que no quieran marcharse dejen sus galones militares y se comprometan con la política. Después de la elección de un nuevo presidente, el ejército ya no se inmiscuirá en la política, el ejército volverá a sus cuarteles, el ejército será el garante de la constitución, el ejército estará bajo la autoridad del poder público vigente, el ejército estará al servicio del pueblo maliense. Eso es todo y punto”.

ATT, abril de 1991

Los meses de noviembre son duros para nosotros los babyboomers ya que enterramos a nuestros coetáneos uno tras otro. Dos días antes de JJ Rawlings, le tocó (el turno a Amadou Toumani Touré, el ex presidente de Malí, que murió en Estambul el 10 de noviembre de un paro cardíaco debido a la obstrucción de una arteria. Había cumplido 72 años el 4 de noviembre. Homenaje en forma de testimonio.

A los malienses les encanta llamar a sus grandes hombres por el acrónimo de su nombre: así, Ibrahim Boubacar Keïta es “IBK” y Amadou Toumani Touré era “ATT”. Nacido en Mopti y criado en Tombuctú, se forma en una primera vida como maestro en la Escuela normal secundaria de Badalabougou en Bamako. Cuando comenzó sus estudios en 1966, Modibo Keïta, también institutor, era todavía presidente de un Malí en marcha hacia el socialismo, tratando de escapar de las garras de la Françafrique [“Franciáfrica”, el sistema neocolonial] desarrollando relaciones con el Ghana de Nkrumah, la Guinea de Sékou Touré, la Argelia de Ben Bella, el Egipto de Nasser, la India de Nehru, la URSS y China.

Del lado del Elíseo, donde el siniestro Jacques Foccart oficiaba a la cabeza de la Célula África, no se lo ve con buenos ojos. La Françafrique ya había saboteado el proyecto de Federación de Malí entre Senegal, Alto Volta (futuro Burkina-Faso), Dahomey (futuro Benín) y lo que entonces se llamaba Sudán francés y Foccart había tomado el relevo de Mitterrand y Defferre en el ejercicio del control de la vida política en África Occidental, con una diferencia: Mitterrand y Defferre habían llevado a cabo una política de injerencia “pacífica”  en los asuntos de la US-RDA (Unión Sudanesa, sección maliense de la Agrupación Democrática Africana), Foccart recurrirá a la violencia armada para eliminar a todos los que quieran salir de la órbita francesa, creando por ejemplo, sus propias monedas fuera de la zona franco. En 1963, el presidente de Togo, Sylvanus Olympio, es asesinado por un comando de antiguos tiradores coloniales dirigidos por el sargento primero Eyadéma, que había luchado para que Argelia siguiera siendo francesa. En 1966, Nkrumah fue derrocado en Ghana por militares asistidos por la CIA. En noviembre de 1968, Modibo Keïta es derrocado por el teniente Moussa Traoré, hijo de un tirador colonial y él mismo alistado en el ejército francés en 1954 y formado en la escuela de oficiales de Fréjus. Keïta murió en la cárcel en 1977, probablemente asesinado.

En 1969, ATT se alistó en el ejército, comenzando por la Escuela Interarmas, el antiguo Pritaneo militar de la época colonial, en Kati. Se integra a los Boinas Rojas, el 33º Regimiento de Comandos paracaidistas, la fuerza de élite del ejército maliense, de la que él será el comandante en 1984, después de haber seguido formaciones en Francia y en la URSS. El 33º RCP se convertirá en la guardia pretoriana del presidente Moussa Traoré y ATT, que se volvió teniente coronel y jefe de la guardia presidencial. Fue él quien, el viernes 26 de marzo de 1991, llevó a su jefe a “lugar seguro”: la cárcel de Bamako. Este episodio se denomina generalmente como “golpe de Estado”. En mi opinión, es un error. Lo que ocurrió en marzo de 1991 en Malí fue una revolución popular, de la que ATT fue el brazo armado, lo que le valió su apodo de “soldado por la democracia”.

Una mirada retrospectiva a una revolución

Todo comenzó en octubre de 1990. Jóvenes vendedores ambulantes se rebelan en el centro de Bamako contra una operación policial de desalojo brutal. Hay destrozos, heridos, detenciones. Malí estaba entonces bajo el régimen del partido único y del reino del garrote. La oposición es clandestina y/o en el exilio. A lo largo de los años, se ha estructurado un movimiento de estudiantes y de alumnos de secundaria bajo el impulso de grupos liderados por militantes que se identifican como marxistas-leninistas. La antigua generación de la US-RDA de Modibo Keïta está silenciada, pero activa en la sombra. Cuando estallan los enfrentamientos de octubre de 1990, comienzan a surgir varias asociaciones semiclandestinas: de repente nacen el Comité Nacional de Iniciativa Democrática (CNID), la Asociación para la Democracia en Malí (ADEMA) y la Asociación de Alumnos y Estudiantes de Malí (AEEM).

El CNID fue creado por los abogados Mountaga Tall, nacido en 1956, descendiente de El Hadj Oumar Tall, fundador del Imperio de los Tukulor y jefe de la hermandad Tiyaniya, y Demba Diallo, nacido en 1925, fundador de la Asociación Maliense de Derechos Humanos (AMDH) en 1988 y portador de la memoria anticolonial y panafricanista, ya que fue un estrecho colaborador de Sékou Touré en Guinea, asesor de Patrice Lumumba en el Congo y defensor de sindicalistas marroquíes así como de Aït Ahmed, juzgado bajo el régimen de Ben Bella en Argelia. La ADEMA fue fundada por Abdrahamane Baba Touré, nacido en 1928, fundador de la sección sudanesa del Partido Africano de la Independencia, que en 1966 se convirtió en el Partido Maliense del Trabajo (PMT), haciendo las veces de partido comunista, y Alpha Oumar Konaré («AOK»), nacido en 1946, también institutor, y más tarde Doctor en Historia por la Universidad de Varsovia, Polonia, en 1975 y militante del PMT. AOK había sido ministro de Juventud, Deportes, Artes y Cultura de Moussa Traoré de 1978 a 1980. En cuanto a la AEEM, su principal fundador es Oumar Mariko, nacido en 1959, entonces estudiante de medicina y joven veterano de las luchas colegiales y estudiantiles.

Para simplificar, digamos que el CNID sería más bien de orientación “pro-china” y la ADEMA “pro-soviética”. Curiosamente, cuando la ADEMA, convertida en un partido político, presentó la candidatura de AOK a las elecciones presidenciales de abril de 1992, él adoptará para sus papeletas de voto el rojo y el blanco, los colores de la bandera… polonesa.

Pero volvamos a 1990: junto con otras asociaciones de jóvenes creadas en caliente, los tres grupos mencionados organizan marchas para reclamar el multipartidismo y la democracia en diciembre, reuniendo cada vez más participantes. Se cuentan los primeros muertos. El movimiento continúa en enero, a pesar de la represión y las prohibiciones. Mis camaradas malienses exiliados en Francia ya no logran mantener el contacto con sus compañeros en el país. Hay que recordar que en aquella época el único medio de comunicación intercontinental era el teléfono fijo y era fácil para las dictaduras cortar las comunicaciones internacionales.

Los activistas del CNID en París me piden pues que vaya a Malí para informarme sobre la situación y hacerles un informe. Y aquí estoy aterrizando en Bamako. El tombo del aeropuerto, que hojea mi pasaporte, me pregunta: “¿Profesión?” Tartamudeo: “Escritor”. El tombo: “¿Libros para niños?” Yo: “Sí, exactamente”. Ya lo creo. Así que pasé tres semanas en Bamako y Segú, conociendo a una serie de activistas de manera más o menos clandestina, tras dejar atrás a los hombres con jetas de esbirros que me siguen. Supliqué a mis camaradas que intentaran derrocar al teniente Moussa Traoré, autopromocionado general, mientras yo estuviera allí. Se rieron y me dijeron que estaban haciendo lo que podían.

Se rieron aún más fuerte cuando, después de hacer un recorrido de reconocimiento alrededor del palacio presidencial de Koulouba, el antiguo palacio de los gobernadores coloniales en las montañas que dominan la ciudad, y viendo que sólo una carretera conducía a él, les pregunté: “¿Tiene un helicóptero, Moussa Traoré?” “Sí”, respondieron, “pero no puede volar, le faltan piezas de repuesto”, y añadieron: “¿Ah, tú también lo has pensado?” Era obvio: el Día D, cuando la multitud subiera al palacio, el tirano no tendría ninguna vía de escape.

Monumento en homenaje a los mártires del 22 de marzo de 1991

Y así fue como las cosas sucedieron: el martes 26 de marzo -el viernes 22 de marzo, la represión había dejado un centenar de muertos-, advertidos por mensajes codificados difundidos a las 6 de la mañana en las ondas de la radio nacional (“El Sr. Mamadou Sanogo anuncia su matrimonio con la Srta. Aminata Diawara..”), los manifestantes comenzaron a reunirse para subir al palacio. Un Moussa Traoré tembloroso, acompañado por su no menos temblorosa esposa Mariam, no dudó ni un segundo cuando el comandante de la Guardia Presidencial, el teniente coronel Amadou Toumani Touré, se acercó y le dijo: “Señor presidente, le pondremos a salvo”. Y la pareja fue llevada a.… la prisión central.

Nombrado presidente del Comité de Transición para la Salvación del Pueblo, ATT seguirá al pie de la letra el calendario fijado por la Conferencia Nacional. Un año más tarde se celebrarán las primeras elecciones presidenciales y legislativas libres de la historia de Malí. Una nueva oportunidad para mí de ir a Malí, esta vez sin tener nada que ocultar, sino invitado como observador internacional de las elecciones. Me encuentro haciendo equipo con un juez de Tanzania, más británico que africano, al que inicio en diversas costumbres, como comer con la mano sacando la sémola del plato común, o dormir en una terraza bajo las estrellas para evitar morir de calor, devorados por los mosquitos, en una habitación de hotel sin aire acondicionado. Constato rápidamente que las condiciones distan mucho de ser las adecuadas para que se pueda hablar de verdaderas elecciones democráticas: en un país tan grande como dos veces y media Francia, la televisión nacional sólo llega a un radio de 150 km alrededor de la capital y las tres cuartas partes de la población no saben leer ni escribir. Constato en un pueblo cerca de Djenné que la mayoría de las mujeres no saben votar y parecen tener papel — el sobre y las 9 papeletas electorales muy mal impresas — entre las manos por primera vez en su vida.

Mi conclusión, que comunico a mis amigos malienses: habría sido necesario organizar una transición de tres a cinco años en lugar de uno solo, durante la cual se podría haberse llevado a cabo una campaña masiva de alfabetización a la cubana y el radio de difusión de la televisión nacional ser extendido a todo el país para crear las condiciones de verdaderas elecciones. En la conferencia de prensa de los observadores internacionales que tuvo lugar el día siguiente de la primera vuelta de las elecciones, fui el único observador que hizo comentarios negativos, dando cuenta de las cinco deficiencias que pude observar. Ninguno de los otros observadores había encontrado nada que objetar. Habiendo tenido eco de mi intervención, ATT pidió verme.

Y aquí estoy, haciendo antesala en la oficina del presidente de transición, el sábado 18 de abril de 1991. Finalmente, mi turno llega. Todos los años pasados bajo la boina roja no han afectado la cortesía y la dulzura del hombre. Me cuenta, entre otras cosas, cómo en la madrugada del 26 de marzo fue despertado por un ruido en la cocina, donde encontró a sus hijos hurgando en busca de “cuchillos puntiagudos”. “¿Qué pasa?”, les preguntó. Respuesta: “¡Bueno, hoy es el gran día!” “¿El gran día de qué” “¡De la revolución!” Habían escuchado el mensaje codificado en la radio y se preparaban para marchar hacia el palacio, arriesgando sus vidas. ATT, el jefe de la guardia presidencial, no tenía ni idea de lo que se tramaba. Se encontró investido como presidente del Comité de Transición por los revolucionarios entusiasmados por su gesto, llevando a la pareja Traore a la cárcel. Durante los meses de la breve transición, había tenido que aprender a un ritmo acelerado a navegar entre viejos zorros y jóvenes lobos. Lo que más le horrorizaba era el gèrè-gèrè, es decir, la cizaña, la discordia, la fitna. Siempre, en los años siguientes, buscará el consenso, lo que sin duda causará su caída en 2012, después de 10 años como presidente electo. Le faltaba ciertamente esta dimensión bonapartista — el arte de practicar la brutalidad aplicando una estrategia militar – propia de los hombres fuertes que supieron durar contra viento y marea, como Mugabe, Museveni o Dos Santos, pero ATT no había hecho como ellos la experiencia militar y política de la guerrilla, había tenido que aprender el arte de la política sobre la marcha.

Como todos los sábados, después de que se concedieran audiencias a cualquiera que lo solicitara, ATT hacía su gira semanal. Así que ese día me embarcó. Hubo tres etapas. Primera etapa: una obra de construcción de cuatro pequeñas casas para militares. ATT pregunta al jefe de obra: “¿Cuánto era el presupuesto inicial? “ “60 millones”. “¿Y cuánto nos va a costar, a fin de cuentas?” “6 millones”. Malí estaba descubriendo el arte de gestionar la cosa pública adecuadamente, sin sobres ni sobornos. Segunda etapa: un jardín de infancia privado. El personal y los niños, alineados y endomingados, nos dieron la bienvenida ceremoniosamente. De repente, llega, corriendo, una mujer gorda y desaliñada con un traje blanco sucio, armada con una gran bolsa blanca también sucia sucia, que se para frente a ATT y empieza a cantar. Era una griotte, una juglar. El equipo del presidente le lanza miradas asesinas y uno de los hombres le da una orden seca en bambara. Inmediatamente dejó de cantar y huyó. Una vez montados en el coche, pregunto qué pasó; se me explica: “Esta idiota había olvidado cambiar de disco: se puso a cantar a la gloria de… ¡Moussa Traoré!” 23 años de dictadura, dejan huellas duraderas. Última etapa: la prisión central, en un estado de deterioro avanzado.

ATT entabla un diálogo con un preso común que, para verlo, se ha acostado en el suelo de su celda, mirando hacia el exterior a través del estrecho espacio entre la parte inferior de la puerta de hierro y el suelo. Los detenidos no son los únicos que tienen quejas. Los guardias también las tienen, sus condiciones de vida y de trabajo son apenas mejores que las de los presos. En resumen, hay trabajo, me dice ATT. Me hubiera gustado visitar el zoológico, pero no estaba en el programa del día. Mis compañeros me habían contado que la revolución había salvado al león, que se moría de hambre: los guardias robaban la carne que le estaba destinada.

Adiós al Boina roja, que tenía un corazón demasiado tierno para aguantar en este siglo brutal.

Fausto Giudice Фаусто Джудиче فاوستو جيوديشي

Original: ATT, le soldat désarmé
Hommage à Amadou Toumani Touré

Traducido por María Piedad Ossaba para La Pluma y Tlaxcala

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