Distancias

Los miles de kilómetros de distancia en la que sigue la población vasca presa y sus familias la decide la venganza y la provocación

Se debate en el Congreso a qué distancia se debe vivir, a qué distancia te miro a los ojos, a cuántos metros podemos abrazarnos. Unos proponen dos. Otros uno y medio. Secunda un tercero la moción a la vez que introduce la posibilidad de una desescalada centesimal del metro y medio al metro a razón de cinco centímetros diarios. Se abren los turnos de exabruptos. Una señoría propone de distancia un brazo o un codo en vez de un metro o medio metro. Otra señoría rechaza que sea el abdomen la marca de la distancia cuando podrían serlo las narices, alusión que no pasó desapercibida para quien había sugerido que la distancia la decidiera el cinturón de cada quien, no obstante saber que la mitad del hemiciclo no usaba cinturones. La mayoría usa correas pero nadie las propuso como medida. Se recrudecen los halagos. Sus señorías se aprestan a votar.

¿Y no es ridículo, entre otros cargos, debatir en el Congreso Nacional con esa precisión centesimal y sin atender más circunstancias, a qué distancia nos debe quedar el otro? ¿Hay alguna medida para el miedo, para la insensatez, para la prudencia? Y total para que, finalmente, la distancia la determine el sentido común y las compañías aéreas.

(Los miles de kilómetros de distancia en la que sigue la población vasca presa y sus familias la decide la venganza y la provocación)
(Preso politikoak aske)
Koldo Campos Sagaseta, Columna Cronopiando para La Pluma, 13 de junio de 2020

Editado por María Piedad Ossaba