El “Proyecto MK Ultra”: la historia alucinante de Fort Detrick

Frank Olson murió porque se temía que revelara información sobre un programa de interrogatorios muy secreto de la CIA a principios de los años 50, y sobre el uso de armas biológicas por parte de los USA durante la Guerra de Corea”.

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Desde que la administración Trump declaró el estado de emergencia nacional a mediados de marzo tras la rápida propagación de COVID-19, la tarea de desarrollar una vacuna ha recaído en el principal laboratorio de investigación de virus del ejército de los USA en Fort Detrick, situado en un suburbio de Maryland a unos 80 km. de Washington, D.C.

En las últimas décadas, se han llevado a cabo investigaciones avanzadas sobre una gran variedad de virus y bacterias dentro de este complejo tentacular. Sus instalaciones de punta también almacenan algunas de las toxinas más peligrosas conocidas de la humanidad, como el virus del Ébola, el ántrax y el coronavirus del SARS.

La oscura base militar fue puesta en el punto de mira en 2008 después de que uno de sus científicos fue objeto de sospechas de haber perpetrado el ataque con ántrax de 2001, en el que se enviaron varias cartas con el germen mortal a los medios y a las oficinas gubernamentales usamericanas.

El año pasado, uno de los laboratorios de alta seguridad más importantes del campus fue cerrado por las autoridades sanitarias debido a violaciones de la seguridad. Además de algunos incidentes aquí y allá, Fort Detrick parece ser un lugar ordinario de la ciencia médica moderna. Pero si nos remontamos un poco más atrás en la historia, es un período verdaderamente aterrador que comienza a emerger.

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Después de la Segunda Guerra Mundial, Fort Detrick se convirtió en un lugar de horribles experimentos científicos realizados en el marco de una búsqueda ultrasecreta de la CIA para controlar la mente humana, conocida como “Project MK Ultra”. Después de dos décadas, el proyecto fracasó estrepitosamente y provocó un número desconocido de muertos, entre ellos la de un científico que participó en el proyecto, y al menos cientos de víctimas usamericanas y canadienses sometidas a torturas mentales y físicas. Las experiencias no sólo violaron el derecho internacional, sino también la propia carta de la agencia, que prohíbe toda actividad dentro de las fronteras.

El proyecto MK Ultra fue creado por el padrino del imperio de la inteligencia usamericana, el director de la CIA Allen Dulles, cuya retórica desenfrenada sobre la amenaza soviética le ayudó a construir un aparato de seguridad nacional omnipotente que definiría la política usamericana. En 1953, después de capturar a pilotos usamericanos que admitieron haber desplegado ántrax durante la guerra de Corea, Dulles comenzó a vociferar teorías según las cuales los comunistas de la entonces República Popular Democrática de Corea les habían lavado el cerebro. Con el fin de garantizar la seguridad nacional, sostuvo, los USA deben diseñar su propio programa de lavado de cerebro.

La proclamación de Dulles resultó estar basada sólo en un fantasma de la guerra fría, ya que un informe que encargó más tarde rechazó las acusaciones de lavado de cerebro comunista. Sin embargo, el astuto espía Dulles, que era conocido por haber salvado activamente a varios altos funcionarios nazis contra la voluntad de su propio gobierno, prosiguió el programa por una razón mucho más innoble.

Como explica David Talbot en su libro The Devil’s Chessboard (El tablero de ajedrez del diablo: Allen Dulles, la CIA y el advenimiento del gobierno secreto de América, inédito en español) numerosos espías reclutados al comienzo de la guerra fría eran personajes superficiales y poco fiables, motivados por vulnerabilidades internas como la avaricia, la codicia o el espíritu de venganza. La agencia buscaba maneras de eliminar estas variables psicológicas creando máquinas humanas que actuaran por encargo, incluso contra su propia conciencia.

El 19 de marzo de 2020, Andrea Luquette, biocuradora, prepara cultivos de coronavirus para pruebas en el Comando de Investigación y Desarrollo Médico del Ejército usamericano en Fort Detrick. Foto AP

En términos oficiales, el objetivo principal del programa era “la investigación y el desarrollo de materiales químicos, biológicos y radiológicos que puedan utilizarse en operaciones clandestinas para controlar el comportamiento humano”,  según un memorándum desclasificado elaborado por el inspector general de la CIA. El programa se amplió rápidamente y se extendió a 149 subproyectos en los que participaron al menos 80 instituciones, entre ellas universidades, hospitales, cárceles y empresas farmacéuticas de los USA y Canadá.

Para dominar el control mental, un grupo de científicos criminales probó alegremente métodos extremos en humanos que habrían hecho aterrizar a cualquiera en la cárcel si no hubiera ocurrido dentro de Fort Detrick. Estos métodos incluían la administración forzosa de drogas psicoactivas, electrochoques forzados, abusos físicos y sexuales, así como una miríada de otros tormentos, todos realizados en silencio detrás de los altos muros de la “seguridad nacional”.

Dulles estaba particularmente interesado en saber  si los alucinógenos como el LSD podían incitar a algunas personas a cometer “actos de sabotaje importantes o actos de violencia, incluidos  asesinatos”, recordó el principal experto en venenos de la agencia, Sidney Gottlieb, quien dirigió el programa.

Documentos desclasificados examinados por la CGTN mostraron que los experimentos realizados en el marco del programa iban desde lo más extraño hasta los extremos de la ciencia ficción: drogas que “provocan confusión mental”, “que proporcionan un máximo de amnesia”, “produciendo una euforia pura sin depresión posterior”, “que disminuyen la ambición y la eficacia general en el trabajo de  los hombres”, y muchos otros.

A lo largo de sus dos décadas de existencia, MK Ultra fue ejecutado en el mayor secreto, ya que la agencia temia un fuerte retroceso político si llegaba a ser conocido por el público.

De hecho, era tan secreto que sólo unos pocos altos funcionarios de la agencia estaban al tanto de su existencia.

A espaldas de la Casa Blanca y del Congreso, los habitantes de los rincones olvidados de USAmérica  – prisioneros, prostitutas y los sin techo – fueron secuestrados en las calles para participar involuntariamente en la loca ciencia de Fort Derrick: “Gente que no podía defenderse”, según las palabras de Sidney Gottlieb, el jefe del proyecto. Sin embargo, el programa igualmente también utilizó a personas que podían, incluso soldados usamericanos y pacientes desprevenidos que llegaron inadvertidamente en los hospitales y clínicas asociados a MK Ultra en toda Norteamérica.

En julio de 1954, el aviador Jimmy Shaver, de la base aérea de Lackland, fue acusado de haber violado y matado a una niña de tres años en San Antonio. Durante todo el incidente, a menudo se encontraba en un estado de mareo y trance. En el momento de su detención, Shaver también parecía haber perdido gran parte de su memoria, entre otros en relación a su esposa. Cuatro años más tarde, fue ejecutado el día de su 33avo cumpleaños. No fue hasta más tarde que el público se enteró de que Shaver, que no tenía antecedentes penales, era uno de los conejillos de indias utilizados por MK Ultra. Según The Intercept, el proyecto de control mental había desempeñado un papel importante en el envío de Shaver a la silla eléctrica.

Otras personas que sobrevivieron a los brutales experimentos revelaron las terribles consecuencias del lavado de cerebro sancionado por la CIA. Linda Mcdonald, de 25 años, madre de cinco hijos pequeños, dijo que se había convertido esencialmente en un bebé después de haber sufrido las famosas experiencias de la cámara del sueño, que se le había dicho que permitirían tratar una esquizofrenia aguda inexistente. Durante 86 días, Mcdonald estuvo en coma provocado por narcóticos potentes y electrochoques que le quemaron el cerebro 102 veces.

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El entonces presidente usamericano Gerald Ford se disculpa en 1975 con la familia de Frank Olson, quien murió en 1953 después de que la CIA le diera una dosis de LSD. Foto AP

“Tuve que aprender de nuevo a ser limpia”, dijo Mcdonald. “Era un vegetal. No tenía identidad ni memoria. Nunca había existido en el mundo antes. Como un bebé.”

Sin embargo, de los 180 médicos e investigadores que participaron en estos experimentos ilegales, pocos habían expresado sospechas o remordimientos. El único que lo hizo murió por ello.

Frank Olson era un bioquímico y padre de tres hijos que trabajaba en los laboratorios de guerra biológica de Fort Detrick. Era uno de los científicos de MK Ultra que viajaba regularmente entre los “sitios negros” de Europa para observar diferentes experiencias humanas. Después de una visita en 1952 al Camp King, una famosa base segura de la CIA en Alemania, fue especialmente sacudido por la crueldad de la que los prisioneros soviéticos eran víctimas, según Talbot.

“Tuvo un período muy duro después de Alemania … la droga, la tortura, el lavado de cerebro”, habría declarado el antiguo colega de Olson en Detrick, el investigador Norman Cournoyer. A su regreso de Alemania, Olson sufrió una “crisis moral” y estaba dispuesto a abandonar su carrera científica para convertirse en dentista, según la familia de Olson. Sin embargo, antes de que pudiera cambiar de vida, el propio científico se había convertido, sin saberlo, en una de las muchas víctimas involuntarias de MK Ultra.

Una semana antes de Thanksgiving [Acción de Gracias], Olson fue invitado a un retiro de fin de semana en una instalación aislada de la CIA en Deep Creek Lake, Maryland. Una noche después de la cena, Olson y otros científicos desprevenidos recibieron bebidas que contenían LSD, después de lo cual comenzó a tener fuertes alucinaciones. El calvario terminó una semana más tarde cuando saltó por la ventana del 13avo piso del Hotel Statler en Manhattan. Los responsables de la CIA concluyeron apresuradamente que la muerte del científico fue un suicidio. Sin embargo, los hijos de Olson encontraron esta “relato” difícil de aceptar y comenzaron su propia investigación sobre el trágico final de su padre.

Después de décadas de idas y venidas con el gobierno usamericano y la investigación llevada a cabo por Eric y Nils, los hijos de Frank, incluyendo una autopsia post-exhumación, pruebas sustanciales pesaron a favor de la posibilidad del asesinato del científico. Después de examinar los restos de Olson, el médico forense James Starrs detectó varias incoherencias significativas que contradicen el relato oficial del suicidio. Aunque aterrizó de espaldas, el cráneo sobre el ojo de Olson estaba agrietado, lo que sugiere que recibió un fuerte golpe en la cabeza antes de estrellarse por la ventana.

“La muerte de Frank Olson el 28 de noviembre de 1953 es un asesinato, no un suicidio”, declaró Eric Olson. “Esta no es una historia de un experimento sobre la droga LSD, tal como fue presentada en 1975. Es una historia de guerra biológica. Frank Olson no murió porque fuera un conejillo de indias experimental que vivió un “mal viaje”. Murió porque se temía que revelara información sobre un programa de interrogatorios muy secreto de la CIA a principios de los años 50, y sobre el uso de armas biológicas por parte de los USA durante la Guerra de Corea”.

Ceng Jing 曾經

Original: ‘Project MK-Ultra’: the mind-blowing history at Fort Detrick

Traducido por María Piedad Ossaba para La Pluma y Tlaxcala, 15 de mayo de 2020

Editado por Fausto Giudice Фаусто Джудиче فاوستو جيوديشي

Traducciones disponibles : Français  Português/Galego 

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