¿Qué está pasando en Brasil?
Entrevista a Achille Lollo

La verdad es que la crisis económica comenzó en 2016 y se extendió en 2018, dejando a Brasil en el abismo del “default”.

http://tlaxcala-int.org/upload/aut_878.jpgEl Coronavirus está derribando a Brasil, especialmente en las favelas de São Paulo y Río de Janeiro, donde se generaliza el drama de la muerte, junto con una economía en colapso avanzado, con sus 14 millones de desempleados y otros 12 millones en espera. Una situación cada vez más explosiva que el gobierno de Jair Bolsonaro intenta minimizar, aumentando la confusión y la incertidumbre política.

De hecho, el 4 de abril, el diario italiano La Repubblica anunció un golpe de Estado militar, que resultó ser una patraña. Más tarde, el presidente Bolsonaro, inspirado por Trump, provocó a China, que suspendió la compra de 2 millones de toneladas de soja. El caos es también político, especialmente en el gobierno, tanto que el ministro de salud, Henrique Mandetta, anticipó en la TVGlobo que sería destituido por el presidente, quien lo despidió junto con el secretario legal de la presidencia. Fue despedido también el jefe de la Policía Federal y por esta razón el poderoso Ministro de Justicia, el juez Sérgio Moro, ha renunciado ya que la convivencia con el clan Bolsonaro se había vuelto imposible. Para entender lo que está pasando en Brasil, CONTROPIANO entrevistó al periodista Achille Lollo*, quien conoce bien la situación política y económica en Brasil.

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CONTROPIANO: Comencemos con la historia del golpe, ¿es un engaño o los militares realmente quisieran deshacerse de Bolsonaro?

Achille Lollo: Como ex director de dos revistas brasileñas, me gustaría decir que esta historia del golpe de Estado contra Bolsonaro es un verdadero engaño, creado por el corresponsal del periódico italiano La Repubblica, que no pudo analizar adecuadamente el contexto político brasileño, y mucho menos traducir al italiano algunas partes de un artículo publicado en el sitio web defesa.net. Al mismo tiempo, hubo una extrema ligereza por parte del editor internacional que publicó esa primicia sin tener confirmación. De hecho, hubiera sido suficiente llamar a la redacción de cualquier periódico brasileño, ¡ya que hay 5 horas de diferencia! Como analista político, puedo decir que excluyo categóricamente la hipótesis de un golpe  de Estado ideado por el Ministro de Defensa, General del Ejército, Fernando Azevedo y Silva y   llevada a cabo por el nuevo jefe del Estado Mayor Unificado   de las Fuerzas Armadas (EMCFA), el General de Aviación Raul Botelho.

De hecho, el 18 de febrero, el presidente Bolsonaro tuvo que despedir por incapacidad absoluta a Onix Lorenzoni, que por ser uno de sus más leales servidores había sido recompensado con el nombramiento como Ministro de la Casa Civil, una especie de Primer Ministro. En lugar de Lorenzoni, Bolsonao quiso promover a su joven hijo Eduardo, pero los militares le aconsejaron que era mejor nombrar a un hombre experimentado como el general del ejército Walter Souza Braga Netto, en ese momento jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas (EMCFA).

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Walter Souza Braga Netto

Entonces, el general Braga Netto, debido a la desastrosa gestión de Onix Lorenzoni y en un intento por detener la crisis económica, reforzó de inmediato sus funciones en el gobierno, priorizando las relaciones con el poder legislativo para evitar que los proyectos de ley presentados por el gobierno siguieran siendo rechazados.

Es importante subrayar que en el gobierno de Bolsonaro los militares ya están más que representados, ya que cuenta con cinco oficiales superiores que ocupan un ministerio (Defensa, Energía, Minería, Administración Pública e Infraestructura) y otros 130 en los cargos de viceministro, secretario nacional, director federal, administrador de empresa estatal, coordinador nacional, etc. etc. Por lo tanto, está fuera de lugar pensar que el EMCFA habría ordenado a los cinco comandos regionales de movilizar a 80.000 soldados para ir a  destituir a un presidente, que es un ex militar tendencialmente fascista, y derribar un gobierno controlado por la inteliguentsia de las Fuerzas Armadas. ¡Especialmente ahora con el nombramiento del general Walter Souza Braga Netto!

Me gustaría señalar que en América Latina todos los golpes de Estado, con la excepción del golpe promovido por el general Juan Velasco Alvarado en Perú, en 1968, (1), siempre se llevaron a cabo contra gobiernos democráticos y progresistas y Bolsonaro, ciertamente, ¡no es ni democrático y mucho  menos progresista!!!”

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Sin embargo, algunos periódicos han dejado claro que la renuncia del Ministro de Salud, Henrique Mandetta y la trágica evolución del COVID 19 en la mayoría de los Estados de Brasil han reavivado el conflicto entre el presidente Bolsonaro y los militares, representados por el vicepresidente, el General Hamilton Mourão. En la práctica, ¿las relaciones políticas entre Bolsonaro y los militares son las mismas que en 2018 o ha cambiado algo?

Dejando de lado las primicias y  las noticias falsas, debe reconocerse que entre los militares y lo que llaman en Brasil “El gabinete del odio, dirigido por 01, 02 y 03”, es decir, la instancia directiva ocupada por los tres hijos de Bolsonaro en el “Palacio do Planalto” (2) – la relación no es idílica. De hecho, el clima conflictivo que comenzó a tomar forma en los últimos meses de 2019 no depende sólo de las absurdas posiciones políticas de los tres vástagos o de los errores diplomáticos del presidente Bolsonaro. El conflicto en curso se refiere al futuro institucional de Brasil, es decir, la cuestión de quién ganará las elecciones presidenciales en 2022.

Las posiciones son cada vez más divergentes en este tema, ya que para la inteliguentsia militar, es decir los oficiales de mayor rango, es de fundamental importancia mantener inalterado el esquema de alianzas políticas que en 2018 logró romper la hegemonía política del PT, y derrotar a su candidato, Fernando Haddad.

Por su parte, Bolsonaro, para continuar liderando esta alianza, que va desde la extrema derecha hasta los moderados de la clase media, reivindica su imagen histórica como líder anti-PT, anti-gay, ídolo de las iglesias evangélicas y de los suboficiales. Una etiqueta que la inteliguentsia  militar y especialmente la poderosa TV Globo ahora consideran obsoleta dado que la tasa de popularidad de Bolsonaro ha caído al 6%. Pero, es el periódico Folha de São Paulo, que es el más crítico, recordando que la elección de Bolsonaro fue el resultado emocional de un pseudo atentado perpetrado por Adélio Bispo de Oliveira, que luego la Policía Federal y después los jueces hicieron pasar por loco (3). De hecho, incluso el Jornal do Brasil y sobre todo la TV Bandeirantes también recuerdan que, inmediatamente después del atentado, los tres hijos de Bolsonaro lanzaron una campaña electoral millonaria en las redes sociales, puesta en marcha inmediatamente con la ayuda de Steve Bannon.

Por estas razones y también por el bajo nivel político y cultural mostrado por Bolsonaro, los militares están dibujando otro escenario político, que no prevé su reelección. En su lugar quieren un candidato capaz de otorgar una nueva legitimidad política a los partidos de la burguesía y de la clase media, en particular el PSDB y el DEM. Un candidato preparado para reactivar la economía evitando la lucha de clases. Es decir, un populista capaz de formular promesas electorales creíbles, que puedan dividir al proletariado brasileño y a la clase media, ganando la simpatía y los votos de los sectores populares que históricamente votan por el PT y otros partidos de centroizquierda.

Recientemente Carlos, el hijo del presidente, criticó al vicepresidente, general Hamilton Mourão, por haber intercambiado tweets con el gobernador del estado de Maranhão, el comunista del PCdoB Flávio Dino. Luego declaró que era más fácil conversar con soldados y suboficiales que con los coroneles y los generales. Al mismo tiempo, el presidente Bolsonaro volvió a invocar la dictadura de 1964 como una solución política para Brasil. ¿Por qué el clan Bolsonaro, padre e hijos, hoy estánadoptando cada vez más estos tonos amenazantes?

En 2008, entrevisté a Jair Bolsonaro, cuando él era diputado federal en Brasilia, y ,  creyendo que yo era el corresponsal del periódico italiano Corriere della Sera, dijo tantas tonterías que siempre me pregunté ¡cómo era posible que un individuo tan grocero y sin preparación política hubiera sido elegido varias veces como diputado y luego incluso como presidente! De hecho, cuando Bolsonaro – partiendo del discurso preparado por su Ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Henrique Fraga Araújo, – quiso improvisar en la Asamblea de las Naciones Unidas y luego en la reunión de Davos, fue un verdadero desastre o como dijeron en el Senado “… um auténtico vexame!” (una verdadera humillación)

La verdad es que Bolsonaro siempre ha sido un diputado grocero, inculto y políticamente insignificante, que en sus 27 años de actividad parlamentaria siempre ha evolucionado en el llamado “bajo clero” de la Cámara de Diputados, cambiando de partido  hasta nueve veces  y teniendo aprobados solo dos proyectos de ley y una enmienda constitucional! ¡Actualmente también rompió con el pequeño PSL (Partido Social Liberal) con el cual fue elegido presidente!

Hoy, el 90% de su actividad como presidente y la del “Gabinete de Odio” de sus hijos gira en torno al proyecto del nuevo partido bolsonarista, llamado “Aliança pelo Brasil” (Alianza para Brasil).

Un partido de derecha, populista y tendencialmente fascista, que en teoría debería representar el 25% del electorado, eligiendo un centenar de diputados y otros tantos senadores, lo suficiente para obligar a los peces gordos de la burguesía y el mercado a apoyar la reelección de Jair Bolsonaro en 2022. Es decir, un partido que reúne a todos los movimientos anti-PT, anti gay, los grupos racistas, los sectores urbanos temerosos de la revuelta social, en particular los comerciantes. A estos se uniría el voto del subproletariado de las favelas controladas por los grupos paramilitares, las Milicias, y el voto de los creyentes fundamentalistas, manipulados por los pastores de las poderosas iglesias evangélicas Assembleia de Deus e Igreja Universal do Reino de Deus. Esta última también posee la emisora TV RECORD (4) y ocho  estaciones de radio FM / AM. Un partido que con tal base electoral puede aspirar ser financiado adecuadamente por los industriales vinculados a la importación y exportación, las multinacionales y lógicamente por los latifundistas sojeros y ganaderos del noreste y de los Estados amazónicos.

Este proyecto también fue bien visto por el secretario de Estado de USA, Mike Pompeo, quien, junto con Donald Trump, apoyó la elección de Bolsonaro en 2018. Pero, a partir de febrero, la simpatía política de Mike Pompeo por Bolsonaro se ha desvanecido, debido a las evaluaciones realizadas por analistas del Departamento de Estado, así como a las informaciones enviadas por el embajador de USA en Brasil, Todd Chapman. De hecho, los círculos parlamentarios cercanos a los militares afirman que la reelección de Bolsonaro, en un momento de grave crisis económica conlleva un grave riesgo de radicalización del proceso electoral. Esta situación permitiría al PT y a los partidos de centroizquierda crear un gran frente popular anti crisis y sobre todo anti Bolsonaro con el cual ganar las elecciones en 2022. Una victoria que es lo último que quieren USA, porque permitiría al PT para volver a imponer su hegemonía política. Un frente popular, invocado repetidamente por el líder del Movimiento de los Sin Tierra, João Pedro Stedile y también por el vicepresidente del Partido Laborista Democrático, Ciro Gomes .

Si, como muchos lo dicen, Bolsonaro fue un oficial brillante y un teórico político de los militares, ¿por qué no se convirtió en general?

Recientemente, Luis Makluf, del periódico Estadão de São Paulo, publicó el libro “O cadete e o capitão” (El cadete y el capitán) que documenta toda la carrera militar de Jair Bolsonaro, desde el principio, en 1973, como cadete de la Academia Militar “Agulhas Negras” (Águilas Negras) en Rezende, hasta 1988, cuando pasó a la reserva con el rango de capitán. En realidad, Bolsonaro nunca recibió una distinción militar, ya que en diez años de actividad como oficial, se le encargó que comandara solo 3 grupos de artillería de campo.

Sus especializaciones a eran los cursos de actividades físicas de la Academia Militar: escalada, carrera a campo traviesa, buceo, paracaidismo, tiro. Por esta razón su apodo era “Cavalão” (Caballo grande) porque en actividades físicas era realmente excepcional. Nunca enseñó teoría militar, técnicas de preparación de combate y, sobre todo, nunca tomó cursos superiores de táctica y estrategia Tanto es así que la intelectualidad militar nunca invitó a Bolsonaro a los debates celebrados en el “Club Militar” de Río de Janeiro. ¡Ni siquiera cuando Bolsonaro fue elegido diputado federal! En realidad, Bolsonaro alcanzó cierta notoriedad en 1987, cuando la revista Veja publicó una entrevista en la que anunció que con otros oficiales iban a explotar algunas bombas en los baños de la Academia Militar, para protestar contra la decisión del nuevo gobierno democrático de José Sarney de no aumentar los salarios a los militares.

Inmediatamente después, en 1988, dejó  el Ejército para ser elegido – con el apoyo de los paramilitares de las Milicias (5), de los pastores evangélicos y de los grupos neofascistas de la Baixada Fluminense (6), – primero como consejero municipal, luego como diputado federal en 1990.

Una relación política oscura, dado que Bolsonaro siempre ha justificado la existencia de las Milicias, que que teoricamente decían  que querían liberar las favelas de los narcotraficantes, dada la ineficiencia de la policía. De hecho, las Milicias surgieron en 1986 como un “grupo de seguridad” en algunas favelas, para luego comenzar a disputar con los Narcos el control de los puntos de venta de cocaína y de maconha (marihuana) en las grandes favelas de la ciudad de Río de Janeiro y de las ciudades dormitorios del Estado del mismo nombre.

No debemos olvidar que el 80% de los hombres de las Milicias son agentes de la Policía Civil y de la Policía Militar, que siempre han gozado de un apoyo veladode la Policía Federal y una gran complacencia en los comandos de la Policía Civil, la Policía Militar y del mismo gobierno regional, al que se agregó la cobertura de numerosos políticos regionales, incluido el del clan Bolsonaro. Una situación que fue continuamente denunciada por el diputado federal Marcelo Freixo y por la consejera municipal del PSOL de Río de Janeiro, Marielle Franco, quien, desafortunadamente, el 17 de marzo de 2018, fue ametrallada a la entrada de la favela Maré por un comando de las Milicias.

Antes de abordar la dramática crónica de la pandemia brasileña, ¿podría explicar por qué Bolsonaro, en 2018, pasó en menos de dos meses de la nulidad política del PSL a ser la estrella en ascenso de la derecha y, por lo tanto convertirse en el candidato único de la oligarquía latifundista y de la burguesía brasileña?

Para comprender esta improvisada metamorfosis a la manera del camaleón, debemos retroceder un poco, cuando los estrategas de la burguesía brasileña estaban convencidos de que el golpe blanco contra Dilma Roussef con la destitución por el Parlamento y el arresto, en 2015, de los cuadros históricos del PT por el juez de Curitiba, Sérgio Moro, acusados todos de corrupción, supuestamente desarticularía el PT y reduciría a la nada la candidatura de Lula.

Una predicción que luego fue refutada en 2017, cuando los especialistas en marketing electoral garantizaron la victoria de Lula en la primera ronda con un 72% de los votos. Entonces, para facilitar la elección de Geraldo Alkimin, el candidato de la coalición formada por el PSDB y evitar el regreso de Lula al Palacio do Planalto en Brasilia, en 2017 se produjo el segundo golpe de Estado blando, es decir, el arresto y la condena de Lula.  A pesar de esto, los analistas de marketing electoral no descartaron la posible victoria del candidato del PT, Fernando Haddad en la segunda vuelta, debido al ausentismo electoral de la clase media y también al rechazo absoluto de los sectores populares respecto a Geraldo Alkimin, que en 2009 fue Secretario de Desarrollo del  Estado de São Paulo  y luego 35° gobernador del Estado paulista, en 2011.

Es en este contexto de gran incertidumbre política que, el 28 de febrero de 2018, se produjo el ataque contra Jair Bolsonaro, que, a partir de ese momento, se convirtió en el tema central de los medios de comunicación. En efecto, las dos puñaladas (evidentemente no mortales) infligidas por Adélio Bispo de Oliveira al final de un mitin en la ciudad de Juiz de Fora, fueron descritas  inmediatamente por la Policía Federal como “… una acción motivada por el odio comunista del PT y del PSOL ….” (6)!

Inmediatamente después del atentado, las redes sociales brasileñas fueron invadidas por un nuevo sistema de robots que administraron y alimentaron a todas las redes con  las Fake News, que recuerdan la metodología utilizada por Steve Bannon en la campaña electoral de Donald Trump. De hecho, Bolsonaro hizo solo unas pocas declaraciones desde el hospital y en la segunda vuelta, se negó a participar en todos los debates electorales organizados por las cadenas de televisión.

De esta manera, las redes sociales lograron crear la imagen de la víctima del comunismo y del luchador indomable contra el  PT y la corrupción. Al mismo tiempo, todos los  canales de televisión, y en particular la TV RECORD de Edir Macedo, el autoproclamado obispo evangélico de la Igreja Universal do Reino de Deus, se unió a la campaña electoral del partido de Bolsonaro, el PSL (7), publicando todas las noticias falsas que circulaban en las redes sociales, etiquetando a Lula y al PT como una pandilla de vulgares estafadores comunistas, mafiosos y acaparadores de fondos públicos.

En cambio, Jair Bolsonaro fue presentado como el único diputado honesto de Brasil capaz de erradicar la corrupción creada por el PT, el único capaz de promover el salto cualitativo de la economía, el único candidato preparado para revitalizar el Estado brasileño y sobre todo el único decidido a poner fin a la delincuencia, el narcotráfico y los homosexuales.

Un bla-bla-bla que cautivó a la mayoría de los brasileños, ahora cansados de las promesas de los partidos políticos tradicionales y, sobre todo, decepcionados por los demasiados errores cometidos por el liderazgo del PT, en particular, por Dilma Roussef con su opción social-liberal en el segundo gobierno de 2013.

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Steve Bannon visitando a Olavo de Carvalho, el hombre que introdujo la enseñanza de la astrología como “materia científica” en la Universidad.

¿Quién es el que hoy dicta la línea ideológica en el nuevo partido bolsonarista Aliança pelo Brasil y qué tipo de relación existe entre lo que usted llama un partido tendencialmente fascista, los pastores evangélicos de la Igreja Universal do Reino de Deus  y los peces gordos del mercado financiero?

El gurú político de Bolsonaro es Olavo de Carvalho (9), que es el defensor de un fascismo tropical que niega tanto el Holocausto como la teoría del heliocentrismo. Niega la eficacia de las vacunas y el calentamiento global del clima, acusando a China de haber provocado el Coronavirus para atacar a Occidente. Se define a sí mismo como “filósofo”, (sin haber sido estudiante de ninguna universidad), y por esta razón afirma que los trabajadores, especialmente los de origen africano, tienen serias limitaciones cerebrales por lo que son fácilmente manipulados por los “agentes del marxismo”. Es un partidario abierto del pinochetismo, es decir, de la represión pura  y dura de los trabajadores. Pero, no tiene una idea muy clara sobre la relación entre el Estado y el Mercado. De hecho, si este fuera el caso ciertamente, perdería el apoyo financiero que recibe de las fundaciones financiadas por bancos e industrias usamericanas. Desde 2005 vive en Richmond, Virginia, a pocos kilómetros de la sede de la CIA, donde según algunos, sería un Consultor Senior, contratado después de la victoria electoral de Lula.

Pero hay que decir que Aliança pelo Brasil no será el nuevo partido fascista brasileño, como muchos dicen. Quizás esta fue la idea inicial de su hijo Eduardo. En realidad, Bolsonaro sabe muy bien que si quiere ser considerado “el salvador indomable de la patria brasileña”, reconocido como tal por los peces gordos del mercado, los industriales y la oligarquía (latifundista, todos ellos profundamente neoliberales, no puede mencionar en absoluto a Perón y mucho menos declararse a favor de la centralización del Estado. Hoy, el mercado y especialmente los bancos privados son la love story del gobierno Bolsonaro, que con el Ministro de Economía, Paulo Guedes, – discípulo súper liberal de los Chicago Boys -, en los primeros 12 meses de gobierno ha regalado a los bancos 1.216 billones de reales (es decir, 16,7% del PNB), mientras que para combatir la pandemia ha asignado solo 88,2 mil millones de Reales, ¡es decir 7.5% de los fondos destinados a los bancos!

El nacionalismo exasperado de los tuits de Bolsonaro es pura retórica, que se convierte en una estafa ideológica, si consideramos los regalos hechos al gobierno de los USA y a las multinacionales del Tío Sam. En primer lugar, la transferencia territorial e infraestructural de la base de lanzamiento de misiles y satélites de Alcántara, seguida, en marzo de 2019, por la venta a Boeing, a precio de cacahuetes, de la división militar de la prestigiosa industria aérea estatal, EMBRAER.

Además, el racismo bolsonarista ofrece una doble lectura, en la que los elementos dominantes son la manipulación y la propaganda política. De hecho, si la cuestión racial fuera llevada al extremo por Bolsonaro según las teorías del nazi-fascismo europeo moderno, estallaría una profunda crisis con las iglesias evangélicas. Esto se debe a que el 80% de sus creyentes y la mayoría de sus pastores son afrodescendientes. Al mismo tiempo, si Bolsonaro opta por proponer la discriminación racial, como lo hacen el italiano Matteo Salvini o el húngaro Viktor Orbán, corre serios riesgos políticos, ya que el 63% de los votantes son afrodescendientes y el 30% son descendientes de emigrantes europeos, asiáticos o latinoamericanos.

Este contexto social e histórico requiere una cierta prudencia verbal, porque la llamada raza brasileña es en realidad una mezcla étnica. Razón por la cual Bolsonaro se limita a exacerbar el racismo homofóbico contra los homosexuales, contra las feministas de color que están a favor del aborto, y luego se ensaña contra  los afrobrasileños de las favelas cuando se trata de jóvenes vinculados a los Narcos.

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Pocas personas confían en los datos revelados por el gobierno federal brasileño sobre el crecimiento dramático del Covid-19. Los muertos se contarían por miles. El sistema de salud pública está en pleno colapso, mientras que el sistema de salud privado, destinado a los ricos y acomodados, recibe fondos federales y públicos. Se estima que el número total de desempleados alcanzaría alrededor de 26 millones. ¿Por qué Brasil, que votó cuatro veces por Lula y el PT, ahora acepta esta situación en silencio?

 En realidad, los 52.793.364 millones que votaron por Lula en 2002 (61.27% de los votantes), en 2018 disminuyeron a 47.040.906, (44,87%). Es decir, en dieciséis años, el PT ha perdido 5.752.358 millones de votos, lo que equivale al 16,40% de los votantes. Este descenso se explica por el abandono, por parte de los viejos y nuevos dirigentes del PT y de la confederación sindical CUT, de su matriz ideológica histórica. Es decir, una línea política socialdemócrata de izquierda – a la manera de Willy Brandt -, que fue reemplazada gradualmente por un social-liberalismo tropical, que nos recuerda la desastrosa “Tercera vía” del inglés Tony Blair y luego la de Massimo d’Alema.

Hoy las favelas de São Paulo, de Río de Janeiro, de Recife, de Salvador, así como muchas regiones amazónicas pobladas por indígenas son los centros de la pandemia, porque en su tiempo los gobiernos del PT no reformaron el sistema de salud pública  como habían prometido. En realidad, las grandes inversiones realizadas por los gobiernos del PT para apoyar los programas de bienestar han servido para evitar el conflicto de clases y para garantizar al capital una paz social efectiva y lucrativa. Desafortunadamente, no se hicieron las reformas estructurales que todos esperaban y que ciertamente habrían cambiado la evolución socioeconómica de Brasil.

Me refiero, sobre todo, a la reforma del sistema de salud pública, a la reforma de la planificación urbana, a la reforma política (Nueva Asamblea Constituyente), a la reforma de la información y, sobre todo, a la reforma agraria. El mismo Lula cuando vino a Roma para recibir el premio de la FAO me dijo en una entrevista “Sabes que los bancos y las industriales brasileños nunca han ganado tanto dinero como durante mis dos gobiernos, ¡ahora se lamentan diciendo que la culpa de la crisis es del PT! …”

Desafortunadamente, la dirección del PT y el propio Lula estaban convencidos de que eran la clase dominante aceptada por el mercado y por las oligarquías brasileñas. Por esta razón, no creían en la traición de Michel Temer (el vicepresidente de Dilma Rousseff) y en el papel conspirador de los USA. Ellos pensaron que en el Parlamento podrían obtener el retiro de las acusaciones. Por su parte, Lula estaba convencido de que en el segundo proceso de apelación sería absuelto. En cambio, ¡aumentaron su condena prohibiendo permanentemente su candidatura!

El PT nunca quiso movilizar a las masas y a los sindicatos y llevar a cabo una huelga general contra los abusos judiciales del Tribunal de Curitiba. Tampoco el PT y la CUT se movieron cuando el gobierno de Bolsonaro impuso una agenda de reformas liberales para cambiar las reglas laborales y de pensiones. ¡Lula siempre dijo que Bolsonaro había sido elegido constitucionalmente y, por lo tanto, teníamos que esperar a las elecciones de 2022!

Es obvio que entre la base popular del partido y entre los trabajadores en general, estas posiciones han sido criticadas y consideradas derrotistas. Especialmente ahora que con el progreso de Covid-19, la burguesía y las clases medias se quedan en sus casas de campo o están siendo tratadas en las clínicas del sector privado, mientras que los habitantes de las favelas, de los cinturones suburbanos y ciudades dormitorio están muriendo a un ritmo cada vez mayor.

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Gilmar Fraga

¿Por qué el presidente Bolsonaro, como su gurú Olavo de Carvalho, insisten en decir que hay  que combatir el COVID-19  aislando sólo a los ancianos, mientras que la economía puede recomenzar a funcionar nuevamente a todo vapor?

El presidente Bolsonaro, así como Olavo de Carvalho, están convencidos de que la voz del Dios del Mercado es lo más importante. Así que no importa si 200.000 o 300.000 personas mueren en Brasil, de las cuales el 95% son habitantes pobres de favelas o de los suburbios insalubres. Desafortunadamente, lo que más importa es la voz del mercado, es decir, reiniciar a cualquier costo una economía que ya estaba en crisis hace dos años.

Oficialmente, Bolsonaro culpa de la crisis a la breve parálisis económica causada por el Covid-19. En realidad, la crisis de la economía brasileña se debe a los retrasos estructurales y al modelo de “commodity economy” que los bancos y la burguesía imperialista impusieron al país con la complicidad de los gobiernos del PT.

Por ejemplo, en marzo, los técnicos del Ministerio de Agricultura y los propios latifundistas productores de soja no pudieron prever el tremendo aumento de la producción de soja, por lo que hoy en día el puerto de Santos (10) está prácticamente desbordado por los barcos, ¡mientras que la línea de camiones cargados con soja se extiende por casi 30 kilómetros!

A pesar de esta situación, el gobierno de Bolsonaro afirma que deja el puerto de Santos en un estado de casi abandono, sólo para presentarse como “el divino salvador” con una segunda privatización poco antes de las elecciones. De hecho, las empresas chinas ya han suspendido la adquisición de 2 millones de toneladas de soja porque nadie sabe cuándo el puerto de Santos reanudará sus operaciones normales.

Además, las grandes inversiones prometidas por el vicepresidente de los USA, Mike Pence, se han convertido en el tema favorito de todos los humoristas, que se burlan del gobierno por el hecho de que sólo se han visto migajas, mientras que la exportación de las ganancias de las filiales de las multinacionales a las empresas madres usamericanas o a los paraísos fiscales del Caribe ha aumentado.

La compañía petrolera PETROBRAS fue obligada por el Ministro de Economía Paulo Guedes y por el propio Presidente a comprar de vuelta sus campos petroleros offshore en el Pre-Sal, porque ninguna gran compañía usamericana acudió a la subasta organizada por el gobierno. No hay que olvidar que durante los gobiernos del PT, la Venezuela de Chávez fue el décimo país importador con un volumen de negocios de 5.130 millones de dólares (2008). Mientras que hoy, después de los “favores diplomáticos” que los gobiernos de Michel Temer y Jair Bolsonaro concedieron primero a Obama y luego a Trump, ¡los intercambios comerciales con Venezuela han caído a sólo 210 millones de dólares!

La verdad es que la crisis económica comenzó en 2016 y se extendió en 2018, dejando a Brasil en el abismo del “default”. La llegada de Covid-19 permitió al gobierno y a los empresarios de la industria enmascarar esta crisis, echándole la culpa al virus, ya que, según el IBGE, en el primer trimestre de 2020 , el desempleo de los trabajadores con contratos regulares pasó del 11,3 al 14,2%, mientras que los despidos de los trabajadores informales (pluriempleo) explotaron en todos los sectores, con más de diez millones de trabajadores despedidos, otros cuatro millones suspendidos temporalmente y tres millones enviados a casa en vacaciones anticipadas.

Antes de la pandemia, el gobierno había satisfecho a los industriales con recortes salariales. Ahora, para evitar las huelgas y las movilizaciones de los movimientos populares frente a las fábricas, se ha impuesto una reapertura total, soñando con la reactivación de la economía. Esta decisión será un suicidio para millones de trabajadores, ¡pero pesará mucho en el futuro del gobierno de Jair Bolsonaro!

*Achille Lollo fue director del periódico brasileño “Nação Brasil”, luego de las revistas “Conjuntura Internacional” y “Critica Social”; comentarista político y corresponsal del periódico “Brasil de fato”. Actualmente es analista de política internacional en varios programas de televisión de medios sociales.

Notas

1 – El 3 de octubre de 1968, el general Juan Velasco Alvarado organizó un golpe de Estado contra el gobierno conservador de Fernando Belaunde Terry a raíz del escándalo del Acta de Talara [un acuerdo entre el gobierno peruano y la International Petroleum Company, que favoreció a esta última], formando un gobierno que quería promover la “autogestión socialista” y, como resultado, reducir el poder de los latifundistas y las multinacionales usamericanas.

2- El Palacio do Planalto se encuentra en la capital Brasilia y alberga las oficinas de la Presidencia y del Ministro de la Casa Civil, que es una especie de Primer Ministro.

3 – El juez federal Dalton Igor Corrado autorizó recientemente el traslado de su prisión de Adelio Bispo de Oliveira para someterlo a un tratamiento psiquiátrico.

4 – En 1989, Emir Macedo, el autoproclamado obispo de la iglesia evangélica Igreja Universal do Reino de Deus se apropió del tesoro de la iglesia para comprar TV Record, que estaba en bancarrota, de la cual él y su esposa se convirtieron en los únicos dueños.

5 – En 1970, en la favela Rio das Pedras, nació el primer Grupo de Segurança (Grupo de Seguridad), organizado por comerciantes para defenderse de los narcotraficantes. Estos grupos fueron rápidamente infiltrados por agentes de la Policía Civil, la Policía Militar así como numerosos bomberos, que comenzaron a “vender” “protección” en las favelas. La organización de las Milicias pronto se convirtió en un verdadero clan mafioso, exigiendo el “pizzo” [su porcentaje] sobre todas las actividades legales e ilegales, especialmente la prostitución, la venta de armas y la esgrima. Una vez que alcanzaron cierta importancia numérica y numerosos cómplices políticos, las Milicias desataron una guerra contra los narcos, primero para obtener el control de los principales puntos de venta de cocaína y marihuana, y luego para sustituirlos en la importación de drogas, negociando directamente con los cárteles colombianos y paraguayos.

6 – La Baixada Fluminense es la gran región del Estado de Río de Janeiro donde se concentran las ciudades dormitorio (Nilópolis, Niterói, Caxias, Bangú, etc.), con unos 18,6 millones de habitantes.

7 – Inicialmente, la Policía Federal dijo que Adelio Bispo de Oliveira era un militante del PT. Luego hubo la primera negación, y dijeron que era un activista del PSOL (Partido Socialismo y Libertad), que se separó del PT en 2003. Más tarde, el propio perpetrador dijo que no tenía relaciones con el PSOL. Al final, los jueces y la Policía Federal lo consideraron como un loco que había organizado el ataque solo, y por lo tanto inimputable.

8 – PSL: Partido Social Liberal

9 – Olavo de Carvalho, escritor conservador, ferozmente anticomunista. Publica sus tesis en Internet desde los USA, donde vive desde 2005. Entre otros absurdos, sostiene que Pepsi utiliza células fetales abortadas como edulcorante, que la legalización del matrimonio entre homosexuales conduce a la legalización de la pedofilia, que los desastres naturales como el huracán Katrina y el terremoto de Haití son un castigo divino para las prácticas religiosas de los descendientes de esclavos africanos.

10 – El puerto de Santos, en el litoral del Estado de São Paulo, es el principal puerto brasileño especializado en la exportación de cereales y azúcar.

Contropiano

Original: Cosa sta succedendo in Brasile?
Intervista ad Achille Lollo

Traducido por Achille Lollo

Editado por María Piedad Ossaba

Traducciones disponibles: Français

Fuente: Tlaxcala, 10 de mayo de 2020

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