Una comunidad indígena sami gana una victoria judicial sobre el colonialismo sueco

Los no indígenas deben convertirse en aliados y seguir el ejemplo de los visionarios indígenas radicales como los de Girjas. Sólo entonces habrá una oportunidad real de un futuro justo, democrático y sostenible para todos nosotros.

Un reciente fallo del Tribunal Supremo de Suecia podría afectar los derechos de los indígenas en Suecia y más allá.

A finales de enero, la comunidad indígena sami * de pastores de renos de Girjas, ganó una importante batalla legal contra el Estado sueco. El Tribunal Supremo sueco reconoció legalmente la reivindicación ancestral de la comunidad indígena sobre las tierras donde vive y concedió a la aldea sami de Girjas, en Gällivare, el derecho de gestionar la caza y la pesca en sus territorios sin la aprobación del Estado sueco.

Esta decisión histórica se produce en un contexto de emergencia climática que amenaza la vida y los medios de subsistencia de miles de millones de personas. La gobernanza indígena de la tierra y la biodiversidad son medidas clave que pueden contribuir a luchar contra la crisis climática. La lucha del pueblo de Girjas para recuperar el control de sus tierras debe también ser considerada como una acción urgente en favor del clima.

Las comunidades indígenas de todo el mundo poseen los conocimientos y experiencias tradicionales necesarias para sobrevivir y prosperar sin comprometer el futuro del planeta. Sin embargo, son ellas que llevan el peso de la crisis climática.

Los estilos de vida y las políticas dominantes de los países que controlan actualmente las tierras ancestrales de los samis, desde Suecia y Noruega hasta Finlandia y Rusia, amenazan desde hace mucho tiempo la cultura, la seguridad alimentaria, los medios de subsistencia tradicionales samis y el bienestar de las tierras de las que todos dependemos. Pero la amenaza es hoy más grave que antes debido a la actual crisis climática.

Las tierras ancestrales del pueblo sami representan casi la mitad del territorio sueco. Sin el robo colonial de estas tierras, Suecia no podría haberse convertido en la nación próspera y “progresista” que se enorgullece de ser hoy.

Suecia es el producto de una mentalidad que le permite explotar las tierras y los pueblos indígenas en su propio beneficio. Y esa mentalidad sigue muy viva hoy en sus industrias extractivas apoyadas por el Estado que agotan las tierras indígenas, en sus políticas que obligan a las comunidades indígenas a emigrar y en sus persistentes esfuerzos de genocidio cultural, como la erradicación de las lenguas samis que causan pérdidas incalculables y traumas intergeneracionales.

A pesar de la victoria, el juicio de Girjas contra el Estado demostró una vez más que Suecia no está dispuesta a reconocer y enfrentar su historia colonial.

A lo largo del juicio, el Estado intentó  presentar el asunto debatido como una disputa administrativa, en lugar de lo que realmente es: la justa lucha de un pueblo para recuperar lo que le fue robado.

Los abogados del Estado incluso intentaron argumentar que la identidad indígena de los de Girjas no era “pertinente”  en este caso. Destacando el hecho de que Suecia aún no ha ratificado el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre los derechos de los pueblos indígenas y tribales, sostuvieron que “Suecia no tiene ninguna obligación internacional de reconocer derechos especiales de los sami” e invitaron al tribunal a evaluar el caso basándose  únicamente en las leyes del Estado, sin prestar especial atención a la identidad de los de Girjas y su relación con la tierra.

“Sons of Sápmi”, parodia del título de la serie “Sons of Anarchy”(Hijos de la Anarquía) de Netflix. ILO: OIT en inglés. Afiche del Colectivo Suohpanterror

Julia Rensberg, de la Asociación de jóvenes samis Saminuorra, explicó, durante el procedimiento final del otoño pasado, cómo el Estado trató de resolver el conflicto mediante leyes y reglamentos que se han impuesto unilateralmente a los samis y que sólo correspondían a la agenda del Estado. Declaró que era necesario “recordar quién estableció estas leyes y en que época eso se hizo”.

En efecto, el abogado del Estado que se opone a Girjas, Hans Forssell, no dudó en citar documentos obsoletos y abiertamente racistas del siglo XIX para legitimar el no reconocimiento por parte de Suecia de los derechos de propiedad sobre las tierras de los samis. Åsa Larsson Blind, presidenta de la Unión Nacional del Pueblo Sami sueco respondió a la cita diciendo: “Es bastante repugnante. Todo el mundo sabe que estos textos existen, y el Estado ha declarado que ya no apoyaría más este tipo de declaraciones. No entiendo por qué les han dado peso insertándolos en un proceso legal”.

Si bien los argumentos utilizados por el Estado sueco en su proceso contra los de Girja eran indudablemente preocupantes, no lo eran para nadie que conociera las actitudes establecidas del Estado escandinavo respecto de los derechos de los indígenas.

Más allá de la referencia a los documentos racistas del siglo XIX en los procedimientos judiciales y la negativa de ratificar el Convenio 169 de la OIT, el Estado sueco también utiliza un discurso problemático sobre las energías renovables para argumentar que los intereses de los samis deben dar paso a preocupaciones ambientales y económicas más amplias. Como explica Rebecca Lawrence de la Universidad de Estocolmo en un documento de investigación que data de 2014, se trata de “legitimar el argumento de que hay simplemente más espacio para la energía eólica ‘en el norte’ que en las regiones más densamente pobladas e industrializadas del sur de Suecia”, lo que invisibiliza  el uso de las tierras de los samis.

“Aquí nos quedamos”: pintura “mural” (o más bien ” forestal”) de Anders Sunna saludando el veredicto del Tribunal Supremo

La manera en que el Estado sueco trata a los Samis también ha sido objeto de críticas reiteradas por parte de organizaciones internacionales como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y el Consejo de Europa.

De hecho, no podemos seguir ignorando el problema que está en el centro de la actual lucha contra el cambio climático. Pero las acciones climáticas, las tecnologías y los “Green New Deals” (Nuevos Tratos Verdes) no pueden aportar un cambio sostenible si ignoran la situación crítica de las comunidades indígenas, si sirven a los intereses coloniales y si contribuyen a mantener los mismos sistemas y mecanismos nocivos que se aplican hoy.

Países como Suecia no deberían ser autorizados a hacer alarde de sus cualidades ecológicas al tiempo que contribuyen activamente al inminente desastre climático ignorando la difícil situación de las comunidades indígenas.

Una delegación de activistas samis e inuits** en la COP25 en Madrid el año pasado trató de llamar la atención sobre la importancia de los movimientos de “recuperación de tierras” en la lucha contra el cambio climático. Foto Florian Carl.

Una delegación de activistas samis e inuits** trató de llamar la atención sobre la importancia de los movimientos de “recuperación de tierras” en la lucha contra el cambio climático durante la COP25 de Madrid el año pasado. Julia Rensberg, que participó en la acción en Madrid, declaró:

“La tierra, somos nosotros, y nosotros somos la tierra. Estamos aquí para ser solidarios con nuestros padres indígenas y ¡les pedimos que nos apoyen! Debemos unirnos para romper la cultura tóxica del colonialismo verde que se está apoderando del movimiento ambientalista”.

La victoria de Girjas contra el Estado sueco debe considerarse como la prueba de que, a pesar de todos los obstáculos, las comunidades indígenas tienen el poder y la determinación paraactuar contra los grandes y poderosos actores que se interponen en el camino para una acción climática sostenible. Aunque no se sabe exactamente lo que esta victoria significaría para los samis más allá de los de Girjas, la decisión del tribunal da nuevas esperanzas de encontrar los medios comunitarios de sobrevivir y prosperar en este planeta.

Los activistas indígenas, desde el Sápmi de Europa hasta la Amazonía, pasando por el territorio Wet’suwet’en*** en las tierras reclamadas por Canadá, son la línea de frente del colapso ecológico y social para todos nosotros. Mediante la resistencia y la organización comunitaria, trabajan incansablemente en múltiples frentes para desmantelar las construcciones sociales que alimentan la invisibilización de los indígenas, la negrofobia, el hetero-patriarcalismo y la supremacía blanca. Es este tipo de resistencia que es la clave para evitar la crisis climática.

Los no indígenas deben convertirse en aliados y seguir el ejemplo de los visionarios indígenas radicales como los de Girjas. Sólo entonces habrá una oportunidad real de un futuro justo, democrático y sostenible para todos nosotros.

NdlT

*Los samis son un pueblo indígena de un área que cubre el norte de Suecia, Noruega y Finlandia, así como la península de Kola en Rusia conocida como Laponia. Su endónimo, Sami en su propio lengua, también se escribe a veces como “Saami”, “Sami”, “Samés” o “Saami”. Los samis hablan lenguas samis.

A este pueblo se le llama a menudo “lapones”, pero este término no es sólo un término extranjero, sino también originalmente peyorativo (“harpiento”), que viene de la raíz “lapp” que significa trapo en sueco. De manera similar, llaman a sus tierras ancestrales Sápmi y no Laponia.

** Los Inuits son un grupo de pueblos indígenas que comparten similitudes culturales y un origen étnico común, que viven en las regiones árticas de América del Norte. Hay aproximadamente 150.000 inuits que viven en Groenlandia, Canadá y los USA. El término “inuit” significa “gente”, “humanos” o “personas” en inuktitut y groenlandés. Dado que son las dos lenguas inuit más habladas, se eligió el término. De hecho, es un sustantivo plural cuya forma singular es “inuk” y cuya forma dual es “inuuk”. Sin embargo, en francés, como recomienda la Office québécois de la langue française, sólo se utiliza la palabra “inuit”, y se concuerda en género y número como una palabra francesa, es decir, “Inuit”, “une Inuite”, “des Inuits” y “des Inuites”. En francés, la palabra “inuit” también se utiliza como un adjetivo que se concuerda de la misma manera. Otras lenguas inuits tienen un término con la misma raíz etimológica para esta palabra, por ejemplo “inughuit” en tunumiit y “iivit” en tunumiisut.

Algunos pueblos de las regiones del Ártico se denominaban comúnmente “esquimales” (Eskimos en inglés). Este término no se refiere exclusivamente al grupo étnico inuit, ya que también incluye a otro pueblo indígena que vive en el Ártico: los yupiks. Los inuit de Alaska se llaman Iñupiat. En Alaska, el término “Alaska natives”, literalmente “nativos de Alaska”, se prefiere para referirse a todos los pueblos indígenas de la región, incluidos los iñupiat y los yupiks, ya que estos últimos no pertenecen al grupo étnico inuit. En francés, el término “Inuits” se prefiere generalmente al de “Esquimaux”, especialmente en el Canadá, donde este último puede incluso considerarse peyorativo. En Groenlandia, los inuit se designan a sí mismos como groenlandeses o kalaallit en groenlandés.

*** Los Wetʼsuwetʼen (también llamados Hwotsotenne, Witsuwitʼen, Wetsuwetʼen, Wetsʼuwetʼen) es un pueblo de las Primeras Naciones que vive sobre el río Bulkley y alrededor de los lagos Burns, Broman y François en el interior central del noroeste de la Columbia Británica. Su nombre, Wetʼsuwetʼen, significa “gente del Wa Dzun Kwuh (Río Bulkley)”.

El grito, según Edward Munch, por el Colectivo Suohpanterror, 2014
En el cartel: “Zona de explotacióna minera. Acceso no autorizado”

Jenni Laiti & Florian Carl

Original: Original: A victory over Sweden’s colonialism: the Supreme Court’s ruling on Girjas community’s right to their own land

Traducido por María Piedad Ossaba para La Pluma y Tlaxcala, 16 de febrero de 2020

Traducciones disponibles: Français

Editado por Fausto Giudice Фаусто Джудиче فاوستو جيوديشي