El “plan de paz” de Trump asigna a los palestinos un papel de lacayos de seguridad

Al igual que los acuerdos de Oslo, el “Deal del Siglo” podría tener éxito precisamente porque corresponde perfectamente al proyecto colonialista israelí.

Se pueden observar líneas directas entre el “Deal del Siglo”, los Acuerdos de Oslo y su aplicación fraudulenta, que condujeron a la creación de enclaves palestinos separados.

La humillante – pero justa – metáfora de la Autoridad Palestina como “subcontratista” de las agencias de seguridad israelíes ha terminado. Ahora debe dar paso al de “esclavo de la seguridad de Israel”: Este es el nombre del plan que Donald Trump exige al pseudoestado palestino.

 “El Deal del siglo” entrampa a los dirigentes palestinos en las secciones sobre la “seguridad”, simplemente porque se basan en la lógica de la coordinación de la seguridad con Israel a la que los dirigentes de la Autoridad Palestina (AP), en particular, el Presidente Mahmoud Abbas, adhirieron abiertamente durante muchos años.

Los dirigentes de la AP justificaron esto como una medida vital para avanzar hacia un Estado independiente, basado en su interpretación ingenuamente positiva de los Acuerdos de Oslo al principio y de un razonamiento sin fundamento más tarde. Esta perseverancia es precisamente lo que permitió a los altos dirigentes del Fatah y a sus asociados de convertirse en una nomenklatura (una clase reservada que lega su condición dominante y sus privilegios a sus hijos) y llevar una vida cómoda – en algunos casos de manera ostentosa – bajo la bota israelí y con el patrocinio de Israel.

Protesta en Al Jalil (Hebrón) contre el plan de Trump el 30 de enero. Foto Mahmoud Illean / AP

Aparte de las tácticas diplomáticas habituales y las críticas a las instituciones de los Estados árabes, musulmanes y neutrales, esta nomenklatura no tiene un plan sólido en reserva contra los peligros inmediatos y a largo plazo del Plan Trump. Los servicios de seguridad palestinos fueron entrenados para operar contra su propio pueblo, no para defenderlo de los ataques de los colonos o los raids nocturnos del ejército. Aunque no es una sociedad que no es muy fuerte para guardar los secretos, es difícil obtener mucha información de los palestinos sobre los detalles de la cooperación en materia de seguridad entre la AP e Israel (recordemos que Hamás acusó a la AP de ayudar a Israel a asesinar a los cuadros de la Resistencia), pero el deseo del establishment de seguridad israelí de preservarla demuestra hasta cuánto la aprecia.

La nomenklatura y la coordinación en materia de seguridad van de la mano y son interdependientes. La nomenklatura está tan acostumbrada a su estilo de vida que es difícil imaginar que renuncie. Y aunque lo intentara, es difícil ver cómo podría recuperar la confianza de la población palestina, que ahora está completamente destrozada, aunque Abbas haya ordenado que se detenga hoy mismo toda cooperación en materia de seguridad. Y el hecho mismo de que sea sincero dista de ser una certeza. En los círculos de seguridad israelíes, que están en constante contacto con los palestinos, el sentimiento es que no hará nada de eso, y que esto no es más que retórica vacía.

Restablecer la confianza del público palestino en su liderazgo equivale a pasar de la “coordinación en materia de seguridad” a un plan de “rebelión civil desarmada” (similar a lo que propuso hace unos años Qadura Fares, miembro de Fatah empujado al margen por Abbas). También es fundamental restaurar esta confianza para esperar poner fin a los llamamientos a la lucha armada que brotan en organizaciones como Hamas, la Yihad Islámica y el Frente Popular para la Liberación de Palestina, así como entre los partidarios de Fatah y la juventud.

Los dirigentes palestinos que quieren bloquear el Plan Trump deben convencer a su pueblo de que no debe conformarse con una respuesta pavloviana de ataques armados contra los israelíes (armados y desarmados). Después de todo, la experiencia de los últimos 20 años demuestra que las acciones armadas facilitan simplemente la continuación de la expropiación de tierras colonialistas por parte de Israel y debilitan al pueblo desposeído

Pero cuando la gente está frustrada, desesperada y escéptica en cuanto a las motivaciones de sus dirigentes, es más fácil para algunos individuos de activar una bomba cerca de una fuente que los colonos tienen la intención de robar a los palestinos que conducir a 20.000 personas a los picnics masivos todos los viernes cerca de las fuentes en las aldeas palestinas que las colonias han acaparado – con la ayuda de la administración civil israelí.

En el plan de Trump no queda casi nada de Palestina: algunos pedacitos y…un túnel…

Métodos dictatoriales

Como “esclavo de la seguridad” de Israel, la futura entidad palestina también está obligada por el Plan Trump a establecer el tipo de opresión dictatorial que es familiar en algunos Estados árabes. Según la muy detallada sección sobre la seguridad, en las negociaciones que el plan prevé entre Israel y los palestinos, “las partes, en consulta con los USA, se esforzarán por crear las medidas aceptables en relación a los criterios de seguridad aceptables para el Estado de Israel y en ningún caso menos estrictos que los parámetros utilizados por el Reino Hachemita de Jordania o la República Árabe de Egipto (según quienes son los más estrictos)”.

Algunos de estos métodos dictatoriales ya se están utilizando en Cisjordania y en Gaza. No garantizan tanto la seguridad como el estatus privilegiado de las nomenklaturas (incluyendo a la de Hamas).

La engañosa narrativa de Israel es visible en la línea del plan. Si el plan llegara a otro planeta algún día, los lectores concluirían que Israel es un país débil y perseguido que tiene la suerte de tener la protección de la superpotencia más grande del mundo, mientras que los palestinos serían la fuente de todos los problemas (de acuerdo, Irán también), y que están inventando implacablemente conspiraciones terroristas sin ninguna razón. Los lectores extraterrestres también concluirían que los palestinos tienen muchas armas peligrosas y sofisticadas para amenazar al pequeño, indefenso y desafortunado Israel.

El plan, por supuesto, no reconoce la existencia de la ocupación, y mucho menos la naturaleza colonialista del Estado de Israel, que ha desposeído al pueblo palestino de su patria.

Pero el plan de las exigencias de seguridad impuestas a los palestinos – un plan que es tan directo y explícito que provoca repugnancia – no sólo refleja la “visión” de la derecha de Benjamín Netanyahu. Es ingenuamente erróneo considerar el apoyo de Benny Gantz y Ehud Barak al plan como nada más que una maniobra electoral. Como Barak dijo en Haaretz, el plan “satisface todas las necesidades de seguridad de Israel”.

Como su predecesor, Yitzhak Rabin (que esperaba que la AP no se viera ostaculizada por la Corte Suprema y el grupo de defensa de los derechos B’Tselem), Barak también expresó su esperanza o su expectativa, a finales de los años 90, de que los dirigentes palestinos supieran  oprimir eficazmente su propio pueblo.

El apoyo de Gantz y Barak al proyecto de Trump es auténtico: El anexo sobre la seguridad del plan Trump refleja lo que han trabajado varias generaciones de responsables de seguridad israelíes, que también se han convertido en líderes políticos civiles.

Rabin y Peres no apoyaron el derecho de los palestinos a la autodeterminación hasta el punto de convertirse en un estado independiente. El segundo párrafo del Plan Trump, titulado “Oslo”, recuerda que Rabin “preveía que Jerusalén permanecería unida bajo la dominación israelí, con la incorporación a Israel de las partes de la la Cisjordanie con grandes poblaciones judías y el valle del Jordán; el resto de la Cisjordania, con Gaza, quedaría sujeto a la autonomía civil palestina en lo que él denominó ‘menos que un Estado’. La visión de Rabin fue la base sobre la que el Knesset aprobó los Acuerdos de Oslo, y no fue rechazada por la dirección palestina en ese momento.” Aquí, el autor del Plan Trump está diciendo la verdad.

Contrariamente a la leyenda, los acuerdos de Oslo no hicieron de un “estado” el punto final de las etapas graduales del plan. La palabra “ocupación” tampoco se mencionaba  en los documentos de “paz” de Peres y Rabin.

De hecho, en la humillante carta que Yasser Arafat se vio obligado a escribir a Yitzhak Rabin (el 9 de septiembre de 1993), prometió que los palestinos renunciarían al uso del “terror y otras acciones violentas” (refiriéndose al levantamiento popular de la primera Intifada). Es como si la fuente del problema no fuera la violencia de las armas y la burocracia del régimen de ocupación israelí, sino más bien la respuesta palestina. A cambio de esta humillación, Rabin declaró que Israel reconocía a la OLP como representante del pueblo palestino.

La diferencia hoy es que hace 27 años, numerosos partidarios del Partido Laborista y del partido Meretz reconocieron el carácter peligroso e inmoral de la ocupación y apoyaron la creación de un Estado palestino al lado de Israel. Como los palestinos, querían creer en la “dinámica” positiva de los acuerdos de Oslo y consideraron el documento como un paso hacia un auténtico Estado palestino. Durante largo tiempo, han hecho caso omiso de las abundantes pruebas de los acuerdos y el proceso de aplicación, que indicaban inequívocamente que lo contrario era cierto.

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Sabir Nazar, Paquistán

Condiciones draconianas

Un elemento de prueba era y sigue siendo el valle del Jordán. El número de palestinos allí (unos 80.000, incluyendo a Jericó) es aproximadamente el mismo que en 1967, después de que cientos de miles de personas huyeran y fueran expulsadas durante la guerra de los Seis Días. En otras palabras, las numerosas etapas aplicadas por Israel prácticamente desde el comienzo, inspiradas en el plan Allon, lograron su objetivo y han impedido que la comunidad palestina se reconstituya

Esas medidas se aplicaron antes de los acuerdos de Oslo y se perfeccionaron después: la designación de vastas zonas como zonas de tiro militar o reservas naturales, el bloqueo  del acceso a las tierras agrícolas cercanas al Jordán, la confiscación de fuentes de agua y el secado de las fuentes utilizadas por los palestinos, el acoso a los pastores y agricultores, la confiscación y el sacrificio de ovejas, la imposición de prohibiciones de construcción, el impedimento de conexiones a las redes de agua y electricidad y a menudo la demolición de edificios residenciales e infraestructuras.

A todo esto, estos últimos años, se ha añadido la creciente violencia de los puestos avanzados de los pastores israelíes (colonias ilegales ) que, con la ayuda del ejército israelí, están expulsando a los palestinos de sus tierras. Pocas personas pudieron resistir estas condiciones draconianas, así que, a diferencia del resto de Cisjordania, el número de palestinos en el Valle del Jordán ha disminuido.

El Valle del Jordán es rico en agua, y las perforaciones israelíes desvían gran parte del suministro de agua a los colonos y a su agricultura de exportación intensiva; esto se hace a expensas del agua potable para los palestinos y su agricultura. Pero a pesar de los incentivos financieros, los israelíes no están muy inclinados a vivir en el calor extremo del Valle del Jordán, por lo que su número allí (unos 11.000) tampoco ha aumentado mucho. La anexión del Valle del Jordán con el pretexto de consideraciones de seguridad permitiría a Israel de desviar en beneficio de otros israelíes grandes cantidades de agua, equivalentes a casi un tercio de la cantidad consumida por todos los palestinos de Cisjordania.

Aunque se trate de un plan de Trump, “el Deal del siglo” no es estúpido. Efectivamente manifiesta la ignorancia y un desprecio característico de los hechos, habla de una manera neocolonialista condescendiente de “crecimiento”, recordando los informes de las agencias internacionales de desarrollo. Y muestra mucha astucia – como las declaraciones cuidadosamente dispersas aquí y allá sobre la manera en que será beneficioso para Jordania y toda la región que Israel controle el Valle del Jordán, protegiendo así el reino Hachemita de elementos hostiles.

Se pueden observar líneas directas entre el Plan Trump y los acuerdos de Oslo y su aplicación fraudulenta, que condujo a la creación de enclaves palestinos en la inmensidad de la Zona C de la Cisjordania, y para la cual, incluso antes de Trump, Israel había prometido crear “contigüidad de transportes”. Exactamente por esta razón, sería un error rechazar el plan de Trump como una mera ayuda amistosa a Netanyahu o algo condenado al fracaso. Al igual que los acuerdos de Oslo, el “Deal del Siglo” podría tener éxito precisamente porque corresponde perfectamente al proyecto colonialista israelí.

Amira Hass عميرة هاس עמירה הס

Original: The Trump plan’s vision for the Palestinians: Israel’s security slaves

Traducido por María Piedad Ossaba para La Pluma y Tlaxcala, 7 de febrero de 2020

Editado por Fausto Giudice Фаусто Джудиче فاوستو جيوديشي

Traducciones disponibles: Français