Cómo los judíos expulsados de España constituyeron una diáspora vinculada al 25% de la población latinoamericana
La película “Hijos de la Inquisición” sacude la visión judía de la historia y la identidad

La película de Jospeh Lovett examina la conversión forzada de los sefardíes de la península ibérica hace 500 años y sus repercusiones en sus descendientes

Rich Tenorio

Entrevista del documentalista Joseph Lovett

Recientemente, el ciclo de la historia se cerró cuando más de 100.000 descendientes sefardíes de todo el mundo solicitaron la ciudadanía española en virtud de una ley destinada a reintegrar a una población que había sido expulsada hacía más de 500 años. Se precipitaron antes de la fecha límite del 30 de septiembre de 2019 en España, pero el proceso de ciudadanía en Portugal todavía sigue  abierto para las personas que puedan probar su linaje judío sefardí.

Una pintura que representa la Inquisición mexicana, mostrada en “Children of the Inquisition” (Hijos de la Inquisición). (Producciones Lovett)

El edicto de expulsión de 1492 en España obligó a los sefardíes a convertirse al cristianismo o a marcharse, lo que provocó una dispersión hacia las Américas y Oriente Medio. En España y en sus nuevas colonias americanas, algunos conversos han mantenido en secreto su fe original, con el riesgo de ser descubiertos y castigados por la Inquisición.

El cierre de los depósitos de candidatura a la ciudadanía española fue un momento oportuno para el estreno, el 24 de octubre en el Centro Sefarad Israel de Madrid, de un nuevo documental sobre el pasado, el presente y el futuro de los sefardíes: “Hijos de la Inquisición”, del galardonado cineasta Joseph Lovett.

“Esta película pone en tela de juicio las ideas de cada uno sobre la historia y la identidad”, declaró el Sr. Lovett al Times of Israel el mes pasado. “Para mucha gente, eso pone en entredicho su propia identidad. “

Estrenado este año en el Festival de Cine Judío de Seattle, el documental sigue los numerosos caminos tomados por los judíos sefardíes después de que se les ordenara convertirse o dejar España y el vecino Portugal. Para esta película rodada en 12 ciudades de cuatro continentes, Lovett entrevistó a descendientes de conversos y a expertos universitarios. En agosto, la película ganó los premios Hearts, Minds and Souls (Corazones, Mentes y Almas) en el Festival Internacional de Cine de Rhode Island y recientemente ingresó a la Biblioteca del Congreso.

Interrogado sobre el tema de la ciudadanía, Lovett recordó el viaje de los antepasados de su cuñada Sylvia Moubayed desde España en Esmirna, pasando por la isla griega de Rodas y Alejandría (Egipto) hasta Rhode Island, donde él nació. A pesar de este periplo ancestral lejos de España, Lovett indica que su cuñada había obtenido la ciudadanía española en los años 1960.

“Obviamente, creo que esto siempre ha sido posible”, dijo. “Tal y como están las cosas actualmente, se volvió muy incómodo en USA. Obviamente, es probable que cada vez más personas recurran a la ciudadanía europea.”

El rodaje y montaje de la película tardaron una decena de años; su historia se remonta aún más lejos. Joseph Lovett comenzó a pensar en ella en 1958, a la edad de 13 años, a medida que crecía en Providence. Se sintió intrigado cuando su rabino, William Braude del Templo Beth El, visitaba la España franquista para entrevistar a los descendientes de conversos y a su regreso, predicó un sermón titulado “Todos Católicos”.

“Nadie [en España] quería hablar con él”, dice Joseph Lovett, “Ellos literalmente dijeron :’Todos somos católicos, siempre hemos sido católicos’”.

Incluso cientos de años después del edicto que forzó a los judíos españoles a convertirse o irse, “la sombra de la Inquisición se cernía pesadamente sobre España”, añadió. “Nadie se atrevería a considerar la posibilidad de tener una gota de sangre judía”.

Sin embargo, recuerda testimonios anecdóticos indicando que algunos han conservado un vestigio de su fe ancestral  no yendo a la Iglesia, rechazando a un sacerdote en sus funerales o cubriendo los espejos en casa durante los períodos de duelo, una tradición judía.

Judío askenazi, Joseph Lovett estaba intrigado por la historia de los sefardíes, y concibió hace más de 20 años la idea de la película. Durante este tiempo, acumuló experiencias trabajando en la televisión, en particular para el programa de investigación “20/20”, donde perfeccionó sus conocimientos de investigador sobre temas como la crisis del sida.

Desde entonces, se ha convertido en documentalista. Aunque se sentía   “bastante competente” para hacer frente a los “Hijos de la Inquisición”, es consciente de que se trata de un proyecto  “muy ambicioso”.

El director Joseph Lovett, el actor Carlos de Medeiros y su primo John Elson (de izquierda a derecha) exploran la genealogía familiar en este extracto de “Children of the Inquisition”. (Producciones Lovett)

Las complejas experiencias de los judíos sefardíes y sus descendientes han sido descritas en una amplia variedad de formas. Como explica la película, los que se convirtieron al cristianismo se llamaban conversos; los que practicaban en secreto el judaísmo se llamaban marranos; otro término, Nuevos Cristianos, distinguía a los judíos convertidos al cristianismo de las personas que siempre habían sido cristianas.

“Fue muy desalentador”, recuerda el documentalista acerca del proyecto cinematográfico, describiendo el tema como “a veces incomprensible, con cambios de nombres, identidades y religiones. Es muy, muy difícil de seguir.”

También explora la historia de los criptojudíos, los conversos  que practicaron el judaísmo en secreto, y los anusim, individuos judíos convertidos por la fuerza y que ahora están buscando reconectarse con el judaísmo. Joseph Lovett proyectó extractos de la película en Netanya (Israel) durante la primera conferencia sobre los anusim, así como una versión inacabada en la Conferencia  del Caucus de la Knéset (parlamento israelí) en 2015.

Recordar del río del olvido

Varios años después del inicio del proyecto, el director encontró la una  pista para la película cuando conoció a la periodista del New York Times Doreen Carvajal.

Mientras que ella está en un reportaje en Europa, se da cuenta de que su pasado familiar constituye una historia. En un vídeo disponible en el sitio web de la película, habla de su educación católica antes de enterarse de que su apellido es “un antiguo nombre judío sefardí”

Constatando la reticencia de su extensa familia a abordar el tema, Carvajal se lanza entonces en sus propias investigaciones, las que reportó en The Forgetting River [El río del olvido]. Se ha comprobado que sus antepasados formaban parte de la famosa familia de conversos Avilas Dávila en Segovia, que fueron sometidos a un juicio espectáculo  en el siglo XV.

“Dios mío, podríamos haber hecho toda la historia sobre ella”, exclama Joseph Lovett, describiendo la historia de su familia como “una ventana abierta sobre la historia”.

Lovett y Carvajal investigaron sobre los orígenes familiares de la periodista, primero en Dallas, en el Centro de Estudios Criptojudíos. Luego, el dúo viaja a España para continuar su investigación en los archivos seculares con el especialista David Gitlitz, a quien Lovett describe como un brillante investigador y experto de la familia Carvajal, incluyendo sus ramas en España y México.

El decimosexto bisabuelo de Carvajal, Diego Ávilas Dávila, se había convertido al cristianismo cuando era niño y luego se convirtió en ministro de Hacienda del rey Enrique IV de Castilla, el hermano mayor de la reina Isabel la Católica. Su hijo, Juan, se convirtió en obispo de Segovia. El propósito del juicio espectáculo era difamarlo denigrando a sus padres judaizantes, explica Joesph Lovett.

El director Joseph Lovett con Carmen Gómez Gómez, examinando un documento fiscal del siglo XIV en los archivos de la catedral de Toledo, en este extracto de “”Hijos de la Inquisición”.  (Lovett Producciones)

A medida que las historias de Carvajal y otros se acumulan, la película lleva un registro de los numerosos destinos de sus familias en un mapa. “A las personas le encantan los mapas”, dice Lovett. “Esto les ayuda a mantener el rumbo, de alguna manera.”

Algunos judíos partieron hacia el Imperio otomano, acogidos por el Sultán Bayezid II (1447-1512) para practicar abiertamente su culto. “La mayoría de ellos estaban protegidos por los otomanos”, dice Lovett. “El mundo era diferente. Las relaciones judeo-musulmanas eran diferentes.”

En lo que entonces era la ciudad otomana de Salónica (hoy Tesalónica, Grecia), los judíos constituían lo que probablemente era la mayor concentración de sefardíes del mundo, según la película. Más tarde, la historia se volvió trágica: la comunidad fue destruida durante la Shoah, con 45.000 judíos de Salónica deportados a Auschwitz entre marzo y agosto de 1943. Después de investigar sobre esta comunidad, Lovett entrevistó a Devin Naar, especialista en asuntos sefardíes y su lengua, el ladino, cuya historia familiar refleja las vicisitudes de la historia. En la película, el bisabuelo de Naar es presentado con un fez otomano en Salónica. Una generación más tarde, el hermano mayor del abuelo de Naar y su familia fueron deportados de Salónica a Auschwitz.

Nuevo mundo, la misma historia

Mientras que algunos sefardíes se dirigían hacia el este,  otros – nominalmente cristianos – viajaron hacia el oeste, hacia el Nuevo Mundo, esperando que la inquisición no fuera tan fuerte al otro lado del Atlántico. Entre ellos, tres miembros de la tripulación del primer viaje de Cristóbal Colón en América. Sus correligionarios fueron primero acogidos en Portugal tras la adopción  del edicto español, pero en 1497, los judíos portugueses a su vuelta recibieron la orden de convertirse.

La película aborda el destino del pueblo sefardí en la entonces colonia portuguesa de Brasil- incluyendo a Branca Dias, una mujer perseguida por la Inquisición por haber practicado el judaísmo en secreto; su descendiente brasileño, el artista Carlos De Medeiros, es entrevistado por Joseph Lovett.

La casa colonial brasileña de Branca Dias, con Suzana Veiga y Carlos de Medeiros en este extracto de “Hijos de la Inquisición” (Producciones Lovett).

Citando estadísticas según las cuales el 25% de los colonos del Nuevo Mundo eran judíos y el 25% de todos los habitantes latinoamericanos son portadores del  ADN judío [sic], el director cree que “esta diáspora ha cambiado el mundo”.

En El Paso, Texas, el cineasta entrevistó al rabino Stephen Leon de la congregación B’Nai Zion.

“El diez por ciento [de su congregación] son de origen mexicano-usamericano”, explica Lovett, describiendo estas personas como católicos y procedentes de familias de conversos, incluyendo a un joven de Ciudad Juárez, que comenzó a buscar información sobre su ascendencia cuando su madre dejó de encender velas tras la muerte de su abuela.

La película muestra a otros descendientes de conversos de B’Nai Zion  que se enfrentan con problemas de identidad – incluyendo a Guadalupe Ramos, quien decide finalmente sumergirse en una mikve, o baño ritual judío, en el marco de una conversión oficial al judaísmo.

En El Paso, Texas, el cineasta entrevistó al rabino Stephen Leon de la congregación B’Nai Zion.

Un viaje a Jamaica para asistir a una conferencia sobre la diáspora judía portuguesa ayudó al documentalista a comprender otras complejidades. Entrevistó a judíos jamaicanos como Ainsley Cohen Henriques y a su hija, la artista y escritora Anna Ruth Henriques, cuya obra El libro de Mechtilde es una oda a su difunta madre, Sheila Mechtilde Henriques, una ex Miss Jamaica de origen chino y afrocaribeño. En la película, Joseph Lovett entrevista a jamaicanos afrocaribeños que son judíos o que exploran la identidad judía, incluyendo al cantor Winston Mendes Davidson y a la dramaturga Angela McNab.

El cantor Winston G. Mendes Davidson en la Sinagoga Shaare Shalom en Kingston, Jamaica, en este extracto de “Hijos de la Inquisición» (Producciones Lovett)

“De repente, ser judío tomó un color diferente”, recuerda Lovett, describiendo cementerios judíos donde “se pueden ver familias judías blancas -padre, madre e hijos a su lado, los Isaac, Rachel, Rebecca- y justo detrás del padre reposan su esposa afro e hijos. Es el mismo cementerio, la misma concesión familiar.”

Mostrando la diversidad de los recorridos de las diversas personas reflejadas en la diáspora sefardí y las numerosas maneras en que dichas personas se refieren a su fe en la actualidad, Joesph Lovett espera que el público saldrá con una nueva comprensión del judaísmo.

“Hay mucha disparidad en la manera en que las personas se ve unos a otros”, describe el documentalista. “Todos los judíos no son europeos rubios con ojos azules, ni son mediterráneos con ojos marrones y  de piel aceitunada… A medida que el mundo cambia… es muy importante ser respetuoso con la actitud de las personas frente a la judeidad”.


Traducido por María Piedad Ossaba para La Pluma y Tlaxcala, 15 de diciembre de 2019
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