Las movilizaciones sociales en Colombia

El gobierno se muestra errático, promueve una conversación nacional sin mecanismos claros de negociación que es lo que pide la calle en movimiento. Los de arriba siguen creyendo que basta con anuncios sin medidas concretas y los de abajo no les creemos.

Pedro_SantanaBisEl 21 de Noviembre se realizó con extraordinario éxito el paro nacional y las marchas en todo el país. En cerca de 500 municipios la ciudadanía participó de la movilización estimándose que tomaron parte cerca de 2.5 millones de personas y en la ciudad de Bogotá unas 350 mil que respondieron al llamado del Comité Nacional del Paro conformado por las tres centrales sindicales, organizaciones campesinas agrupadas en la Mesa de Unidad Agraria, la Organización Nacional Indígena de Colombia, las organizaciones estudiantiles Adres y Unees, organizaciones afrocolombianas, en total 50 organizaciones sociales forman parte del Comité Nacional del Paro. (Portal La Silla Vacía).

Pese a que el Comité Nacional del Paro había establecido que el paro tendría una duración de 24 horas, la jornada de protesta en que de hecho se convirtió el paro del 21N ya completa siete días de movilizaciones en cientos de municipios del país. El paro fue anunciado como protesta en contra de medidas anunciadas por el Gobierno como una reforma laboral que busca el establecimiento de contrato por horas, semanas o meses así como el pago de salario diferencial por regiones y el pago del 75% del salario mínimo a los jóvenes menores de 28 años así como a las mujeres mayores de 57 años y hombres mayores de 62 años. El gobierno desmintió que estas propuestas existieran a pesar de que funcionarios del mismo gobierno las han promocionado. Las reivindicaciones incluían también el desmonte de la Reforma Tributaria que impone nuevas tasas de tributación a la clase media y rebaja el impuesto de renta a las empresas que llegaría en tres años al 30%, ahora se encuentra en 33% al tiempo que Alberto Carrasquilla, ministro de Hacienda anunciaba por diversos medios el marchitamiento del sistema de pensiones basado en la solidaridad intergeneracional, régimen de prima media, y el establecimiento de un régimen único de ahorro individual como el existente en Chile que en Colombia también existe pero convive con el régimen de prima media.

Desde el comienzo el paro también reivindicó el cumplimiento de los Acuerdos de Paz así como el cumplimiento de los pactos del gobierno suscritos con los estudiantes sobre los recursos públicos para el financiamiento de la educación superior y el cumplimiento los acuerdos con las comunidades indígenas. Como ya indicamos al tiempo que se anunciaba el paro nacional se convocaba a las marchas para el 21N. En algunas de las marchas y sobre todo en la realizada en la ciudad de Cali y al final de la marcha en Bogotá se presentaron enfrentamientos entre pequeños grupos de encapuchados y el Escuadrón Antimotines de la Policía Nacional, ESMAD, grupo de choque acusado de tiempo atrás del uso desmedido de la fuerza en contra de los manifestantes.

En Cali además se presentaron ataques a algunos almacenes y saqueos lo que dio pie a que el Alcalde de la Ciudad, Maurice Armitage, decretara el toque de queda en la ciudad a partir de las 8pm. En las redes sociales se regó el rumor de ataques a los conjuntos residenciales lo que llenó de miedo a un sector muy importante de la población caleña que se dispuso a repeler las agresiones a sus viviendas, todo resulto en una guerra psicológica para llenar de miedo a los manifestantes que a mi juicio indignó aún más a la población. De manera espontánea tanto en Bogotá como en la mayor parte de las ciudades colombianas se dejó escuchar en la noche del 21N un formidable cacerolazo de respaldo al paro y de repudio al gobierno incompetente de Duque. Por las redes sociales se convocó a nuevas marchas para el viernes 22 y a mantener la jornada y el paro de protesta. Al tiempo también se sumaron nuevas reivindicaciones la disolución del ESMAD, reformas al sistema de salud, contra la práctica del fracking para la explotación de hidrocarburos, la defensa del medio ambiente y mejoras salariales.

Las movilizaciones del 22 fueron muy nutridas y el cacerolazo se mantuvo en las noches en cada vez más ciudades del país. En Bogotá a través de redes sociales se difundió también el miedo. Algunas estaciones de transmilenio, el sistema de transporte masivo de la ciudad, fueron atacadas por vándalos, pero el grueso de la protesta transcurrió en calma. En la noche de manera desproporcionada dado que los enfrentamientos se localizaban en tres localidades de la ciudad se decretó el toque de queda para toda la ciudad a partir de las 9pm sin que se presentaran desmanes. El impopular alcalde Enrique Peñalosa decretó el toque de queda con lo cual el miedo infundido buscaba aminorar la masividad de la protesta que tiene a Bogotá como a la ciudad con un mayor protagonismo de la misma. El cacerolazo masivo en la noche del 22 no solo se escuchó en los barrios populares del Sur y del occidente de la ciudad sino en los barrios del norte donde viven los estratos más acomodados. El cacerolazo masivo disipó el miedo. Y las convocatorias masivas se repitieron para el día sábado 23 de noviembre en la mayor parte de las ciudades del país.

Múltiples denuncias que circulan por redes sociales muestran la connivencia de sectores de la policía con los vándalos a lo que ha venido a sumarse ahora la grave denuncia del director del CTI un cuerpo técnico de la policía, adscrito a la Fiscalía General de la Nación, que ha corroborado que sectores de la policía nacional actuarían en coordinación con los llamados vándalos a quienes brindarían protección. Esta denuncia es reciente y corroboran los videos que circulan en las redes que muestran la connivencia de cuerpos de policía con estas bandas organizadas ligadas con la criminalidad. Esta fue la narrativa ampliamente difundida por el uribismo en las redes sociales que mostraba en videos a encapuchados llamando a la destrucción de bienes públicos en la jornada del paro.

Muere Dylan Cruz, el joven herido por la Policía y símbolo de las protestas en Colombia.

La realidad en todo caso muestra un desmedido uso de la fuerza por parte del ESMAD que terminó con la vida del joven Dilan Cruz quien fue gravemente herido en la tarde del sábado en que una marcha pacífica fue atacada de manera brutal por un escuadrón del ESMAD en el centro de la ciudad de Bogotá. Allí cayó gravemente herido este joven que finalmente murió como producto de un disparo con arma convencional. Su muerte se produjo el día lunes en las horas de la noche. La movilización se mantuvo y el día martes el Comando Nacional del paro anunció nuevamente un paro para el día miércoles 27. Si bien las movilizaciones fueron menores a las registradas el 21N fueron masivas en las principales ciudades del país completando así 7días de protestas ininterrumpidas, masivas y acompañadas de cacerolazos, conciertos, cientos de marchas, tomas de carreteras como la registrada este miércoles 28 de noviembre en la vía panamericana en el sur del país. El repudio en contra del gobierno de Duque es generalizado y la exigencia de negociación a los 13 puntos levantados por el Comité Nacional es la exigencia de los manifestantes.

En Colombia como en buena parte de América Latina crece una ola de indignación y de repudió acompañada por la exigencia de cambios a las políticas neoliberales que se han aplicado desde los años noventa del siglo XX y que han conllevado la precarización laboral, la depredación de los recursos naturales, la reprimarización de nuestras economías haciendo del extractivismo de los recursos naturales las locomotoras de la economía, desindustrializando a nuestros países, mercantilizando bienes públicos como la educación y la salud, todo ello con el detrimento de la participación de las rentas del trabajo en el conjunto de la economía y con el crecimiento de la tasa de concentración de la riqueza en beneficio de un puñado de ricos que cada vez se enriquecen más mientras el conjunto de la sociedad se empobrece. Lo nuevo es que este repudio se ha traducido en Colombia como en Chile en movilizaciones sociales que plantean profundas reformas.

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A mi juicio se presenta en nuestro país una crisis orgánica como la definía Antonio Grasmci en que los de arriba no pueden seguir gobernando como lo han venido haciendo hasta ahora y los de abajo si bien no soportan la dominación ejercida hasta ahora aún no logran concretar un proyecto contra hegemónico. Un momento en que las fuerzas de la sociedad se encuentran en tensión y despliegan a través de diversos medios la lucha por mantener la hegemonía o por instaurar una nueva hegemonía. Hasta ahora las clases dominantes en América Latina han creado un consenso en torno al modelo neoliberal que comparten obviamente con las multinacionales y sus agentes económicos como el Fondo Monetario Internacional, FMI, el Banco Mundial, BM, la Organización Mundial del Comercio, OMC, es el consenso para insertarse en la globalización neoliberal que han puesto en práctica en toda la región latinoamericana con sus particularidades obviamente y de la cual son sus principales beneficiarios. Han construido un consenso social y político. Los partidos dominantes que expresan estos intereses comparten esas políticas y son sus impulsores y los medios de comunicación sus divulgadores y defensores.

En la región los proyectos de centro izquierda han impugnado esas políticas con limitaciones. Es verdad que impulsados por los movimientos sociales han llegado al gobierno en distintos países en la región como Venezuela con Chávez en Brasil con Lula y Dilma, en Bolivia con Evo Morales, en Uruguay con Tabare Vásquez y Mujica y en Ecuador con Correa para mencionar los más significativos, pero estos proyectos han mostrado serias limitaciones que o los han llevado a perder las elecciones o los han llevado a fracasos en asuntos cruciales como es el caso reciente de la Venezuela de Maduro o la Nicaragua de Ortega. Es obvio que contra estos proyectos han conspirado los intereses neoliberales en general y los Estados Unidos en particular que han promovido o apoyado los llamados golpes blandos en Brasil o más violentos como en Bolivia o han ensayado tomar los procesos por dentro como en Ecuador.

Pero también es necesario reflexionar sobre los errores de estos proyectos de centro izquierda. El caudillismo que los ha caracterizado y la ausencia o debilidad de los proyectos colectivos, la timidez o la inexistencia de reformas importantes a la tributación de los ricos, la cooptación de las organizaciones populares y sindicales, la ausencia al estímulo y fortalecimiento de las organizaciones populares y la debilidad de las políticas públicas de participación ciudadana son los ejemplos más notables. Aspectos centrales del modelo han permanecido como la explotación de los recursos naturales sin políticas de transición hacia economías industrializadas con base en nuevos patrones ambientales, y con el uso de energías limpias y renovables, se produjo y eso es muy importante una redistribución del ingreso que benefició y sacó de la pobreza a millones de seres humanos en la región y que son indiscutiblemente logros democráticos, pero, limitados. Son retos que los proyectos progresistas en la región deben encarar y superar.

También en Colombia vivimos estas realidades. A la crisis de las clases dominantes expresadas en el vigoroso movimiento social expresado en las calles se suma la derrota política del uribismo en las recientes elecciones regionales y la crisis de gobernabilidad de Duque. La crisis no se ha resuelto. Los llamados a la mano dura persisten y son asumidos por los sectores más radicales de la derecha uribista que pide la disolución de las altas Cortes, la represión policial a las marchas, el uso del aparato armado del Estado contra los manifestantes. Sin embargo en nuestro caso no han logrado contar hasta el momento con el consenso mayoritario del bloque en el poder. Por su parte el movimiento social y las expresiones políticas del centro izquierda insisten en la negociación. La salida negociada a la crisis que cuenta con la simpatía de las mayorías ciudadanas.

El pulso seguirá en estas próximas semanas. El gobierno se muestra errático, promueve una conversación nacional sin mecanismos claros de negociación que es lo que pide la calle en movimiento. Los de arriba siguen creyendo que basta con anuncios sin medidas concretas y los de abajo no les creemos.

Pedro Santana Rodríguez
Fuente: Revista Sur, 25 de noviembre de 2019