El imperialismo está dividido
Es algo bueno en sí mismo, pero no mejorará en nada la triste situación de Brasil

Esas direcciones políticas, confiadas en las instituciones, siguen pidiendo que el STF –la corte suprema de Brasil – libere a Lula de la prisión donde esos mismos dignatarios lo han encerrado.

El 28 y el 29 de junio pasados, en Osaka, Japón, durante el G20, Trump operó un claro retroceso en su ofensiva contra China y Corea del Norte. Para muchos analistas, se habría efectuado un movimiento inesperado; para otros, se trataría de una simple tregua « en el enfrentamiento comercial» entre esos países. En realidad, el estruendoso Trump cedió de manera consistente al imperturbable Xi Jinping, prometiéndole liberar las compras chinas de tecnología usamericana, sobre todo en lo que respecta a Huawei, con la condición de que ellas no afecten la «seguridad nacional» [5G].

El choque de los titanes, por Darío, El Imparcial, México

Trump se comprometió sin dudar a no gravar con impuestos a los 235 millones de productos importados de China por USA, y que aún no están establecidos.  En cambio, el señor del « imperio del Centro» no ha cedido aún a varias de las exigencias de Trump, aceptando comprar grandes cantidades de productos agrícolas de los USA, lo que siempre hizo de buen agrado. Durante esas conversaciones extraordinarias entre Trump y Xi Jinping, se decidió reanudar los diálogos interrumpidos en mayo, a causa de la exigencia china de solo continuar esas conversaciones si los yanquis demuestran una real intención de llegar a un acuerdo, y muestran más respeto hacia sus interlocutores.

Trump en Corea del Norte

El 30 de junio, en ocasión de una visita en Corea del Sur, Trump procedió de la misma manera cuando se reunió con Kim Jong-un. Poniendo de lado las gentilezas y atenciones, lo que es preciso concretamente guardar de esta visita, es que Trump fue al territorio de la República popular de Corea, lo que ningún otro presidente usamericano hizo nunca. También se decidió que los dos jefes de Estado se reunieran próximamente, así como también, y a petición de los USA, que no exigen prácticamente nada a cambio, que los diálogos bruscamente interrumpidos en Vietnam sean reanudados. El gran vencedor de esta reunión imprevista es el presidente Kim Jong-un, ya que ese acercamiento de Trump a Corea del Norte obligará también a Xi-Jinping a prestar más atención a este país. Es también muy posible que se disminuyan ciertas sanciones USA-ONU contra Corea del Norte y, sobre todo, la vigilancia con respecto a las violaciones del bloqueo inaceptable que oprime a este pequeño país, especialmente en lo que se refiere al combustible.

Algunos días antes de esta reunión, el 21 de junio, Trump había anulado un ataque aéreo dirigido contra Irán, que había derribado un dron espía yanqui. Además, después de haber estado al borde de una agresión directa contra Venezuela, el presidente de US moderó el tono de los ataques contra Maduro e indicó el abandono de la opción militar contra ese país, al menos por el momento, posición que Trump, por cierto, confirmó en Osaka. No se trata de una interrupción de la  « guerra comercial» con China, sino de una reorientación del plan general de Trump de desorganización económica, tecnológica y militar de China, con el objetivo de mantener la hegemonía usamericana  en crisis. Es imposible predecir las consecuencias de esta reorientación. Lo que es seguro es que se trata de un enfrentamiento mortal, que se reproducirá a medio o largo plazo, bajo la dirección de estos protagonistas o de otros.

Nueva estrategia

Habría dos razones principales para este cambio de estrategia de Trump. En primer lugar, el fracaso relativo del actual boicot económico impuesto a China. La campaña de USA contra el gigante asiático en general, y contra Huawei en particular, reposa ampliamente sobre la posibilidad de este país de poder contar con sus aliados y sus  súbditos, respaldada por su hegemonía militar y diplomática. Pero, la fidelidad en amor es eterna en la medida en que ella no afecte los negocios. A pesar de las presiones, Huawei ha instalado los dos tercios de las redes 5G en el mundo y sigue conquistando nuevos mercados, entre ellos, Arabia Saudita. La operación de USA contra la tecnología china ha sido muy costosa y ha dado muy pocos resultados, debido al apoyo insuficiente incluso de sus aliados tradicionales.

Además, si se aplicara la prohibición política de comercializar con el gigante chino de la tecnología, se correría el riesgo de hacerle perder –como ya ha acontecido- a las empresas usamericanas cientos de millones de clientes y miles de millones de dólares. En el curso de las últimas semanas, la dirección de Huawei informó a Google de que tiene su propio sistema de explotación patentado, que tiene previsto utilizar en caso de no poder utilizar Android. ¡Esta eventualidad constituiría un daño colosal para Google!  La orden de Trump de romper los vínculos intrincados generados por la globalización, sobre todo en lo que respecta a la tecnología, ha llevado a grandes sociedades mundiales, en su mayoría de capital usamericano, como Google, Microsoft, Apple, Dell, HP, a hacerse oír. Y las cosas podrían empeorar.

Oposición interna

Para protegerse y esquivar la prohibición de comercializar con China, Apple transfirió a ese país el montaje de Mac Pro, su computadora súper personal. Se trataba del último principal producto fabricado por esta sociedad en USA. La agroalimentaria, gran partidaria de Trump, se quejó de la imposibilidad de vender cereales a China. La imposición de nuevos impuestos sobre las importaciones provenientes de China –muchas de ellas de sociedades usamericanas presentes en ese país- provocaría un aumento de la inflación y afectaría gravemente a los grandes distribuidores usamericanos, como Walmart, Amazon, etc.

Trump se vio obligado a retroceder frente a la resistencia del capital imperialista chino sostenido por facciones del capital globalizado, incluidos los USA, estos últimos sobretodo interpretados por el Partido demócrata. Vivimos una lucha encarnizada entre facciones del capital imperialista, que no se limita únicamente a un enfrentamiento entre USA y China. Trump se confronta con el capital imperialista globalizado – sin frontera, color ni olor-, la más alta expresión del capitalismo en su fase senil.

Quién es Donald Trump

Donald Trump fue elegido a pesar de la voluntad del capital hegemónico, usamericano y mundial, producto y vector del movimiento de globalización con su inexorable série de deslocalizaciones industriales, en búsqueda de trabajo semi-esclavo y de la integración mundial de la producción, de la tecnología, del trabajo y de los capitales, con el objetivo de alcanzar un máximo de rentabilidad. Tal movimiento de globalización le permitió a China pasar de ser un Estado obrero con economía nacionalizada y planificada y tornarse fábrica capitalista del mundo y potencia imperialista ascendente, con objetivos propios, aunque fuertemente integrada en el capital mundial. En 2016, la candidata del capital globalizado a la presidencia de los USA era la demócrata Hillary Clinton, « dama de la guerra» del gobierno Obama.

En la oposición, Trump, candidato republicano, era la expresión de sectores del capital yanqui desde hacía mucho tiempo marginalizados y fragilizados por la globalización, poco interesados en saber dónde se producen y se venden las mercaderías, con tal de que sus ganancias no cesaran de aumentar. Trump representaba a segmentos del capital productores de bienes tradicionales vendidos en el mercado interno, y que ocupaban a una mano de obra de « blue-collar workers» (trabajadores manuales). Un sector productivo históricamente proteccionista. Durante la campaña, Trump se comprometió a reconstruir las infraestructuras del país – rutas, puertos, puentes, escuelas, etc. -, a acercarse a Rusia, a disminuir los gastos militares, a hacer de tal manera que los europeos pagaran por la OTAN. Prometió que reindustrializaría los USA, haciendo volver al país, si fuera preciso por la fuerza, a las industrias que lo habían abandonado en búsqueda de trabajadores súper explotados

Presión constante

A pesar de ser poco agraciado, grosero, gordo, misógino, racista, indiferente a la catástrofe climática, Trump fue elegido para ocupar un puesto que exige hablar bien, tener buena apariencia, y por supuesto, ser devoto del gran capital. Entre sus electores, se cuenta con la vieja clase obrera, sobre todo y aunque no solo blanca, con los desocupados y con los trabajadores precarios, todos aquellos que se oponían al globalismo demócrata de Hillary Clinton, adepta a movimientos identitarios y de agresión inmediata contra Siria, como había sido practicado en Libia. Bajo la presión constante de los servicios de información – CIA, NSA, FBI-, de las fuerzas armadas y de la industria del armamento, Trump se debatió entre lo que él había propuesto y lo que consiguió hacer, siempre bajo la presión del capital globalizado.

La acusación de una interferencia rusa en favor de Trump durante la elección presidencial funcionó como la amenaza de una guillotina siempre lista para cortarle el cuello, de lo cual comienza a alejarse ahora, aunque solo parcialmente. Cuando, el 16 de julio de 2018, en Helsinki, Trump sugirió que Rusia no había intervenido en las elecciones usamericanas, como pretendían los « servicios» yanquis, debió retractarse bajo pena de traición. Algunos días antes, él había afirmado a dirigentes europeos que, según su opinión, Crimea era rusa. Si esta posición hubiera sido oficializada, habría hecho caer la ofensiva y las sanciones contra Rusia, sostenidas por el gran capital europeo, más precisamente alemán y francés.

Mi reino por una reelección

La elección presidencial del 3 de noviembre de 2020 es la segunda razón del cambio de opinión de Trump. Dentro de 17 meses, se jugará el todo o nada. Defenderá su proyecto estratégico, sus alianzas, su futuro político y tal vez incluso, hasta su propia cabeza. El 18 de junio, en Orlando, Florida, lanzó su candidatura con la consigna « Mantengamos Grande a América » – su consigna anterior había sido Hagamos de nuevo grande a América». El tema principal de su campaña electoral anticipada es la economía, que no cesa de presentar signos alentadores desde hace diez años, debido a pesar de todo, en gran parte, a la reanudación de la producción de petróleo en USA, lo que no es un efecto de su política. En 2018, el crecimiento del PIB de los USA fue de 2,8%. En abril, la tasa de desempleo era de 3,6%. Pero los salarios continúan siendo bajos, los empleos son en general de mala calidad y el consumo interno continúa siendo bajo.

En cuanto a los sondeos, no parecen favorables a Trump. La crisis del elector tipo de Trump -hombre blanco, edad media, poco escolarizado, empleo precario o desempleado- se expresa en el considerable aumento de las tasas de suicidio en este nicho demográfico, que supera las tasas más altas conocidas en 1942, durante la Segunda Guerra Mundial. Además, en los próximos meses, Trump conocerá sin dudas una fuerte ofensiva del capital globalizado. Deberá pues cuidarse y estar atento, e intentar no implicarse en conflictos armados o crisis mundiales cuya duración y solución serían indefinibles –a pesar de que, en el caso de los USA, un ataque de misiles contra un país sin defensa puede producir buenos resultados electorales. El cambio de opinión de Trump representa un golpe duro para los «halcones» de su gobierno.

Brasil en el conflicto inter-imperialista

El conflicto inter-imperialista influencia la política y la sociedad brasilera, sin lograr contribuir por sí solo, a la solución de la crisis catastrófica que golpea a ese país. Desde ese punto de vista, no existe ninguna contradicción entre la política trumproteccionista (Republicanos) y la política globalizadora (Demócratas). Los dos ven a Brasil y a los países periféricos como sectores que le pertenecen. Como naciones que deban limitarse a exportar materias primas e importar tecnología; producir manufacturados simples y ser eternamente desvalijados por el capital financiero. Países tributarios, que viven un estatuto neocolonial globalizado, con trabajadores reducidos a una semi esclavitud asalariada.

La candidatura de Bolsonaro puso de manifiesto a facciones del capital imperialista usamericano e israelí, anidados bajo la presidencia de Donald Trump.  La política exterior e interna de Bolsonaro se definió a partir de las orientaciones y de los discursos « trumpistas» y fundamentalistas yanquis. Bolsonaro y sus aliados se han sometido de manera vil al proyecto de indiferencia a los problemas del medio ambiente, del fundamentalismo religioso, del ataque contra China, Rusia, Venezuela, los países musulmanes, etc. Ese gobierno ha intentado imitar a la oposición de Trump al capital globalizado, sin comprender muy bien lo que hacía y las consecuencias que un comportamiento tal tendría para la economía brasilera, ya devastada.

El Mesías y sus adeptos, por Gabriel Lauxen Almeida

La confusión de los chiflados

El choque entre la política bolsonarista y la realidad interna y externa de Brasil tuvo como resultado enormes pérdidas. La actual reorientación de Trump aumenta la confusión de los chiflados del gobierno brasilero. El acuerdo del Mercosur con la Unión Europea, que constituye un paso más hacia la desindustrialización de Brasil, firma la adhesión al globalismo -europeo en ese caso– aborrecido por Trump. Recientemente en Osaka, Bolsonaro abandonó su letanía sobre la necesidad de un golpe de Estado en Venezuela y reafirmó su participación en los Acuerdos de París [2015]. Durante ese viaje, el Presidente dejó en Brasil a su extravagante canciller Ernesto Araújo y llevó en su equipaje al vice canciller Otávio Brandelli, el querido del vicepresidente brasilero, el general Mourão.

La victoria de un candidato demócrata en USA en noviembre de 2020 representaría un golpe terrible para Bolsonaro –que ya ha revelado su preferencia por Trump durante esas elecciones, así como también el señor Serra, el ministro de AE del presidente Temer, lo había hecho por Hillary Clinton-  y abriría posteriormente la vía hacia la presidencia de Brasil. Un general « racional»- según le evaluación de ciertos políticos de izquierda en proceso de cambio de bando– garantizaría el avance del golpismo puro y duro, sin los sobresaltos que producen los personajes exóticos del gobierno Bolsonaro, como Olavo de Carvalho, el astrólogo-oráculo, Damares, la ministra que ha visto a Jesús en un guayabo, Ernesto Araújo, el ministro de bolsillo, Abraham, el ministro de la deseducación, el presidente mismo y su progenitura, que no logran deshacerse del olor de los milicianos que ellos frecuentan desde hace tantos años.

En las cloacas de la Historia

Las elecciones en los USA exacerbarán la división en el seno del imperialismo usamericano, así como también la contradicción de la facción trumpista con el capital globalizado. Lo que en sí mismo es algo bueno, pero no mejorará en nada la triste situación de Brasil. El golpe de Estado ha comenzado con Obama, demócrata, globalista y continúa con Trump, republicano y proteccionista. El gobierno Bolsonaro está empeorando, pero el golpe de Estado está mejorando. Cada día que pasa, le arranca un pedazo al país, intensifica nuestra semi-esclavitud y ya tiene un candidato golpista duro, fuerte y prestigioso en el caso en que Bolsonaro y su tropa de mediocres debieran ser descartados.

A pesar de que la población ya esté en las calles para mostrar su determinación a luchar, la supuesta dirección política de la oposición insiste en mirar para otro lado, solo se preocupa por las elecciones de 2020 y 2022, hace sus apuestas, en lo que respecta a la liberación de Lula, en las revelaciones de The Intercept sobre las conversaciones inconvenientes del ministro de la justicia Mouro, ahora ya también publicadas por la Folha de São Paulo y Veja, los dos grandes medios torturadores del ex-presidente brasilero. Esas direcciones políticas, confiadas en las instituciones, siguen pidiendo que el STF –la corte suprema de Brasil – libere a Lula de la prisión donde esos mismos dignatarios lo han encerrado. En lo que respecta al verdadero mercadillo en el cual se halla sumido el país, ellas parecen no preocuparse. Ciertos dirigentes políticos hasta lo sostienen y siguen maniobrando para salvar su piel, mientras tanto el país entra, de manera irremediable, en las cloacas de la historia.

Mário Maestri

Original: O imperialismo está dividido
O que é sempre bom, mas não melhora a triste sorte do Brasil

Traducido por Cristina Santoro

Editado por Fausto Giudice Фаусто Джудиче فاوستو جيوديشي  –  María Piedad Ossaba

Fuente: Tlaxcala, 15 de julio de 2019

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